viernes, 8 de marzo de 2024

La radio puesta Javier Montes

https://www.anagrama-ed.es/libro/nuevos-cuadernos-anagrama/la-radio-puesta/9788433922618/NCA_69 El 1 de julio de 1947, una de las primeras estaciones de transmisión continua de Hispanoamérica lanzaba su primera emisión desde una azotea de La Habana: así nacía Radio Reloj, que lleva en antena de forma ininterrumpida más de setenta y seis años y que se ha acabado convirtiendo en un símbolo de Cuba. El hecho más característico de Radio Reloj es que, por debajo del torrente informativo que nunca cesa, se escucha un «tic-tac» implacable que marca cada segundo y, a cada minuto que pasa, los locutores lo anuncian en antena tras un breve pitido. Se trata de una fijación por plasmar y contabilizar el tiempo o, como destacan en su página web: «ofrecer la hora exacta minuto a minuto», teniendo como objetivo ser el «patrón de tiempo y frecuencia de la República de Cuba». «Piiiip. Radio Reloj, una y cincuenta y dos minutos.» Esta emisora y su afán temporal ejemplifican dos de los principales atributos del medio radiofónico, según defiende Javier Montes en el ensayo La radio puesta. Por un lado, cumple con una función de «acompañante»: por su ciclo machacón y repetitivo, es poco probable que el oyente escuche Radio Reloj como actividad principal. La emisora funciona, digamos, como un compañero poco exigente al que recurrimos para hacer actividades no muy demandantes; algo propio de la radio que la diferencia de la lectura o lo audiovisual, medios que por lo general requieren una atención exclusiva. «La radio es astuta en su trato con esos miles, millones de solitarios: finge resignarse a ser ruido de fondo de sus vidas, y desde ese segundo plano, sabia, lenta, destila e inocula su esencia: más que demandarles su atención, les ofrece su compañía.»

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