miércoles, 31 de marzo de 2010

miniaturas en el espíritu


el dispensador dice:
si no reparas en lo pequeño,
si no atiendes lo mínimo,
si no brindas atención a lo que aparece como intrascendente.

te pasará de largo lo que crees importante,
te superará aquello que se muestra grande,
no atenderás lo que supones trascendente.

los nexos ameritan de tu mirada,
los vínculos demandan tus oídos,
los puentes requieren de habilidades para ser construidos.

si no estableces nexos con lo pequeño,
si no diseñas vínculos con lo mínimo,
si no guardas elementos para construir los puentes,

finalmente te convencerás de una realidad que te excede,
te creerás rey en la soledad,
te invadirá la soberbia y te ahogará el desprecio...

los errores construyen resultados,
mientras que los aciertos construyen orgullos...
los errores te enseñan a ser humilde ante la vida y los otros,
los aciertos te llenan el ego de visiones distorsionadas...

cuando descubres lo pequeño te acercas a las esencias,
lo grande que está a la vista de todos,
suele pasar desapercibido tras la niebla de las vanidades.
el dispensador: momentos y oportunidades. Marzo 31, 2010.-
DEDICADO A: los que atienden lo mínimo.

martes, 30 de marzo de 2010

el poder de tu ángel


Evangelio: Juan 13, 21-33. 36-38
""

En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.

Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, estaba a la mesa a su derecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces el, apoyándose en el pecho de Jesús, le pregunto Señor: ¿quién es?

Le contestó Jesús: Aquél a quien yo le dé este trozo de pan untado. Y untando el pan se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: Lo que tienes que hacer hazlo en seguida.

Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.

Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en él (Si Dios es glorificado en el, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará).

Simón Pedro le dijo: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: Adonde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde. Pedro replicó: Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti. Jesús le contesto: ¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.

el dispensador dice:
andando por la vida...
puedes negar, tanto como ser negado,
puedes entregar, tanto como ser entregado,
puedes mentir, tanto como ser mentido,
puedes ver, tanto como ser visto,
puedes disimular, tanto como ser disimulado,
puedes omitir, tanto como ser omitido,
puedes burlar, tanto como ser burlado,
puedes esquivar, tanto como ser esquivado,
puedes...

pero andando por la vida...
puedes ayudar, tanto como ser ayudado,
puedes ofrecer tu mano, tanto como recibir la de otros,
puedes construir, tanto como asistir a otras construcciones,
puedes proyectar, tanto como ser parte de un proyecto,
puedes amar, tanto como ser amado,
puedes acompañar, tanto como ser acompañado,
puedes apreciar, tanto como ser apreciado,
puedes pensar, tanto como ser pensado,
puedes...

puedes regocijarte en tu misericordia,
puedes ser parte de tus propios silencios,
puedes reflexionar sobre tu vida,
también sobre la vida de los otros,
comprobando que el paso por aquí,
apenas es un destello de eternidad,
del que debes tomar parte,
asumiendo con humildad que sólo se te ofrece el hoy,
quizás mañana sea posible,
pero mejor es pensar en lo hecho hoy,
porque lo hecho ya es pasado,
y alguien se nutrirá de dicha fuente,
puedes...

puedes ver un Cristo crucificado,
o puedes ver un Cristo resucitado,
con un cuerpo esfumado, diluido,
potencialmente espíritu de la creación,
ofreciendo participar junto contigo del mañana necesario,
ese mañana que no es otro que tu hoy,
instante de respiración hecho arte,
mirada, sensación y sentido,
puedes...

puedes entender que toda muerte,
habilita a un ángel que acompaña,
a alguien que ve sin ser visto,
y que los momentos de este mundo,
no existen al regreso a las fuentes,
sólo han sido una ilusión,
producto de los sueños que conforman la vida.

sólo vivimos cuando soñamos...
el dispensador: entrega de entregas, sin entregados. Marzo 30, 2010.-
DEDICADO A: los valores genuinos.


"cuando siembras sueños, recoges vida"

lunes, 29 de marzo de 2010

PARADOJAS DE LA PALABRA: geometría del pensamiento


Título: LA TORRE DE BABEL
Reflexiones sobre el mañana necesario
Paradojas del lenguaje y la comunicación
Autor: EL DISPENSADOR
País: Argentina
Obra protegida por PROPIEDAD INTELECTUAL

DESENCUENTROS

La conducta humana no es semejante a la de aquellos que transcurrimos nuestros días en Andrómeda. Tampoco se asemeja a otras conocidas por nosotros tal el caso de las culturas de Orión, Pléyades, el Cisne, o cualesquiera se les ocurra utilizando las denominaciones humanas. Esto significa que no pueden ni deben compararse.

La conducta humana es una contradicción en sí misma, algo así como un caos que no logra hallar su equilibrio y que compromete la estabilidad del universo conocido.
Las distancias existentes entre dicha forma de cultura y la nuestra podrían situarse en una expresión genética, lo cual sería correcto. De ser así, concluiríamos rápidamente que lo dicho implica una imperfección, un error en la creación. Sin embargo, debemos ir más lejos.

La conducta humana puede ser tenida, calificada, definida como paradojal. Su lengua expresa una cosa, intenta comunicar algo, quizás hasta lo hace efectivamente de una manera afín al sentido original de las palabras, para luego transformarse en una conducta contraria que termina negando el momento que le dio origen. Ese factor, en nuestra civilización se denomina "negligencia expresiva" o si Ustedes lo quieren, también puede tenerse por "contradicción energética". Veamos por qué... y para hacerlo debemos introducirnos un poco en los pasos de la cultura humana para lo cual tomaremos algunos ejemplos bíblicos, no porque sean los únicos sino porque hacen a nuestra reflexión.

"...era la Tierra toda de una sola lengua y de unas mismas palabras. En su marcha hallaron una llanura en la tierra de Senaar, y se establecieron allí. Dijéronse unos a otros: ...<>. Y se sirvieron de los ladrillos como de la piedra, y el betún les sirvió de cemento; y dijeron: ...<>. Bajó Yavé a ver la ciudad y la torre que estaban haciendo los hijos de los hombres, y se dijo: ...<>. Y los dispersó de allí Yavé por toda la faz de la Tierra, y así cesaron de edificar la ciudad. Por eso se llamó Babel, porque allí confundió Yavé la lengua de la Tierra toda, y de allí los dispersó por la faz de la Tierra". (Génesis 11:1-4)

Como puede apreciarse la historia del hombre, de las almas enviadas a la vida en la Tierra, a la dimensión del tiempo y el espacio tangibles, es una sumatoria de desencuentros con su Creador que tienen su iniciación en forma inmediata a la creación misma. Sorteemos los conflictos del Paraíso, Caín, Abel y Set, y la corrupción establecida por la estirpe de Caín hasta que Dios, el creador de la raza humana decide pactar con Noé, generar un holocausto terrenal y promover un nuevo orden. Si bien desconocemos el lapso que media entre la salida del Diluvio y el incidente de Babel, sabemos que el mismo tiene lugar con la descendencia de Noé entre los cuáles se contarían algunos que tuvieron la oportunidad de vivir la destrucción en la historia previa. Lo dicho es un hecho no menor ya que es la expresión del primer desencuentro posterior a la renovación del pacto, el que se produce enseguida al Diluvio mismo lo que nos estaría indicando que a pesar de saberse elegidos, Sem, Cam y Jafet, hijos directos de Noé, confrontan con su creador al decidir, ellos, sus hijos y nietos, construir una torre que desafíe los designios superiores. Entonces: ¿por qué aceptaron subir al Arca?... ¿por qué contrariaron la voluntad del guía de sus almas?...¿qué motivos tenían los hombres de la nueva raza y cuáles otros tenía Dios?... ¿acaso Dios se equivocó al elegir a quiénes salvó de las aguas?... ¿por qué ellos querían permanecer juntos cuando sabían que su creador pretendía que se diseminaran?... Dudas más o menos, la versión que llega a nosotros a través de nuestros estudios de las conductas de las culturas que ocupan el universo conocido, la realidad es que existen algunos documentos antiguos que indican que antes del Diluvio la lengua era única y por ende, único el sentido de la comunicación, mientras que luego de Babel se establecen al menos tres idiomas: ario, semita y turano. El primero de éstos corresponde a la línea de Jafet cuya descendencia ocupa parte de la actual Europa y el Asia Menor, el segundo a Sem cuyos herederos abren la línea semítica en la Asiria, y el tercero a Cam que a través de sus hijos genera un movimiento cultural hacia el África y la Arabia. La consecuencia no se puede pasar por alto, aún asumiendo que lo dicho apenas es una síntesis del verdadero suceso.

En primer lugar debemos entender que más allá de las interpretaciones personales, subjetivas, este hecho existió. Quizás distinto a como nos ha llegado a nosotros y desde luego, diferente a como lo acepta la civilización humana occidental. ¿Por qué?... pues porque sabemos que existen otros documentos que refieren situaciones similares a Babel, en otros lugares, supuestamente en tiempos contemporáneos al que hemos leído, posteriores a un diluvio o mejor dicho, a un cambio climático de envergadura. Hay una referencia concreta en un documento nahuátl, tal el caso de los Anales de los Cakchiqueles, así como hay otros en las culturas del lejano oriente. Asumimos entonces que la Biblia, como documento fundamental del movimiento cristiano, toma un acontecimiento y lo cuenta a las generaciones siguientes ejerciendo el poder de la comunicación que le otorga la capacidad de difusión de la religión que representa, sin que ello implique que las otras expresiones de un hecho semejante entre otras culturas, aparentemente lejanas, carezcan del debido fundamento.





En segundo lugar, nos cabe especular que las visiones de una única lengua en toda la faz de la Tierra no parece corresponderse con la lógica humana. A diferencia con lo que ocurre con nosotros aquí en Andrómeda, el ser humano necesita de la palabra, del sonido, de la manifestación del sentimiento y ya se trate de una u otra cosas existen otros dos factores condicionantes, esto es el aire (cuya presencia hace que los sonidos sean audibles) y el oído (mecanismo corporal asociado a las capacidades neuronales que hacen que dichos sonidos o palabras se traduzcan en interpretaciones de afecto o sentimientos).

Mientras que nuestra civilización se comunica por impulsos electromagnéticos que corporizan las ideas en las mentes contiguas, afines, participantes, la raza humana careciente de estas capacidades necesita, tal hemos dicho, del aire, del oído y de la capacidad de interpretación para descifrar el mensaje y generar uno que se le corresponda, fenómeno llamado respuesta.

Ahora bien, ¿todas las criaturas que hay en la Tierra se comunican de la misma forma?... NO. Por ejemplo los insectos lo hacen a través de un lenguaje químico así como algunos mamíferos tienen mecanismos ambiguos de expresión, representados por sonidos muy finos que tienen significados precisos y también olores que se producen en la química corporal y que indican estados de ánimo. Por su parte las aves manejan códigos lingüísticos consistentes en silbidos indescifrables para la raza que se dice superior. Curiosamente el hombre, que se autocalifica como la cúspide de la inteligencia, no es capaz para interpretar mecanismos de comunicación distintos a los propios lo cual ha creado un abismo entre las especies que pululan dicho planeta.





Esto que termino de expresar nos toca directamente a nosotros y a otras civilizaciones distantes, aunque veremos más adelante los por qué de cada cosa.
Para comprender estas distancias, debemos entonces hacer una especulación o si se quiere una breve reseña evolutiva sobre el lenguaje. Nosotros sabemos que la raza humana llegó a la Tierra hablando diferentes lenguas, antiguas, muy distintas a las que se hablan ahora. Sin embargo, ellos mismos tienen otra idea de esa situación y la inscriben en los pasos del conocimiento. Veamos...

Sabemos que el hecho de establecer una conducta, un modo de ejecución, lleva indefectiblemente a crear un hábito y la continuidad y/o repetición de éstos se convierten en una forma de expresión. Ésta puede representarse mediante un sonido, por caso muchas de las criaturas de nuestro ámbito de estudio: la Tierra, o bien puede constituirse en una forma de energía electromagnética cuya identidad precisa es el pensamiento individual y colectivo, por caso el nuestro que no necesita del aire ni del sonido para corporizarse.

Lo antedicho crea una distancia inmensa entre las culturas humana y andromeica, la cual radica esencialmente en los momentos de la comunicación. Mientras el de ellos es progresivo, parte desde lo individual hacia lo colectivo, el nuestro es simultáneo y geométrico. No olviden esto. El de ellos demanda la sumatoria de los mencionados momentos, mientras que el nuestro actúa al igual que la luz, al modo de una estampida que envuelve, que comprende.

Esa es la razón que fundamenta que nuestra civilización pueda interpretar los sentimientos humanos y que ellos, no logren siquiera vernos, mucho menos entender nuestras significancias, por ende tampoco comprendernos.

Suponiendo que la expresión de la conducta encuentra un sonido gutural afín al oído de un conjunto de individuos de un mismo grupo, dicho ruido no sería otra cosa que el nacimiento de una palabra. No se debe perder de vista que cada conducta requiere entonces de un sonido distinto que podrá ser finalmente identificado por los miembros de dicho grupo pero quizás no lo será por otros, habituados a otras costumbres y ruidos propios de sus medios. De hecho, bien saben Ustedes que en la Tierra coexisten circunstancias climáticas que hacen que los sonidos vayan más o menos rápidos y consecuentemente las palabras guardan tiempos expresivos diferentes, entre las culturas del Sahara respecto de las oceánicas, entre las culturas de las praderas de llanura respecto de las andinas, alpinas, himalayas o cualquiera que se les pueda ocurrir.

Así como Ustedes han estudiado la confusión humana respecto a sus orígenes, si ellos estudiaran cuidadosamente las etapas históricas de sus lenguas se enfrentarían a un complejo común a la evolución del pensamiento. Esto es que mucho es el tiempo que demanda madurar un hábito para traducirlo de manera efectiva en una palabra común a muchos, esto es que expresivamente dicha conducta sea lo mismo para uno que para otro.

Saber hoy cuál de las lenguas humanas es la más antigua, reviste escasa importancia. No obstante podemos establecer sin temor a equivocarnos que cuántas más vocales tiene una lengua, más antigua será. Consecuentemente, cuanto menos vocales posea, menos antigüedad ostentará. Esto no se refiere a la calidad de los contenidos expresivos, entiéndase bien. Sólo habla del tiempo necesario para madurar el sonido y convertirlo en una palabra común al oído de los muchos.

Debe tenerse por cierto que los sonidos más sutiles de la Tierra como planeta son propios a las zonas selváticas. De esto obtenemos dos conclusiones importantes. La primera de ellas es que las culturas radicadas allí poseen lenguajes con sonidos finos, extremadamente elaborados y por ende ricos en vocales. Como ejemplo podemos tener el caso de la lengua guaraní que tiene no menos de 25 vocales, y que en realidad es un dialecto vivo de una lengua muerta, tal el caso del idioma karaivé que dio origen a muchas expresiones americanas, incluyendo en ello a las formas andinas del lenguaje prehispánico. El segundo de los aspectos de importancia es que dicho medio, la selva, la jungla, demanda de sus habitantes capacidades especiales de atención propias de la necesidad de supervivencia. Mejor identificación de los sonidos, de los ruidos, de los ecos, de los movimientos, deslizamientos, y por consiguiente adecuación para interpretar las actitudes de los compañeros de vida, del grupo, ya sea para cazar donde todos deben entenderse sin pronunciar palabra alguna, o bien para reconocer sucesos naturales de envergadura, tales como un sismo, la caída de un rayo, u otros fenómenos. Lo dicho conlleva la identificación plena de los aromas, sus tiempos y sus consecuencias. Cada criatura emana fluidos que le confieren un aroma singular en contacto con el aire.

De lo expuesto extraemos que se trata de lenguajes intangibles en su temporalidad, pero indudablemente muy elaborados, ejercitados, desarrollados y adaptados al medio demandante que hacen a que dichos grupos humanos, aún siendo pequeños hoy, requirieran de mucha historia, hayan requerido de mucho tiempo, para poder perfeccionar las expresiones no sólo en el afán de mantener viva la lengua sino de mantenerse vivos ellos mismos. O sea que la lengua además de ser un medio de comunicación se transforma en una herramienta evolutiva necesaria para las civilizaciones que dependen del aire para vincularse.

Una conclusión subsecuente, tampoco de tono menor, es que las culturas del Sahara, vivieron en un medio absolutamente diferente al cuál transitan hoy. Esto es que el Sahara fue alguna vez un vergel semejante al Amazonas y que las grandes expresiones culturales del centro-norte del África, coexistieron con un medio ambiente distinto al que los seres humanos reconocen hoy. De hecho las lenguas semíticas, originales, asíricas o afines son tan ricas como los antiguos idiomas de América, el karaivé que dio origen al nahuátl o azteca, el quiché o maya, el aymara, el quechua, y otros más tardíos. Dentro de este esquema, me cabe recordarles que hay dos lenguas terrestres que no encajan en tipología lingüística alguna: el eskera y el indostano, ninguna de las cuales forman parte de esta reflexión. Ello indica que el ambiente en el cual tuvieron lugar propicio para desarrollarse como lenguas requería de dichos grupos un manejo cuidadoso de sonidos extremadamente sutiles, casi imperceptibles, por lo tanto aspirados.

Si quieren ir un poco más lejos, observen hasta qué punto es así, que estos lenguajes provienen de medio ambientes exigentes de entendimientos rápidos, de identificaciones precisas, de capacidades plenas para reconocer ruidos y olores, que se corresponden con culturas con una altísima capacidad de comunicación hacia sus entornos inmediatos, tal el caso de los egipcios y núcleos asociados como los persas, o de los aztecas, mayas, o collas en la América. No debe sorprendernos entonces comprobar que en oriente del mismo planeta ocurrieran simultáneamente evoluciones culturales equivalentes, por caso las expresiones desaparecidas en la noche de los tiempos del Khmer rojo en el sudeste asiático, y otros equivalentes en el Asia central, en los Himalaya o en el Gobi.

Como ven, iniciamos nuestro camino hace apenas seis páginas hablando de un lenguaje humano bíblico único, común y a poco de andar nos enfrentamos con que además de recitar desencuentros con su Creador, las mismas escrituras no parecen coherentes con las realidades consecuentes o bien, nada es como les llega a las generaciones del presente terrestre.

El idioma eskera, el indostano, el celta, forman parte dialectal de un legado ancestral que los seres humanos han perdido en sus afanes de conflicto. Esto tiene que ver con la parte perdida, escondida, oculta de la historia humana. Lo anterior al fundamento bíblico pero que sí está descripto en algunos otros documentos más antiguos. Me refiero a la desaparición de grandes núcleos culturales como lo fueron la Lemuria, Mu y la Atlántida muchísimo antes que se produjera el incidente del Diluvio y por ende, antes de Babel.

Estaríamos en condiciones de concluir, entonces, que cada grupo humano según su lenguaje acomoda sus mecanismos de comunicación grupal enseñando a sus generaciones una historia apropiada a sus finalidades pero no siempre, casi nunca, coincidente con las realidades de ese pasado que dicen interpretar.

Caben aquí un sinnúmero de preguntas: ¿existieron pautas comunes en la comunicación y lenguaje originales?... respuesta: Sí. Las expresiones líticas son una prueba de ello. Existe un común denominador en las formas piramidales así como en las representaciones gorgónicas, en las estelas de piedra de los Tiawanakos como en el valor técnico y no sólo cultural de los menhires del Sahara occidental, empleados para que la tierra conserve los nutrientes suficientes para desarrollar los cultivos.
¿Existieron otras pautas comunes en la comunicación del lenguaje?... respuesta: sí.
Las expresiones jeroglíficas egipcias o ideográficas mayas conllevan valores culturales de interpretación semejantes. Ustedes saben que no son las únicas y que en verdad son tantas que es imposible tratar esto aquí.

¿Existieron otras pautas de importancia en la comunicación?... sí, una vez más. La importancia épica de las bibliotecas de Alejandría, Honduras, Pérgamo y el Tibet se corresponden con una expresión cultural muy elaborada, que priorizaba las ciencias pero a su vez las ocultaba tras valores religiosos manipulados sabiamente para controlar a las masas y a sus gobernantes. Por caso, valga mencionar a las expresiones robóticas de Memnón, gemelos vinculados a nuestra presencia (andromeica) en la Tierra, al oráculo de Delphos, Tebas y a otros no menos importantes cuya finalidad se ha visto tergiversada por intereses posteriores, tal el caso de la religión católica que casi, podríamos decir, creó una historia de la humanidad a su medida.

Todo esto no hace otra cosa que evidenciar que la historia humana es una sucesión eterna de desencuentros pero ya no sólo con su Creador, sino entre ellos mismos en su afán de pretender someterse unos a otros. En este punto podríamos concluir que a pesar de contar con mecanismos de lenguaje aparentemente elaborados, adecuados a sus medios, la contradicción entre lo que se comunica o pretende hacer, y lo que efectivamente se lleva a la práctica genera un maremagnun de sentimientos encontrados, espíritus defraudados, masas frustradas, confusiones, que no han hecho otra cosa que acrecentar los conflictos internos.

Nos cabe, antes de avanzar, una última reflexión: ¿les sirve a ellos como raza?... evidentemente no porque dicha circunstancia ha alcanzado un punto que nos convoca para salvaguardar no sólo nuestras existencias sino las de ellos.





LENGUAJE UNIVERSAL
Iniciamos esta etapa con una nueva pregunta: ¿existe un lenguaje universal..., es uno o varios?... Desde luego que sí y podríamos definirlos con precisión. Los tres tienen que ver con lo que existe en la dimensión en la cuál están los seres vivos, aunque no siempre se corresponden en todas sus formas con otras dimensiones, y a su vez guardan un segundo sentido que sirve de vínculo a las dimensiones.

El lenguaje sustantivo son las matemáticas. La vigencia del número, su esencia, su correspondencia, su interrelación, su significancia, amerita un análisis aparte porque el valor de los mismos es idéntico en Andrómeda, en Orión, en Pléyades, o en la Tierra. Uno es únicamente 1, así como dos es únicamente 2. Podrá expresarse con el dibujo que se quiera pero los valores matemáticos del universo son comunes a todas las civilizaciones en todas las galaxias en todos los rincones del universo.
Antes que existieran las palabras como las conocemos hoy, los pensamientos que fluyen en el universo, existió el sentido de número ya que sin él la creación misma no hubiese sido posible.

Así, no hay un valor distinto para siete, como tampoco existe una expresión conflictiva con el cero. Son lo que son. Si se los suma producen un efecto y si se los resta, otro. Si se los multiplican revelan un resultado pero si se los divide producen otro. No obstante ello, los resultados del aquí en Andrómeda, no son distintos a los de la Tierra.

Esos números son los que dan sentido a la vida tangible, así como a la intangible.
El curso de las almas en el mundo de las sensaciones como en el mundo de las ideas, guarda un orden matemático estricto. Cada invidividuo es regido por un número que le es propio, único, pero que a su vez lo corresponde con una fórmula que tiene que ver con sus capacidades, con su herencia y con lo que dejará como legado a otros que devengan de él. Curiosamente, dicho número oculta un código que estará relacionado con el lenguaje y la comunicación, capacidades propias y relativas a su medio, el que a su vez posee una fórmula matemática propia.

¿Cuál es, entonces, el lenguaje común, universal que le sigue?... la geometría. La geometría representa a los números en el espacio, tratándose en realidad de la consecuencia dimensional de éstos. Pero sin profundizar demasiado, la recta no es distinta en la Tierra que en Orión, como así tampoco la esfera expresa algo distinto en ángulos opuestos del universo. Por lo tanto, no cabe duda que la geometría contribuye a definir el sentido único de los espacios, donde estos existen claro está.

Continuando con el razonamiento... un ángulo de 90º define ejes comunes en el aquí como en el allá, así como las diagonales tienen un valor aplicativo a las proyecciones espaciales necesarias, por lo tanto la tangente lo es aquí como allá y nada es distinto. Léase, existe un segundo lenguaje universal desde la creación que responde a mecanismos de pensamiento que tienen que ver con la creación misma.
Para poder darle espacialidad al número como expresión hace falta espacio y éste nace de la misma geometría.

Más allá de las diferencias genéticas que existen entre nosotros los andromeicos y los terrícolas, nuestros números y formas no difieren prácticamente en nada.
Pero existe aún un tercer lenguaje universal, vinculante, que parte de un fundamento matemático y que se transforma en una expresión geométrica no descubierta por los seres humanos de esta era. ¿Cuál es?... sí, la música. Cada nota tiene un valor, un número que le es común, constante, y que la convierte en armónica para los sonidos de esta dimensión como para cualesquiera de las otras, aún de las intangibles. El do no es otra cosa que un do, mientras que un si no es otra cosa que la expresión de un si.
Ello quiere decir que el Bach terrestre bien puede ser traducido a nuestro lenguaje electromagnético, así como los valores de nuestro Sirih estarían en condiciones de ser traducidos al lenguaje humano. Ello no quiere decir que nuestra afinidad por Bach sea equivalente a la que podrían tener los humanos de nuestro Sirih, pero la música es música aquí como en el allá y la misma puede ser traducida como la expresión matemática de los afectos ya que como Ustedes bien saben, la sumatoria de tonos comunican un sentimiento que nos produce una reacción química de emoción, alegría, tristeza, nostalgia, o quizás hasta de rechazo. En Orión dicen que el triángulo esencial se define por el número, en el ángulo superior, el punto como origen de todas las cosas en el ángulo inferior izquierdo, y la nota musical en el ángulo inferior derecho. Sin embargo, dado que el triángulo esencial es equilátero, da lo mismo el arriba que el abajo ya que ello depende de la ubicación del espectador, lo cual le confiere un valor agregado al concepto de universal. Cada uno de los ángulos se perpendiculariza sobre su base opuesta produciendo un mecanismo de comunicación vinculante que no puede tener objeciones porque refiere a una creación única.

Lo dicho indica que más allá de las diferencias culturales hay elementos o factores que están por sobre todas las existencias y sus manifestaciones, el número, la nota armónica y la sucesión de puntos. El número define a la vida, la nota armónica a cada una de las expresiones y la sucesión de puntos que hacen a la necesidad de un espacio.

La distancia, consecuencia del espacio, no es otra cosa que la expresión temporal del número, pudiendo entonces ser representada también por una nota musical.

Ustedes sabrán enriquecer lo expuesto con sus propias conclusiones. Pero no deben omitir que la nota musical, a diferencia del número y la proyección del punto, moviliza la química de los cuerpos sometidos al oxígeno como medio de vida.

LA ESENCIA DE LAS PALABRAS O LA DIMENSIÓN DE LAS IDEAS
Tal como hemos dicho la palabra como tal guarda su esencia primordial en el mundo de las ideas. El mundo de las ideas, más precisamente la dimensión de las ideas, constituye algo así como una biblioteca universal donde todo puede ser hallado.
Esto significa que la palabra es una consecuencia expresiva de la existencia del espíritu como tal o bien de la vida misma, como consecuencia de la ley de los equilibrios entre lo tangible y lo intangible. De esta forma, una idea asume la condición de ser transformada en sonido el que aún reflejando los hábitos que le confieren dicho tenor sónico, una fonética, y un sentido, se rige, trate del idioma que se quiera, por una serie de parámetros matemáticos, geométricos, musicales y hasta químicos que son universales. Este conocimiento fue llevado por nosotros hasta la Tierra mucho antes de la civilización egipcia pero desapareció luego de dos incidentes lamentables: el incendio de la biblioteca de Alejandría, y muchos siglos después con el de la biblioteca de Honduras. Realmente, ya en la época de cada una de las destrucciones nadie sabía ni cómo interpretar lo que les voy a decir, sin embargo me parece adecuado repetir cada uno de los doce factores que dan sentido a las ideas y por ende a las palabras. Estos guardan un orden y el mismo será respetado en nuestra exposición:

FACTOR BETA (β-beta)
Representa el significado del segundo paso, que da sentido al momento intangible en que una idea toma cuerpo y se dilata en el espacio mental, desarrollándose, expandiéndose y trascendiendo los límites de la mente de origen y difundiéndose al modo que un gas lo hace en un recipiente de volumen definido. Porque las ideas están formadas por impulsos eléctricos que se corporizan mediante formaciones gaseosas. La tonalidad del gas, invisible en el espectro humano, determina la calidad de la idea. Determina también su carga eléctrica, su masa, su energía. El gas Kryptón (Kr) es esencial en la calidad de las ideas y consecuentemente en su traducción sónica.
Se le llama factor del segundo paso o β-beta porque para que la idea llegue a la mente debe propiciarse una comunión química entre la biblioteca o dimensión de las ideas y el individuo que la recibirá.

FACTOR DELTA (δ-delta)
Representa al significado de las capacidades. δ (delta) da sentido al momento intangible en que una idea se torna densa y obtiene un peso específico que define sus características, perfil y contenido alcanzando una entidad propia. Este momento de la idea adquiriendo volumen está relacionada con el gas Argón (Ar).
Debido a ello es que denominamos δ (delta) a la capacidad innata de traducir en hechos a las ideas, de conferirles densidad, de propiciarles un peso específico distintivo.

FACTOR PI [PHI] (π-phi)
El π (phi) da sentido a la medida tangible de las ideas porque éstas se generan, se desarrollan sobre una base matemática propia e inherente a la esfera en donde se producen.
Cuando se habla de esferas deben tener en cuenta que el universo es una esfera que contiene otras, tal el caso de sus estrellas, los planetas, satélites y estos, los que a su vez contienen a las mentes, lo cual indica que se trata de una suma de inscripciones lo cual hace que las ideas sean esféricas y distintas unas de otras ya que dependen de las cargas eléctricas de sus medios. Intangibles al ojo humano, pero tangibles a las inexistencias. De allí la importancia que el número phi o pi tiene en el universo todo. La tangibilidad está vinculada a la presencia del Flúor (F).
De alguna manera el pi o phi constituye la universalidad del momento de la idea.

FACTOR GAMMA (γ-gamma)
Gamma, o la γ de los griegos, era en realidad una medida definida utilizada por los antiguos para medir el coeficiente de dilatación de las ideas, según la temperatura, el tiempo medido en horas humanas, la humedad y la presión atmosférica. Las ideas medidas en unidades γ (gamma) definen su importancia según el lugar donde se expresan como tales transformándose en palabras. Según la composición química de las esferas (planetas y mentes, por caso) las ideas generadas en las áreas ecuatoriales pueden ser de mejor calidad que aquellas obtenidas en las zonas frías o viceversa. A ello se debe que en la Tierra las maravillas antediluvianas se ubican en la línea ecuatorial, decreciendo hacia los trópicos.
Al nacer una idea se emite una radiación cuya carga es un valor γ (gamma) que se vincula a la presencia del gas Xenón (Xe).
En este punto debo recordarles no perder de vista que en general a mayor temperatura ambiente menor calidad de las ideas y menor calidad de las expresiones, lo cual está directamente relacionado con los gases mencionados. La presencia porcentual de éstos últimos tanto en el medio ambiente como en las mentes son condicionantes para la calidad de las ideas y las palabras y esta es una regla universal.
Esto indica que en algún tiempo el ecuador terrestre era especialmente frío.

FACTOR EPSILON (ε-épsilon)
Determina el valor matemático de la energía cinética de una idea, esférica, dentro de un cuerpo en rotación, tal el caso de nuestro mundo o de la Tierra. La energía cinética de una idea está formada por la sumatoria de las energías previas que confluyeron para darle origen y forman parte de su composición molecular. Dichas energías, como hemos dicho, contienen además una masa y una velocidad que son determinables en un tiempo. A partir de la vigencia matemática del factor ε (épsilon) también se puede medir el momento de inercia de una misma idea, que es el valor que determina la masa con relación a los cuadrados de la distancia de su eje, del eje que la sostiene. Esto permite medir el movimiento de rotación de una idea la cual es análoga a la de la masa en las traslaciones. Este número es el que determina la vigencia de una idea en el contexto de un planeta como la Tierra, como cuerpo esférico trasladándose en el espacio, y siendo la idea una esfera proyectada desde un eje apoyado sobre la superficie del planeta, permite medir su vigencia. En este punto el factor se relaciona con la presencia del Cobalto (Co) ya que ello determina justamente sus tiempos, su duración, su permanencia.

FACTOR XI (ξ-xi).
El factor ξ (xi) determina la estabilidad de una idea y su perdurabilidad en el tiempo. Dado que la idea es una entidad que tiene masa y se traslada en el espacio mediante una carga eléctrica que le es propia, al tomar cuerpo en el medio terrestre, podrá flotar en el campo gaseoso de la atmósfera, tanto como verse sumergido en un medio acuoso o aún, flotar en él. Lo antedicho determina el equilibrio de una idea. Dicho equilibrio está dado por la relación existente entre la masa de dicha idea y su relación respecto de la gravedad terrestre (o cualquier otra que se pretenda evaluar). Por ejemplo cuando la idea flota en el aire y se autosustenta se dice que su centro de gravedad está por debajo de su centro de empuje.
Cuando una idea permanece en un medio que le es hostil es porque su estructura molecular es homogénea y el centro de gravedad y su centro de empuje coinciden, entonces se produce un efecto similar al que ocurre cuando se coloca una gota de aceite en el agua.
Mientras que cuando el centro de gravedad es más alto que su centro de empuje, entonces la idea no sólo flota, sino que se torna estable en el tiempo. Esto es, perdura. Dicha perdurabilidad está directamente relacionada con la presencia del elemento Europio (Eu).

FACTOR THETA (θ-theta)
Cualquier planeta, los de nuestro sistema o la misma Tierra, girando sobre su eje presentan fenómenos físicos de inercia, semejantes a un giróscopo.
Las ideas, cuya forma es esférica, se ven sometidas al igual que la propia Tierra, o cualquier planeta, a la gravedad solar o de su estrella compensadora respectivamente, originando en aquellas y en ésta última lo que se conoce como movimiento de precesión. Esto indica que las ideas tienen, al igual que el planeta donde surgen, un ensanchamiento ecuatorial y un eje que no es perpendicular al plano de la eclíptica. Lo dicho produce en las ideas un movimiento semejante al de un trompo lanzado al espacio, esto es que giran cónicamente sobre un eje, proyectando un vector continuo hacia el espacio. La recta, intersección del ecuador con la eclíptica, conocida hoy como la línea de los equinoccios, modifica su posición en forma constante. Los equinoccios o puntos de intersección de dicha línea con la esfera celeste se mueven en un sentido llamado retrógrado recorriendo anualmente 50´´2 de arco ecuatorial. El valor θ (theta) mide con precisión la conicidad de las ideas respecto del eje terrestre, en este caso o de cualquier planeta que se pretenda analizar, pero también respecto al medio en el que habían tenido lugar pudiendo determinar incluso su fuente. Este factor está directamente vinculado con la presencia del Litio (Li).

FACTOR ETA (η-eta).
El valor η (eta) mide en los orígenes de las culturas del universo, dentro de lo cual incluimos a la raza humana en la Tierra, el índice de viscosidad de las ideas. Dicho índice establece con exactitud la capacidad de las fuerzas que se oponen a una idea y por consecuencia la fuerza de ésta última.
Curiosamente, en la Tierra, se visualiza un fenómeno particularmente preocupante ya que además de haberse elevado la temperatura media peligrosamente, disminuyendo la calidad del aire y la trazabilidad de los elementos necesarios para el sostenimiento de las capacidades, se observa también una pérdida de viscosidad en el ideario lo que promueve esquemas mentales repetitivos, palabras carentes de su sentido original y otros detalles no menos importantes como lo es la pérdida en la capacidad de comunicar. Esto se relaciona con la presencia del elemento Hafnio (Hf), su exceso o su defecto

FACTOR DSETA (ζ-dseta).
Como Ustedes recordarán, ζ (dseta) es una de las coordenadas rectangulares de la esfera. El factor ζ (dseta) constituye un conjunto de leyes que establecen las condiciones necesarias para propiciar la existencia de una idea. Por ejemplo, la cantidad de tensión necesaria para que las moléculas que forman parte de una idea requieren para unirse formando un gas esferoidal. Luego la tensión necesaria para que la idea ocupe un volumen determinado en el aire respirable, y finalmente, la temperatura adecuada en la que dicho fenómeno debe ocurrir para que la idea tome forma y pueda ser plasmada como palabra y posteriormente como hecho. De esta manera, a una presión atmosférica constante cada idea se corporiza a una temperatura determinada. La temperatura de esa idea ya corporizada permanece constante luego de su expresión independientemente de la temperatura que exista en el medio ambiente. Finalmente una idea se pierde cuando su tensión interna, la reinante en el seno de la esfera es igual a la presión que soporta.
Por ello los antiguos habitantes de la Tierra antediluviana y hasta anterior a la misma Atlántida, sabían que el hombre no podría sobrevivir fuera de las condiciones de la Tierra, de la atmósfera que había sido creada y ajustada a tal fin. Indudablemente, nuestros ancestros, por expresa recomendación de los Creadores y Formadores de las existencias habían colocado, en el planeta que nos ocupa, los elementos suficientes como para que las ideas se convirtiesen en mensajes y se fijaran, por lo tanto las pautas matemáticas nos hacen suponer sin temor a equivocarnos que en medios no adecuados las mismas se verían restringidas o disparadas hasta la demencia según fuese el caso. Esto se relaciona con el exceso de Magnesio (Mg).

FACTOR LAMBDA λ (lambda).
λ (lambda) es la clave matemática que determina la longitud de onda de una idea. Las ideas tienen la propiedad de ser elásticas pero al ser esferoides y estar compuestas por moléculas que también lo son y que llevan una determinada carga eléctrica, se propagan en el espacio respirable u otros como el nuestro, bajo determinados parámetros.
El movimiento vibratorio que produce la idea en sí misma origina ondas propias a un movimiento oscilatorio armónico. La idea es como la nota musical. Matemáticamente son idénticas. Físicamente son semejantes. Químicamente no.
Cuando se suman dos ideas que se propagan en la misma dirección y sentido, pero en oposición de fase (o sea con una diferencia de fase de 180º de ángulo), en forma tal que los desplazamientos que producirían en cada uno de sus puntos son iguales pero de signo contrario, se anulan entre sí permaneciendo en reposo.
Este fenómeno es determinante cuando se enfrentan los espíritus de la luz con los de las tinieblas porque sus ideas tienen una consecuencia visible comúnmente en el ámbito de la acústica. Esto es que al superponerse ideas en ondas sinusoides de igual longitud e igual amplitud de onda pero de signo contrario, se produce un efecto estacionario conocido como valor λ (lambda) neutro.
Cuando la luz, sus almas, emite ideas se dice que se trata de un factor λ (lambda) ultravioleta. Se proyectan espacialmente en forma curva comprendiendo todo lo que encuentran a su paso, de allí la capacidad de compartir, dar, comprender y estar siempre en el lugar del otro.
Cuando las tinieblas emiten ideas se dice que se trata de un factor λ (lambda) infrarrojo. Carecen de espacialidad, son extremadamente densas, pesadas, tendiendo siempre a cerrarse en sí mismas promoviendo un efecto como el de agujero negro donde la energía liberada se consume en sí misma.
Su expresión matemática fue dejada por nosotros en la geometría de la base de la pirámide de Mikerinos. Solamente allí. Antiguamente hubo otro monumento que enseñaba tal llave matemática, pero el mismo fue silenciado. En efecto, los gemelos de Memnón en la llanura de Tebas enseñaban dichas llaves cada mañana a la salida del Sol, siendo éstos los anfitriones del Oráculo de Tebas donde las ciencias habían logrado colocar una estatua suspendida en el aire, sólo mantenida por la energía de los imanes adecuadamente dispuestos, según lo indicaban los conocimientos del pasado más remoto.
El elemento condicionante del factor lambda, el que rige los pensamientos en la dimensión de las tangibilidades, no es otro que el Escandio (Sc).
A nuestros fines uno de los problemas más acuciantes en la atmósfera terrestre y por ende en sus expresiones culturales, es que se está produciendo una saturación de valores lambda infrarrojos, con las consecuencias del caso.

FACTOR FI (φ-fi).
El factor φ (fi) mide el tiempo de oscilación de una idea. Dicho tiempo está dado por el ángulo que forma la posición de máxima elongación con la del equilibrio necesario para que la idea se autosustente. Lo antedicho implica que las ideas tienen un movimiento pendular.
De ello se desprende que el tiempo de oscilación de una idea es independiente de su masa.
Asimismo, ideas de pequeña amplitud tienen un tiempo de oscilación independiente de la misma (amplitud). Yendo aún más lejos, en ideas de distinta longitud el movimiento pendular que generan posee tiempos de oscilación proporcionales a las raíces cuadradas de sus longitudes.
Incluso en diferentes lugares de la Tierra los tiempos de oscilación de una misma idea son inversamente proporcionales a las raíces cuadradas de las aceleraciones de la gravedad.
El valor matemático medio del φ (fi) está dado en la pirámide de Kefrén pero hoy ya no guarda sentido alguno para la cultura humana porque ésta ha perdido el sentido original de las cosas.
La vara del Faraón (del legítimo, no del que aparece como tal y no lo es) y el báculo de Moisés guardaban las medidas del φ (fi). La importancia de este factor matemático en aquellos lejanos tiempos era semejante al valor del sonido difundiéndose por las ramas del diapasón. El movimiento pendular de las ideas es semejante al del sonido.
Dicha condición se corresponde con la presencia del elemento Rodio (Rh).

FACTOR MU μ (mu).
El valor μ (mu) determina la amplitud del espectro de una idea, su calidad y su proyección, su potencialidad y su cinética. El valor μ (mu) no siempre ha sido el mismo en la Tierra.
De todos los valores angulares de las ideas es el único que no ha quedado plasmado en lugar alguno, en documento ninguno. Era diferente antes de la llegada de los humanos. Se respiraba distinto. Era diferente durante la era de Mu.
Los ojos podían ver distinto. Las valencias eléctricas eran otras.
Era diferente durante la era de Atlántida, tal sucedió en los tiempos de los Lémures.
Las almas podían sentir distinto. Los metales pesaban diferente.
Era diferente durante la era del verdadero imperio egipcio.
Las manos podían construir distinto. Las piedras tenían otra densidad.
Las mentes podían expresarse distinto.
Las densidades eran otras.
Todo se modificó con el advenimiento de las culturas del diluvio, para poder resguardar los conocimientos básicos que hacen a la cultura hasta que sea el tiempo adecuado para su exposición. El incidente de Babel trajo consigo la iniquidad expresada en sus formas más elaboradas y la desparramó por la faz de la tierra y la convirtió en su máxima expresión y así ha sido desde entonces, casi sin solución de continuidad.
Nada ha sido respetado.
No ha habido valores.
No ha habido tradiciones.
No ha habido lugares.
Todo se tornó en cambiable. En descartable. En despreciable.
Cuanto más cerca de estos tiempos, más descartable, más despreciado.
Todos los nodos de civilización en el universo asistimos con angustia al avance de la iniquidad como expresión de valor que distingue a la raza humana por donde se la quiera mirar. En la política tanto como en la economía de las empresas, pero peor en las capacidades místicas de los cultos occidentales, y consecuentemente en las personas, produciendo un proceso de desvalorización de la vida y de pérdida de las tradiciones, de agitación, de necesidad de crear focos de virtualidad que sustituyen a la realidad.
Esta situación está relacionada al Silicio (Si). Junto con el Flúor es el segundo no-metal de los factores que hacen a la calidad del ideario.

FACTOR OMEGA (ω omega)
La visión de los factores ya ha sido dicha en su totalidad, sin embargo podemos contribuir con uno más que hace al cierre, a la conclusión de los ciclos, este no es otro que el factor ω (omega) el que constituye la expresión matemática de la sumatoria de la velocidad angular de las ideas de los doce factores en su conjunto, la cual habitualmente es determinada por un vector cuya dirección coincide con la del eje de rotación y cuyo sentido se corresponde con el del avance de un tirabuzón que se hace dar vuelta para el mismo lado que gira el cuerpo. Ello tiene que ver indefectiblemente con el código genético de cada raza en el universo. Cuando esta suma alcanza un valor determinado, en un medio también acondicionado a la finalidad, se produce el cierre sobre los 360º de la evolución y todo debe ser reordenado.
Los seres humanos de esta era no sólo desconocen los doce factores que hacen a su propia existencia sino además, ni siquiera intuyen que el omega de los tiempos está directamente vinculado a sus expresiones, a sus decires, a sus pensamientos, a sus búsquedas, a sus silencios, a sus llantos.
El haber borrado la historia acondicionándola posteriormente para la salvaguarda egoísta de algunos pocos, no ha hecho otra cosa que propiciar el corrimiento geométrico de los tiempos hacia una conclusión necesaria, indefectible.

¿QUÉ TENEMOS?
La palabra pre-diluviana, o si Ustedes quieren pre-Babel, tuvo para el hombre otro valor, otro código de expresión lo cual está directamente relacionado con los modos y momentos del pensamiento.

En esas antiguas etapas, propias de las civilizaciones de Lemuria, Mu y Atlántida, los seres humanos reconocían plenamente la existencia de la dimensión, del mundo de las ideas, ese que luego fue tergiversado por el utilitarismo que implantaron los griegos robando conceptos de otras pautas culturales, pero despojándolos de su esencia. Esa etapa fue la implantación del plagio en la toda la Tierra, con ella se inició un oscurantismo progresivo que aún no concluye, que aún avanza implacable.

El mundo de las ideas opera al modo de una biblioteca universal. Allí se guardan los conocimientos genuinos de todo lo que existe y dichos saberes pueden ser tomados según las gracias y los dones recibidos, por todos. En dicho mundo están, como les digo, las ideas porque esa dimensión es algo semejante a una fuente que enriquece el todo sin discriminar cultura, lengua, raza, edad, sexo, ya que justamente se parte del principio que cada idea re-cultivada ingresará nuevamente a la biblioteca como fuente de nuevos pensamientos, más nutritivos, más amplios, con mayor color, con mejor horizonte.

Esto quiere decir que la fuente única está allí, no tiene precio porque no pertenece a criatura alguna en el universo, sino a todas por igual. Las ideas son fuentes electromagnéticas que se desarrollan en medios químicos, los cuales a su vez las transforman en palabras afines a los idiomas de la circunstancia. Ello significa que esas ideas, retiradas de la biblioteca, depositadas en el lugar adecuado a su expresión, se desarrollarán en un pensamiento para luego transformarse en sonido en aquellos planetas donde la voz es un condicionante de la expresión, o como en nuestro caso, donde ese pensamiento será un destello que desarrollará nuevas cargas, acomodando valencias y generando estructuras electromagnéticas complejas.

Ningún ser humano reconoce lo que termino de decir.

No después de la civilización griega porque ésta implantó el sentido del comercio desdibujando, diluyendo, transformando, confundiendo, alterando, y hasta mintiendo, el sentido filosófico de las existencias y de las inexistencias. Tanta acumulación de mentiras, tanta suma de conveniencias, tantas omisiones, tantos olvidos, están promoviendo un final, sencillamente porque al perderse el sentido original de las cosas, al ocultarse las verdaderas fuentes, las ideas se roban, los pensamientos se mienten y las palabras carecen de valor porque la motivación esencial es comunicar la necesidad de comprar y vender cualquier cosa, aún los mismos sentimientos.

Por ello el hombre y la mujer están inmersos en la decepción.

Por ello el hombre y la mujer están atrapados en la frustración.

Por ello los seres humanos de esta era demandan aturdirse, aislarse, sumergirse en un mundo virtual.

Por ello ni el hombre ni tampoco la mujer encuentran la salida, porque no atinan a comprender que su caso, el de la raza humana, sea negro, blanco, amarillo, se trata de un orden matemático que suma genes de una única forma y que cuando la misma no encuentra el medio adecuado, se vuelve en contra de la sociedad toda.

No fue así con la raza roja, prolijamente extinguida. No fue así ni con los lemures, mues o atlantes que a la postre no eran ni negros, ni blancos, ni amarillos. Ya no quedan vestigios vivos de esos humanos, salvo genes diseminados en herencias confundidas, salvo monumentos con historias apropiadas por mentiras convertidas en documentos que todos los actuales estudian y aceptan con la mayor naturalidad.

Como Ustedes saben, cuando se mienten las esencias, poco es lo que queda.

El caso humano es único porque ha llegado al punto de ponerse en tela de juicio a sí mismo lo cual conlleva a negar su propia creación y a pretender en erigirse en su propio mentor. Esta paradoja es cíclica y siempre dirige hacia el mismo sitio, una y otra vez.

Esta circunstancia paradojal, cíclica, no hace otra cosa que alejar a las ideas, los pensamientos y las palabras mismas, del fin primordial, grupal, cultural, social y por ende universal.

El mundo de las ideas es filosófico, existe porque es parte de la esencia de las cosas y está directamente vinculado a la Creación. Ésta no podría haber sucedido sin la existencia de este mundo previo, así como éste tampoco sería posible si anterior a él no hubiese existido el número como fundamento primero.

El número que ha dado sentido a la Creación es el mismo que sustenta la base filosófica de las ideas, por ello las ciencias no pueden ni deben ser separadas de la filosofía, porque cuando ello sucede éstas se transforman en un medio de subsistencia que le resta valor a la existencia porque pasa a formar parte de un acto de compra - venta que nubla el sentido de las cosas, cierra a las almas y confunde a los espíritus.

Esa nutriente filosófica guardó durante muchos miles de años el sentido de las palabras porque éstas se correspondían con sus fuentes.

Cuando las ciencias se fundieron en el mundo de los negocios, pasando a depender del factor económico, del presupuesto, de la circunstancia del poder político, abandonaron definitivamente su condición matemático-filosófica convirtiéndose en un elemento de trueque que no responde ni a un patrón de calidad como así tampoco a una necesidad o condición social, sino solamente a la desesperación por crear un valor económico mayor. Allí palabra terminó de diluir el escaso sentido que le quedaba.

Las gentes en la Tierra no se dan cuenta, no perciben, que una sucesión de palabras huecas, apropiadas para llenar la circunstancia, sólo contribuyen a erosionar los vínculos. Operan semejante a un gigantesco papel de lija, arrastrando todo a su paso.
Las gentes en la Tierra no se dan cuenta, no asumen, que sus palabras se corresponden con un sentido original que depende de un ordenamiento matemático-filosófico y químico que responde a un equilibrio cierto, armónico, musical, y hasta geométrico entre el aire y el suelo. Donde alguna de las variables se altera, el resultado difiere en su calidad perdiendo la esencia del contenido.

Ello significa que así como el mundo de las ideas se halla incluido en la dimensión de la filosofía original, la misma que nutre de sentido a los números y los transforma en un vínculo seguro, de esa misma dimensión, de ese mismo mundo, dependen los pensamientos, los afectos, las convicciones y por ende en forma inequívoca, las palabras. Cuando cualesquiera de ellos cambian su sentido filosófico por otro económico, entonces pierden sentido porque carecen de una finalidad cierta, específica, universal por otra que concluirá con el tiempo de la persona que pronunció un sonido disímil, paradójico, vacío.

Léase:
El número no tiene precio porque es el lenguaje universal que inspiró a la misma Creación.

La expresión espacial del número tampoco guarda valor económico alguno porque pertenece definitivamente al volumen de los pensamientos de la Creación.

La música de las esferas, esa que se transforma en fuente imperecedera de ideas, es una consecuencia de la vigencia matemática del universo, es la palabra, el verbo, convertido en existencia. Ese sonido no tiene precio.

La filosofía que une a todos los factores de la Creación tampoco tiene precio porque no es propiedad de criatura alguna, individualmente, sino de todas: andromeicas, oriónidas, esféridas, pléyades..., o aún, a pesar de su condición primitiva por estas horas, terrestres.

Ningún hombre, ninguna mujer, ninguna empresa, ningún poder político, económico o religioso humanos, tiene valor intrínseco como para apropiarse de dichas fuentes. Ninguno de ellos tiene capacidad para comprender que dicho intento sumiría al universo todo en una hecatombe que ameritaría una nueva Creación, una nueva palabra, un nuevo verbo.

Aquellas culturas ajenas a dicho proceso, nosotros y los otros como nosotros, podemos impedirlo así como podemos circunscribirlo. En ambos casos, ello merece una concertación de estas existencias con los Creadores, todos.

La palabra humana del hoy comunica egoísmo.

Pronuncia lo que no debió ser dicho.

Desvaloriza y tergiversa lo bueno. Valoriza y engrandece lo imprudente.

Ni el hombre ni la mujer entienden que hay cosas que jamás deben ser convertidas en sonidos porque se atan a las vidas de quiénes reciben los mismos, dañando sus almas, degradando sus espíritus, violando sus existencias, diluyendo sus mañanas posibles, pero esta circunstancia, es propia de la desesperación en la que todo ellos se hallan sumidos por el afán de sobrevivir, de tener un espacio sin importar el espacio propio de aquellos que lo tienen asignado por su mañana necesario que no es otra cosa que un orden matemático que proviene del fundamento filosófico de la Creación.

Nadie tiene consciencia de lo que significaría que esas palabras no fuesen dichas, o que éstas fuesen reemplazadas por otras que no debían decirse.

Por ello crece el dolor y el llanto se disemina sobre la faz de la Tierra.

Todo se excluye. Para que muy pocos se sientan bien es necesario que muchos estén mal. Para que algunos egoísmos se mientan autoacondicionándose como dignos, muchos deben verse sumidos en existencias indignas. Ello tergiversa el sentido de las palabras porque las mismas refieren solamente a la necesidad de sobrevivir, de perdurar, de permanecer, tanto en los unos como en los otros, en los primeros para conservar la condición, en los segundos para sostener apenas el día de hoy.

Al fin y al cabo ninguno de ellos cuenta con un mañana necesario.

Ninguno responde por dicho mañana.

Pero ninguno de ellos tiene capacidad para transcurrir el hoy porque para ello, depende exclusivamente de su capacidad de daño, de hacerlo y de soportarlo, lo cual somete a la comunicación a un acto de compra - venta del propio individuo donde finalmente, todos sin excepción venden el alma por su palabra impropia.

La Tierra se ha convertido entonces en una mera expresión de los instintos más bajos.

La estirpe adánica de Caín se replica por toda la faz de la Tierra, otra vez. El gen del desencuentro original retorna deseosa de expresar el culto a la corrupción, donde todos se consumen a todos.

La raza pretende hoy conquistar sus espacios cercanos sin atinar a respetar el orden universal que le ha sido impuesto desde la Creación y que nos somete a todos por igual porque nos debemos al mañana necesario.

Pretenden trasladarse por un espacio curvo que desconocen. Quieren adueñarse de recursos que deben permanecer tal cuál fueron colocados siguiendo la filosofía del número de los destinos, sin entender que el modificar algo significa cambiar todo sin tener la capacidad siquiera para mentalizar, para inteligir el orden primordial.

Quizás deberíamos propiciar un anti-Babel.

Observemos la coyuntura terrestre de las dinastías de Noé.

La lengua común de estos tiempos en la Tierra es el inglés. Mientras que las lenguas maternas o de región otorgan sentido de pertenencia cultural, identificando a los individuos con su grupo, el inglés es el medio fehaciente que tienen los humanos para comunicarse entre sí. Curiosamente según nuestras observaciones, la fonética propia de dicha lengua, ha generado un maremagnun de confusiones que se ha adueñado de las mentes de quienes ostentan la capacidad de comunicarse.

El inglés es un idioma sajón, frío, carente de sentimientos y sí altamente compenetrado con principios imperiales del valor moneda, de apropiarse por la buenas o por las malas de todo aquello que representa un valor de cambio. Proviene de la línea de la herencia de Jafet, hijo de Noé, cuya descendencia se diseminó por la actual Europa. Ellos impusieron el criterio antifilosófico de que todo es negociable, que todo les pertenece a cualquier precio, sea éste moneda o sangre.

Al carecer de afectos sus palabras son frías y de allí que hayan impuesto dicha lengua como mecanismo de comunicación electrónica. Con ello segregan, aislan, denigran, expulsan o marginan a aquellos que por distintas circunstancias no pueden entender dicha lengua, imponiendo el método por doble vía, esto es que les venden las computadoras y luego les imponen el idioma. Si no cuentan con los recursos o si no comprenden la lengua, están fuera del sistema que ellos mismos han globalizado.

Engañan a sus compradores diciéndoles que los sistemas están en español, francés, ruso, alemán, árabe o alguna lengua del extremo asiático. Pero la realidad es que toda la información, toda, está en inglés.

Por lo dicho, se extrae que el idioma inglés adaptado a la electrónica primitiva de la Tierra, es un mecanismo impersonal, mediático e imperfecto de comunicación masiva que contribuye a la despersonalización de los sentimientos. Dado que a su vez y previo a ello es el idioma del comercio, fácil es comprender que el mismo es absolutamente vacío por lo cual sus mensajes prescinden de sentido intrínseco alguno.
Más grave aún cuando intentan llevar dicha lengua a su espacio circundante, llámese la Luna, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, Plutón,... y gracias a la Creación que no tienen forma de ver más allá.

Ello indica lo mezquino del fundamento.

No enseñan a sus generaciones futuras para propender a la responsabilidad en el acatamiento del orden universal, ya que antes bien los educan para comprar y vender todo aquello que demandará sacrificios ajenos y que en el fondo no representa valor genuino alguno. Así, en la Tierra, son pocos los que saben respirar, pocos los que entienden la importancia de la relación vigilia-descanso, menos los que comprenden los ciclos de la naturaleza, escasos los que saben hacer una planta, menos los que cultivan, pocos los que crían especies para subsistir, por lo que ya casi ninguno usa su memoria apropiadamente, desde luego menos la capacidad del razonamiento y por ende han perdido capacidad de comunicarse, la cual por lo general se relativiza en la química sexual, en el oportunismo del encuentro, en el placer de la circunstancia y nada más.

Existen otras lenguas, pero las mismas se hallan circunscriptas a sus grupos, por caso el español, el portugués, el italiano o las romances y sus formas dialectales, dentro de los latinos por una parte del mundo occidental. Se trata de un conjunto de expresiones calientes que conllevan sentimientos muchas veces encontrados y que se frustran permanentemente al tener que verse sometidos a los mecanismos impuestos desde el imperio. Se adaptan, lo soportan pero conllevan una frustración que se expande al modo de una epidemia.

El otro gran grupo lingüístico lo conforma el universo dialectal del mundo árabe, cuyos principios de vida se atienen como en ninguna otra expresión cultural del planeta en cuestión a sus tradiciones grupales y tribales. Entre ellos hay muchos remanentes genéticos de los primeros humanos inmediatos a la creación, pero una vez más, las esencias no se encuentran a la vista, sin embargo sus palabras suelen guardar un valor distintivo entre sus miembros, diferente y lejano de lo ocurre en occidente. Para ellos, el acto de comunicar implica compromiso y convicción por lo tanto la palabra asume un significado angular. Si bien, como en todos los focos de la civilización humana se observa un avance del negocio por sobre el valor intrínseco de las cosas, los semitas o descendientes de Sem (otro hijo de Noé) han sabido preservar entre ellos el sentido original de algunas pautas ancestrales, justamente aquellas que no comparten con los mencionados descendientes de Jafet o europeos.

Debe interpretarse que sus palabras transmiten en un sentido opuesto al de los idiomas sajones y por lo tanto sus esquemas comunicacionales son absolutamente diferentes. Obsérvese que el mecanismo de escritura también es distinto, de derecha a izquierda, lo cual induce a otro esquema de razonamiento y a un distinto enfoque filosófico en el pensamiento científico, así como en el social. Este núcleo guarda aún aspectos esenciales de la cultura humana en la Tierra, esto es el número, la medida y el sonido ya que fueron sus ancestros quiénes lo recibieron de nosotros.

Sin embargo en ello anida la reacción al intento del imperio de someter a la existencia, cualquiera sea ésta. No obstante, ese grupo emplea métodos semejantes que no son otra cosa que la expresión de la imposición por la destrucción misma. No es una idea oponiéndose a otra. Es la peligrosa satisfacción de la química humana de ver al otro denigrado, rebajado hasta su mínima condición.

Quedan entonces las culturas impersonales del lejano oriente, chinos, malayos, japónidos, mongoles, cuyas lenguas traducen hoy la misma intención que contiene la lengua inglesa, esto es que habiendo encontrado lugar en los esquemas de producción que el imperio ha desparramado por toda la faz de la Tierra bajo el lema de la globalización indispensable, esperan según su estilo de vida, la oportunidad precisa para dar el zarpazo apoderándose de lugar. Para ellos la vida como tal no tiene importancia, por lo tanto demandan espacio que es lo que les falta, pero eso demanda reunir mecanismos de invasión velada. Obsérvese la paradoja: se habla de economía de mercado, de capitalismo, donde unos le venden a otros lo que la gran mayoría no puede comprar como tampoco entender, pero al mismo tiempo muchos de los marginados contribuyen con sus manos a crear y sostener ese mismo mercado ya que es única fuente de vida.

Este acondicionamiento doloroso de las circunstancias somete a la mayor parte de la humanidad a una existencia indigna, penosa.

Las palabras de estas horas en la Tierra tienen como única finalidad social, la compra y la venta de todo. Se vende salud. Se vende formación que no debe tenerse por educación, que es otra cosa. Se venden electrodomésticos que es la justificación de la cultura del enchufe. Se venden automóviles que es el precio para ver otro horizonte. Se venden lanchas o barcos. Se venden aviones. Se venden jabones o alimentos. Se vende ropa. Se vende arte. Se vende ciencia. Se venden casas. Se vende placer. Pero nada de lo que se vende se corresponde con un valor intrínseco. Nada se corresponde con el valor original del número, del punto, de la nota musical, de la idea, del verbo y desde luego, mucho menos de la palabra y por ende, de la comunicación, ya que si todo sirve para mejorar el status de vida de unos pocos, la esencia carece de sentido en sí misma.

En este concierto desconcertante la raza humana no atina a asumir que se está consumiendo a sí misma, conduciéndose hacia un mañana predecible donde imperará el silencio propio de los exterminios.



EL MAÑANA NECESARIO
Los andromeicos sabemos que la humanidad merece una salida apropiada.
Sabemos también que el verbo universal indica lo inoportuno de la intervención.
Entendemos que el curso de las circunstancias señalan la inexistencia de un proceso de reversión.

Comprendemos la gravedad de la situación con sólo asomarnos a la atmósfera del planeta, con sólo acercarnos a su aire. Todo está contaminado. El agua, el aire, los suelos, hasta el mismo fuego, todo.

No obstante, los que ostentan el poder todo lo justifican. Sus palabras suenan pero no dicen nada que se corresponda con otra cosa que no sea el afán de vender. Sus palabras imponen la urgencia de la necesidad sin tener en cuenta que la existencia como tal sólo demanda del mañana necesario.

La raza humana no comprende, mucho menos aquellos que se han erigido como sus líderes, que los ciclos de la creación, el sentido del espacio, la llave de los tiempos, la dimensión de lo tangible, consecuentemente la vida misma, se construyen desde el fin hacia el principio. Esto es que primero, la piedra fundamental de todo, la constituyen los ciclos que luego confluyen hacia un verbo original. Esto se traduce, tomando una figura bien humana, y como Ustedes saben, en que primero están los herederos, los nietos, luego los hijos, inmediatamente los padres y luego los padres de los padres, eternamente. Sencillamente porque el sentido es inverso.

En este caso los que aún no son, los que aún no están, los que aún no respiran, los que aún no han derramado sus lágrimas en el nacimiento, claman por su mañana necesario. Saben que dicho mañana se ha tornado improbable, cuasi imposible. Entienden que su derecho a transcurrir sus tiempos está siendo avasallado por la avaricia demencial de unos pocos. Saben que esto condiciona su verbo, la factibilidad de pronunciar sus palabras, la alternativa de asumir sus propios silencios, la oportunidad de construir una ilusión en un futuro distinto.

Todos sabemos, allende la galaxia, que en la Tierra impera una falsa comunicación.

Todos sabemos, allende la galaxia, que en la Tierra muchos relegados piden por sus espacios.

Todos sabemos, allende la galaxia, que en la Tierra muchos marginados reclaman por sus tiempos.

Todos sabemos, allende la galaxia, que en la Tierra grandes porciones de la raza humana, hombres y mujeres, buscan denodadamente consubstanciarse con el sentido original de las palabras, regresar a las fuentes que permanecen en sus genes.

No hago referencia aquí de los genes imperfectos de la civilización adánica o évica, la que es una sola, o de la consecuencia corruptible denominada Caín y su estirpe. Sí me refiero a lo anterior, a la fuente del todo, al número y su entidad filosófica que da lugar al verbo para transformar el orden en sentido pronunciable. Al punto y su justificación filosófica que da lugar al espacio para que la nota se haga audible y para que el horizonte se defina a sí mismo como la distancia necesaria para que el mañana se traduzca en la necesidad de llegar.

Si el verbo guarda un mensaje, entonces y sólo allí conserva el sentido de lo pronunciable.

Si la palabra es armonía de sentimientos expresados con la finalidad de unir, allí y solo allí, se justifica a sí misma en el sonido.

Finalmente, andromeicos, número, punto, nota musical, idea, verbo, palabra, son distintos momentos de una misma cosa... la expresión de la Creación. No hay hombre ni tampoco mujer que puedan construir filosóficamente, esencialmente, esto es dar origen a cualquiera de ellos. Número, punto, nota musical, idea, y verbo son la esencia de la Creación y la palabra es apenas la oportunidad de expresión que se nos brinda durante un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo. Sólo eso. Y eso, no es otra cosa que el que mañana necesario.

Sin ese mañana, ninguno de nosotros, ninguno de los oriónidos, ninguno de los pléyades, ...ninguno de los terrestres, se justifica a sí mismo.

Por ello, ante esta circunstancia tan compleja que explica el exterminio de la raza humana por ella misma, y por su incapacidad para poder reencauzar sus ciclos, es que nos hemos reunido en este Consejo para conversar acerca de la oportunidad de intromisión.

Entendemos que de nada sirve acercarnos amistosamente como quien visita a alguien conocido porque enseguida los mecanismos de poder bloquearían las buenas intenciones ejerciendo su poder para comunicar la conveniencia.

Entendemos que de nada sirve invadir porque ello provocaría una reacción de grado opuesto a la finalidad y sería agregar más de lo que ya tienen, esto es poder por sobre más poder.

Entendemos que de nada sirve enviar un mensaje codificado para que a su vez sus radiotelescopios traduzcan aquello que los políticos consideren a sus finalidades.
Entendemos que de nada sirve colocar ciencia aplicada a la finalidad universal ya que la misma sería comprada y vendida tal lo han sido hasta ahora.

Entendemos que de nada sirve detener los tiempos.

Entendemos que de nada sirve apagar el Sol.

Entendemos que de nada sirve ocultar la Luna.

Entendemos que el miedo no es buen consejero porque se transforma en costumbre y cuando alcanza el status de hábito pasa a formar parte de paisaje justificable.

Ustedes, se preguntarán entonces, ¿qué debemos hacer?... ¿qué debemos hacer ante un planeta que está al borde de extinguir cualquier posibilidad de vida sobre su superficie?... ¿qué debemos hacer ante el daño consecuente que recibiremos por sus falacias?.

Para ello, tengo una sola respuesta.

Transformémonos en parte de sus ciclos. Agreguémonos a estos, naciendo como humanos donde ellos no podrán distinguir las diferencias.

Promovamos el caos sosteniendo el orden primordial ya que si conservamos el sentido del número, el punto, la nota musical, y el verbo original, podremos entonces guardar la palabra mañana para que sus hijos y nietos encuentren el lugar que se les concedió desde el origen de los tiempos.

Con ese mañana terrestre, todos nosotros también lo tendremos.

Nuestros mensajeros llevarán genes distintos.

La raza humana cultivará el regreso a las fuentes y cuando eso suceda... entonces, sólo entonces, la palabra volverá a ser la esencia de las cosas y su conjunto se convertirá en la comunicación del valor imprescindible, la traducción de la Creación en las gracias y dones para la vida.

Cuando la filosofía retorne a la vida terrestre, ésta recuperará el sentido y con ello quiénes la ostenten.

Andromeicos, oriónidas, pléyades, cisneicos... salvemos a la raza humana.

Reintegremos el sentido de la palabra.
2010-03-29

DEDICADO A:
mis hijos de esta vida.

Páginas: 30
Palabras: 11.352
Caracteres sin espacios: 57.343
Caracteres con espacios: 68.494
Párrafos: 222
Líneas: 890
En Salta, Argentina, a los 23 días del mes de febrero de 2006.
COPYRIGHT 2006/2011.
AUTOR: Víctor Norberto Cerasale
Dirección Nacional del Derecho de Autor
Formulario N 91.154
Expediente N 368.306
Registro de Propiedad Intelectual de OBRA INÉDITA.
Ley 11.723 de Propiedad Intelectual. Argentina.

EL SENTIDO DEL BUEN DECIR


Línea directa
No hay palabras "enemigas"
Graciela Melgarejo
LA NACION


Noticias de Opinión: Lunes 29 de marzo de 2010 | Publicado en edición impresa

No es la primera vez -no será la última- que se discute el ingreso de voces extranjeras en un idioma. Para desalentar debates incordiosos, en 2007, en el Congreso de la Lengua realizado en Cartagena de Indias, el escritor español Antonio Muñoz Molina se pronunció terminantemente: "El enemigo del español no es el inglés, sino la pobreza".

Lo cierto es que muchas veces esa palabra de la otra lengua viene a ofrecer un concepto que no había en la propia. De todas maneras, siempre surgen dudas; por ejemplo, la que tiene el lector Juan Demarco: "Con respecto a las palabras de origen extranjero que tienen su correspondiente en nuestra lengua, me gustaría saber qué palabra se puede utilizar en reemplazo de la inglesa disc jockey que no sea la horrorosa «pinchadiscos, tal como figura en el Diccionario de la RAE".

No parece probable que Demarco vaya a encontrar una respuesta que lo satisfaga. En el Diccionario panhispánico de dudas , en disc jockey se remite a "disyóquey", y en "disyóquey" se aclara que es una "adaptación gráfica propuesta para la expresión inglesa disc jockey (persona que selecciona y pone discos en una fiesta, discoteca o programa de radio)", al tiempo que se precisa: "Existe también la forma española «pinchadiscos», aunque hoy no es frecuente su empleo, al menos para designar al disyóquey profesional".

En la década del 70, también la RAE había propuesto para el whisky la forma española "güisqui". Sin embargo, aún hoy, la propuesta académica sigue tomando por sorpresa a los hablantes desprevenidos, a los que les cuesta acostumbrarse a imaginar a Humphrey Bogart bebiendo un güisqui a la salud de Ingrid Bergman.

Para "wéstern", la voz tomada del inglés western (género cinematográfico ambientado en la época de la conquista y colonización del Lejano Oeste y película perteneciente a ese género), también se recomienda un circunloquio para el segundo sentido, el de la película: se recomienda usar con preferencia la locución española "película del Oeste". Esta indicación no les caerá nada mal a los periodistas, tantas veces desesperados por encontrar un sinónimo para enriquecer una crónica (aunque en este caso es inevitable recordar a aquel compañero de aventuras del piel roja Umpah-Pa, en la historieta de Goscinny y Uderzo, al que llamaban "Diente único, pero se le cayó y ahora no le queda ninguno").

Tiene razón Muñoz Molina: no hay idiomas "enemigos", sino pobreza, lingüística la más de las veces. Para contrarrestarla, los hablantes del español tenemos muchas posibilidades a la mano: diccionarios, una gramática remozada, en cualquier soporte que la tecnología tradicional o moderna permita imaginar, y libros, muchos libros, y muy bien escritos. Sólo hay que ir a su encuentro. ©LA NACION

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Línea directaNo hay palabras "enemigas"

Graciela Melgarejo

lanacion.com | Opinión | Lunes 29 de marzo de 2010


el dispensador dice:
la educación hace a las personas,
la pobreza destruye sus dignidades,

la educación hace el sentido,
la pobreza destruye los sentidos,

la educación afina los sentimientos,
la pobreza los diluye,

la educación mide las palabras,
la pobreza extermina los silencios,

la educación forma almas,
la pobreza consume espíritus,

lo que no se cuida... desaparece,
lo que desaparece, se extingue,
lo que se extingue, se olvida,
lo que se olvida, se omite,
lo que se omite, pierde el sentido de la reflexión,
cuando no hay reflexión, las palabras no se dicen... se escupen.

cuando las palabras se escupen,
quien las recibe queda golpeado por la falacia del contenido...

el buen decir expresa reflejos ancestrales del alma,
la adecuada pronunciación enseña los equilibrios,
el uso proporcionado de las palabras muestra la calidad de la razón,
cuando todo ello confluye, la persona se torna tal, únicamente allí.

cada lengua guarda sus sutilezas, bellas, equidistantes,
propias del genio de dónde provienen...
no hay enemigos en las palabras,
apenas los hay en las pobrezas de los sentimientos.
el dispensador: regresando al buen decir. Marzo 29, 2010.-
DEDICADO A: los que meditan el alcance de las palabras antes de pronunciarlas.

domingo, 28 de marzo de 2010

LAS SUTILEZAS DE UNA DAMA


Clarice Lispector (I)
Crónicas de una dama sutil
Anticipo exclusivo de Descubrimientos , una caja de sorpresas con artículos y relatos inéditos en español de la gran escritora brasileña

Noticias de ADN Cultura: Sábado 27 de marzo de 2010 | Publicado en edición impresa

La entrevista alegre
30 de diciembre de 1967

Hace poco tiempo me telefoneó una joven diciendo que era de la Editorial Civilização Brasileira y que Paulo Francis me pedía que le diera una entrevista para ser publicada en uno de los libros de la serie Libro de cabecera de la mujer . No me gusta dar entrevistas: las preguntas me abruman, me cuesta responder, encima de eso sé que el entrevistador va a deformar fatalmente mis palabras. Pero se trataba de un pedido de Paulo Francis, y no había cómo negarse. Marqué el día. Y después me puse furiosa, hasta con Paulo Francis. ¿Cómo es, entonces? El Libro de cabecera de la mujer vende como pan caliente y ellos ganan dinero. La muchacha entrevistadora gana dinero. Y sólo yo tengo molestias. Intenté telefonear a Paulo Francis y suspender. Pero ¿cómo? Si soy, como todo el mundo, víctima del teléfono. O no daba línea, o daba y no establecía la comunicación. Al final me resigné. Pero me voy a vengar, pensé, de un modo o de otro me voy a vengar.

Sólo que no pude ni tuve ganas. A la hora establecida, me entra por la puerta una muchacha linda y adorable, Cristina. Tiene una de esas caritas difíciles de retratar porque, a pesar de que los rasgos exteriores sean bonitos, lo que más importa son los interiores, la expresión. De inmediato establecimos un contacto fácil. Lo que la hizo informarme: también trabajaba para un periódico y sus compañeros, al saber que iba a entrevistarme, sintieron pena por ella. Dijeron que yo era difícil , que apenas hablaba. Cristina agregó: "Pero usted está hablando".

-Sí, hablé -¿cómo resistir? Había comenzado el racionamiento de luz, y Cristina, para estar cerca de las dos velas que encendí, se sentó en la alfombra, y ya formaba parte de la casa.

Sus preguntas eran inteligentes y complicadas, casi todas sobre literatura. Dije: pero pensé que lo que le interesaría a la mujer de clase media sería si me gusta comer porotos con arroz. Respondió tranquila: "Ya llegaremos ahí. Aquello era sólo el comienzo".

Y me fui encantando con Cristina. Está de novia. Qué pena, pensé. Me gustaría que se quedara bien sentadita esperando durante muchos años que mis hijos crecieran para que uno de ellos se casara con ella. Pero ella no puede esperar, a mis hijos les está costando crecer. Me reconforta recomendarla como entrevistadora.

La entrevista comenzó con buen humor. Reímos varias veces. Una de las veces fue cuando preguntó qué pensaba yo de lo que había escrito el crítico Fausto Cunha. Había escrito -yo no lo sabía- que Guimarães Rosa y yo no pasábamos de ser dos embustes. Di una carcajada hasta feliz. Respondí: no leí eso, pero una cosa es cierta: embustes no somos. Podían llamarnos de cualquier forma, pero embustes no. Vamos, Fausto Cunha. Usted, al que conocí en el casamiento de Marly de Oliveira, es incluso simpático, pero qué idea. Vea si piensa un poco más en el asunto. Creo que Guimarães Rosa también reiría.

Cristina me preguntó si yo era de izquierda. Respondí que desearía para el Brasil un régimen socialista. No copiado de Inglaterra, sino uno adaptado a nuestros moldes.

Me preguntó si me consideraba una escritora brasileña o simplemente una escritora.

Respondí que, en primer lugar, por más femenina que fuera la mujer, ésta no era una escritora, y sí un escritor. El escritor no tiene sexo o, mejor, tiene los dos, en dosis bien diferentes, claro. Que yo me consideraba sólo escritor y no típicamente escritor brasileño. Argumentó: ¿ni Guimarães Rosa que escribe tan brasileño? Respondí que ni Guimarães Rosa: éste era precisamente un escritor para cualquier país.

Cristina estaba con tos y yo también: un aspecto más de unión. La entrevista era entrecortada por accesos de tos, y hasta eso sirvió para romper la ceremonia. Además ninguna de las dos estaba tomando algún jarabe, y por el mismo motivo: pereza.

Mi venganza se resumió en entrevistar también a Cristina. Le hice varias preguntas, a las cuales respondió con simplicidad e inteligencia. Bajo el pretexto de mostrarle retratos que habían hecho de mí, recorrí con ella casi todo el departamento: Cristina era una de las mías, y tenía el derecho a conocerme a través de mi casa. La casa es muy reveladora. Entró en uno de los cuartos donde uno de mis hijos estaba acostado leyendo a la luz de una vela. Él ni se incomodó, tan simple es la presencia de Cristina. Mi otro hijo iba al cine con un amigo. Y él, que está en la edad de mostrar que es independiente de la madre, tampoco se perturbó al darme un beso de despedida frente a la muchacha. A mi otro hijo no le importó interrumpirnos para pedir dinero para comprar Manchete: era el anochecer de un miércoles. Terminé tan a gusto que estiré las piernas encima de una mesa y fui descendiendo sofá abajo hasta estar casi acostada.

Cristina, tú representas lo mejor de la juventud brasileña. Da orgullo. Quiero que mis hijos un día lleguen a ser así.

Además, una pregunta que me hizo: si lo que más me importaba era la maternidad o la literatura. El modo inmediato de saber la respuesta fue preguntarme: si tuviera que elegir una de ellas, ¿qué elegiría? La respuesta era simple: desistiría de la literatura. No tengo dudas de que como madre soy más importante que como escritora.
Cristina me dijo: "El crimen no compensa. ¿La literatura compensa?". De ninguna manera. Escribir es uno de los modos de fracasar. Cristina se sorprendió, me preguntó por qué escribía entonces. Y no supe qué responder.

Lo gracioso es que la muchacha vino tan preparada para la entrevista que sabía más sobre mí que yo misma. Me preguntó por qué mis personajes femeninos están más delineados que los masculinos. En parte protesté. Tengo un personaje masculino que ocupa el libro entero, y que no podía ser más hombre de lo que era.

Cristina, tal vez un día yo te entreviste. Los estudiantes universitarios van a identificarse contigo y casi todos pensarán en casamiento. Que tu novio ande con cuidado. También tengo un amigo que, si te conociera, se enamoraría del modo más poético y real. Eres tan necesaria para el Brasil. Muchos jóvenes y muchachas como tú, y el Brasil iría para adelante.

Percibo que al final estoy teniendo mi venganza: la muchacha escribe sobre mí, pero yo voy y escribo sobre ella. Además, Cristina, ¿quieres ir a cenar conmigo una de estas noches? Sólo tienes que telefonear. Vas a casarte con un diplomático, pero ésta será una cena no diplomática, en nuestro comedor diario probablemente, pues sigo olvidando comprar una campanita para llamar a la empleada y seguramente no podremos cenar en la sala. Además, una gran amiga dadivosa pero distraída dijo que tenía más de una campanita y que me daría una. ¿Dónde está? Me distraigo y no compro, ella se distrae y no me da.

Me preguntó qué pensaba de la literatura comprometida . Me pareció válida. Quiso saber si yo me comprometería. En verdad me siento comprometida. Todo lo que escribo está ligado, por lo menos dentro de mí, a la realidad en que vivimos. Es posible que este lado mío se fortifique más algún día. ¿O no? No sé nada. Ni sé si escribiré más. Es muy posible que no.

Me preguntó qué pensaba de la cultura popular. Dije que todavía no existe propiamente. Quiso saber si yo la consideraba importante. Dije que sí, pero que había algo mucho más importante aún: ofrecer oportunidad de tener comida a quien tiene hambre. A menos que la cultura popular lleve al pueblo a tomar conciencia de que el hambre da el derecho de reivindicar comida. Véase la nueva encíclica que habla del recurso extremo de rebelión en caso de tiranía.

Hasta pronto, Cristina, hasta nuestra cena. Parece que yo también te gusté a ti. Lo que es bueno. Pero no sé por qué, después de que leí la entrevista, salí tan vulgar. No me parece que yo sea vulgar. Y no tengo ojos azules.

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Clarice LispectorCrónicas de una dama sutil

Anticipo exclusivo de

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II
Clarice Lispector
Miraba lejos, sin rencor

Noticias de ADN Cultura: Sábado 27 de marzo de 2010 | Publicado en edición impresa

21 de junio de 1969

Era sábado y estábamos invitados a un almuerzo de compromiso. Pero a cada uno de nosotros le gustaba demasiado el sábado como para gastarlo con una pareja fuera de moda. Cada uno había sido feliz alguna vez y había quedado con la marca del deseo. Yo, yo quería todo. Y nosotros allí presos, como si nuestro tren se hubiese descarrilado y fuéramos obligados a aterrizar entre extraños. Nadie allí me quería, yo no quería a nadie. En cuanto a mi sábado -que fuera de la ventana se balanceaba en acacias y sombras-, prefería, a gastarlo mal, encerrarlo en la mano dura, aquel sábado perdido, donde lo estrujaba como a un pañuelo. A la espera del almuerzo, bebíamos sin placer, a la salud del resentimiento: mañana ya sería domingo. No es contigo con quien quiero, decía nuestra mirada sin humedad, y soplábamos despacio el humo del cigarrillo seco. La avaricia de no compartir el sábado iba royendo poco a poco y avanzando como herrumbre, hasta que cualquier alegría sería un insulto a la alegría mayor.
Únicamente la dueña de casa parecía no economizar el sábado para usarlo en mejor compañía. Ella, sin embargo, cuyo corazón ya había conocido otros sábados. ¿Cómo había podido olvidar que se quiere más y más? No se impacientaba siquiera con el grupo heterogéneo, soñador y resignado que en su casa sólo esperaba como a la hora de que partiera el primer tren, cualquier tren, menos quedarse en aquella estación vacía, menos tener que refrenar el caballo que correría con el corazón golpeando a otros, otros caballos.
Finalmente pasamos a la sala para un almuerzo que no tenía la bendición del hambre. Y fue cuando sorprendidos nos encontramos con la mesa. No podía ser para nosotros... Era una mesa para hombres de buena voluntad. ¿Quién sería el invitado realmente esperado y que no había venido? Pero éramos nosotros mismos. ¿Entonces aquella mujer daba lo mejor, no importaba a quién? Y lavaba contenta los pies del primer extranjero. Cohibidos, mirábamos.
La mesa había sido cubierta por una solemne abundancia. Sobre el mantel blanco se amontonaban espigas de trigo. Y manzanas rojas, enormes zanahorias amarillas, redondos tomates de piel casi estallando, cayotes de un verde líquido, ananás malignos en su salvajería, naranjas anaranjadas y calmas, maxixes erizados como puercoespines, pepinos que se cerraban duros sobre la propia carne acuosa, pimentones huecos y enrojecidos que ardían en los ojos, todo enmarañado en barbas húmedas de maíz, pelirrojas como las de junto a una boca. Y los granos de uva. Las más violetas de las uvas negras y que apenas podían esperar por el instante de ser aplastadas. Y no les importaba aplastadas por quién, como la dueña de casa tiempo atrás. Los tomates eran redondos para nadie: para el aire, para el redondo aire. El sábado era de quien viniese. Y la naranja endulzaría la lengua de quien primero llegase. Junto al plato de cada mal invitado, la mujer que lavaba pies de extraños había puesto -aun sin elegirnos, aun sin amarnos- un ramo de trigo o un racimo de rabanitos ardientes o una tajada roja de sandía con sus alegres semillas. Todo cortado por la acidez española que se adivinaba en los limones verdes. En los cuencos estaba la leche, como si hubiese atravesado con las cabras el desierto de los peñascos. Vino, casi negro de tan pisado, se estremecía en vasijas de barro. Todo delante de nosotros. Todo limpio del retorcido deseo humano. Todo como es, no como quisiéramos. Sólo existiendo, y todo. Así como existe un campo. Así como las montañas. Así como hombres y mujeres, y no nosotros, los ávidos. Así como un sábado. Así, como sólo existe. Existe.
En nombre de nada, era hora de comer. En nombre de nadie, era bueno. Sin ningún sueño. Y nosotros poco a poco a la par de la noche, poco a poco anónimos, creciendo, más grandes a la altura de la vida posible. Entonces, como hidalgos campesinos, aceptamos la mesa.
No había holocausto: todo aquello quería tanto ser comido cuanto nosotros queríamos comerlo. No guardando nada para el día siguiente, allí mismo ofrecí lo que sentía a aquello que me lo hacía sentir. Era un vivir que no había pagado de antemano con el sufrimiento de la espera, hambre que nace cuando la boca ya está cerca de la comida. Porque ahora teníamos hambre, hambre entera que abrigaba el todo y las migajas. Quien bebía vino, con los ojos tomaba cuenta de la leche. Quien, lento, bebió leche, sintió el vino que el otro bebía. Allá afuera Dios en las acacias. Que existían. Comíamos. Como quien da agua al caballo. La carne trinchada fue distribuida. La cordialidad era ruda y rural. Nadie habló mal de nadie porque nadie habló bien de nadie. Era una reunión de cosecha, se dio una tregua incluso a las nostalgias. Comíamos. Con una horda de seres vivos, cubríamos gradualmente la tierra. Ocupados como quien labra la existencia, y planta y cosecha, y mata, y vive, y muere, y come. Comí con la honestidad de quien no engaña lo que come: comí aquella comida, no su nombre. Nunca Dios fue tomado por lo que Él es. La comida, decía, ruda, feliz, austera: come, come y reparte. Todo aquello me pertenecía, aquélla era la mesa de mi padre. Comí sin ternura, comí sin la pasión de la piedad. Y sin ofrecerme a la esperanza. Comí sin ninguna nostalgia. Y yo bien valía aquella comida. Porque no siempre puedo ser la guarda de mi hermano, y no puedo ser mi guarda, ah no me quiero más: no quiero formar la vida porque la existencia ya existe. Existe como un suelo donde todos nosotros avanzamos. Sin una palabra de amor. Sin una palabra. Pero tu placer entiende el mío. Somos fuertes y comemos. Pan es amor entre extraños.

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Clarice LispectorMiraba lejos, sin rencor
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Foto: MAX AGUIRRE

III
Clarice Lispector
Cinco relatos y un tema

Noticias de ADN Cultura: Sábado 27 de marzo de 2010 | Publicado en edición impresa

26 de julio de 1969

Esta historia podría llamarse Las estatuas. Otro nombre posible es El asesinato. Y también Cómo matar cucarachas . Haré entonces por lo menos tres historias verdaderas, porque ninguna de ellas desmiente a la otra. Aunque una sola, serían mil y una, si mil y una noches me dieran.
La primera, Cómo matar cucarachas, comienza así: Me quejé de las cucarachas. Una señora oyó mi queja. Me dio la receta de cómo matarlas. Que mezclara, en partes iguales, azúcar, harina y yeso. La harina y el azúcar se atraerían, el yeso achicharraría lo de adentro de ellas. Así hice. Murieron.
La otra historia es la primera en realidad y se llama El asesinato . Comienza así: Me quejé de las cucarachas. Una señora me oyó. Sigue la receta. Y entonces entra el asesinato. La verdad es que me había quejado de las cucarachas sólo en abstracto, que ni mías eran: pertenecían a la planta baja y escalaban los caños del edificio hasta nuestro hogar. Sólo fue en el momento de preparar la mezcla que ellas se volvieron mías también. En nuestro nombre, entonces, comencé a medir y pesar ingredientes en una concentración un poco más intensa. Un vago rencor me había poseído, un sentido de ultraje. De día las cucarachas eran invisibles y nadie creería en el mal secreto que roía una casa tan tranquila. Pero si ellas, como los males secretos, dormían de día, allí estaba yo preparándoles el veneno de la noche. Meticulosa, ardiente, avivaba el elixir de la larga muerte. Un miedo excitado y mi propio mal secreto me guiaban. Ahora yo sólo quería gélidamente una cosa: matar cada cucaracha que existe. Las cucarachas suben por los caños mientras nosotros, cansados, soñamos. Y he aquí que la receta estaba lista, tan blanca. Como era para cucarachas despiertas como yo, esparcí hábilmente el polvo hasta que éste parecía formar parte de la naturaleza. Desde mi cama, en el silencio del departamento, las imaginaba subiendo una a una hasta el área de servicio donde dormía la oscuridad, sólo una toalla alerta en el tendedero. Me desperté horas después con sobresalto de atraso. Ya era de madrugada. Atravesé la cocina. En el piso del área de servicio allá estaban ellas, duras, grandes. Durante la noche yo las había matado. En nuestro nombre, amanecía. En el morro un gallo cantó.
La tercera historia que ahora se inicia es la de Las estatuas. Comienza diciendo que yo me había quejado de las cucarachas. Después viene la misma señora. Va yendo hasta el punto en que, de madrugada, me despierto y, todavía somnolienta, atravieso la cocina. Más somnolienta que yo está el área en su perspectiva de ladrillos. Y en la oscuridad de la aurora, un rojizo que distancia todo, distingo a mis pies sombras y blancuras: decenas de estatuas se esparcen rígidas. Las cucarachas que se habían endurecido de adentro hacia afuera. Algunas panza arriba. Otras en medio de un gesto que no se completaría jamás. En la boca de unas un poco de comida blanca. Soy la primera testigo de la alborada en Pompeya. Sé cómo fue esa última noche, sé de la orgía en la oscuridad. En algunas el yeso se habrá endurecido tan lentamente como en un proceso vital, y ellas, con movimientos cada vez más penosos, habrán intensificado ansiosamente las alegrías de la noche, intentando huir de dentro de sí mismas. Hasta que de piedra se volvieron, en espanto de inocencia, y con tal, tal mirada de censura herida. Otras -súbitamente asaltadas por la propia médula, ¡sin ni siquiera haber tenido la intuición de un molde interno que se petrificaba!-, ésas de pronto se cristalizan, así como la palabra es cortada de la boca: yo te... Ellas que, usando el nombre del amor en vano, en la noche de verano cantaban. Mientras aquélla allí, la de la antena marrón sucia de blanco, habrá adivinado demasiado tarde que se había momificado exactamente por no haber sabido usar las cosas con la gracia gratuita de lo en vano: "¡Es que miré demasiado dentro de mí! Es que miré demasiado dentro de...", de mi fría altura de gente miro el derrocamiento de un mundo. Amanece. Una u otra antena de cucaracha muerta se agita en la brisa. Desde la historia anterior canta el gallo.
La cuarta narración inaugura una nueva era en el hogar. Comienza como se sabe: Me quejé de las cucarachas. Va hasta el momento en que veo los monumentos de yeso. Muertas, sí. Pero miro los caños, por donde esa misma noche irá a renovarse una población lenta y viva, en fila india. ¿Entonces renovaría yo todas las noches el azúcar letal? Como quien ya no duerme sin la avidez de un rito. ¿Y todas las madrugadas me conducirían sonámbula hasta el pabellón? En el vicio de ir al encuentro de las estatuas que mi noche sudada erguía. Me estremecí de perverso placer ante la visión de aquella doble vida de hechicera. Y me estremecí también ante el aviso del yeso que seca: el vicio de vivir que reventaría mi molde interno. Áspero instante de elección entre dos caminos que, pensaba yo, se dicen adiós, y segura de que cualquier elección sería la del sacrificio: yo o mi alma. Elegí. Y hoy ostento secretamente en el corazón una placa de virtud: "Esta casa fue desinfectada".
La quinta historia se llama Leibniz y la trascendencia del amor en la Polinesia . Comienza así: Me quejé de las cucarachas.

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Clarice LispectorCinco relatos y un tema
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Londres se aparece como una tierra extraña y viva a los ojos de Lispector
Foto: AP
IV
Clarice Lispector
Los puentes de Londres

Noticias de ADN Cultura: Sábado 27 de marzo de 2010 | Publicado en edición impresa

20 de noviembre de 1971

Todas las veces que pienso en Londres vuelvo a ver sus puentes. Me pareció muy natural estar en Inglaterra, pero ahora cuando pienso que estuve allá mi corazón se llena de gratitud. Vi en Londres una tierra extraña y viva, cenicienta, todo lo que es ceniciento misteriosamente vibra para mí, como si fuera la reunión de todos los colores amansados.
Estuve en contacto con la fealdad de los ingleses, que es una de las cosas que más atrae en Inglaterra. Es una fealdad tan peculiar, tan bella, y éstas no son meras palabras. Hacía mucho frío, y el viento daba al rostro y a las manos aquella rojez cruda que vuelve a cada persona extremadamente real. Las mujeres hacen compras con las cestas, los hombres de la City usan sombrero bombín. Y el Támesis es sucio, tiene barro. Ya hubo pestes en Londres. Una vez se incendió la ciudad entera. La peste y el incendio estaban presentes en mi estadía en Londres.
Las personas beben café horrible, en taza grande, pero el café humea. Humeante como toda la isla, cuyos puentes ennegrecidos surgen de la casi constante niebla. El fog exhala de las piedras del piso y envuelve los puentes.
Los puentes de Londres son muy emocionantes. Unos son sólidos y amenazadores. Otros son puro esqueleto. En cuanto a los ingleses, no son tan inteligentes. Pero Inglaterra es uno de los países más inteligentes del mundo. Estábamos en auto. Entre una ciudad y otra, las pequeñas ciudades inglesas dan mil vueltas alrededor de sí, y la lluvia fina cae en los vidrios del auto. En las calles el pueblo usa ropas tan mal hechas que acaban convirtiéndose en un bello estilo. Y son de verdad hospitalarios. Veo a una criatura de capote oscuro y medias gruesas y capucha enterrada hasta debajo de las orejas, con el rostro vívido y magro, ojos despiertos y cara roja -y aquella entonación pura de las voces inglesas, interrogativas y orgullosas.
Sólo ahora sé cuánto amé el viento de Londres que me hacía lagrimear los ojos de rabia y la piel gritar de irritación.
Y después están los caminos, el campo inglés que es diferente de cualquier otro campo. Me acuerdo de árboles muy altos.
Y después está el deseo de viajar de todo inglés, y eso es un movimiento inquieto y amplio.
En el teatro de Londres ocurre algo esencial. Es de temblar de frío y de emoción: el actor inglés es el hombre más serio de Inglaterra. En pocas horas da a cada uno aquello importante que se pierde en la vida diaria. Cuando se sale, es la lluvia oscura, la calle mojada, las viejas calles inglesas donde de noche existe el deseo de peligro. Se va a comer. Una comida pésima irrita, en el restaurante de comida típicamente inglesa. Pero se puede ir a un restaurante de comida alegre, de los extranjeros, en el mismo Londres.
Me acuerdo de que hubo Edad Media en Inglaterra, y eso está en las torres. La seguridad de ciertos ingleses llega a veces a volverse graciosa. En las calles andan ligero, es un pueblo luchador. Y si el mundo no fuera tan doloroso, sería bonito ver la lucha por la sobreviviencia.
Y después está la nostalgia por los escritores muertos. Siento mucha nostalgia de Lawrence.
La reina es suave, los periódicos tienen un modo provinciano, y cuando los ingleses e inglesas son bonitos, pasan de inmediato a tener una extraordinaria belleza. Y el niño inglés es siempre lindo, y cuando abre la boca para hablar, ahí se vuelve lindísimo.
Todo eso se llama nostalgia: intento recuperar Londres en la memoria, en estas notas. Y así queda sólo anotado, con la mayor rapidez, antes de que el sentimiento pase.
Traducción: Claudia Solans

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Clarice LispectorLos puentes de Londres
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Lispector trabaja en estos textos una escritura fragmentaria
Foto: Archivo
V
Clarice Lispector
Zona inexplorada
Las crónicas reunidas en Descubrimientos , cuyo prólogo adelantamos, revelan aspectos poco conocidos de la obra literaria que concibió la escritora brasileña

Noticias de ADN Cultura: Sábado 27 de marzo de 2010 | Publicado en edición impresa
Por Claudia Solans

Con [ Descubrimientos ] se completa la publicación en castellano de las crónicas que Clarice Lispector escribió cada sábado, entre el 19 de agosto de 1967 y el 29 de diciembre de 1973, para el Jornal do Brasil , lo que termina de delinear, de alguna manera, el mapa que estos textos trazan sobre la región menos explorada de su literatura. El primer volumen, Revelación de un mundo , fue publicado por Adriana Hidalgo editora en 2004 con sucesivas reimpresiones.
Textos heterogéneos, muchas veces inclasificables e inesperados, que revelan en cada línea la compleja escritura y personalidad de su autora. Complejidad que, a la hora de traducir, se convierte en un desafío y un feliz acontecimiento. Porque traducir a Clarice (y no sólo sus textos) es una aventura que bajo su aparente sencillez resulta tan sinuosa, sutil -y al mismo tiempo brutal-, tan hermética e inquietante, que hace que el esfuerzo por aprehender esa idea, ese concepto que se sabe que está ahí, sumergido, enterrado pero siempre entrevisto a través de las palabras, se convierta por momentos en un gesto vano, casi como una mano que se cerrara en el vacío.
El amor, el tiempo, la muerte, bajo dimensiones pocas veces exploradas con tanta maestría, son algunos de los temas que aparecen en estos textos que permanentemente desafían el concepto de crónica o, más bien, que las convierten en un género cuyas fronteras Clarice ha borrado por su propia escritura. Si bien en una de ellas, publicada en el volumen anterior, expresa: "No hay duda, sin embargo, de que yo valoro mucho más lo que escribo en libros que lo que escribo para diarios -esto sin, no obstante, dejar de escribir con gusto para el lector de diario y sin dejar de amarlo", resulta por lo menos sugestivo cuando sabemos que gran parte de su ficción breve pasó en esos años por la columna semanal del Jornal do Brasil . Se trata de las crónicas que en la actualidad están agrupadas bajo el título Para no olvidar y que fueron publicadas, en una edición de autor, en el año 1964 como la segunda parte de La legión extranjera. Ese texto era un volumen compuesto de dos partes, la primera de ellas contenía una serie de cuentos, en tanto que la segunda -con el subtítulo de Fondo del cajón- agrupaba las crónicas. Con posterioridad, los cuentos conservaron el título del volumen original ( La legión extranjera ) y las crónicas adoptaron el de Para no olvidar . Pero más allá de los avatares de publicación, lo que resulta interesante es que los cuentos y las crónicas comienzan a circular en el interior de la producción de Clarice Lispector con movimientos que en ocasiones parecen caprichosos y, a veces, premeditadamente casuales, tanto que seguir el curso de cada texto se torna por momentos una empresa en verdad fascinante.
Hasta aquí nada llamaría demasiado la atención si no fuera por el hecho de que prácticamente todos los cuentos del volumen La legión extranjera (en su edición de 1964 y exceptuando " La solución ") aparecieron como crónicas en el Jornal do Brasil entre 1967 y 1973. Lo notable, asimismo, es que Felicidad clandestina, el volumen de cuentos aparecido en 1971, incluye esos mismos textos de aquella primera parte llamada La legión extranjera (exceptuando en este caso también " La solución "), pero a su vez varias crónicas de Fondo del cajón (que, como ya se señaló, fueron publicadas en su totalidad en el Jornal do Brasil ).
¿A qué apunta esta digresión en cierto modo "arqueológica"? Nada más que a señalar la extraordinaria libertad genérica que reina en toda la literatura de Clarice Lispector. Y precisamente, a partir de esa inestabilidad y precariedad genérica es que sus crónicas se vuelven una especie de panóptico y permiten, de modo radial, hacer visible y echar una luz nueva sobre el resto de su obra.
Cuestionadoras del género, sus crónicas operan también como cuestionadoras del sujeto que narra. Porque la inmediata pregunta que surge es: pues entonces, ¿quién escribe, quién dice, quién cuenta? Es en este suelo de fronteras porosas y permeables donde lo doméstico, lo insignificante, incluso lo banal se vuelve tema y problema. Quizás un modo de pensarlo sería considerar la característica fragmentariedad de estos textos.
Si bien lo fragmentario por esos años y a esa altura de la historia cultural ya era un dato y, por lo tanto, predicarlo acerca de la producción de Clarice es casi inocuo, su importancia parece estar en que genera la condición de posibilidad para la constitución del sujeto que narra; esto es, Clarice. Y da la impresión de que ella sólo puede narrar precisamente lo fragmentario, lo inacabado, lo indeterminado, así como también lo banal, lo cotidiano, lo insignificante. De ahí que su talento radique en la extraordinaria capacidad de revelar, casi en cada línea (porque también hay crónicas de una sola línea), lo sublime bajo lo doméstico e inacabado y, al mismo tiempo y con la misma eficacia, dar vuelta la lente y transformar en doméstico (dócil, manso, familiar) lo sublime. Sólo así se comprende la dramática (y episódica) recreación de Pompeya en el suelo de una cocina en el que yacen decenas de cucarachas muertas a causa de un veneno casero.
Interminables son los itinerarios que pueden trazarse a través de las crónicas de Clarice Lispector: siguiendo el hilo de los temas, de ciertos personajes (como los taxistas, por ejemplo), de los objetos (ventanas, flores), de las preocupaciones literarias, metafísicas e incluso religiosas (la muerte, el alma, la presencia de Dios), y así se podría seguir. Sin embargo, como en aquella crónica del 9 de diciembre de 1967, titulada "Una cosa", en la que cuenta que esa noche ha visto una calle que nunca más va a olvidar, pero cuya descripción decide no realizar, guardándosela para sí, del mismo modo el lector resulta doblemente marcado por la escritura de Clarice: no logra describirla con palabras pero tiene la certeza de haber sido protagonista de una suerte de epifanía, una revelación.

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Clarice LispectorZona inexplorada

Las crónicas reunidas en

lanacion.com | ADN Cultura | S�bado 27 de marzo de 2010