Li Hongzhang, ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de la dinastía Qing.
Gran Dragón de la Aduana, el primer sello postal chino
En 1878 se crearon los primeros sellos que fundaron el sistema postal chino. Estos sellos postales eran un poco más grandes que los que se confeccionaron más tarde, de manera que entre los coleccionistas se les conocen como hǎiguān dàlóng (海关大龙, Gran Dragón de la Aduana).
En 1878, a petición de Li Hongzhang, ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de la dinastía Qing (1644-1911), se tomó la decisión de autorizar la creación de la Aduana China, independiente de la que estaba bajo la dirección del británico Robert Hart (1), para, de este modo, poner en marcha por primera vez el servicio postal en el país. Con su sede central en la ciudad costera de Tianjin, y otras cuatro delegaciones distribuidas en Beijing, Shanghái, Yantai y Niuzhuang (actual Yingkou), nació para gestionar el correo oficial y privado de los ciudadanos chinos, marcando así el inicio del servicio postal de la historia moderna de China.
El primer cometido de dicho organismo fue imprimir y publicar sus propios sellos. De hecho, a finales de julio de 1878, la oficina aduanera en Tianjin emitió los primeros sellos enviados por el Departamento de Registro de la Oficina Aduanera de Shanghái, que incluían 6.250 unidades con un valor de tres céntimos de plata conocido como “candarin” y otras 6.250 unidades de cinco céntimos de plata. Más tarde se añadieron otros cien mil sellos con valor de un céntimo para completar este juego de tres sellos de distintos valores.
El dibujo principal de estos sellos era un dragón dorado de cinco patas y ojos brillantes volando entre las nubes. Asimismo, se podía leer “China” en inglés junto con los caracteres 大清 (dàqīng). Aparte de que los sellos de distinto valor se diferencian entre sí por el color, cada uno tenía un uso distinto. Así, el sello de un céntimo de plata, de color verde, estaba destinado a los impresos postales; el de tres céntimos, de color rojo, servía para el envío de cartas ordinarias; y el más caro, de cinco céntimos y de color naranja, se empleaba para el envío de cartas certificadas. Estos sellos postales, los primeros que se pusieron en circulación en todo el país, eran un poco más grandes que los que se confeccionaron más tarde, de manera que entre los coleccionistas se les conocen como hǎiguān dàlóng (海关大龙, Gran Dragón de la Aduana) o como dàlóng yóupiào (大龙邮票, Sello del Gran Dragón).
Teniendo en cuenta que estos sellos son los primeros emitidos en China, se han ganado desde su nacimiento el prestigio y la atención de todo el mundo, lo que, junto a su exquisita imagen y su incalculable valor histórico, les ha hecho convertirse en objetos de colección. A esto se le unen también las historias escondidas tras ellas, donde algunos misterios aún permanecen sin resolver. Así, una de estas cuestiones sería el nombre del diseñador gráfico de este juego de sellos y, otra, la fecha exacta de su emisión, ambas preguntas todavía sin responder.
En marzo de 1878, Robert Hart le encargó al alemán Gustav von Detring (1842-1913), comisionado del Departamento Tributario de la Aduana de Tianjin, imprimir unos sellos para fundar el sistema postal chino. Este mandó al Departamento de Registro de la Aduana de Shanghái proporcionar tres diseños para el nuevo sello compuestos por los siguientes dibujos: un elefante, unas pagodas y un dragón. Al final, el bosquejo del dragón fue el seleccionado, sin que apareciera el nombre del diseñador por ningún sitio. Esta es la razón por la que su identidad sigue siendo un misterio.
La única hipótesis que existe considera que el diseñador fue muy probablemente un extranjero, ya que uno de los dibujos mostraba una pagoda con seis plantas, cuando siempre son en número impar. Hay historiadores que creen que el diseñador fue el canadiense Hosea B. Morse, director del Departamento Tributario, pero él mismo lo negó en una ocasión.
De hecho, hay estudiosos que plantean que el verdadero dibujante fue un ciudadano chino, debido a la fuerte naturaleza nacional que plasma el diseño, además los caracteres chinos del sello muestran un alto nivel de caligrafía frente a las letras en inglés y los números arábigos que están acabados relativamente mal.
Fuera quién fuera el auténtico diseñador, lo que no cabe la menor duda es que estos sellos son un reflejo fiel de la cultura china, mientras que los países occidentales usaban el retrato del rey para sus timbres postales, un boceto inimaginable para el imperio chino, pues podía ser considerado un insulto hacia el emperador. Así que la elección del dragón volando sobre ríos y nubes se consolidó como la mejor alternativa de esa época, además el amarillo y el rojo empleados representaban el poder imperial y la felicidad respectivamente.
En cuanto a la fecha de su emisión, los estudiosos no se ponen de acuerdo. Lo único que se sabe cierto es que llegaron a la aduana de Tianjin el 24 de julio de 1878, tras haber salido una semana antes de Shanghái, con lo que su emisión podría ser del mes de junio o julio de ese mismo año.
Su uso duró hasta 1885, cuando se emitió otro sello llamado Pequeño Dragón de la Aduana. En el chino mandarín de esa época los sellos se llamaban xìnpiào (信票), en vez de yóupiào (邮票), una palabra que no se había consolidado ni divulgado en China hasta el año 1899. Lo curioso es que debido a la influencia de los timbres postales del gran dragón, los sellos de rúbrica publicados por el Gobierno de la dinastía Qing tendieron a recurrir también al dibujo de dicho animal imaginario, símbolo de la autoridad absoluta y del poder máximo.
Efectivamente, los sellos son fruto de los servicios postales modernos. El primer timbre del mundo nació el 1 de mayo de 1840 en Inglaterra y en realidad la historia de los servicios postales es mucho más larga que la de los sellos. Por ejemplo, las atalayas de la antigua muralla china servían, entre otras cosas, para transmitir información mediante el uso del humo. Ya en la dinastía Zhou (1100-221 a.C.) se instaló una red oficial de servicio postal llamada yóuyì (邮驿, posta de correos). Cada cinco kilómetros se construyó una posta donde solamente se admitían gratuitamente boletines oficiales o informes militares sin encargarse de recoger cartas personales del público general. Si los paisanos querían mandar sus propias cartas, la única manera era recurrir a familiares y conocidos que salían de viaje, lo que resultaba muy engorroso. La situación no cambió hasta el reinado del emperador Yongle de la dinastía Ming (1368-1644), alrededor de la época en que el navegante Zheng He realizaba sus viajes. A partir de este momento, comenzaron a aparecer en China cada vez más oficinas de correos destinadas al servicio civil, en las que además de mandar cartas se podía también enviar paquetes o hacer transferencias monetarias. Sin embargo, el carácter privado que tenían estas oficinas determinó la insuficiencia mostrada en aspectos como la cobertura geográfica y la eficacia.
Debido a la vasta extensión que cubre el territorio chino, era muy difícil el intercambio postal entre el pueblo antes de la dinastía de Ming, lo que obstaculizo el progreso económico y social de China. El distanciamiento de noticias también supuso la intensificación de los sentimientos de añoranza con respecto a los familiares y amigos. Hemos encontrado muchos versos que expresan este tema: “Tras tres meses de batallas continuas, una carta de la familia vale más que el oro”. Otros dicen: “Si mis familiares y amigos de Luoyang preguntan sobre mí, diles que mi corazón es puro como el jade y claro como el hielo”. O la profunda preocupación que se muestra en: “Tras una borrachera despierto en mitad de la noche, solo se ven la luna creciente y las ramas de sauces movidas por la brisa”. También tenemos las emocionantes palabras del siguiente verso: “Ya que coincidimos sentados sobre caballos sin papel ni pincel en la mano, solo quiero que transmitas a mi familia el recado de que estoy sano y salvo”. Los sentimientos tiernos también se ven reflejados en este otro verso: “El gusano no para de producir seda hasta el último día de su vida y la vela nos ilumina hasta el último momento”. Y, por último, un sentimiento complejo y triste proyectado de esta forma: “Me preguntas la fecha de mi vuelta, pero no sé cuándo podré regresar a tu lado”.
En 1896, es decir, 18 años después de la publicación de los sellos del gran dragón, el emperador Guangxu de la dinastía Qing aprobó formalmente la apertura del servicio postal nacional, dándole el nombre de Correos de la Dinastía Qing, y nombró a Robert Hart director general del Departamento Tributario de la Aduana China y de dicho servicio de correos.
Con motivo de 110 aniversario del nacimiento del sello del Gran Dragón de la Aduana, en 1988 el Ministerio de Correos y Telecomunicación de China emitió una edición conmemorativa limitada. Asimismo, la Editorial Numismática de China publicó un álbum monográfico para celebrar dicho acontecimiento, además de grabar un documental en su honor.
Notas:
(1) Sir Robert Hart (1835-1911) fue un diplomático británico en China que sirvió como Inspector General del Servicio Aduanero Imperial Marítimo (IMCS) desde 1863 a 1911, fecha de su fallecimiento. El Gobierno chino, durante los últimos años de la dinastía Qing (1644-1911), cedió el poder ejecutivo de la administración aduanera a las potencias occidentales que le habían invadido.
Publicado originalmente en:Revista Instituto Confucio.Número 10. Volumen I. Enero de 2012.Leer este reportaje en la edición impresa
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