Desde mi ventana
Resistencia en El Cairo
Al escritor egipcio Alaa Al Aswany lo conmueven los desesperados esfuerzos de sus vecinos para que su pobreza luzca más digna
Viernes 05 de agosto de 2011 | Publicado en edición impresa.
.DIBUJO: MATTEO PERICOLI. .
Abro mi ventana y ésta es la casa, en la zona central de El Cairo, que me devuelve la mirada. La gente que vive en los barrios de clase trabajadora de la ciudad no se avergüenza de ser pobre. En cambio, en esta casa que miro desde mi ventana, veo heroicos esfuerzos en la lucha contra la pobreza. La mayoría de los residentes son comerciantes o empleados públicos. En una época ganaban lo suficiente para gozar de una vida confortable, pero las olas de la penuria crecieron de repente y los ahogaron.
Originalmente, la ventana del primer piso de la casa era de vidrio ornamentado. Se rompió y la repararon más de una vez. La última vez, para mantener bajos los costos, el dueño puso un pedazo de madera en lugar de un vidrio.
En épocas de prosperidad, los miembros de la familia solían pasar gratas veladas al aire libre en la entrada de la casa, reposando en hermosos sillones de mimbre. Los sillones se rompieron y el padre no tuvo el dinero necesario para comprar otros nuevos, pero de todas maneras conservó los destrozados. Al lado hay un agujero en la pared para un aparato de aire acondicionado. El dueño lo cerró y lo pintó porque sabe que jamás podrá comprar un aparato de aire acondicionado.
Lo más bello de esta escena son los batones que cuelgan de una soga en la planta alta. Su dueña les agregó simples diseños en la pechera y en las mangas. Parecen más hermosos? y eso es algo que admiro: la resistencia en medio de la pobreza. Sólo tengo que abrir la ventana y ver esta casa para que me invada una intensa compasión. Veo docenas de casos de humanidad. Un adolescente escribe su primera carta de amor. Una chica baila desnuda frente al espejo. Jóvenes amantes intercambian besos urgentes. El sobresaltado grito del bebé y el temblor de la voz de un hombre viejo que se hace oír por última vez antes de morir.
Todas las ventanas, sin importar la variedad de escenas que revelen, nos ofrecen el espectáculo de la vida.
Trad.: Mirta Rosenberg
ADN Aswany
El Cairo, 1957
Odontólogo, escritor e intelectual respetado en el mundo árabe. Es autor de una novela de éxito internacional, El edificio Yacobián, y fue figura destacada en la lucha contra el régimen de Hosni Mubarak
Resistencia en El Cairo - lanacion.com
el dispensador dice: viendo que muchas de las personas allegadas, contiguas, cercanas y hasta lejanas, no apreciaban el significado como tampoco el sentido de sus ventanas, me dediqué a contemplar la propia, a conferirle valor, a asomarme a ella en busca de su vínculo con la gracia de la vida. Allí me di cuenta que la dignidad de las personas no está en lo que se enseña a los demás, a los prójimos, allegados, contiguos, cercanos y hasta lejanos... está en el sentido que uno hace del culto a la propia alma, construyéndola al modo de un santuario, protegido por el manto no sólo de la gracia como tal, sino de los dones concedidos y los talentos expresados... Hay dignidad en la defensa de la convicción, y hay dignidad en la defensa de los valores que hacen a la vida individual... de allí que no puedas compartir ni la una (dignidad), ni la otra (convicción), aún cuando puedan darse circunstanciales afinidades y hasta existir convergencia de afectos. La ventana es tan íntima como el cordón umbilical, como el túnel que te trae y te regresa, como el umbral donde eres despedido hacia el baño de madre, o el otro (umbral) donde eres recibido por los ancestros que han seguido tus pasos... Aquella ventana es tan propia como el ángel que te custodia, el espíritu que eres, o el alma que contienes. Miras a través de ella y tu mirada puede chocar inmediatamente contra una muralla, o bien sublimarse y superar el sentido de los sueños, alejándose más allá de cualquier horizonte, andando a discreción por donde los deseos te lleven. Para ello debe existir una plena armonía entre la mentada dignidad y el contenido esencial de la convicción, y no podrás apartarte de tu propio yo en caso de existir una mínima divergencia. Ello pesará en tus pies y hará densa la unión con el cuerpo, evitando las disociaciones necesarias... No importa lo que haya en tus paredes, ellas serán dignas mientras tu lo seas, y vibrarán a tu compás, siempre y cuando los polos de tu magnetismo se hallen en plena armonía con el todo. Ante la ventana no puedes pronunciar palabra alguna, sólo debes observar y reflexionar, ya que ése y no otro es el sentido superior de ellas (ventanas). Comprobarás que no son necesarias las comodidades para superar los días y sus afanes, ya que siempre se concede un estado singular que tiene la propiedad de aislarse del bochorno continente... Mi ventana, hoy, me ofrece aves variadas, visitantes alados entre árboles y arbustos que vienen en busca de migajas que les reitero a intervalos regulares. Entiendo que es necesario alimentar los vuelos, prescindiendo de las estirpes y sus especies. De allí que vienen "raras avis", entendiendo que quien está asomado a esta ventana, también lo es... una "rara avis" que está asistiendo a su propia extinción, a sabiendas que sólo la maldad extingue, que sólo la negación conduce hacia las hogueras, que sólo las vanidades evaporan los espíritus, que sólo las soberbias encadenan el alma. Entonces me asomo y me encuentro del otro lado, esperándome, complaciente, al fin y al cabo he sido fiel a mi mismo, mejor aún, he sido fiel a mi idea sobre la vida, esa misma que me fue concedida para descubrir que todo lo efímero, finalmente se revela en lo eterno. Agosto 05, 2011.-
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