Qianshan, la joya del nordeste chino
El entorno natural de Qianshan (千山, literalmente “mil montañas”) se conocía también con el nombre de “la colina de las mil flores de loto”. Debido a “sus picos característicos, empinadas rocas, antiguos templos y ambiente tranquilo”, Qianshan se ha convertido en un paraje escénico de gran atractivo para numerosos turistas.
El entorno natural de Qianshan (千山, literalmente “mil montañas”) se encuentra en la ciudad prefectura de Anshan (鞍山), perteneciente a la provincia de Liaoning. Según la tradición, cuenta con 999 picos montañosos y, por ser esta cifra tan cercana al millar, antiguamente se conocía también con el nombre de “la colina de las mil flores de loto” (千朵莲花山, qiān duǒ liánhuā shān). Debido a “sus picos característicos, empinadas rocas, antiguos templos y ambiente tranquilo”, Qianshan se ha convertido en un paraje escénico de gran atractivo para numerosos turistas. Asimismo, la región de bellos paisajes de Qianshan ha sido reconocida gracias a su encanto como área paisajística nacional en China.
Esta cadena montañosa goza de una larga historia y una carga religiosa. Es el mayor lugar de encuentro espiritual en el nordeste chino y, con un total de nueve palacios, ocho templos taoístas, cinco grandes templos budistas y doce conventos, representa un verdadero ejemplo de la coexistencia entre taoísmo y budismo en una cordillera. Merece especial consideración el hecho de que el paraje escénico de Qianshan cuente con la reproducción más grande y única del mundo, cual si fuera obra del cielo, del Buda Maitreya. Este gran Buda sentado de inmensas proporciones se encuentra a 520m de altura sobre el nivel del mar y mide 70m de altura y 46m de ancho entre los hombros, con una cabeza de 9,9m, un ancho de rodilla de 11,8m y orejas de 4,8m de ancho. Si se contempla la totalidad de su cuerpo, los rasgos del gran Buda son nítidos, su mano izquierda cubre su rodilla y la derecha forma un puño, con el cuerpo ligeramente inclinado hacia la derecha. Aparte de haber surgido de forma natural en el pico montañoso, esta efigie tiene sobre el pecho un rosario de perlas, cada una de las cuales resalta la luz del sol, mientras revela un efecto mágico. Según la tradición, antes de las dinastías Ming y Qing, era objeto de adoración y culto para los monjes más eminentes, pero no existen documentos que lo prueben. En la actualidad, la corriente de viajeros que acuden a rendirle culto es incesante y en su altar se elevan continuamente penachos de humo de fragante aroma, lo que constituye una escena excepcionalmente espléndida. Con respecto a este gran Buda de enormes proporciones y construido por la naturaleza, desde los campos de la filosofía y el pensamiento chinos se considera que ejerce una inmensa influencia sobre el budismo. Y no solo en la región del nordeste de China, sino en todo el país, como una joya de incalculable valor que la naturaleza ha regalado a la humanidad.
El paraje natural de Qianshan es la única zona de caolitinas en la que se encuentran las “tres maravillas”: cumbres maravillosas, pinos peculiares y extrañas rocas. En este paraje se dan cita más de un centenar de puntos de interés paisajístico, como por ejemplo Yizitian (一字天), Jiuzhongtian (九重天), Hexinshi (合心石) o Yingwushi (鹦鹉石). De entre ellos, Yizitian es el más característico. Formado a partir de una larga y estrecha fisura de la roca, de unos 32m de longitud, 1m de anchura y 10m de profundidad, si los visitantes alzan aquí su mirada al cielo se verán flanqueados por las paredes de un precipicio entre las que se distingue una franja de cielo azul de una belleza sin igual. Según los documentos históricos chinos, entre los visitantes de este sitio figuran Tang Taizong (唐太宗), también conocido por el nombre personal de Li Shimin (李世民), o Kangxi (康熙), emperador de la dinastía Qing. Al primero le debemos estas líneas tras su visita: “Acaba de salir la luna. Su luz brillante y clara ilumina Liaoning, resplandece sobre las nubes, se oculta brevemente y entonces irradia a los árboles sombras ricas en colores”. Asimismo, el gran emperador Kangxi escribió: “La aurora llega a Qianshan, y la bruma y la luz se entrelazan con el bosque. Subo por la montaña de senderos escarpados, y en los árboles hay flores rojas. Bajo la sombra de la enredadera pasa un caballo”. Este es uno de los versos a través de los que describió la belleza del entorno de Qianshan.
El bosque es exuberante, de antiguos y robustos árboles que destacan en el paisaje y una vegetación que cubre el 95% del suelo. La mayoría de estos pinos centenarios se encuentran en el Parque Forestal Nacional Xianrentai (仙人台). Aquí, los árboles se elevan hasta el cielo, y los múltiples y maravillosos picos montañosos, entre los que se incluyen el Xianrentai, el Jingang (金刚) o el Jinping (净瓶), forman un bosque por sí mismos. El más alto de todos ellos es el Xianrentai, a 708,3m de altura sobre el nivel del mar y considerado como el lugar más adecuado de Qianshan para contemplar la salida del sol, ver un mar de nubes o escuchar el susurro de los pinos. Además, en lo alto del pico Etou (鹅头) se distingue el grabado de un tablero de ajedrez en el que, según cuenta la leyenda, jugaban los Ocho Inmortales (八仙, Bāxiān), y que le añade otra capa de misterio.
Aquí el aire es puro y fresco, los picos montañosos de una gran belleza, y el escenario es totalmente diferente en cada una de las cuatro estaciones. En primavera, las flores del peral invaden el paisaje; en verano, los picos montañosos están en plena floración; en otoño, las hojas caen por doquier; y en invierno, la nieve se acumula. En la actualidad, cada mes de mayo el paraje de Qianshan se llena de las flores blancas del peral que se abren, un fragante aroma complace al visitante, y los muchos picos de las montañas se asemejan a blancas velas de barco. Este imponente ambiente, esta atmósfera de cuento de hadas, es imposible de capturar adecuadamente con palabras o papel y lápiz; solo podrán saborearla con calma quienes acudan personalmente a visitar este lugar. Tal y como reza el dicho popular: “¡Aquel que conozca el refinamiento de Guandong (关东, forma de referirse al nordeste de China) y Qianshan, no habrá de lamentar no haber visto las Cinco Montañas Sagradas!”
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 35. Volumen II. Marzo de 2016.Leer este reportaje en la edición impresa
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