domingo, 2 de septiembre de 2018

La otra cueva | El Mundo

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Columnistas




La otra cueva

Autor: Álvaro González Uribe


14 julio de 2018 - 12:09 AM
Hollywood no se atrevería a producir o premiar una película sobre los niños inmigrantes enjaulados en la frontera con México por la cero tolerancia de Trump.

El cielo puede esperar





Medellín



“Rescatados los 12 niños y su entrenador atrapados en una cueva de Tailandia”, tituló El País de España el pasado martes 10 de julio, como de manera similar lo anunciaron varios periódicos y noticieros del mundo.
“El mapa de los niños atrapados por la guerra”, tituló El Colombiano el pasado lunes 9 de julio, aludiendo a una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU del mismo día que llama la atención sobre el uso de los niños en los conflictos, sus asesinatos, violaciones sexuales y secuestros.
Niños atrapados…
Dos titulares dramáticos sin duda: la muerte que ronda; la tragedia... Dos titulares dolorosos sin duda: niños que sufren...
Pero dos titulares con final diferente: Pese a la pesadilla, el primero precedía una noticia con final feliz y que conmovió al mundo. Y pese a la pesadilla, el segundo precedía una noticia sin final feliz y con presente horroroso porque cada vez conmueve menos al mundo por lo común, por lo ubicua, y porque, además, es más pesadilla, y porque además, crece, y porque mucho más además, involucra a millones de niños.
La primera pesadilla terminó felizmente y pronto tendrá película que será premiada con varios óscares en Hollywood. (Ya veo los niños sonrientes, caminando en fila por la alfombra roja). Sobre la segunda pesadilla, los niños que sufren y son maltratados, ya existen y existirán más películas que han ganado y ganarán un Óscar como “mejor película extranjera” (eso sucede en otra parte…). Hollywood no se atrevería a producir o premiar una película sobre los niños inmigrantes enjaulados en la frontera con México por la cero tolerancia de Trump.
(De esos niños enjaulados escribí apenas hace dos semanas, de esos mismos niños y de los miles atropellados de diversas maneras en el mundo y en Colombia).
Es que los niños atrapados en las cavernas de las violencias y abusos no son taquilleros.No digo que no preocupen y no duelan, pero son comunes, son paisaje y, qué triste, nos vamos acostumbrando a la sal en la misma herida. Se nos incrementa el umbral del dolor humano. Cuando lo hay.
Y, en especial en Colombia, niños atrapados en las cuevas de sus casas en donde son maltratados o violados por sus familiares o adultos a cargo ante el silencio cobarde de los vecinos. Niños atrapados en las cuevas de las calles en donde son explotados o abusados por cualquier lobo feroz que abundan en esta estepa de indolencia. Niños atrapados en las cuevas de la desnutrición por la ineficiencia y la corrupción de contratistas privados y de entidades del Estado. Niños atrapados en las cuevas de las violencias y abandono del campo y de territorios de guerras recicladas donde infructuosamente líderes sociales, maestras y maestros tratan de salvarlos.
“¡Moo Ba Sae! ¡Moo Ba Sae!” (¡Los jabalíes salvajes luchan!), gritaban de júbilo en las calles de Mae Sai donde vive la mayoría de niños rescatados en Tailandia, en alusión al nombre del equipo de fútbol al que pertenecen.
“Me gustaría ver que el cariño de la humanidad, que los tailandeses sigan ayudándose tanto los unos a los otros como hemos hecho hoy, en el día de nuestro éxito. Ojalá podamos ver cooperación, y que las lecciones que hemos aprendido estos días se aprovechen”, dijo el coordinador del rescate Narongsak Osottanakorn.
Contrastes que salan nuestras heridas…
Sobre la otra cueva más grande y más cruel, la gran cueva del horror que sigue con millones de niños atrapados en sus fauces, expresó el primer ministro sueco Stefan Löfven refiriéndose al informe de la ONU: “aunque manejamos diferentes cifras, la ONG Save the Children dice que tenemos unos 357 millones de niños atrapados en conflictos. Podemos estar en desacuerdo sobre la cuestión del número pero debemos estar de acuerdo en que el hecho de que haya niños involucrados en un conflicto o guerra es un fracaso y debemos cambiarlo”.
Nunca me cansaré de escribir y llamar la atención sobre la cueva que son el mundo y Colombia para los niños. Una caverna laberíntica y lóbrega de donde tienen pocas esperanzas de salir. Tan profunda y oscura que su verdadera dimensión alcanza pocos titulares.
Bien la movilización y la atención mundial por los 12 niños atrapados en esa cueva en Tailandia. Ojalá sea esa y mayor la atención y movilización por los millones de niños atrapados en las guerras, en las violencias, en los maltratos, en los abandonos, en las violaciones, en la corrupción y en la explotación en todo el mundo. Y en Colombia sí que más.

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