sábado, 18 de noviembre de 2017

ALCALÁ de HENARES ▲ La muchachada entre líneas | Cultura | EL PAÍS

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La muchachada entre líneas

El festival iberoamericano de literatura infantil y juvenil de Alcalá de Henares crea un espectáculo alrededor de los libros

La muchachada entre líneas



Festival y lectura son dos palabras que no suelen ir unidas pero, según cómo se organice la cosa, pueden ligar más que una salsa. Hablando de ligar: el alcalde de Alcalá de Henares, el socialista Javier Rodríguez Palacios, dijo ayer a unas decenas de jóvenes de secundaria que quien lee tiene más labia y quien tiene más labia pesca más en la discoteca. Él lo dijo con otras palabras, pero igual alteró el patio de butacas.
Se celebraba en la ciudad madrileña el cuarto Festival Iberoamericano de Literatura Infantil y Juvenil y todo el que subía al escenario dejaba a los alumnos algún consejo sobre las bondades de la lectura para el presente, para el futuro, para la salud y la prosperidad, para gozar y para combatir el aburrimiento, para entender y hacerse entender, para ser libre, para coger las riendas de la vida y de la felicidad.
Todo eso es cierto, pero la muchachada andaba ya cariacontecida cuando llegó la revolución en forma de booktubers. Son esos autores, normalmente jóvenes, que escriben libros para los canales digitales, que recomiendan literatura infantil y juvenil y cuya fama entre miles o millones de seguidores los convierten en líderes de opinión (ahora se llaman influencers) y las editoriales se los rifan, porque una palabra suya es palabra de Dios para el negocio. Quienes tengan hijos en esas complejas edades sabrán del fenómeno; si no los tienen, cualquier explicación será torpe.
‘Booktubers’
Organizado por la Fundación Santillana y la Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, el festival, que termina hoy, reunió ayer a tres de esos booktubersAndrea Izquierdo RowlingMay R. Ayamonte y Josu Lorenzo. Lo del alcalde no fue más que un aperitivo; ahora el patio estaba revolucionado. Los conocen bien, han leído las obras que recomiendan y que ellos mismos escriben. Y hablaron en su idioma y jugaron con ellos. En la pantalla proyectaban un detalle de la portada y había que averiguar qué libro era. Las manos no dejaban de alzarse de quienes intervenían sin pudor, con alegría y, sobre todo, dejando ver a todas luces lo que de verdad importa: que leen.
De eso se trataba, en el fondo, de que el profesorado y sus pupilos interaccionen, de que los profesionales y los escritores compartan talleres, intercambien experiencias. “Hace ya algunos años que empezamos con esta iniciativa y nos hicimos una buena agenda a este y el otro lado del océano sobre quiénes son los que promueven la lectura y cómo la fomentan”, explicó el vicepresidente de la Fundación Santillana, Emiliano Martínez. Recordó también las palabras del Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa sobre lo más importante que ha acontecido en su vida: aprender a leer.
“Aprender a leer fue para mí un regalo de la naturaleza, porque todas las facultades se ponen en marcha cuando te pones a leer. Y eres más generoso e imaginativo”, señaló después el escritor y periodista de EL PAÍS Juan Cruz. Se dijo en la jornada de ayer que los lectores de hoy pasan muchas más horas ante las palabras escritas que las generaciones anteriores, porque también es lectura descifrar el prospecto de la aspirina y las pantallas proporcionan hoy en día una lectura constante.
Sobre el festival planeó toda la mañana el enigma del premio Cervantes, tan concernida como está la ciudad con este galardón. El rector de la Universidad de Alcalá de Henares, Fernando Galván, lo relacionó de inmediato con la lectura en su breve discurso de inauguración. En efecto, pocas localidades tienen en su cultura secular un poso tan literario. “Hoy sabremos a qué autor tendremos aquí en unos meses”, dijo. Horas después salió la bolita: Sergio Ramírez. Pero no era él a quien esperaban los muchachos de los colegios alcalaínos.
Cuando las estrellas booktubers subieron al escenario la sala cobró nuevos bríos. Había pasado el recreo y esto era la recta final. Fue animado. Los chicos adivinaban y los booktubers comentaban. Los brazos se alzaban sin parar en el patio de butacas y gritaban el título: “¡Harry Potter! Superfan. ¡Otoño en Londres! La caña. ¡Bajo la misma estrella! Uf, perezote máximo. ¡Animales fantásticos y dónde encontrarlos! No hagáis spoilers. ¡Crepúsculo! Uy, superviciada. ¡Besos entre líneas! Salseo. Hola, ideal, hola”. Quienes tengan hijos entenderán estos comentarios. Si no, pues es algo así “como en plan superfán”.

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