De Casablanca con amor: arte pop y culebrón
Rebel Spirit es un artista visual que contagia gracia y pasión a una ciudad medio gris, que siempre anda con prisas y el ceño fruncido
Esauira
Una de las obras de Rebel Spirit.
Es difícil dar con un casablanqués que ame su ciudad, pero, helo aquí: se llama Mohammed Amine El Bellaoui, o Rebel Spirit. Nació en 1989 y es el padre artístico de un personaje llamado Al Madani (el ciudadano). Las andanzas de Al Madani tienen como paisaje excluyente las calles de Casa, como llaman familiarmente en Marruecos a la segunda gran metrópolis del Norte de África (después de El Cairo). Casablanca, la quinta ciudad con más densidad de población del mundo, suma con la periferia unos siete millones de habitantes. Y solo algunos, y a veces, se asoman al puerto brumoso, el más grande de Noráfrica.
Los casauis circulan aceleradamente por su caótica ciudad, con el ceño fruncido y los cristales del coche subidos, rezongando por los atascos, quejándose de los mendigos, los ladronzuelos o la suciedad, pero nuestro ciudadano Al Madani es un romántico disfrutón. Él ha protagonizado ya dos novelas gráficas –El guía casablanqués y De Casablanca with love– que se agotaron en pocos meses (se vendieron 3.000 ejemplares de la primera, aparecida en enero de 2015, y 1.000 de la segunda, en noviembre de 2017). Los cómics –en los que cada viñeta es una obra de arte– se distribuyen en Marruecos y en Francia, a pulmón (y con una pequeña ayuda de la Fundación Uzine), pero Rebel Spirit no se rinde; al contrario, se crece con estos desafíos editoriales y creativos que lo han llevado a exponer sus pinturas e instalaciones en galerías de arte y grandes eventos. Su talento es el combustible.
“Soy un enamorado de Casablanca –confiesa Rebel Spirit– y creo que sus habitantes no se han tomado el tiempo de caminar, saborear el espacio público y admirar las fachadas art-decó y su arquitectura. Solamente los vagabundos la disfrutan en las plazas. Los demás solo salen para ir a cenar y a la discoteca, y pasan contaminando y tocando el claxon”. ¿Serán los mismos los que luego sugerirán al artista que mejor muestre lados más amables de la ciudad?
“Para mí era importante contar historias simples, las que representan las vivencias de esta generación, y que son muy específicas de Casa"
Amine creció en Esauira, la pequeña villa portuaria en la que ahora charla con África no es un país, a la que siempre vuelve, como buen cultor del reggae africano y el gnawa: su nombre artístico es un verso del Sahararaggadel grupo Gnawa Difussion. “Soy el último hijo, con tres hermanas mayores. Mi familia trazó un sistema muy clásico de vida para mí pero después del Bachillerato científico, empecé Artes. Ya desde los 15 años éramos grafitteros en Casablanca, con medios de lo más precarios y nos importaban mucho dejar estampados en las paredes nuestros nombres. De ahí viene Rebel Spirit”.
De ida y de vuelta en bus o en tranvía hacia la escuela de Bellas Artes, Amine cruzaba todos los barrios de la ciudad, frente a sus ojos pasaban todas las categorías sociales, e iba imaginando historias con personajes variopintos, desde las que podían protagonizar algunos burgueses intocables hasta las de los vendedores de cosas usadas o de haschís de los barrios bajos. Su trabajo de fin de carrera fue, entonces, hacer arte de esas idas y vueltas en transporte público, de la mano del guía casablanqués.
Aquel recorrido en viñetas empieza por la decodificación del lenguaje mudo que sirve para tomar un taxi que nos lleve a a cada sector de la ciudad. Ese particular código de señas para indicarle la dirección al chófer incluye no menos de ocho gestos que solo conoce un casaui. Por ejemplo, un pasajero con los sus dedos índice al costado de la cabeza -haciendo las orejas de los corderos- querrá ir al barrio donde los venden; otro con los dos dedos de una mano extendidos sobre el hombro indica las estrellas en la charretera, en alusión a la dirección del antiguo cuartel militar; otro que se toca el mentón alude a los ‘barbudos’, para indicar que va a Sidi Moumen, la barriada de la que salieron los terroristas que atentaron contra la Casa de España y otros edificios céntricos en 2003.
“Para mí era importante contar historias simples, las que representan las vivencias de esta generación, y que son muy específicas de Casa: la manera de comunicarse con los taxis, el fútbol y todo lo que sucede en torno al clásico WAR-Raja en las familias, cómo cambian los barrios que, una semana antes del partido, se tiñen de los colores de su club. Ese orden en el desorden es el que yo amo”, explica Rebel Spirit.
"Ya desde los 15 años éramos grafitteros en Casablanca, con medios de lo más precarios"
A través de viñetas de un pop-artcostumbrista (podríamos hablar de un Liechtenstein suelto en Marruecos), con mucha gracia, sabremos cómo evitar la estafa en el mercado de pulgas o qué fue de la vida de las chicas de barrio que se escapan de sus hermanos para vivir su historia de amor. “Porque en la segunda parte, Al Madani se enamora y huye por la ciudad en moto, con Aziza, la chica a la que su padre le arregló un matrimonio con un hombre mayor, contra su voluntad (…) Ella es la mujer de su vida”, comenta. Es así, tormentosamente, como en esta sociedad suelen ver y vivir el romance, con los repliegues de un culebrón mejicano. De hecho, la telenovela Guadalupe y Alfredo marcó -cuanto menos- a la generación de Rebel Spirit, como él mismo lo reconoce.
La afición por las idas y vueltas de voluntades torcidas e hijos no reconocidos, malentendidos, especulaciones y relaciones de interés que se vuelven pasiones verdaderas, como en un guión de la cubana Delia Fiallo, habla del deseo de amar. “Sí, pero las mujeres están hartas en Marruecos: los hombres son un poco cansadores. Las comprendo. Es que hemos crecido, en los años 80 y 90 viendo telenovelas en la tele. La gente tiene fotos de la actriz mejicana que hacía de Guadalupe; en el campo, los vecinos se juntaban en una casa para verla. Los ladrones de ganado esperaban a la hora de la telenovela para salir. Hay canciones chaabi que cantan a los protagonistas. Y junto a esto, los filmes low costmarroquíes y de Bollywood”, sonríe Amine.
Hay más paisajes vivos y otras neurosis sociales que le inspiran. Desde los techos, un día reparó en la disposición de las antenas parabólicas. Su instalación No signal da cuenta de esa locura por la televisión: “Son una frontera entre el cielo y las casas. Vi que casi todas están orientadas hacia el satélite que emite los canales saudíes, que no es la misma dirección que la de La Meca. Antes no existía el Islam radical; ahora, sus cabezas van hacia el satélite. Y el Wahabismo pone muchísimo dinero en esas cadenas”.
Por si hiciese falta, la aclaración de Rebel Spirit: “No hago decoración, no soy caricaturista ni decorador: mis imágenes significan una reflexión”
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