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Que nos perdonen las novelas, los ensayos, las novelas que parecen ensayos, los ensayos novelados e incluso las novelas que parecen ensayos de novelas. Que nos perdone la poesía también (Que nos perdone la poesía, posible título para una antología disruptiva, tal vez generacional), que nos perdonen, en fin, todos esos libros llenos solo de letras que no dejan de llegar y llegar. Tenemos que confesar que esta semana nos hemos refugiado en los cómics. Tal vez por paladear por un instante esa dulce sensación de abarcar lo inabarcable, ese momento en el que la velocidad de lectura y la de publicación parecen acompasarse, algo que no deja de ser una fugaz ilusión cinética, pero ya sabemos que de ilusión también se vive.
A estas alturas del año, la industria editorial es un AVE lanzado por las llanuras de Castilla La Nueva camino, pongamos, de Ciudad Real y nosotros nos movemos a la misma velocidad que Quijote-Sancho-Sancho-Quijote cuando reemprendían su ruta después de que unos gigantes, reales o imaginarios, le midieran el lomo al ingenioso hidalgo. Por decirlo literariamente y de manera sólo una pizca exagerada. No nos da tiempo ni de poner cara de vacas mirando al tren. Hasta pronto, veloz maquinaria engrasada repleta de nuevos títulos, tal vez nos reencontremos cuando llegue el verano.
Y, bueno, que hemos leído cómics porque hemos tenido por aquí a dos grandes de esto como Richard McGuire y Kate Beaton y, sobre todo, porque es que nos gustan tanto…
La idea es leer para seguir leyendo. Por ejemplo, la destilación del humor negro al que llega Irene Márquez en su nuevo álbum, La muerte – de Irene Márquez, un conjunto de historias entre tiernamente brutas y brutas a secas, en las que demuestra que si no se toma demasiado en serio la vida, cómo lo va a hacer con la muerte.
Si Irene lleva la vida (literalmente) al límite y cada página es un estribillo punk, Dash Shaw arma en Todo abruma una de esas historias compuestas por existencias cruzadas que si las representas en una gráfica no tendrían picos ni altos ni bajos, un tono medio, casi de ambientación musical. Cero dramas. Al principio todo parece desenfocado, pero juntas forman un mosaico de cuatro viñetas por página que nos va acercando con lupa a los personajes: dudan, se equivocan, eligen sabores de helado. Un cómic coral, entre lo serio y lo irónico, pero muy de verdad.
Muy oportuna nos parece la reedición de la primera colaboración del guionista Felipe Hernández Cava y el dibujante Pablo Auladell, Soy mi sueño, publicada en 2008 por la desaparecida Ediciones de Ponent. “Un día yo también seré una estela negra que corta el cielo”, dice la voz del piloto de combate alemán Erich Hafner. ¿De dónde proviene esa voz? ¿Con quién dialoga? ¿En qué especie de purgatorio ceniciento se encuentra? Trenes que cruzan Europa, aviones cargados de muerte, civiles indefensos ante las fuerzas de la Historia y los discursos simples que agitan las conciencias hacia el odio al otro, el campo de batalla y el apocalipsis. Un guion profundo y una representación gráfica que a veces parece un cruce entre las atmósferas más sombrías de Turner y la potencia icónica de la pintura medieval. Un álbum magnífico.
Soy mi sueño contiene una capa de lectura más: la herencia recibida de los padres, su presencia y su ausencia. Y ese es el punto de partida de El Rey Medusa, la primera entrega de una probable trilogía de Brecht Evens, al que recordarás porque es el autor de Jolgorio, que fue nuestro cómic del año en 2022. “Un día, mi padre se echó en su estudio y allí se quedó. No salió en años. Dejó de hablar. Y prefería que yo tampoco hablara. Era un gran pensador. Y para pensar necesitaba silencio”, dice el niño protagonista.
Crece como aquel buen salvaje, sólo, intentando sacar a su padre del letargo depresivo en el que ha entrado al morir su esposa, llamar su atención, llenar un vacío. Lo consigue dibujando: el hombre ve en los dibujos infantiles una señal de que su hijo es un elegido, una especie de mesías que puede salvar un mundo al que considera en peligro por la acción de una casta maligna a la que denomina ‘Los Dirigentes’. Una paranoia conspirativa que el niño recibe como si fuera un juego, lo que sea con tal de no volver a alejarse de esa figura sin rostro que le abraza.
¿No sería la conspiranoia una especie de visión infantil del mundo? Una lógica muy cerrada y autorreferencial que tiene como punto de partida una fantasía, una mezcla de disparate y razonamiento extremo. Un castillo de naipes asentado en un folio que flota en un río.
Jolgorio era un largo viaje al fin de la noche, una historia que se deslizaba entre encuentros y alborotos hacia la idea de que quizás se puede huir de todo menos de uno mismo. Aquí volvemos a encontrar a personajes solitarios en busca de un interlocutor, seres heridos, vulnerables, envueltos en una energía poderosa, a veces oscura a veces deslumbrante, que Evens transforma en grandes masas de color y movimiento, como aquellas acuarelas de Emil Nolde, el pintor expresionista. Atmósferas incendiadas, constelaciones como joyas vivas sobre el firmamento, como si los personajes tuvieran la facultad de controlar todas las fuerzas vivas del universo.
Cada autor es original a su manera, pero podemos afirmar que Evens hace algo único. La página parece un lienzo en blanco que se resiste a cualquier fórmula: puede utilizar viñetas o dejar que todo flote y se agolpe como las gentes de los cuadros de Ensor, puede ser absolutamente preciso con el dibujo o sólo insinuar sus formas, pasa de lo objetivo a lo subjetivo, de lo tóxico a lo tierno. Y el color: todo es de color.
No se nos ocurre mejor palabra para definirlo que arrebatador. El Rey Medusa se disfruta con los ojos y con la emoción, con la sensación permanente de sorpresa y de que lo que hace no se puede hacer de otra manera. Así que libro de la semana de la semana de los cómics.
Ahora vendría aquí eso de lo que pasa en Corsarias pero es que de eso que te contamos que hacemos por las tardes –y que en verdad hacemos, hay pruebas– no tenemos nada a la vista hasta el próximo viernes 25, que ya te contaremos. Semana Santa para todos. Por cierto, cerramos jueves y viernes, pero el sábado 19 estamos aquí en el horario habitual.
Lo que sí está más próximo es el Día del Libro. Tenemos ya el almacén repleto de cajas listas para viajar hasta la Plaza y está a punto de llegar el libro que editamos con colegas editores y libreros y que te regalamos todos los años o casi todos. Una edición no venal pero con mucha sangre en las venas, la guinda celebratoria a esa celebración que esta vez cae en miércoles. ¿Cuál será? Sorpresa.
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