viernes, 29 de julio de 2016

DE CAMELLOS Y CARAVANAS






el dispensador dice:
a decir verdad, no sé cuándo ni cómo comenzó mi caravana,
puedo decirte que muchas de mis expectativas se esfumaron al despuntar el alba...
pensé que entre los humanos reinaba la confianza,
aprendí que la mentira es oportunista y atrasa...
pensé también que había valor entre las palabras,
aprendí que la traición es la segunda intención cuando te delata...
pensé que entre los humanos la vida se honraba,
me desesperé cuando descubrí que entre hermanos se robaban...
pensé que la oración unía a Dios con cada una de las almas,
ya no me sorprendí cuando sentí cómo me apuñalaban por la espalda...
pensé que los humanismos enaltecían a la comunión humana,
me aterré cuando comprobé que los mercaderes trafican esclavos de dignidades entregadas...

a decir verdad, no sé cuándo ni cómo me fui separando de la caravana,
comprobé que muchos cristianos se ahogan en sus propias palabras...

a decir verdad, no sé cuándo ni cómo fui tomando distancia,
descubrí que Dios no es el culpable de ninguna de tus desgracias...

seguí el rumbo del camello por instinto de raza,
no soy de la Tierra y de humano no tengo ni los genes ni tampoco la capacidad para la trampa,
no creo en el comercio ni en el precio del hambre del hermano que clama,
creo que todo se resuelve con sentido común y con ganas,
porto la convicción de que la voluntad salva,
porto la convicción de que el voluntarismo frustra y mata...

descubrí que el camello sabe de estrellas y direcciones erradas,
agradecí a Dios abrirme los ojos en semejante escalada,
he respetado el valor de cada palabra pronunciada,
he comprendido que el silencio dice más cosas que todo el universo de palabras...

observé que el camello a veces me hablaba,
poco a poco fui comprendiendo sus sonidos, sus huellas y sus llamadas...
he descubierto que de las arenas no sé absolutamente nada,
converso con mi camello sobre un universo de comuniones donde no hay distancias...

de tanto andar he comprendido que lo que no tiene precio no vale nada,
me he encontrado a mí mismo caminando por la cresta de la duna inesperada...
no he mirado hacia atrás... porque la arena esmerila la espalda...
sigo caminando porque hacia adelante queda el mañana...
he dado todo y ya no me queda nada,
honro mi silencio así como la vida y su gracia...

el camello me enseñó que hay humanos que no son tales,
el camello me enseño que entre los humanos no todos son iguales,
el camello me descubrió como extranjero de dimensiones extrañas,
el camello me enseñó que hay que huir del amor que se recita mediante palabras...
el camello me dijo: nunca permanezcas donde te reclaman,
el camello me dijo: nunca te pares... sigue mi caravana...
y así lo he hecho desde que partió hacia la nada,
lo que en la Tierra se ovilla nada ni nadie lo desatan...

el camello, antes de irse, me dijo mirándome a la cara:
cuando sientas la mentira... no discutas... no te enojes... vete dándole la espalda...
lo que se pierde en una guerra se vuelve sangre derramada,
lo que dejas atrás al irte se recupera en la siguiente caravana...
he visto a Dios despuntar aquella rara mañana,
amo el desierto y sus arenas peinadas.
JULIO 29, 2016.-

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