lunes, 25 de julio de 2016

CUANDO LA CIVILIZACIÓN SE QUIEBRA ► “No comprendo el mundo en que vivimos” | Cultura | EL PAÍS

“No comprendo el mundo en que vivimos” | Cultura | EL PAÍS



“No comprendo el mundo en que vivimos”

El director inglés vuelve al pasado con 'Sunset Song', el drama de una familia de campesinos en la Escocia de inicios del siglo XX









Terence Davies, retratado en San Sebastián.XAVIER TORRES-BACCHETTA


Si la melancolía tiene un apóstol en el cine, ese es Terence Davies (Liverpool, 1945). El británico ha sabido ese sentimiento para construir un imperio en su estilo, fácilmente reconocible. Y lo mismo da cuándo transcurra su película, como esta adaptación deSunset Song, novela de Lewis Grassic Gibbson de 1932 que ilustra la vida campesina en la Escocia de inicios del siglo XX, y el choque entre padres e hijos.
El drama es realista, pero el mecanismo fílmico de Davies le da una patina añadida que engancha. "Bueno, es que me gusta la melancolía, pero le confieso que mi mayor placer lo encuentro cuando arranco un proyecto. El resto es doloroso, doloroso", ríe con su voz particular, con una sempiterna afonía y una risita constante. Esta entrevista tuvo lugar en el pasado festival de San Sebastián, donde Sunset Song se proyectaba en su sección oficial. "En realidad todas mis películas reflexionan sobre la naturaleza del tiempo, en concreto acerca del tempus fugit. Y siempre ruedo en el presente de la historia. Aunque me gusta que el espectador me acompañe en reflexiones como ¿es un tiempo actual? ¿Es un tiempo necesario?  Porque en realidad, la percepción del tiempo por parte del espectador depende de muchas cosas. Le pongo un ejemplo: en la acción del presente alguien huele algo y recuerda, rememora sensaciones y hechos pasados. Así que todo esto acaece en el ahora, pero el pasado es tan poderoso... Es tan poderoso que marca a mis personajes. En fin, lo que quería responderle es que soy un obseso del tiempo y por eso me encanta poner en mis películas puertas y ventanas, elementos arquitectónicos por los que escapa el tiempo".


“Estos tiempos actuales no entienden de reposo, sino de mordiscos”

Desde que en 1988 el inglés debutara en los largometrajes con Voces distantes, su ritmo de trabajo siempre ha sido pausado -siete filmes y un documental en total-. Eso sí, los dos últimos lo ha entregado en menos de un año: esta Sunset Song y A Quiet Passion, una biografía sobre las hermanas Dickinson. "Me voy quedando solo artísticamente. Y estos tiempos actuales no entienden de reposo, sino de mordiscos, de devorar la vida del hombre. En lo tecnológico solo tengo un móvil, y se me olvida tantas veces que lo poseo que cuando suena salto asustado por los aires. Soy un tecnófobo. No entiendo el mundo en que vivimos. No existe nada más deprimente que ir en un tren y ver a los pasajeros con sus aparatitos. ¡Pero, por dios, ¿es que nadie disfruta ya del viaje?! Soy un extraño en el siglo XXI". Una centuria en la que no transcurre ninguno de sus trabajos de ficción, ya que en realidad muchos cuentan historias de los años cincuenta... y el resto se desarrolla aún más atrás.



Cuando Davies se pone en marcha, no ve películas previas. "Prefiero inspirarme en mi recuerdo de filmes o novelas, no consultarlos. Sí necesito imperiosamente ver la secuencia inicial en mi cabeza, sobre todo si estoy adaptando un libro. A partir de esa visión, tiro del hilo. A veces incluso construyo secuencias según las visualizo y tras seis meses de escritura las estructuro. En ocasiones, descubro en el rodaje qué me había inspirado, la película que había anidado en mi inconsciente, y me da la risa". Lógicamente, se echa a reír. "Nadie puede negar que está influido".


"Una espectadora me preguntó tras una proyección: ‘¿Por qué la película es tan lenta y deprimente?’. Y yo solo pude responderle: ‘Señora, ¡es un don!’."

En sus últimos largometrajes, el peso de sus personajes ha ido creciendo. "A eso me refería con cosas que pasan inconscientemente, y que a posterioridescubres. Mi madre sufrió muchísimo y sin embargo nunca fue una amargada. Nunca. Vi lo mejor de la familia en mi madre y en mis hermanas. Amo a mis hermanos, pero yo nunca hice deporte, era inútil, y ni siquiera sabía actuar. Había poca camaradería masculina entre nosotros. En cambio, el lado femenino de los Davies fue tan cariñoso...". De aquella familia católica muy religiosa hay suficientes pistas en su cine. “Ayy, me encantaban los viernes, vivía para los viernes. Me maquillaban, nos reíamos...”.
Davies no resuelve una duda sobre su cine: ¿vive refugiado en su infancia y de ahí saca el material emocional o en realidad está en el presente saboreando aquel pasado? "Las dos cosas. Y tan a gusto. Una vez, una espectadora me preguntó tras una proyección: '¿por qué la película es tan lenta y deprimente?'. Y yo solo pude responderle: 'Señora, es un don’. No entiendo por qué la gente se enfada así con el cine. Al final del día es solo una película más”.

el dispensador dice: algo está mal en el aire que se respira, algunos humanos andan idiotas, otros no escuchan lo que se les dice, otros ni siquiera entienden lo que se les dice, otros se desconectan mientras les hablan para luego responder cualquier cosa que se da de bruces con lo que se les ha dicho... algunos humanos observan aterrados esto de vivir entre el terrorismo de estado y la demencia exhibida por los lobos solitarios caídos del sistema perverso que se está devorando todo... pero además, no pocos humanos viven indefensos entre los estados ausentes que se han transformado en una máquina de impedir y/o someter y/o ambas cosas y más también... ejerciendo dictaduras democráticas donde el atropello se hace tan habitual que produce costumbre... y al mismo tiempo aparecen los xenófobos e intolerantes que todo lo desprecian, promocionando sus propias interpretaciones del liberalismo y la anarquía, y entre medio de ello, los banqueros y las corporaciones hipotecándole los destinos a los mortales indefensos, desprotegidos, sin justicia que los ampare y sin derechos a la vista, ni ciudadanos ni humanos... de allí que sobren los pobres y que sean cada vez menos los que amarrocan los recursos para alimentar a sus egos desenfrenados... necesitan comer dinero... para asegurar ningún futuro porque de hecho el futuro se ha evaporado de la Tierra, de la sociedad humana y de la cultura...

ahora el futuro se más incierto que nunca antes... a tal punto que se ha vuelto utopía sin esperanza... se ha vuelto ilusión vacía... se ha vuelto mentira... se ha vuelto traición que no descansa...

la palabra "amor" ya no dice nada... se limita al sexo de ocasión y luego sirve para justificar el desprecio que se instala...

la palabra "justicia" contiene la defensa de los derechos de los victimarios... pero para las víctimas no queda nada... son víctimas de las atrocidades de los victimarios y también víctimas de la justicia injusta que no sirve para amparar el dolor, la herida, la puñalada por la espalda...

la palabra "sabiduría" se ha ido de la Tierra reemplazada por los mediatismos de los medios que no agregan valor y que restan cada vez que participan en la realidad tergiversada... 

el conocimiento se compra y se vende, y ya no vale nada... se lavan dineros por jugadores de fútbol que no hacen nada por nadie... que no agregan valor social a nada... mientras el resto de los deportes se carcomen en óxidos que deprecian la habilidad para luego vaciar las almas...

las creencias se han convertido en excusas para atentar contra el que piensa distinto... descalificándolo... denigrándolo... instalando un todos contra todos que le sirve a unos pocos, como beneficio de oportunismos y toma de ventajas...

luego los alimentos y sus precios sirven para hambrear a la civilización... quitándole los nutrientes y sobre todo el agua... para que la sed los mate sin que nadie acuda en la ayuda de nadie, y sus voces se apaguen mientras el discurso recita palabras que no dicen nada...

la vida que vivimos ha perdido su sentido... las corporaciones han hecho del mundo humano un mero descartable... algo que se usa se tira y no es recuperable, consumiendo destinos y haciendo que el ser humano sea un número despreciable...

cuando la civilización se quiebra... se rompe la tribu y sus sentidos... y el humano comienza a creerse dios de sí mismo, capaz de aislarse y renegar del prójimo, que a su vez hace el mismo alarde... muchos egos para ningún mañana... muchos individualismos que se tornan densos hasta inmovilizar los destinos que mientras viven, arden...

la Tierra está envuelta en las pobrezas y también en el hambre... son más los marginados que aquellos capaces de apropiarse de los bienestares... son más los indigentes que los acceden a valorar sus tardes... 

la humanidad ha cedido su dignidad para que unos pocos se arroguen el derecho de propiedad de los espíritus de todos los despojados...

cuando la civilización se quiebra, reina la barbarie... nadie atiende las razones de sus prójimos... y el desprecio pudre la mente y el alma de los que se creen más que nadie... JULIO 25, 2016.-

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