Pasolini: pasión de poeta
Domingo 28 de Agosto de 2011 | Ya pasaron décadas y su memoria sigue aún encendida. De preguntarnos por qué, tendríamos que acudir a una de sus palabras recurrentes, la que usó en algún título: pasión. Y esa pasión encontró su fuego y su fondo y su forma en la poesía.
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Por
Rodolfo Alonso
Para LA GACETA - Buenos Aires
Es verdad que ensayo, novela, cine, polémica, crítica, panfleto, ironía e injuria fueron algunas de las muchas apariencias que adoptó su insobornable pasión poética, pero ¿cuál de esos textos-imágenes o imágenes-textos puede alcanzar por ejemplo la densidad cabal, la grave hondura, la dolorosa belleza de sus indelebles versos A las campanas de Orvieto?
No se negó a experiencia alguna, ni se negó a ningún combate. Heredero nada complaciente de una gran literatura y de una envidiable conciencia civil, devolvió al mejor neorrealismo su contacto con las nuevas asperezas en Accatone o Mamma Roma; despabiló a no pocos clericales con su Ruiseñor de la Iglesia Católica, pero también reintegró un profundo sentido místico y humano al mejor cristianismo con El Evangelio según San Mateo; supo recuperar la saludable rugosidad primitiva de los clásicos griegos en su sabroso Edipo Rey; teorizó siempre entre Pasión e ideología; fue capaz de inquietar a un comunismo ya tan poco dogmático como el italiano dialogando fecunda y libremente con Las cenizas de Gramsci. No dejó insulto, ofensa o diatriba sin devolver. Y se sentía fieramente orgulloso de que su propio rostro, de agudos planos cortados a pico con sólida prestancia francamente popular, le diera un parecido con Sekú Turé, entonces Presidente de Guinea.
Vio la luz en Boloña, pero sus raíces estaban en el viento. En el viento de Italia, que es Africa en el sur y Europa en el norte. En el viento del cambio y del nomadismo que obligaron a su infancia los oficios de su padre. Nació en 1922, el año de Trilce y del modernismo brasileño. El año del Ulises y de Tierra Baldía, el año de la muerte de Proust. Pero también el año que siguió a la represión del Ejército Rojo contra los obreros revolucionarios de Kronstadt, o el año mismo de la Marcha sobre Roma, aquella caminata ostentosa que dio pie a los 20 años siniestros del fascismo. Su estrella aparecía entonces indisolublemente ligada con la historia, vivida ya no desde las bases sino desde el subsuelo, el humus mismo y a la vez fecundo pero también contradictorio de una inestable y tornadiza frontera entre lo proletario y lumpen, que conocería de primera agua al tener que volver a "adaptarse", en 1949, a las violentas barriadas plebeyas de Roma, donde torna a arroparlo un dialecto, esta vez urbano y de avería. Porque en su sangre venían bullendo los jugos agridulces, macerados, fermentados, de la lengua friulana, heredada de su madre, nacida en aquella Casarsa donde él también tuvo que refugiarse, en 1943, durante la guerra.
Y ya desde entonces, desde 1940, el joven Pasolini escribe en friulano sus primeros libros, y suya es la intentona de una Academiuta da Lenga Furlana. Si alguien llega a preguntarse qué es una lengua materna, he ahí una respuesta. Y por eso la vida y la obra de Pier Paolo Pasolini están indisolublemente ligadas con la poesía. Mejor dicho, con esa encarnación de una lengua viva que es la poesía lograda.
Porque, a qué se llama dialecto sino a la irrupción, orgánica, no controlada ni regimentada, no socializada administrativamente aún, de una comunidad sumergida junto con su lengua. Lo que ello arrastra, hecho luego teoría, aunque en verso, claro, sigue y seguirá siendo para Pasolini una verdad primaria, elemental, en el mejor sentido, tan bellamente bárbara como sanamente fecunda: "Todos juran ser puros: / puros en la lengua... naturalmente: / señal de que está sucia el alma". Y también, magníficamente: ¡La Lengua es oscura / no límpida - y la Razón es límpida, / no oscura!". Y más aún: "Son infinitos los dialectos, las jergas, / el pronunciar, porque es infinita / la forma de la vida: / no hay que hacerlos callar, hay que poseerlos...
Asesinado en 1975, lo que mantiene vivas a las cenizas de Pier Paolo Pasolini, es lo mismo que lo hizo ineludiblemente poeta: la conciencia visceral de que la lengua es un organismo vivo, en combustión, activo, que gasta y que consume, que vive y muere, hecho a la vez de sublimaciones y detritus, pura y feroz materia nunca inerte, como la vida misma, gran mar nutricio y la vez devorador, matriz y forma inevitable de la humano, lengua viva en los hombres, de los hombres, por los hombres.
© LA GACETA
Rodolfo Alonso - Poeta, traductor y ensayista. Su último libro es Poesía Buenos Aires. Antología Íntima (Del Dock, 2010)
A LAS CAMPANAS DE ORVIETO
Por Pier Paolo Pasolini *
Signo del único dominio, de la miseria
absoluta: ¿por qué entonces tan inciertas, múltiples,
sonáis, campanas, en la mañana dominical?
Al tren detenido, a la estación blanca y bañada
de esta ciudad, quieta en su viejo silencio,
traéis, fresquísimo, un espasmo de vida.
Casas, alrededor, apartadas, caminos, palacios, prados,
pasos a nivel, canales, campos neblinosos,
son la materia, no de vuestro fugaz, intacto sonido,
sino de una íntima y eterna dulzura vuestra...
¿Quiere decir que en el fondo del despiadado poder
hay un miedo vital, en el fondo de la resignación
un poder misterioso, y feliz, de vida?
* Traducción de Rodolfo Alonso
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el dispensador dice: las campanas han marcado a varias generaciones de seres humanos:
campanas de las iglesias, llamados a las misas...
campanas de las escuelas, llamados a las atenciones...
campanas de los ferrocarriles, llamados a bordo...
campanas de los hospitales, llamados a las guardias...
campanas como llamadores en los hogares...
campanas para establecer el descanso laboral...
campanas apropiadas a las leyes de la navegación...
campanas de las horas y sin ellas...
pero el tiempo convierte a los íconos en meros estandartes,
y esas mismas generaciones van olvidando los sentidos y sus ángulos,
la electrónica reemplaza los tañidos y hoy,
hoy mismo muchas campanas son informática dependientes,
ya no hay quien se cuelgue de las sogas,
ya no quedan sordos en las torres,
ahora los sordos lo son de alma,
aún cuando sus oídos funcionen,
su alma no tiene cómo escuchar,
su espíritu no tiene cómo entender,
por ende la razón no descifra,
y simplemente pasa al acto siguiente,
sin que nada indique la oportunidad,
que demuestre las importancias...
será por ello que el hombre está envuelto,
revuelto en urgencias que no lo dejan ver,
ahogado en fantasmas que lo quitan del foco,
perdiendo el sentido de las prioridades,
desconociendo las esencias.
Los pensamientos se van extinguiendo,
los pensadores luchan por espacios,
lugares que los mecanismos les quitan,
el sistema resta y relega las capacidades,
porque vive de los vacíos conducidos,
sustetándose en facilismos y baratijas,
aquello que desmerece a la calidad del pensamiento,
aquello que resta contenido a la letra,
aquello que distorsiona el sentido de la palabra,
la conveniencia instala el interés,
el interés se apropia de propiedad intelectual,
el genio se compra y se vende,
se resta el contenido social,
se miente la consciencia pública,
se insulta al inconsciente colectivo,
se favorece el morbo y sus huecos,
se construye el instinto como modelo de vida.
En el mundo no suenan las campanas,
las campanas se compran y se venden,
los artesanos sabedores se extinguen,
los tañidos son opacos,
otros sonidos son engañosos,
se modulan según raras pretensiones...
en el mundo no suenan las campanas,
se han acallado tal lo han hecho con las almas,
qué será del mundo sin campanas,
lo descubrirás apenas en tu mañana,
cuando al salir el alba despuntando calmas,
el silencio se quebrará tras la rama,
el nido perderá su llama,
hoy las torres no merecen sus campanas,
el hombre desconoce la luz,
la luz no vive sin sus mañanas,
ni suena sin sus campanas,
la pasión no existe sin llamas. Agosto 28, 2011.-
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