“Mi especialidad es hablar con criminales de guerra y disfruto con ello”
Cynthia Petrigh es experta en derecho internacional y género. Desde hace dos décadas asesora a ejércitos y milicias para cuestiones humanitarias e interviene en procesos de paz
Madrid
Cyntia Petrigh, este viernes en Madrid. VÍCTOR SAINZ
Llegó a la precaria aula, puso un vídeo sobre el trabajo del doctor Mukwege (ginecólogo ganador del Nobel por atender a víctimas de agresiones sexuales en el conflicto de República Democrática del Congo) en el que aparecían mujeres violadas y observó sus reacciones. La experta en derecho internacional y leyes humanitarias Cynthia Petrigh(Beirut, 1969), tenía como misión convertir en soldados profesionales a cien antiguos rebeldes de República Centroafricana, un país en guerra desde 2012. "Usé un ejemplo de un país cercano al suyo, quería implicarlos sin criminalizarlos. Cuando acabó les pregunté su opinión. Uno de ellos levantó la mano y dijo: 'Nosotros también hemos contribuido a eso. También hemos hecho esas cosas, pero ahora que tu nos enseñas que está mal, dejaremos de hacerlo".
"Decirles lo que está bien y lo que está mal, sí, a veces es así de simple", resume la experta. Petrigh lleva dos décadas asesorando a ejércitos y milicias con foco en el género, investigando violaciones de derechos humanos e interviniendo en procesos de paz para que las mujeres no se queden al margen. La contratan los propios gobiernos de los países, organizaciones internacionales e incluso la Unión Europea. Acaba de visitar Madrid invitada por el Alto Comisionado en España de la Agenda 2030.
Petrigh comenzó su carrera en las organizaciones no gubernamentales, pero pronto se dio cuenta de que si hablaba "con los hombres que llevan las armas" conseguiría multiplicar el efecto de su trabajo. "Cada uno tiene sus habilidades, y resultó que la mía es hablar con criminales de guerra, lo que logro es más efectivo. Y disfruto con ello", recalca. "Muchas veces mi trabajo consiste en traducir las resoluciones internacionales contra violencia sexual en un lenguaje que ellos entiendan", apunta. En ocasiones basta con explicar a las tropas que si no queman las casas de los civiles, estos aprenderán a distinguirles de los criminales comunes e incluso les ayudarán cuando pasen por sus pueblos. "A la vuelta de una misión, un batallón reconoció que la estrategia había funcionado y que los ciudadanos ya no les tiraban piedras".
Ha trabajado en una decena de países, entre ellos Republica Centroafricana, donde en 2017 la ONU documentó 308 incidentes relacionados con violencia sexual (293 en mujeres y niñas y 15 en hombres y niños); en República Democrática del Congo, donde se registraron 5.783 casos de violencia sexual en las provincias afectadas por el conflicto, el doble que el año anterior; y Malí, donde se certificaron 16 abusos sexuales en el trasporte público cometidos por hombres pertenecientes a grupos armados.
Cuando estuve en Malí, el jefe de la misión era muy bueno. Después lo cambiaron y empezamos a ver a mujeres locales que iban y venían por la noche en el campamento. Los soldados enseguida saben lo que se pueden permitir
No está sola en esta tarea, pero tampoco son tantos. La ONU, por ejemplo cuenta con 21 asesores para la protección de la mujer sobre el terreno en siete misiones. "Antes de ponerte frente a un grupo de combatientes tienes que conocerles y preguntarte: '¿Cuál es su país? ¿Cuál es su cultura, su idioma? ¿Han ido a la escuela? ¿En qué tipo de operaciones militares han estado involucrados?' No es como una clase magistral en la universidad, tengo que saber cuáles son las quejas de las organizaciones internacionales y centrarme en sus operaciones", relata.
Los escándalos por los abusos sexuales de los cascos azules han sacudido a la ONU en los últimos años. "Es muy fácil culpar a los otros, pero cada país es responsable del entrenamiento de sus tropas y algunos lo están haciendo muy bien, como España, pero esto debería estar regido por unos estándares comunes obligatorios de los que todavía carecemos", puntualiza Petrigh. Para la especialista, todo se basa en un buen liderazgo: "Cuando estuve en Malí, el jefe de la misión era muy bueno. Después lo cambiaron y empezamos a ver a mujeres locales que iban y venían por la noche en el campamento. Los soldados enseguida saben lo que se pueden permitir, pero esos hábitos son muy fáciles de cambiar en el ejército con un buen liderazgo, porque la la cadena de mando está muy clara". Según el informe de la ONU sobre violencia sexual, "en ciertos casos, a los combatientes se les ha permitido violar con impunidad o con la aprobación tácita de sus comandantes, que racionalizan la práctica como una forma de compensación".
Antes las mujeres se limitaban a quedarse cuidando del hogar mientras los hombres iban al frente. Ahora ellas mismas se incorporan el ejército y participan e incluso lideran procesos de paz. Ese es el futuro, a ojos de Petrigh: "Cuando ellas forman parte de las negociaciones, abordan cuestiones que van más allá del reparto de poder entre las élites, ponen sobre la mesa temas de interés para la comunidad. Hay estudios que indican que los procesos que incluyen a las mujeres tienen un 35% más de posibilidades de mantener la paz al menos 15 años".
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