martes, 9 de agosto de 2011

CENTENARIO DE AFECTOS ◄► ARROYO BARÚ [epílogo]

el dispensador dice: de pronto el viento cesó... el molino se detuvo y permaneció en silencio... desde la tranquera se intuía una bisagra del destino... desde las alambradas se percibía una señal de los tiempos... del suelo emanaba "algo" que anunciaba que el destino regresaba a recuperar lo que le pertenece por derecho de verbo, algo que la generalidad de los humanos desconocen, un estadio del conocimiento eterno que se nos veda al nacer, justo cuando el Señor echa su aliento en el rostro del alma, para que los ojos no vean aquello que no deben, que les está vedado. De pronto el silencio corrió por el campo y la vida pasó como una película, enrollándose en un lapso sin segundos. Allí rememoré que en mi campo, el de mi niñez, no había luz, que aprendimos a andar en la noche acomodando las capacidades y los instintos... que podíamos anticiparnos a los ojos y "vivir" la oscuridad intensa... tal vez ello, nos impulsó a madurar las urgencias para poder diferenciarlas de las prioridades. No obstante, las sociedades de las ciudades desconocen el sentido de la noche y dependen de una tecla, de una llave para que se haga la luz, una luz que no diferencia lo divino de lo opaco, una luz que te envuelve en tinieblas para consumir espíritus y someterlos a falsas promesas, promesas que roban el protagonismo de las convicciones, promesas que roban las voluntades y arden los esfuerzos, esclavizando los corazones mediante raras gestas que se traducen como "marketing", un término que carece de sentido tanto como de contenidos. Quizás, cuando el tiempo se detuvo, allá junto a la alambrada de púas, me encontré con el alma de Eloy, recogimos las alas, y nos dijimos: el hombre debe rebelarse, no debe conformarse, no debe arrodillarse ante par alguno, no debe entregar la dignidad a cambio de trabajo, no debe mentir su afecto, no debe burlar sus convicciones [si las tiene y hace prudente culto de ellas], no debe transgredir el pensamiento fino que lo une al mundo de las ideas, no debe trampear el destino como tampoco debe ventajear al prójimo... sencillamente no debe, puede sí, pero no debe, porque en ello pulveriza la gracia y sus dones. Llegamos a este mundo luego de un baño de madre de nueve meses, nacemos solos hacia una inmensidad de la que sólo nos protegen los sentimientos de una mujer, nuestra madre. Luego, inmediatamente nos enfrentamos a la vida en soledad y así será hasta que el tiempo que nos otorga el destino se consuma, igual que una vela... así como aprendimos a "ver" en la noche cerrada, del mismo modo aprendes a andar, aprendiendo de los errores, madurando al Sol y sus bendiciones..., entonces, sólo entonces, vislumbras que todos somos iguales, aunque no todos los "iguales" lo son, lo entienden o lo respetan. Algunos se creen más iguales que el resto y aprenden a andar por los atajos, hablan de compasión y de misericordia, pero desprecian la gracia que les fue concedida para caminar la vida, entonces compran huellas para burlar las propias, alquilan sombras para confundirlas, y cuando sofistican sus métodos, simplemente asaltan al prójimo para quitarle lo que posea por derecho propio... Raro este mundo donde la palabra ha pasado a ser ficticia. Antes de los egipcios las palabras se pesaban y debía demostrarse que su carga no era diferente a la contenida en los afectos, en las intenciones... Hoy las intenciones son segundas y el hombre necesita firmar aquello que luego las partes comprometidas, no cumplirán. Nos hemos vaciado de argumentos y apelamos a frases hechas y vicios nulos, para expresar que "nada" es "obvio". Allí junto a la alambrada, decíamos con Pablo Eloy que debemos dar gracias por aquellas que se nos conceden para pasar este trance denominado "vida". Será por aquel sentido de la noche impenetrable que comprendimos cómo entender el modo de anunciarse que guarda la naturaleza para avisarnos que "algo" está por suceder, que "algo" cambiará, que debemos irnos para no ser engañados, que la lluvia, el granizo y los rayos no nos alcanzarán, no hoy... Debo decirte Eloy que me siento sólo aún estando acompañado... que tu campo no difiere del mío... que tus reflexiones no son distintas a las mías. Será por eso que la montaña me cobija, ofreciéndome sus desfiladeros para tomar distancia de un mundo humano que no entiendo y al que sólo pertenezco por forma, pero del que estoy tremendamente lejos en sus contenidos. Al igual que vos Pablo Eloy, disfruto las distancias en silencios... me complace la música y suelo perderme en pentagramas de lágrimas que recorro en huellas que nadie ha descubierto... finalmente querido amigo, debo decirte que puedes estar orgulloso de lo que has sembrado, ya ha trascendido tu arroyo, Barú es un vapor que hace honor a las entrañas de la tierra, tu tierra [que la siento como mía]... nos vemos querido, pronto. Agosto 10, 2011.=
"... lo bueno de estos trabajos transformados en letras de circunstancias, es que no serán contaminados por las consideraciones facilistas de las conveniencias de los medios, convirtiendo en best-seller a aquello que está más allá de los sentimientos, en el mundo de las ideas. Gracias Alicia... gracias familia Abatilli. Sepan que siempre habrá una tranquera más allá del horizonte."

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