Inventos de la antigua China adelantados a su tiempo
Inventos de la antigua China como el papel y la imprenta, la porcelana, la pólvora, la brújula o la fabricación de la seda se anticiparon en muchos siglos a creaciones occidentales similares. Pero en algunos casos, el tradicional aislamiento de China hacia el mundo exterior hizo que pasaran desapercibidos para el resto del mundo.
Actualmente se piensa que la mayoría de utensilios que usamos en la vida diaria han sido inventados por occidentales, imponiendo así un hecho que puede no ser del todo cierto. La historia y los documentos científicos han demostrado en numerosas ocasiones que la mayoría de técnicas y herramientas que los occidentales crearon ya habían sido inventadas por los antiguos chinos. Es más, las empleaban con total normalidad desde siglos atrás. El tradicional aislamiento de China hacia el mundo exterior —sobre todo a partir de la Dinastía Ming (1368-1644)— ha contribuido en gran manera a que inventos de la antigua China hayan pasado desapercibidos por el resto de la humanidad y se les haya dado más protagonismo a científicos e inventores occidentales en detrimento de los chinos. Es hora de darles el protagonismo que se merecen.
La longeva historia de China, como cronología de una de las civilizaciones más antiguas del mundo con continuidad hasta la actualidad, tiene sus orígenes en la cuenca del río Amarillo —conocido en chino por Huang he—, donde surgieron las primeras dinastías Xia (siglo XXI-XVI a.C.) y Shang (1600-1046 a.C.). La existencia de documentos escritos desde muy antiguo ha permitido el desarrollo en China de una tradición historiográfica muy precisa, que ofrece una narración continua desde las primeras dinastías hasta la edad contemporánea.
Esta evolución, las condiciones idóneas de la zona que habitaban, el espíritu emprendedor de los chinos y el afán de superación, junto con su modo de vida hicieron que China se convirtiera en la cuna de innumerables inventos y descubrimientos que con el tiempo han contribuido en gran manera al desarrollo de toda la humanidad. Así, la seda nació allí, hace cinco mil años. Antes que nadie, los chinos descubrieron, nombraron y cultivaron el té. Fueron los primeros en extraer sal de pozos profundos y fueron los pioneros en usar recursos naturales como el gas y el petróleo en sus cocinas y en sus lámparas, entre otras cosas.
Dos mil años antes de que los ingleses mecanizaran su agricultura los chinos ya usaban los arados de hierro de porte liviano y las máquinas sembradoras, así como trilladoras y cosechadoras. Además, inventaron la brújula mil cien años antes de que los barcos europeos empezaran a usarla. Descubrieron que los molinos de agua podían producir energía limpia para sus hornos de hierro y de acero mil años antes que los alemanes descubrieran dicha tecnología. Hace mil doscientos años inventaron la pólvora, y un siglo después el cañón.
Hace novecientos años, crearon máquinas de hilar seda con bobinas movidas a pedal, que los italianos copiaron con dos siglos de atraso. También inventaron el timón, la rueca, la acupuntura, la porcelana, el fútbol, los naipes, la linterna mágica, la pirotecnia, la cometa, el papel moneda, el reloj mecánico, el sismógrafo, la laca, la pintura fosforescente, los carretes de pescar, el puente colgante, la carretilla, el paraguas, el abanico, el estribo, la herradura, la llave, el cepillo de dientes y otros utensilios que ahora utilizamos con total normalidad sin saber su verdadero origen chino.
Además de estos grandes inventos de la antigua China, durante siglos se observó en el país un desarrollo y avance muy importante en áreas como la antigua ciencia médica, las matemáticas, la astronomía, la arquitectura, la geografía, la impresión con tinta de colores o la metalurgia.
Invención del papel y la imprenta
Hace más de mil novecientos años, los chinos inventaron el papel e imprimieron libros seis siglos antes que el herrero alemán Johannes Gutenberg (1398-1468) y dos siglos antes que él usaron tipos móviles de metal y porcelana en sus imprentas.
Antes de la invención del papel -cerca de 3.000 años después de que los antiguos egipcios utilizaran el papiro para escribir-, los chinos escribían ya sobre los caparazones de las tortugas, en los huesos de los animales, en trozos de bambú o sobre seda. Las corazas de las tortugas y los huesos pesaban tanto, eran tan poco fáciles de usar y caros que únicamente los ricos pertenecientes a la nobleza podían utilizarlos. Durante la dinastía Han del Este (202 a.C-220 d.C.), el eunuco y consejero imperial Cai Lun (50-121) perfeccionó la técnica de la fabricación del papel tras miles de intentos fallidos y mucha perseverancia utilizando corteza de morera y fibras de bambú con agua, escurriendo y secando la mezcla en un marco plano de bambú. Esta tecnología se hizo rápidamente muy popular debido a que ofrecía un material sobre el que escribir que no sólo era muy barato, sino que también era muy práctico, por lo que fue llamado Papel del Mandarín Cai (en chino, Cai Hou Zhi o 蔡侯纸).
Otros materiales usados durante las dinastías Tang (618-907) y Song (960-1279) en la elaboración del papel incluían cortezas de diversos árboles, el cáñamo, el lino y hasta las redes de pesca, con lo que el papel fue adquiriendo cada vez más protagonismo en la vida diaria del pueblo chino, logro que sirvió además para el desarrollo de la caligrafía y sus técnicas con tinta negra.
Los avances en la elaboración del papel fueron complementados por el desarrollo de la imprenta. La xilografía fue usada en China en el Siglo VII, y el texto impreso conocido más antiguo corresponde a unas escrituras budistas del año 868 conocidas como El Sutra del Diamante. Imprimir libros consumía mucho tiempo, ya que el método de entalladura utilizado requería grabar un bloque nuevo para cada página.
La impresión evolucionó a partir de los sellos antiguos y las piedras esculpidas. Antes de que se inventara la imprenta, la gente que quería tener un libro debía hacer una copia del original, caracter a caracter. Incluso durante las dinastías Sui (581-618) and Tang (618-907), se inventó la impresión de caracteres sobre bloques de madera, lo que aceleraba el proceso de impresión, aunque este método era bastante complicado e incómodo de realizar. Después, durante la dinastía Song del Norte (960-1127), el artesano Bi Sheng (990-1051) inventó la imprenta a base de piezas de porcelana china. Esta tecnología introdujo un cambio fundamental en la calidad de impresión, haciendo más rápido el intercambio de información.
Los tipos móviles de impresión fueron inventados durante la Dinastía Song (960-1279). Los caracteres móviles chinos eran tallados en madera y se podían disponer según la necesidad del momento y el efecto a conseguir. De hecho, estas piezas podían incluso ser reutilizadas, toda una ventaja en aquélla época. Versiones posteriores usaron arcilla, pero los caracteres se quebraban con gran facilidad. Durante la Dinastía Ming (1368-1644) los tipos móviles de madera fueron perfeccionados y los libros se imprimieron utilizando el proceso de impresión a dos colores.
La rápida adopción de la tecnología del papel y la imprenta en China, precipitó la difusión del conocimiento entre la élite literaria y la aristocracia, aunque su invención y uso no traspasó sus fronteras.
Invención de la pólvora
La pólvora fue descubierta por casualidad por antiguos alquimistas taoístas durante la Dinastía Han del Este (25-220) en busca de fórmulas magistrales que les hiciera poseedores del elixir de la inmortalidad, aunque nunca la utilizaron como un arma de guerra. Así, experimentando con azufre, salitre (nitrato de potasio) y mercurio extraído del plomo provocaron muchos incendios. Wei Boyang, uno de esos magos, en el año 142 escribió un texto de alquimia llamado Libro del parentesco de los tres (en chino Cantong qi o 参同契) en el que advertía sobre las mezclas de ciertos materiales y su peligrosidad.
Más tarde, la gente usó esta fórmula para elaborar pólvora en grandes cantidades y se le dio el nombre de “la medicina del fuego”, en chino huoyao o 火药. Tras esto, la pólvora comenzó a usarse en muchas y variadas áreas, por ejemplo, en la confección de petardos, fuegos artificiales y bengalas para hacer señales. A finales de la dinastía Tang (618-907), se inventaron las armas que usaban la pólvora como munición hecha de una combinación de salitre y azufre con carbón y comenzó a usarse en la guerra, sobre todo durante la dinastía Song del Norte (960-1127), época en la que se usó en fusiles y cohetes. El ejército Song también llenaba tubos de bambú con pólvora y los usaba como una forma primitiva de lanzallamas. En el año 1126, un oficial militar llamado Li Gang defendió la ciudad de Kaifeng usando cañones, causando gran cantidad de bajas en las filas enemigas. En Europa la invención del cañón y su uso no llegó hasta el siglo XIV, es decir, más de doscientos años después de que los chinos lo perfeccionaran.
Más tarde se inventaron las granadas de mano sencillas, que se arrojaban al enemigo usando una catapulta. Hoy en día, la invención de la pólvora tiene todavía una gran importancia, ya que se usa principalmente en ingeniería para la demolición de montañas, en la construcción de carreteras o en el dragado de los ríos.
Invención de la brújula
La brújula es un instrumento que indica el rumbo, empleado en la actualidad por marinos, pilotos, cazadores, excursionistas y viajeros para orientarse. Pero pocos saben que ya en la época del Periodo de los Estados Combatientes (450-221 a.C.), el pueblo chino descubrió las cualidades de la piedra imán, la cual ofrecía la función de mostrar la dirección norte-sur. Así, usaban un trocito de caña conteniendo una aguja magnética que se hacía flotar sobre el agua. Esta indicaba el norte magnético, sin embargo se tenía que utilizar únicamente sobre aguas tranquilas, pues de otro modo el instrumento fallaba. Es por ello que comenzó a utilizarse sobre grandes vasijas de agua. Más adelante fue mejorada para reducir su tamaño e incrementar su practicidad, cambiándose la vasija de agua por un eje rotatorio y añadiéndose una rosa de los vientos que servía de guía para calcular direcciones.
Existe una leyenda según la cual, en una batalla dirigida por un emperador chino en medio de una intensa niebla, se empleó para orientar a las tropas un carro con una figura humana que señalaba siempre el Sur, lo que determinó su victoria.
Con el tiempo y basándose en las propiedades del imán, se construyó el primer aparato rudimentario capaz de precisar la dirección según los cuatro puntos cardinales. A este instrumento se le llamó Sinan –literalmente si (司) significa “dirigir” y nan (南) “sur”,de ahí 司南 o “dirigir hacia el sur”-. Se trata de un aparato chino usado para determinar la dirección, el cual consiste en una cuchara magnética lisa y un plato de cobre en el que se cincelan los puntos cardinales. Allá donde apunta el mango de la cuchara será el Sur, mientras que el cuenco de la cuchara nos muestra siempre el Norte. La cuchara magnética está hecha de piedra imán. Tiempo después, los chinos perfeccionaron todavía aún más el sinan e inventaron la brújula o compás magnético.
También se sabe que los chinos traficaron por mar con los países del golfo Pérsico y el mar Rojo en el siglo IX, aunque no consta que usaran para ello la brújula. Durante la dinastía Song del Norte (960-1127), la brújula se usó sobre todo para la navegación náutica, ejerciendo una gran influencia en esta disciplina. Bien sea durante las largas navegaciones del eunuco Zheng He(1371-1433) hacia los mares del Oeste -quien realizó ocho viajes marítimos entre 1405 y 1433- o en misiones alrededor del globo terráqueo llevadas a cabo por navegantes europeos, la brújula ha contribuido enormemente en sus trayectos por mares y océanos.
La más antigua referencia al magnetismo, que no a la brújula en sí misma, en la literatura china se encuentra en una obra del siglo IV llamado el Libro del señor del valle de los demonios(en chino Guiguzi o 鬼谷子) cuando se afirma que “la magnetita es capaz de atraer el hierro” y describe su uso espacial en la búsqueda de senderos a través de las montañas. La primera mención de la atracción magnética de una aguja se encuentra en un libro chino escrito entre los años 20 y 100 en el que se afirma que “una magnetita con forma de cuchara apuntaba hacia el Sur”. El primer escrito que hace alusión al uso de una aguja magnetizada en navegación es el libro Charlas de la mesa de Pingzhou escrito por Zhu Yu y fechado el año 1117. Todo esto indica que los chinos ya conocían estas técnicas mucho antes que los occidentales y las aplicaban al mundo militar y civil. Posiblemente fuera Marco Polo quien introdujo la brújula china en Europa, aunque este punto no está del todo claro.
Invención de la cerámica y porcelana china
Los alfareros chinos comenzaron a hacer la primitiva porcelana, una forma sumamente refinada de la fabricación de la cerámica, durante la Dinastía Shang (1600-1046 a.C.). El proceso requería que la arcilla rica en caolín –un tipo de arena blanca- combinada con la que llamaron “tierra de porcelana” -abundante en feldespato y en álcali- se cociera a una temperatura superior a los 1.500 grados en hornos especializados con quemadores de carbón de leña de curso descendente. Estos materiales combinados se vitrificaban con el calor y daban como resultado la exquisita porcelana, un producto de gran dureza y enorme valor que pronto hizo famosa a China en todo el mundo Tanto fue su éxito que en inglés porcelana se dice china.
La porcelana tal cual la conocemos hoy en día fue producida durante la Dinastía Tang (618-907), cuando los alfareros chinos aprendieron a controlar el contenido de hierro que reduce la interferencia del color, dando por resultado la blancura. La fabricación de la porcelana fue finalmente dominada tal cual la conocemos hoy en día durante la Dinastía Ming y, la de alta calidad, se exportó a Japón y a Europa. En el sur, cuando el emperador de China se ve forzado a trasladarse allí, se fabrican porcelanas con una arcilla azulada de vidrio color jade y resquebrajaduras perfectamente formadas. A este tipo de porcelana se le dio el nombre de celadón y sería copiada en Corea y en el sudeste asiático.
La compleja composición de la misteriosa cerámica que en China se fabricaba desde hacía mil años no lograba ser conocida por los alquimistas europeos, quienes fracasaban repetidamente en sus múltiples ensayos. La porcelana china por aquél entonces se había convertido en un objeto de gran valor, símbolo de riqueza y prestigio. Poseer la fórmula de la porcelana suponía conseguir la piedra filosofal del oro blanco (en referencia a la pasta blanca de la base de la porcelana). Fue el joven alquimista alemán Johann Frederick Böttger, cautivo en un viejo castillo de Sajonia, prisionero del rey Augusto II, rey de Polonia y Elector de Sajonia, quien en el siglo XVIII tras duros años de trabajo consiguió averiguar la composición y el procedimiento de la cocción, así como los diferentes esmaltados de la bella y resistente porcelana, tres mil años después de los chinos.
Invención de la seda china
La seda tiene una consistencia muy fina y una apariencia brillosa, que proviene de la estructura triangular de tipo prisma que refracta la luz. Según la tradición china, la historia de la seda empieza en el siglo XXVII a.C. y prosigue durante tres milenios de exclusividad durante los que China exporta este tejido precioso sin revelar jamás el secreto de su fabricación. El arte de fabricar seda se transmitió después a otras civilizaciones gracias a mercaderes, ladrones y espías de todo tipo, como monjes o diplomáticos. Una vez llega a Europa occidental a finales de la Edad Media, la producción de seda alcanza la fase de la industrialización a partir del siglo XIX.
Se cree que los chinos fueron los primeros en confeccionar la seda alrededor del 2.700 a.C. La leyenda cuenta que en el siglo XVII a.C. Lei Zu, una concubina del emperador Xuanyuan, descubrió la seda cuando un capullo de la polilla del gusano cayó desde un árbol de moras dentro de su taza de té. Al intentar sacarlo, empezó a devanar el hilo del capullo y tuvo entonces la idea de tejerlo al darse cuenta que parecía no tener fin. Luego de varios experimentos, finalmente logró entretejer el filamento de seda en un trozo de tela. Desde ese momento, la joven permanece en la mitología china como la Diosa de la Seda.
Aún hoy, el proceso de entretejer la seda sigue siendo el mismo y no ha variado con el paso del tiempo. Conocido como sericicultura, los capullos son colocados en agua caliente para liberar los filamentos de seda y matar la larva del gusano. Las fibras son combinadas para formar un hilado, se enrollan y finalmente se secan. Con cada capullo se pueden producir alrededor de 460 a 1100 metros de seda.
Numerosos descubrimientos muestran que la seda se convirtió pronto en un material de lujo apreciado en los países extranjeros. Este tejido suave y brillante era considerado el artículo de comercio más valioso de China, dando por resultado la famosa Ruta de la Seda. Su producción fue un secreto gubernamental celosamente custodiado hasta el año 300 d.C., cuando se divulgó hacia la India y Japón. Hasta ese momento su monopolio estaba defendido con una ley imperial que condenaba a muerte a cualquiera que tratara de exportar gusanos de seda o sus huevos fuera de China.
Publicado originalmente en la Revista Instituto Confucio.
Número 3. Volumen III. Noviembre de 2010.
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Número 3. Volumen III. Noviembre de 2010.
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