Destinos fantasmas · ELPAÍS.com: MANUEL RODRÍGUEZ RIVERO
Destinos fantasmas
MANUEL RODRÍGUEZ RIVERO 24/08/2011
La primera vez que vi una ciudad fantasma fue a través del periscopio de un submarino. Era en la película La hora final (Stanley Kramer, 1959), basada en una entretenida novela de Nevil Shute. La ciudad era San Francisco, y el submarino había sido enviado desde Australia por un grupo de supervivientes para averiguar si aún quedaba vida en el planeta tras la catástrofe nuclear desencadenada por la III Guerra Mundial. Allí no había ni un alma, pero los edificios y el Golden Gate seguían incólumes. Como tampoco quedaba nadie vivo en la siguiente parada, San Diego, en la que los enviados descubrieron que la extraña señal de morse que habían captado no tenía origen humano, sino que era provocada por el golpeteo aleatorio de una botella de coca-cola sobre la tecla del telégrafo.
El cine nos ha proporcionado otras visiones de ciudades abandonadas. La progenie de películas basadas en la estupenda novela de Richard Matheson Soy leyenda (1954, Minotauro) introducía el elemento vampírico o zombi en escenarios urbanos posapocalípticos. Las ciudades permanecían desiertas durante el día porque sus habitantes se habían convertido en mutantes depredadores que no soportaban la luz diurna. Claro que siempre quedaba alguien al que no había afectado la espantosa mutación, fuera este Vincent Price (El último hombre sobre la tierra, de Ubaldo Ragona y Sidney Salkov, 1964), Charlton Heston (El último hombre vivo, de Boris Segal, 1971) o Will Smith (Soy leyenda, de Francis Lawrence, 2007), esforzados supervivientes que debían combatir a los infrahumanos al tiempo que ejercían como propietarios absolutos de la ciudad, apoderándose de todo cuanto les apetecía y almacenándolo en sus lujosas casas acorazadas.
El estallido de la burbuja inmobiliaria y el colapso del ladrillo nos han vuelto a enfrentar a las ciudades desiertas, ahora mucho más reales y a la vuelta de la esquina, pero no por ello menos fascinantes. Al menos para los que no tenemos que vivir en ellas, claro. Los años de los créditos locos se han saldado con más de medio millón de viviendas terminadas y sin vender y otro tanto a medio hacer. Las ciudades fantasmas españolas han merecido reportajes en algunos de los más conspicuos diarios del mundo. Y ya se empieza a apreciar cierto movimiento turístico -interno o foráneo- de quienes dedican unos días de sus vacaciones a visitar el desolado paisaje de ciudades, urbanizaciones o barrios en los que, como en Seseña (Toledo), Valdeluz, Chiloeches, Alovera (Guadalajara), y otros a lo largo de las costas españolas, muchos enterraron sus sueños.
En esos ámbitos en los que el eco responde entre los bloques de edificios no hay (por ahora) vampiros o zombis o, al menos, no con el aspecto que lucen en las películas. Sus depredadores son vándalos y chorizos que se apoderan de todo lo que les puede reportar beneficios: desde hilo de cobre hasta puertas o sanitarios sin estrenar. En ciertas urbanizaciones el paisaje urbanizado ha adquirido una atmósfera espectral, con calles asfaltadas entre solares ocupados por la maleza y farolas que iluminan enormes aparcamientos pensados para un aforo que nunca llegó. Si desean una lección práctica de capitalismo en época de vacas flacas, cojan el coche y dense un paseo por algunos de esos lugares.
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el dispensador dice: hay momentos en que la Tierra se envuelve con fantasmas, entidades que aún no siendo vistas por los seres humanos, sí son detectadas por perros y gatos, por mencionar sólo a dos capaces de "ver" aquello que el ojo humano no alcanza... éste es uno de esos momentos. Los fantasmas representan a variadas dimensiones y a mucho más variadas especies, incluyendo en ellas a la propia humana, esa misma que los antiguos definían como los "distintos"... La Tierra es hoy algo semejante a una red electrónica, por tanto invisible, que contiene a todo lo que existe, incluyéndonos en un estado de inconsciencia pública e individual, abarcando campos y ciudades, mares y montañas, selvas y desiertos, sin que nadie atine a descubrir por dónde pasan las ondas... en dicho contexto llueve información de cualquier índole y factor, las que a modo de virus y bacterias atacan la vida de los mortales atribulando sus horas, las que además de cargar con las propias circunstancias, agregan pesos ajenos que aunque no se vean, están... mientras el ser humano intenta "nadar" en su aire [el que respira], también intenta nadar en un océano de información que posee corrientes propias, y aún cuando sus intenciones no se detecten, seguramente "algo" o "alguien" intenta ahogarlo en ellas (intenciones e informaciones)...Por su parte, los satélites muestran información que captan del sistema solar, del entorno inmediato a la Tierra y de otras observaciones que hacen sobre el universo lejano, descubriendo planetas helados, intangibles, sólo destinados a la imaginación corriente en las ciencias de las conveniencias, esas mismas que enuncian aquello que los intereses habilitan, sin que ello importe a la condición humana, pero que sí "pesan" en algunas franjas del imaginario colectivo... junto con ello, existe un mundo mínimo que sólo es observable tras la lente de un microscopio, un mundo extraño donde virus y bacterias reinan y dominan la vida de los "vivos" e incluso los restos dejados por los "muertos", alimentándose de sus tiempos, de sus deseos, de sus voluntades y de otros esfuerzos, todos disfrazados de un bienestar definido como rara "esperanza", esa zanahoria inalcanzable que alguna vez se compró por propio convencimiento o por inducción de legados de terceros... colateralmente, hay otro universo visible mediante telescopios que acercan el universo distante transformándolo en visiones fantasmales donde el ser humano no puede llegar con su cuerpo, ni siquiera con su imaginario (aún cuando pretenda interpretarlo)... y más allá, radiotelescopios interpretan sonidos ininteligibles que parecen descifrar una señal repetida que insiste en que nada es como parece, nada es como se escucha, nada es como se lo quiere interpretar para justificar los argumentos que provee una razón que no lo es tanto. La Tierra de las nueve millones de especies, es entonces invadida por una clase de "mutantia" que además de ser representada por raras expresiones de la vida, contiene una segunda expresión (más rara aún) dominada por las segundas intenciones [que tampoco se ven] que suelen herir más que los golpes, afectando al alma humana y a sus sueños, instalando estados de zozobra que operan al modo de remolinos, sumergiendo los destinos... Los fantasmas pueden ser tales o pueden traducirse como males, dominantes de comunidades enteras que se creen lo que les anuncia esta lluvia invisible de "electronismos conducidos" hacia el inconsciente colectivo... y junto con todo ello, el alma humana transcurre sus horas, ensimismada en sus "focos", no siempre claros, no siempre firmes, no siempre abiertos, no siempre cerrados... esta mutantia tiene vida propia, independiente de la vida humana, esperable, esperada, deseada, querida y ataca los destinos de cada quién. Esta mutantia domina en este momento las voluntades, incluyendo a pocos y excluyendo a muchos... curiosa visión donde los cuerpos humanos se tornan descartables a manos de empecinamientos de pocos, pocos que están siendo consumidos por esos mismos fantasmas mutantes que les han hecho creer que son más que el prójimo concediéndoles una pizca de efímero poder que los coloca en uno o varios escalones por sobre los demás destinos. El periscopio del submarino indica que no hay costas a la vista y que aún donde las mismas aparecen, no son más que espejismos que invitan a ahogar las ilusiones de los navegantes atrapados en cantos inaudibles de sirenas que tienen el don de embelezar los deseos, cautivando las vergüenzas, transformándolas en un morbo que consume el tiempo y evapora porciones del espíritu encadenándolo a destinos comprados... son tiempos donde no hay descanso... son tiempos que anuncian el "cambio"´... eso mismo que hará que mañana mismo nada será igual, y que los destinos consumidos no regresarán ni siquiera como ideas. Mutantia domina las voluntades... pero el hombre está demasiado atareado en sobrevivir, y ha perdido el sentido de la vida, y anda corriendo tras quimeras impuestas por los fantasmas mutantes que le han hecho creer que el mañana necesario es una utopía de partes y que el hoy, no le pertenece por derecho de nacimiento. Condenado, el hombre ve pasar su tiempo sin siquiera poder alcanzarlo. Condenado, el hombre está atrapado por un universo de fantasmas que le han invadido el espíritu y lo están secando al modo de arañas ávidas de capacidades... condenado, el hombre está siendo atropellado por aquello que él mismo creó... avaricias y angurrias cuya única función es alimentar la hoguera de las vanidades... finalmente, el hombre ha perdido su destino a manos de mañanas vacíos, incluso antes de vivirlos. Agosto 24, 2011.-
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