PATRIMONIO PROVINCIAL
Incunables: las joyas que Miguel Lillo nos legó
Miércoles 24 de Agosto de 2011 | La biblioteca de la Fundación alberga una serie de tratados científicos de un valor imposible de calcular en el mercado actual. Una colección de 30 volúmenes sobre botánica, realizada por Alexander Humboldt, es codiciada por el gobierno de Alemania
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El naturalista y geógrafo alemán Alexander von Humboldt es famoso no sólo por la corriente marina que lleva su nombre. Considerado el padre de la geografía moderna, Humboldt fue además un prolífico viajero, que reprodujo en sus libros las desconcertantes bellezas naturales de América. Una de sus colecciones, titulada "Voyage aux Règions Equinoxiales du Nouveau Continent", escrita en colaboración con el naturalista Aimé Bompland, es una de las más valiosas en su género. Fue publicada en 1799 en 30 tomos de gran tamaño, lujosamente encuadernados y con ilustraciones realizadas a mano con plumín y tinta de bellos colores. Se hicieron siete ejemplares de esa colección y sólo dos permanecen completas. Una está en la Biblioteca Nacional de París y la otra, aunque parezca mentira, en la biblioteca de la Fundación Miguel Lillo, aquí en Tucumán.
"Esta colección es uno de nuestros tesoros más valiosos. No sólo porque cada libro es una obra de arte en sí misma y porque pertenecieron a Lillo, sino porque es única en el mundo", señaló la directora de la biblioteca, Rosalina Corroto. A tal punto que ni siquiera Alemania posee una de estas obras. Y eso que Humboldt era alemán. "Hace unos años nos visitaron representantes de la embajada de Alemania y, cuando vieron la colección, se quedaron con la boca abierta. Después nos ofrecieron una verdadera fortuna por los libros, pero no se los vendimos ni se los venderemos. Estos libros son invaluables para nosotros y forman parte del patrimonio de los tucumanos", agregó.
La colección está resguardada en un armario de metal ubicado en uno de los anexos del último piso, junto al resto de los libros incunables que pertenecieron al sabio tucumano. "Este anexo es realmente una caja de sorpresas. Aquí están todos los ejemplares que nutrieron la existencia de Lillo", contó Corroto.
De todo, como en botica
Ubicada en el segundo piso del edificio en el que vivió el sabio, la biblioteca se originó con los libros que el mismo Lillo atesoraba, entre ellos, la colección de Humbodt. "Había acumulados más de 11.000 libros. Era un humanista por naturaleza y leía de todo en varios idiomas. Por eso, en esta biblioteca (que abarca varios anexos) existen no sólo publicaciones científicas, sino también ejemplares de literatura, geografía, poesía, teatro y, por supuesto, filosofía", declaró Corroto. Con el tiempo, y siguiendo ese espíritu humanista que tenía Lillo, el número de libros se multiplicó. "Hoy cuenta con más de 200.000 volúmenes, distribuidos en distintos anexos", enfatizó.
Uno de los ejemplares más antiguos es la "Naturalis Historiae Opus", de Cajus Plinius Secundus en edición de E. Cervicom, que data de 1524. "Está escrito en latín y posee ilustraciones hechas con pluma. Plinio era uno de los botánicos más famosos de la antigüedad y, como Lillo amaba la botánica, compraba este tipo de ediciones para leer en su idioma original", contó Corroto.
Otra de las joyas bibliográficas es el "Atlas Novus Sive Tabulae Geographicae", de Mattheo Seutter, editado en 1741 e iluminado a mano: "este libro es, de por sí, una obra maestra. Todos los mapas están dibujados y pintados a mano con una perfección tal que, a pesar del paso de los años, la pintura sigue luminosa, como si recién hubiera sido hecha".
También habitan los atestados anaqueles una copia de los "Comentarios reales de los Incas", de Garcilaso de la Vega, en su segunda edición realizada en 1602; y un ejemplar de "La anatomía de las plantas", de Nehemias Grew, editada en Londres en 1682.
Flora de valor
Otro de los orgullos de la fundación es contar, en su acervo bibliográfico, con más de 100 libros sobre floras de diferentes regiones del mundo, entre los que se destacan el "Prodomus Systematis Naturalis Regni Vegetabilis", de De Candolle, editado en 17 volúmenes entre 1824 y 1873 y el "Flora Brasiliensis", de Martius. Esto último, conformado por 40 volúmenes aparecidos entre 1840 y 1906, es considerado uno de los más grandes tratados botánicos del mundo.
La lista del patrimonio bibliográfico de incalculable valor artístico-científico es realmente larga. A las obras ya citadas se podrían agregar: "The botanical garden", de 1794, que posee hojas fileteadas en oro e ilustradas a mano por los más destacados pintores del "siglo de oro" de la Botánica (Turpin, Redoute, Edwards y otros); y los grabados de Blake en las obras de Charles Darwin (destacándose sobre todo los dibujos "Tornado" y "Fertilization of Egypt").
"Hacemos un esfuerzo enorme para mantener estos libros en excelente estado, aunque sabemos que no es suficiente. De hecho, conservar libres de polvo todos los anaqueles en los distintos anexos es una tarea titánica", reveló Corroto.
Tal vez la mejor manera de conservar una biblioteca sea usarla. Como el mismo Lillo lo hacía. Antonio Torres cuenta que, en una oportunidad, un periodista estupefacto ante la vastedad de la biblioteca le preguntó a Lillo: "¿y cómo hace doctor para conservarlos tan bien?". Y el sabio le contestó: "los hojeo, amigo, los hojeo".
"Esta colección es uno de nuestros tesoros más valiosos. No sólo porque cada libro es una obra de arte en sí misma y porque pertenecieron a Lillo, sino porque es única en el mundo", señaló la directora de la biblioteca, Rosalina Corroto. A tal punto que ni siquiera Alemania posee una de estas obras. Y eso que Humboldt era alemán. "Hace unos años nos visitaron representantes de la embajada de Alemania y, cuando vieron la colección, se quedaron con la boca abierta. Después nos ofrecieron una verdadera fortuna por los libros, pero no se los vendimos ni se los venderemos. Estos libros son invaluables para nosotros y forman parte del patrimonio de los tucumanos", agregó.
La colección está resguardada en un armario de metal ubicado en uno de los anexos del último piso, junto al resto de los libros incunables que pertenecieron al sabio tucumano. "Este anexo es realmente una caja de sorpresas. Aquí están todos los ejemplares que nutrieron la existencia de Lillo", contó Corroto.
De todo, como en botica
Ubicada en el segundo piso del edificio en el que vivió el sabio, la biblioteca se originó con los libros que el mismo Lillo atesoraba, entre ellos, la colección de Humbodt. "Había acumulados más de 11.000 libros. Era un humanista por naturaleza y leía de todo en varios idiomas. Por eso, en esta biblioteca (que abarca varios anexos) existen no sólo publicaciones científicas, sino también ejemplares de literatura, geografía, poesía, teatro y, por supuesto, filosofía", declaró Corroto. Con el tiempo, y siguiendo ese espíritu humanista que tenía Lillo, el número de libros se multiplicó. "Hoy cuenta con más de 200.000 volúmenes, distribuidos en distintos anexos", enfatizó.
Uno de los ejemplares más antiguos es la "Naturalis Historiae Opus", de Cajus Plinius Secundus en edición de E. Cervicom, que data de 1524. "Está escrito en latín y posee ilustraciones hechas con pluma. Plinio era uno de los botánicos más famosos de la antigüedad y, como Lillo amaba la botánica, compraba este tipo de ediciones para leer en su idioma original", contó Corroto.
Otra de las joyas bibliográficas es el "Atlas Novus Sive Tabulae Geographicae", de Mattheo Seutter, editado en 1741 e iluminado a mano: "este libro es, de por sí, una obra maestra. Todos los mapas están dibujados y pintados a mano con una perfección tal que, a pesar del paso de los años, la pintura sigue luminosa, como si recién hubiera sido hecha".
También habitan los atestados anaqueles una copia de los "Comentarios reales de los Incas", de Garcilaso de la Vega, en su segunda edición realizada en 1602; y un ejemplar de "La anatomía de las plantas", de Nehemias Grew, editada en Londres en 1682.
Flora de valor
Otro de los orgullos de la fundación es contar, en su acervo bibliográfico, con más de 100 libros sobre floras de diferentes regiones del mundo, entre los que se destacan el "Prodomus Systematis Naturalis Regni Vegetabilis", de De Candolle, editado en 17 volúmenes entre 1824 y 1873 y el "Flora Brasiliensis", de Martius. Esto último, conformado por 40 volúmenes aparecidos entre 1840 y 1906, es considerado uno de los más grandes tratados botánicos del mundo.
La lista del patrimonio bibliográfico de incalculable valor artístico-científico es realmente larga. A las obras ya citadas se podrían agregar: "The botanical garden", de 1794, que posee hojas fileteadas en oro e ilustradas a mano por los más destacados pintores del "siglo de oro" de la Botánica (Turpin, Redoute, Edwards y otros); y los grabados de Blake en las obras de Charles Darwin (destacándose sobre todo los dibujos "Tornado" y "Fertilization of Egypt").
"Hacemos un esfuerzo enorme para mantener estos libros en excelente estado, aunque sabemos que no es suficiente. De hecho, conservar libres de polvo todos los anaqueles en los distintos anexos es una tarea titánica", reveló Corroto.
Tal vez la mejor manera de conservar una biblioteca sea usarla. Como el mismo Lillo lo hacía. Antonio Torres cuenta que, en una oportunidad, un periodista estupefacto ante la vastedad de la biblioteca le preguntó a Lillo: "¿y cómo hace doctor para conservarlos tan bien?". Y el sabio le contestó: "los hojeo, amigo, los hojeo".
Las obras se podrán leer por Internet
Miércoles 24 de Agosto de 2011 |
Los avances tecnológicos están provocando vertiginosos cambios a nivel social. Y aquellas instituciones que no se suben al tren, seguramente perderán la apuesta por las nuevas generaciones. Así lo entiende la comisión directiva de la Fundación Miguel Lillo, que aprobó hace un tiempo los trabajos de digitalización de las valiosas colecciones naturalistas que posee la institución.
Actualmente, expertos están preparando exhaustivas bases de datos y estudiando la posibilidad de incluir galerías de imágenes para ser consultadas por Internet. La preparación de estos contenidos se encuentra en desarrollo, y se irán sumando gradualmente al sitio web de la institución (http://lillo.org.ar).
Una de las primeras obras que podrá leerse on line será la prestigiosa "Genera et Species Plantarum Argentinarum", que fue publicada por la fundación en base a la valiosa colección Humboldt y que es considerada un importante legado por la Unesco.
Valioso patrimonio Las colecciones científicas de la fundación incluyen tres millones de ejemplares de plantas y animales.
Algunas de las obras que posee la biblioteca fueron consideradas patrimonio por la Unesco.
Los reyes de España y de Suecia, además del Papa, han destacado la jerarquía científica de la Fundación.
Entre los miembros de honor de la institución se encuentran, entre otros, los premios Nobel Bernardo Houssay, Luis Federico Leloir y Mario Vargas Llosa. También lo son Julián Marías, César Pelli y Bartolomé de Vedia.
Una casa cuyo pilar es la investigación Actualmente, expertos están preparando exhaustivas bases de datos y estudiando la posibilidad de incluir galerías de imágenes para ser consultadas por Internet. La preparación de estos contenidos se encuentra en desarrollo, y se irán sumando gradualmente al sitio web de la institución (http://lillo.org.ar).
Una de las primeras obras que podrá leerse on line será la prestigiosa "Genera et Species Plantarum Argentinarum", que fue publicada por la fundación en base a la valiosa colección Humboldt y que es considerada un importante legado por la Unesco.
Valioso patrimonio Las colecciones científicas de la fundación incluyen tres millones de ejemplares de plantas y animales.
Algunas de las obras que posee la biblioteca fueron consideradas patrimonio por la Unesco.
Los reyes de España y de Suecia, además del Papa, han destacado la jerarquía científica de la Fundación.
Entre los miembros de honor de la institución se encuentran, entre otros, los premios Nobel Bernardo Houssay, Luis Federico Leloir y Mario Vargas Llosa. También lo son Julián Marías, César Pelli y Bartolomé de Vedia.
Miércoles 24 de Agosto de 2011
Unos 230 profesionales trabajan en la esfera de la institución. Proyectos
ACTIVIDAD. La fundación funciona en la propiedad que habitó Lillo.
Nacida como consecuencia del legado del sabio y filántropo tucumano Miguel Lillo, la Fundación que lleva su nombre está administrada por 10 personalidades de la actividad científica y cultural tucumana, quienes actúan con carácter vitalicio y ad honorem.
La institución realiza múltiples actividades. De ella dependen no sólo el moderno Museo de Ciencia Naturales, sino también el centro Cultural Rougés y el centro de Estudios Juan Dalma. Además posee una biblioteca repleta de tesoros bibliográficos, un herbario vasto y un jardín con especies de lo más variadas. Sin embargo, el pilar o eje de la institución es la investigación científica. "Sin proyectos de investigación no podría haber institución. Los fondos que recibimos de la Nación se fundamentan en los proyectos que llevamos adelante", explicó la directora general del área, Ana María Frías. De hecho, la investigación científica centraliza no sólo los objetivos, sino también la conformación de la fundación como eje educativo. También figuran en sus postulados de acción la concientización para la preservación de la fauna, flora y biodiversidad del Noroeste y de países limítrofes.
Así, cerca de 230 investigadores y técnicos altamente capacitados desarrollan estudios -puros y aplicados- en áreas de zoología, botánica, biología y control biológico de organismos nocivos, en 16 institutos propios de la fundación. También hay convenios con el Conicet y 106 investigadores y becarios de la UNT trabajan en la institución.
Frías comentó también que los resultados de las investigaciones son difundidos a la comunidad por medio de publicaciones en revistas científicas propias que tienen una aparición periódica y que se distribuyen en todo el país y también en el exterior. "Como se ve, hay todo un universo de trabajo detrás del museo o la biblioteca que no se conoce y que tampoco se difunde", señaló.
Centro de excelencia
El edificio del Lillo es un complejo de 25.000 metros cuadrados cubiertos, entre parques y senderos que bordean las diversas construcciones. Constituye, en sí, un centro de excelencia en investigación y docencia.
El Lillo atesora joyas de papel
Miércoles 24 de Agosto de 2011
LA GACETA / JUAN PABLO SANCHEZ NOLI
La existencia del sabio Miguel Lillo se nutrió de una colección de libros maravillosa, que legó a los tucumanos. Ese legado hoy tiene 200.000 libros en la Biblioteca de la Fundación Lillo, donde hay joyas de valor incalculable, como los 30 tomos de botánica publicados por Alexander von Humboldt.
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