domingo, 30 de octubre de 2011

EL SILENCIO QUE SIEMBRAS

EVANGELIO
Mt 23, 1-12
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos: Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo. Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar "mi maestro por la gente. En cuanto a ustedes, no se hagan llamar "maestro, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen "padre, porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco "doctores, porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías. El mayor entre ustedes será el que los sirve, porque el que se eleva será humillado, y el que se humilla, será elevado.

el dispensador dice: la vida demanda un culto a los silencios, a la observación, al recogimiento, a la contemplación, y a la reflexión, a aprender el sentido de oportunidad de cada palabra y lo que cada una de ellas conlleva al pronunciarse. La palabra como tal se rige por dos sentidos, el propio, el intrínseco, el significado que la define como potencial expresivo de algo... y también por el sentido de la oportunidad de ser dicha, de ser pronunciada en un contexto oratorio... ello expresa la geometría de la palabra, la forma que adquiere cuando deja de ser silencio para sonar en el aire, vibrarlo y crear un eco que se introduce en el oído, golpeando a la puerta de ciertas neuronas que reaccionarán al estímulo, con sentimiento, con afecto, con placer, o con rechazo. La palabra puede permanecer quieta, esperando ser convocado al acto pronunciativo y al consecuente enunciativo de un alma encarnada. También puede verse impresa en una página, esperando a un lector que le proporcione relieve a través de un pensamiento y consecuente interpretación... acto mediante el cual adquirirá vida dentro de otra, incorporándose a un conjunto de sentimientos que le agregarán o le quitarán valor según los dones y los talentos de cada quién. De allí que aquello que se pronuncia no siempre es lo que el otro interpreta, mucho menos aún cuando median segundas intenciones, intenciones ocultas a las que se muestran... de allí que la palabra sea distinta de una persona a otra, aún queriendo decir la misma cosa, pueden ser traducidas de manera muy diferente, modificando el sentido propio como aquel otro que le confiere el contexto en el que se pronuncia y aquel en que la misma se recibe.  El libro permanece inerte hasta el momento en que alguien decide abrirlo y zambullirse en sus renglones, darle vida a voces silenciosas que retumbarán en el consciente grabándose en la memoria, asumiendo mensajes y sumando reflexiones... entonces el libro vuelve a morir un poco cuando regresa estante, en la espera de un reencuentro con la circunstancia de la lectura curiosa. No sucede ello con la lectura electrónica, ya que allí la palabra es acudida por miles en el mismo instante, creando una simultaneidad anónima donde convergen sentimientos disímiles... lo que para unos será fuente, otros lo asumirán como páramos o ciénagas. Cada ángel es maestro de un espíritu, así como cada consciencia es guía de un alma... más aún, cada ángel es guía de un alma, así como cada consciencia es médico de la eternidad de un espíritu. Ante ello, no se humilla quien sirve, sí lo hace quien es servido, aún sin saberlo... no se humilla quien se arrodilla, sí lo hace quien permanece parado... no se humilla quien aprende, sí lo hace el que se rehusa... no se humilla quien siembra, sí lo hace el que roba el afán del prójimo... cuando la circunstancia convoca y llama, es de humildes asistir a ella y atender sus signos y sus señales. El silencio puede ser entonces cuna del verbo... y el verbo en sí mismo es esencia de esencias... ya que una vez que ha sido pronunciado, la circunstancia nunca volverá a ser como antes fue, antes que él (verbo) fuera pronunciado. Octubre 30, 2011.-


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