La Berlinale se estremece con los abusos en la Iglesia francesa
François Ozon compite en el certamen con ‘Gracias a Dios’, la reconstrucción de la tragedia de 70 víctimas de un cura de Lyon que supuso un terremoto en su país
Enviado especial a Berlín
François Ozon (izquierda), en un momento del rodaje de la secuencia inicial de 'Gracias a Dios'. MARS FILMS
En junio de 2014, Alexandre Guérin, ejecutivo de éxito, padre de cinco hijos, católico practicante en la ultracatólica Lyon, se encontró con un antiguo compañero de los scouts de la parroquia de su infancia, San Lucas. Ambos recordaron haber sufrido abusos por parte de un sacerdote, el padre Bernard Preynat. Guérin volvió a casa, habló con su esposa de aquellos dos años a mitad de los ochenta, en los que el cura se propasó con él, crío indefenso, en el laboratorio fotográfico de la iglesia y en los campamentos de verano (de uno de ellos, celebrado en Portugal en 1986, Guérin salió asqueado y dejó los scouts), e investigó en Internet el destino del padre Preynat, al que habían apartado de la educación infantil. Para sorpresa, descubrió que Preynat había vuelto a las catequesis con niños. Y en el mismo Lyon. Así arranca Gracias a Dios, la nueva película del cineasta francés François Ozon, que ayer conmocionó en su proyección en la Berlinale, el relato de un caso que en Francia ha supuesto un terremoto social. Por los abusos a más de 70 niños y por el presunto encubrimiento de sus delitos por parte de la jerarquía eclesiástica.
Ozon, Concha de Oro del festival de San Sebastián con En la casa (2012), y uno de los cineastas más prestigiosos de su país, a la vez que de los más juguetones con sus personajes y sus cambios de género, concursa por quinta vez en la Berlinale, adonde ha llegado bien pertrechado de argumentos con una película en la que se describen los hechos con sumo cuidado y respeto. "No es una película sobre el caso judicial, sino sobre las personas, las víctimas. Todo lo que se cuenta ya ha aparecido en la prensa, Francia entera lo conoce", aseguraba en la rueda de prensa, alejándose así de posibles denuncias por libelo. "Yo solo espero que la película sea útil para la sociedad. Es cierto que la Iglesia católica guarda silencio sobre estos hechos, pero la pederastia se comete en más sitios: en el deporte, en las familias... No lo olvidemos", contaba.
El realizador encontró su historia en Internet. Guérin, convencido de que los trapos sucios se lavan en casa, recurrió al cardenal Philippe Barbarin, arzobispo de Lyon, para que condenara públicamente los hechos y apartara a Preynat. Tras varias reuniones, una de ellas con el mismo Preynat, que declinó pedirle perdón aunque reconoció los hechos, se dio cuenta de que las autoridades eclesiásticas estaban mareándole, por mucho que el papa Francisco hablara de tolerancia cero con los curas pederastas. Guérin denunció los abusos a la policía, aunque al haber transcurrido más de 20 años los delitos habían prescrito. Sin embargo, prendió la mecha: la investigación judicial encontró más delitos cometidos posteriormente. Las víctimas se fueron conociendo unas a otras y crearon la asociación Palabra Liberada. "Encontré en Ia Red la web de Palabra Liberada, leí la declaración de Alexandre, y algo encajó dentro de mí. He hecho muchas películas sobre mujeres fuertes y quería ahora rodar una sobre hombres que contaran sus emociones. Me reuní con los miembros de la asociación, y entendieron que quisiera hacer una filme de ficción".
Por desgracia, no tan de ficción. Ozon es púdico, filma con elegancia a todos sus personajes en una especie de carrera de relevos, ya que cambia de protagonista según iban llegando víctimas para liderar el proceso. "En realidad, ese efecto de fichas de dominó ocurrió así. Alexandre empezó y le tomaron el relevo otros como François Debord o Gilles Perret". Así, de paso, el director ha contado con un reparto de lujo, en el que también tienen cabida las esposas y las madres de las víctimas, cuyos testimonios desgarraron a algunas de sus familias.
En pantalla, se suceden los acontecimientos en orden cronológico. Así aparecen los numerosos documentos y testimonios que recalcan que los superiores de Preynat sabían lo que estaba haciendo. El mismo sacerdote lo confirmó en su declaración policial. Como incide su director: "No he hecho un filme político, porque no aporto soluciones. Yo no podía traicionar el caso, y como me baso en hechos reales, no me importa la presión".
Con esa frase, Ozon se refiere a que rodaron en exteriores en Lyon, y los interiores de iglesias de Bélgica y Luxemburgo. Y sobre todo, señala el intento de parar su estreno comercial en Francia el próximo miércoles 20 por parte de los abogados de Preynat, inculpado en enero de 2016 pero que no será juzgado hasta finales de 2019. “Si se autoriza el visionado de películas que atentan contra la presunción de inocencia de personas que esperan ser juzgadas se abre una brecha muy peligrosa”, decía uno de los letrados el pasado viernes 1 tras presentar un recurso en un juzgado parisiense. "No hay problema, se estrenará", replicó ayer Ozon. A quien sí se ha juzgado, por encubrimiento, ha sido al cardenal Barbarin, en su momento uno de los hombres más poderosos de Lyon, y a otros cinco altos responsables de su diócesis. La vista tuvo lugar hace un mes y habrá sentencia el 7 de marzo. La legislación francesa ha cambiado, y desde del pasado agosto se ha ampliado a 30 años el tiempo para que no prescriban los delitos por abusos sexuales. "Las víctimas", sostenía Ozon, "han tenido que luchar contra la omertá en Lyon. Por eso me centré en ellos, y en la sociedad en que les rodeaba". Una sociedad que callaba y escondía, como refleja el mismo título, que hace referencia a una expresión que se le escapó a Barbarin en una rueda de prensa, cuando declaró: "Gracias a Dios, los cargos han prescrito". No reparó en el dolor dejado en el interior de aquellos 70 niños.
LA PEDERASTIA EN ESPAÑA Y OTROS PAÍSES CATÓLICOS
En varias ocasiones, los personajes de Gracias a Dios hablan sobre un caso de abusos en Granada, y lo ponen de ejemplo en el que las víctimas alzan su voz ante lo ocurrido. Sin embargo, aquella investigación en Granada, el llamado caso Romanones, acabó con el sacerdote Román Martínez absuelto, tras retirar la Fiscalía los cargos por falta de pruebas. La Audiencia de Granada acusó en la sentencia al denunciante, un antiguo monaguillo a las órdenes de Martínez, de mentir.
En la rueda de prensa en Berlín posterior a su proyección, Ozon habló de "diversos casos de pederastia por parte de curas en España y Argentina". Preguntado por EL PAÍS por el posible eco de su largometraje en España, el francés respondió: "Yo he hecho la película para Francia, y nunca me planteé ni en la escritura y en la producción ir más lejos, pero al final siento que hablo de un problema universal que también ocurre en otros países y me agrada encontrar un buen recibimiento de mi filme entre el público extranjero. Que sientan en su interior su propio eco de lo que se cuenta en Gracias a Dios me hace feliz".
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