domingo, 9 de junio de 2024

RC#16: ¿Qué vio Laura en el lago? Laura Fernández – Nessy – Víctor M. Díez – Antonio Marcos – Mercedes Brugarolas – Festival Iceberg

https://letrascorsarias.com/rc16-que-vio-laura-en-el-lago/https://letrascorsarias.com/rc16-que-vio-laura-en-el-lago/ Pensar con la mente de otro. Llamó Schopenhauer a la lectura. En su nuevo libro, Hay un monstruo en el lago, Laura Fernández califica a los humanos como la especie escritora. La fantasía como el invento definitivo, un escudo ante la desaparición. David Markson escribió una última novela, tres años antes de morir en 2010, y la tituló La última novela. Fernández: “Pero el ser humano no inventó nada, en realidad. Lo que hizo fue conservar, mantener, y alimentar una pequeña parte, una minúscula pero en exceso brillante parte, de la propia condición del mundo en tanto lugar misteriosamente (FANTÁSTICO), una parte soportable, y admisible, escondida en, sí, posibles, por qué no, criaturas prehistóricas que jamás van a poder contemplarse como se contempla cualquier otro tipo de criatura no fantasma que exista, y que, al no hacerlo, permanecerán en ese limbo en el que nada de lo que sin duda ocurrirá tiene por qué ocurrir jamás y todo aún es afortunadamente (POSIBLE)”. A la protagonista de El celo, de Sabina Urraca, le decía su madre que los relatos que le contaba su abuela no terminaban, que ella podía ponerle los finales que quisiera. Markson escribió La última novela como un conjunto de fragmentos y citas, como estamos haciendo aquí ahora pero infinitamente mejor, tal vez porque Markson es de esos escritores infinitamente mejores. “Uno de mis amigos me advirtió del riesgo de volverme célebre por ser tan desconocido”, dijo Markson. Recortar esta frase para el frontispicio del Club de los Escritores de Culto (nadie quiere pertenecer a ese club). Viejo. Cansando. Enfermo. Solo. Arruinado. A su muerte, Markson donó toda su biblioteca a una librería, la Strand, de Nueva York. La imaginación no puede ponerse en marcha si no ha sido inundada por un vasto torrente de lecturas. Anunció Petronio. Tienes que leer mil quinientos libros para poder escribir uno. Fue la manera de decirlo de Flaubert. Los fragmentos que figuran en cursiva están copiados literalmente de La última novela. El ritmo de La última novela es similar a las partidas del Campeonato del Mundo de Tetris cuando juegan Blue Scuti o Pixel Andy: un abrazo entre lo vertiginoso y el control que, potencialmente, podría no terminar nunca. La última novela puso fin a una tetralogía compuesta por La soledad del lector, Esto no es una novela y Punto de fuga. Se puede preguntar por ellos, por si acaso, en las mejores librerías de segunda mano. Sí tenemos cerca La amante de Wittgenstein, considerada su gran obra. Markson escribió las cita en tarjetas tipo postal y las fue clasificando y ordenando en tapas cajas de zapatos. Un soporte físico para el trabajo intelectual, una especie de trapero intelectual. Al Novelista, protagonista del libro, parece atemorizarle la llegada del final. A Markson le importa el camino hasta ahí –todo lo que ese alguien ha leído, fluyendo por su mente–, pero también la conciencia de que todo eso, todas esas revelaciones y sus relaciones, se desvanecerá con la muerte. La última novela como la película codificada del Canal+, pero aquí importan tanto las rayas como lo que se adivina al fondo. Aquí los árboles sí dejan ver el bosque. Yo digo que si puedes contar una historia en un cuadro y a un número razonable de personas les gusta tu trabajo, es arte. Dijo Norman Rockwell. Si a más de un diez por ciento del público le gusta un cuadro, habría que quemarlo. Dijo Shaw. Aquí encontramos: malas críticas de obras excelsas, exabruptos, dislocaciones temporales entre la grandeza y el reconocimiento de esa grandeza, escritores y artistas pobres como ratas, presocráticos y postmodernos, formulaciones de pensamiento estrictamente original, contradicciones. Me parece una pena que le permitieran morir de muerte natural. Dijo Mark Twain de Jane Austen. ¿Se está Markson inventando citas? Puedes comprobarlo por ti mismo. Imaginemos a El Novelista, sentado en la cama, mirándose tal vez los pies (Ahora sé paciente, alma mía, que has soportado cosas peores que esto. Dice Odiseo en una ocasión): tal vez no haya recibido el reconocimiento que merecía, pero convoca en su mente a esa famélica legión de quienes reescribieron el mundo con su arte y se siente legítimamente parte de ellos, uno más entre la especie escritora. Y aquí estamos nosotros, diecisiete años después de que se escribiera La última novela, leyéndola por primera vez en español –con traducción de Mariano Peyrou–, pensando con la mente de David Markson. No está mal para un viernes por la tarde. Colosal. Libro de la semana. Lo que pasa en Corsarias Antes de la programación, un aviso: libros en inglés. Tenemos. Es decir, se pueden pedir, hay un catálogo grande –de clásicos y contemporáneos– y llegan en un período razonable de tiempo. Antes, no había manera. Si lees en el idioma de Shakespeare y de Taylor Swift, ya sabes. Entramos en la recta final de los encuentros corsarios. Esta tarde, viernes a las 19:30h, viene Susana Merchán con El vaivén, una novela que está empezando a beneficiarse de eso tan intangible y tan bueno para los libros llamado boca a boca. La historia de varias generaciones de una familia, contada de manera original y atrevida. La acompaña María Sáez. Mañana, sábado, a las 19h, llega Víctor M. Díez con Palabras para Corsario, un libro colectivo que da cuenta de la huella del grupo teatral vallisoletano a lo largo de sus más de cuarenta años de trayectoria. Hemos hablado de esto con más desarrollo en nuestros recortes del jueves. Participa también el ilustrador Álvaro Pedraz y Antonio Marcos, autor de uno de los textos del libro. Y el jueves 13 volvemos a recibir a Agustín Fernández Mallo, que trae una novela de la que todo el mundo está hablando maravillas, Madre de corazón atómico, un viaje siguiendo los pasos de una aventura que llevó a cabo su padre a final de los años sesenta en Estados Unidos. Conversa con Alejandro Fernández Bruña. Ya el próximo fin de semana, citas con Fernando Alfaro (viernes) –cantante de los Surfin Bichos y novelista– y el sábado sesión doble con Un Punto Curioso por la mañana y el joven escritor chino Chen Chuncheng por la tarde. Pensar con la mente de otro. Llamó Schopenhauer a la lectura. En su nuevo libro, Hay un monstruo en el lago, Laura Fernández califica a los humanos como la especie escritora. La fantasía como el invento definitivo, un escudo ante la desaparición. David Markson escribió una última novela, tres años antes de morir en 2010, y la tituló La última novela. Fernández: “Pero el ser humano no inventó nada, en realidad. Lo que hizo fue conservar, mantener, y alimentar una pequeña parte, una minúscula pero en exceso brillante parte, de la propia condición del mundo en tanto lugar misteriosamente (FANTÁSTICO), una parte soportable, y admisible, escondida en, sí, posibles, por qué no, criaturas prehistóricas que jamás van a poder contemplarse como se contempla cualquier otro tipo de criatura no fantasma que exista, y que, al no hacerlo, permanecerán en ese limbo en el que nada de lo que sin duda ocurrirá tiene por qué ocurrir jamás y todo aún es afortunadamente (POSIBLE)”. A la protagonista de El celo, de Sabina Urraca, le decía su madre que los relatos que le contaba su abuela no terminaban, que ella podía ponerle los finales que quisiera. Markson escribió La última novela como un conjunto de fragmentos y citas, como estamos haciendo aquí ahora pero infinitamente mejor, tal vez porque Markson es de esos escritores infinitamente mejores. “Uno de mis amigos me advirtió del riesgo de volverme célebre por ser tan desconocido”, dijo Markson. Recortar esta frase para el frontispicio del Club de los Escritores de Culto (nadie quiere pertenecer a ese club). Viejo. Cansando. Enfermo. Solo. Arruinado. A su muerte, Markson donó toda su biblioteca a una librería, la Strand, de Nueva York. La imaginación no puede ponerse en marcha si no ha sido inundada por un vasto torrente de lecturas. Anunció Petronio. Tienes que leer mil quinientos libros para poder escribir uno. Fue la manera de decirlo de Flaubert. Los fragmentos que figuran en cursiva están copiados literalmente de La última novela. El ritmo de La última novela es similar a las partidas del Campeonato del Mundo de Tetris cuando juegan Blue Scuti o Pixel Andy: un abrazo entre lo vertiginoso y el control que, potencialmente, podría no terminar nunca. La última novela puso fin a una tetralogía compuesta por La soledad del lector, Esto no es una novela y Punto de fuga. Se puede preguntar por ellos, por si acaso, en las mejores librerías de segunda mano. Sí tenemos cerca La amante de Wittgenstein, considerada su gran obra. Markson escribió las cita en tarjetas tipo postal y las fue clasificando y ordenando en tapas cajas de zapatos. Un soporte físico para el trabajo intelectual, una especie de trapero intelectual. Al Novelista, protagonista del libro, parece atemorizarle la llegada del final. A Markson le importa el camino hasta ahí –todo lo que ese alguien ha leído, fluyendo por su mente–, pero también la conciencia de que todo eso, todas esas revelaciones y sus relaciones, se desvanecerá con la muerte. La última novela como la película codificada del Canal+, pero aquí importan tanto las rayas como lo que se adivina al fondo. Aquí los árboles sí dejan ver el bosque. Yo digo que si puedes contar una historia en un cuadro y a un número razonable de personas les gusta tu trabajo, es arte. Dijo Norman Rockwell. Si a más de un diez por ciento del público le gusta un cuadro, habría que quemarlo. Dijo Shaw. Aquí encontramos: malas críticas de obras excelsas, exabruptos, dislocaciones temporales entre la grandeza y el reconocimiento de esa grandeza, escritores y artistas pobres como ratas, presocráticos y postmodernos, formulaciones de pensamiento estrictamente original, contradicciones. Me parece una pena que le permitieran morir de muerte natural. Dijo Mark Twain de Jane Austen. ¿Se está Markson inventando citas? Puedes comprobarlo por ti mismo. Imaginemos a El Novelista, sentado en la cama, mirándose tal vez los pies (Ahora sé paciente, alma mía, que has soportado cosas peores que esto. Dice Odiseo en una ocasión): tal vez no haya recibido el reconocimiento que merecía, pero convoca en su mente a esa famélica legión de quienes reescribieron el mundo con su arte y se siente legítimamente parte de ellos, uno más entre la especie escritora. Y aquí estamos nosotros, diecisiete años después de que se escribiera La última novela, leyéndola por primera vez en español –con traducción de Mariano Peyrou–, pensando con la mente de David Markson. No está mal para un viernes por la tarde. Colosal. Libro de la semana. Lo que pasa en Corsarias Antes de la programación, un aviso: libros en inglés. Tenemos. Es decir, se pueden pedir, hay un catálogo grande –de clásicos y contemporáneos– y llegan en un período razonable de tiempo. Antes, no había manera. Si lees en el idioma de Shakespeare y de Taylor Swift, ya sabes. Entramos en la recta final de los encuentros corsarios. Esta tarde, viernes a las 19:30h, viene Susana Merchán con El vaivén, una novela que está empezando a beneficiarse de eso tan intangible y tan bueno para los libros llamado boca a boca. La historia de varias generaciones de una familia, contada de manera original y atrevida. La acompaña María Sáez. Mañana, sábado, a las 19h, llega Víctor M. Díez con Palabras para Corsario, un libro colectivo que da cuenta de la huella del grupo teatral vallisoletano a lo largo de sus más de cuarenta años de trayectoria. Hemos hablado de esto con más desarrollo en nuestros recortes del jueves. Participa también el ilustrador Álvaro Pedraz y Antonio Marcos, autor de uno de los textos del libro. Y el jueves 13 volvemos a recibir a Agustín Fernández Mallo, que trae una novela de la que todo el mundo está hablando maravillas, Madre de corazón atómico, un viaje siguiendo los pasos de una aventura que llevó a cabo su padre a final de los años sesenta en Estados Unidos. Conversa con Alejandro Fernández Bruña. Ya el próximo fin de semana, citas con Fernando Alfaro (viernes) –cantante de los Surfin Bichos y novelista– y el sábado sesión doble con Un Punto Curioso por la mañana y el joven escritor chino Chen Chuncheng por la tarde. https://letrascorsarias.com/tienda/narrativa/la-ultima-novela/

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