Plaza de la Música.
Harbin (哈尔滨), la perla que resplandece entre oriente y occidente
La ciudad china de Harbin es conocida popularmente por sobrenombres como la París de Oriente o la Moscú del Este, se presenta en la cámara del viajero como el reflejo de una perfecta amalgama de nieve, hielo y coloridas luces. En el corazón de quienes la conocen es la imagen de una helada ciudad, la perla que resplandece con una belleza y un encanto capaces de cautivar a cualquiera durante sus cuatro estaciones.
Situada en la planicie del nordeste de China, también conocida como la Llanura de Manchuria, Harbin es la capital de la provincia de Heilongjiang. Para hallar sus orígenes es necesario remontarse a la segunda mitad del Paleolítico, pues las evidencias arqueológicas de que se disponen en la actualidad han revelado vestigios, que datan de hace más de 22.000 años, de sus primeros pobladores. Ya en la Edad del Bronce, entre tres y cuatro milenios antes de Cristo, el área que hoy ocupa esta ciudad fue testigo del desarrollo del primer estado civilizado de Heilongjiang: la cultura Baijinbao. Más tarde, los estados regidos por poblaciones minoritarias fundaron en los alrededores de la zona ciudades que, posteriormente, ejercerían una influencia fundamental en las dinastías Yuan y Qing. Entrada ya la Edad Contemporánea, la construcción del ferrocarril Transmanchuriano brindó a Harbin el estatus de metrópolis internacional, pues se convirtió en un importante centro financiero y de distribución para la circulación de todo tipo de mercancías.
Paraíso gastronómico
De entre los manjares que conforman su oferta gastronómica, la salchicha roja de Harbin, hongchang (红肠), goza de una popularidad especial. Procedente de las salchichas típicas de Lituania, es considerada una exquisitez irreemplazable por la población.
Si lo que se desea es llevarse algo a la boca bien entrada la noche, los pinchos luchuan son, sin ninguna duda, la opción más apetitosa. Acudir con amigos a una tiendecilla para comprar decenas de pinchos de cordero, de ternera, de tendones, de verduras o de setas de aguja de oro, y acompañarlos con una cerveza de Harbin, ya con más de un siglo de historia, es una experiencia única. Para quienes no beban alcohol existe la posibilidad de optar por los famosos helados Modern que, siendo fieles a la descripción que de ellos hace su eslogan, son helados dulces pero no empalagosos y con un sabor excepcional, lo que contribuye, sin duda, a deleitar al paladar.
Capital de la arquitectura
En Harbin conviven estilos arquitectónicos muy heterogéneos y sus edificios renacentistas, barrocos y bizantinos fascinan a quien los observa. Aquellos con un marcado estilo europeo son los que se encuentran en la calle de Zhongyang, una zona peatonal y comercial situada en el centro de la ciudad, cuyos más de 1.400 m de longitud comenzaron a construirse en 1900. Tiene un pavimento formado por una enorme cantidad de pequeñas piedras cuadradas y, a ambos lados, se disponen dos hileras de centros comerciales, tiendas y restaurantes que comparten espacio con infinidad de esculturas, fuentes y edificios de estilo europeo que, en conjunto, condensan a la perfección la esencia de la actividad comercial y la arquitectura que tan bien han definido a Harbin durante los últimos siglos.
No muy lejos de esta calle se erige la catedral de Santa Sofía, una antigua iglesia ortodoxa de estilo bizantino y 53,35 m de altitud, que ocupa una superficie de 721 m2 en la que puede acoger a unas 2.000 personas. Desde su construcción en 1907 ha sufrido severos daños y ha debido de ser reformada en diversas ocasiones. Su nombre, “Santa Sofía”, significa “la santa sabiduría de Dios” y su fama procede de la cúpula verde que la corona. En la actualidad, es una galería de arte en la que se exhiben exposiciones sobre la historia y la arquitectura del centro urbano. Por su parte, la plaza en la que se encuentra es un lugar idóneo para el descanso de aquellos que tratan de descubrir la ciudad caminando. Además de la catedral, en Harbin se han llegado a construir hasta 70 edificios religiosos, entre los que destacan las iglesias de la Virgen de Iver, la de la Intercesión de la Madre de Dios, la de San Alekseyev y la Nueva Sinagoga judía. En la actualidad, se siguen conservando más de 20 templos, gracias a los cuales Harbin continúa haciendo honor a otro de sus sobrenombres: “la ciudad de las iglesias”.
Ciudad artística
El arte en Harbin abarca todas sus posibles manifestaciones, desde la música, la pintura y la arquitectura; hasta la literatura, el cine y la fotografía, entre otras. La música hace acto de presencia en verano y la nieve adorna sus calles en invierno pero, fundamentalmente, destaca por ser una ciudad en la que el arte está vivo todo el año.
El concierto de verano, más conocido como Haxia, su nombre abreviado, se inició en agosto de 1961 y se ha convertido ya en uno de los tres principales festivales de música de toda China. La enorme cantidad de extranjeros que habitó la ciudad en el pasado facilitó que culturas musicales muy variadas calaran en las costumbres de la urbe y fueran evolucionando, de forma paulatina, en la extraordinaria tradición musical de la que goza hoy en día. Este concierto estival suele durar algo más de diez días, durante los que se celebran competiciones y exhibiciones de todo tipo de instrumentos musicales, actuaciones, actividades grupales y otras.
No menos digno de mención es el Festival de Esculturas de Hielo y Nieve de Harbin, inaugurado anualmente el 5 de enero y cuya clausura suele coincidir con los últimos días de febrero. Se inició en el año 1985 y es hoy uno de los cuatro únicos de este tipo que se celebran en todo el mundo. Para ser exactos, ya en 1963 se organizó en la ciudad el primer espectáculo de linternas de hielo, por lo que el actual no es sino una evolución de este. Entre las principales actividades que forman parte de su programación anual, se deben añadir, a las ya citadas, las exposiciones de esculturas de hielo y de nieve, los espectáculos de linternas de hielo y las exhibiciones de natación, hockey sobre hielo y esquí. Harbin también es la sede de diversos eventos culturales, como el festival de poesía de nieve y hielo, exposiciones de fotografía, conciertos de todo tipo y un largo etcétera. Quien pueda visitarla en esta época, quedará embelesado por las esculturas de hielo y las coloridas luces que adornan sus calles y avenidas, así como por las rebosantes sonrisas de felicidad de quienes por ellas caminan.
Lo exótico de su ambiente y sus impresionantes paisajes de hielo y nieve no son más que dos de las muchas virtudes que conforman la tarjeta de presentación de esta urbe. Es una verdadera perla que aún resplandece en el puente en el que se mezclan las tierras de dos continentes, el europeo y el asiático, y que invitan al mundo entero a explorar las maravillas que en ella se descubren.
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 52. Volumen I. Enero de 2019.
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