lunes, 8 de agosto de 2011

CENTENARIO DE AFECTOS ◄► ARROYO BARÚ [segunda parte]


el dispensador dice: en efecto, tal te decía ayer, los afectos son algo semejante a los puentes, unen las partes, juntan opuestos, acercan aquello que parece distante. Algo semejante ocurre con los individuos, pueden ser tales (individuos), o bien la calidad humana los transforma en personas, y ello los distancia de la condición humana. Pueden parecer humanos, por su forma, por sus ojos o sus oídos, por sus manos o sus sombras, pero logran ser mucho más que eso... son algo semejante a faros en el concierto de arrecifes, guían a otros en sus respectivos mares, consciente o inconscientemente, les proporcionan puntos de referencia que simplifican la tarea de atender los "momentos" de cada quien. Pasan por la vida andando, simplemente, sin pedir nada a cambio y muchas veces son malinterpretados por aquellos que siendo hombres, no son dignos del calificativo de "personas", pero este mundo humano se caracteriza por los oportunismos y las ventajas, y ello, aunque parezca mentira, hace a la diferencia, también a los ángulos y sus bicectrices. Entonces, uno puede ser calle, bronce, escuela, hospital, institución cualquiera, pero ello no agrega valor alguno a lo hecho. Se habla de reconocimientos, pero el verdadero y único reconocimiento se produce cuando el alma se encuentra con su propio espíritu, y ambos se reconocen como partes, fragmentos de la luz del verbo causal, ése del cual devenimos, eternamente.



Bien, ahora sabes que existe un ARROYO BARÚ en la Provincia de Entre Ríos. También sabes que existió un anónimo, ilustre desconocido llamado Pablo Eloy Abatilli, persona que pasó por allí dejando huella, confluyendo en un tiempo de los mañanas necesarios que acompañaron sus afanes, y desde luego, los de otros cuyos destinos se cruzaron con el de este ser humano. Alicia echa al aire un deseo íntimo: "Posiblemente, estas páginas servirán para construir memoria activa de aquellos aspectos que no deben perderse, detalles que merecen ocupar un espacio en aquellos afectos que nos unen a ese momento donde se conjugan la huella con el suelo, el viento y la lluvia con nuestros trajines, y el cielo abierto es sinónimo de esperanzas que nos alientan a luchar por aquello en lo que creemos." Aquí me quedo. Hay letras que alimentan... hay presencias que alimentan... hay ojos que alimentan... hay conductas que lo hacen... y ello se relaciona siempre a aquello que dimos en llamar "personas", seres que se distinguen entre los seres humanos comunes porque acunan cualidades que los distinguen, de allí que cada uno de nosotros sea irrepetible, aún pudiendo ser parecidos a alguien, somos irrepetibles...



Aparecen curiosas semejanzas. Cuando pequeño me gustaba listar frases que hacían vibrar a mi alma. Claro está, por aquel tiempo eras lo que leías, lo que buscabas, lo que te asombraba, lo que sorprendía o te emocionaba. Finalmente eres lo que cultivas en tu alma. Quizás hoy no se entiende porque estamos envueltos en mediatismos y facilismos, comodidades que restan sentimientos y apuran a los espíritus, conduciéndolos hacia urgencias que pierden de vista las importancias y sus prioridades. No importa... las semillas que vuelan, finalmente encuentran suelo y alguna de ellas brotará en tierra propicia, guiando a las propias hacia mejores destinos. La historia de los días de Abatilli se iniciaron allá por el 17 de noviembre de 1927, viendo en la luz en Colonia Nueva al Norte, departamento de Colón, en la propia Entre Ríos. Sí, esa provincia donde el SOL se pone distinto, por ende también amanece diferente... No entraré en los detalles de la vida del hombre, entiendo que ello es patrimonio de sus hijos, de su tiempo, ya que el hombre es él mismo sumergido en sus circunstancias... nadie por fuera de sí mismo puede ser más que un testigo silencioso del paso. De allí que cada quien sea causa y efecto de la gracia que lo trajo, así como del destino que lo lleva. Honrar la vida, de eso se trata.


Cada hombre tiene el potencial para construir su propio mundo de las ideas. Un ideario que lo coloca bajo algo parecido a un aljibe al revés, una fuente que derrama reflexiones por doquier, pero bajo un singular sentido de la oportunidad. Eloy tuvo su propia fuente, quizás más de una, y de ella quedan flotando algunas que vale la pena traer a estas páginas virtuales:


"No me gustan los hombres cuando necesitan del rebaño para hacerse fuertes."


"Mi mayor dicultad es vivir para los demás cuando los demás creen que se debe vivir de los demás."



"Es época de mucha mediocridad. Historia: ¡no esperes nada!"


"¿Hacia dónde va la humanidad?, ¿Cuándo dejará de ignorar su pasado para comenzar a elegir el aire que lo lleve a buen puerto?"


"La historia da grandes saltos, cada salto está marcado porque un grupo de hombres creyó en el devenir humano, en esa búsqueda incesante de algo más, siempre algo más."


"¿Qué sería de la humanidad si algunos audaces no se hubieran atrevido a rebelarse contra su presente?"




Arroyo Barú tiene paisaje propio, aquel que lo hace parecido a muchos otros, y al mismo tiempo tan diferente al resto. Los que nacieron en su suelo, se sienten parte de él y de hecho son fragmentos de su historia. En dicho paso, cada ser humano se hace a sí mismo consonante o disonante de un espacio, bandera, frontera. Le aporta o le quita. Lo nutre o lo desprecia. Lo usa o le agrega semillas... todo depende de esa calidad humana que se evidencia en la calidad como personas. Si se agrega valor, de lo poco se hace mucho... Aquí el ángulo diferencia a aquel o aquellos que viven para los demás, de aquellos otros (mayoría) que viven de los demás, apropiándose de voluntades y esfuerzos ajenos. En la vida, pocas son las cosas que dan brillo al aura, que iluminan el alma y elevan el espíritu... por el contrario, en la vida, muchas son las cosas que opacan el aura, esmerilan el alma y desmerecen el espíritu. Cuando haces honor a la gracia de la vida, todo está/rá dicho... cuando la burlas, quiebras el arquetipo y el puente se esfuma, creando distancias insalvables entre sus orillas. Aún cuando puedas nadar, el resultado no será el mismo. Aún cuando utilices un bote, el resultado será distinto. De hecho, ni el brazo ni el remo acarician el agua, simplementen la cortan.
los caminos de tierra guardan una curiosa expresión, si los caminas los disfrutas intensamente... si los andas a caballo, percibes relieves que no ves desde la altura de tus ojos... si los recorres en auto, se te pierden los detalles... como sea, lo que se impregna en tu alma, no se borra jamás. Ello permite retener "momentos" y hacerlos propios de cara a la eternidad. Gracias al verbo, siempre recibo réplicas de fragancias y sus ondas... ello y el sentido distante del horizonte amplio, me mantienen vivo. Allí, junto al cartel está el espíritu de Eloy Abatilli, ¿que no lo ves?, esa es otra historia... una que, dado que recién está comenzando, nos convocará todavía a varios encuentros. Agosto 08, 2011.-

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