En mi alma llevo todas mis pertenencias… lo que no está en dicho lugar, no me pertenece… soy plenamente consciente de ello… veo gentes preocupadas en acumular techos, bienestares, dineros, piedras preciosas, metales preciosos, títulos de propiedad, zapatos, carteras, vestidos, perfumes, trajes, relojes, bienes muebles e inmuebles, espacios, jardines, libros, bibliotecas, obras de arte, automóviles, barcos, aviones, y cualquier cosa que tenga precio… mucho precio… el precio más alto posible… conseguido por derecha o por izquierda, siendo que por izquierda tiene, incluso, más valor… lo suficiente como para satisfacer el ego… poder demostrar a los otros que se tuvo lo suficiente como para poder pagar… o bien, que no se tuvo escrúpulos para conseguir lo que se deseaba… poder decir a los otros: “yo tengo”, “yo poseo”, “yo dispongo de”, “yo tengo con qué”, “yo soy capaz de”, o bien, “yo soy capaz para esto y mucho más”… poder mostrarlo escondiendo un dejo de brutal soberbia… poder elevar la vanidad enseñando a los otros que son pobres diablos… andar con la frente alta según el peso de los bolsillos o según el volumen de la billetera, o según la magnitud de los bienes, o según el respaldo bancario… las cuentas bancarias no llegan al alma, y los bienes tampoco, apenas si sirven para satisfacer el ego e ir por más… porque quien dispone de tanto poder, siempre necesita ir por más… siempre necesita acumular, juntar, reunir, acumular cosas para separarse del resto, de los otros que no lo han conseguido, de los otros que no han podido, de los otros que no han sabido cómo, de los otros que no tuvieron “el alma” vacía como para poder lograrlo, tener el alma “vacía” habilita a conseguir cualquier cosa, mediante cualquier artilugio… así es que todo lo que juntas, pesa… no sólo por su peso específico, sino porque pesa en el espíritu… no se nota, pero pesa… uno no se da cuenta, pero pesa… uno no lo detecta, pero pesa… uno no lo percibe, pero pesa… y tanto pesa, que inmoviliza… paraliza… detiene… la vida te atraviesa pero estás ocupado juntando cosas… entonces no tienes tiempo para vivir, porque estás concentrado en satisfacer el ego, que pide más y más… la vida te atraviesa pero no tienes tiempo para darte cuenta, así es que simplemente te pasa de largo, te atropella, te lleva por delante, mientras sigues focalizando en cómo juntar cosas, o bien, cómo hacer para lograrlo… sin embargo, el alma se va vaciando en forma inversamente proporcional a lo que se acumula… y así como se vacía el alma, al modo de una fuente, sucede lo propio con el espíritu, que se va secando al modo de un aljibe… y así como se vacían, el alma y el espíritu, sucede algo parecido con la consciencia… a mayor cantidad de cosas, menos consciencia… a mayor cantidad de cosas para cuidar, menos proporción de consciencia para “entender”, para descubrir qué está sucediendo con el alma y con el espíritu… el alma se vacía del mismo modo que ocurre con una fuente de agua, mientras que el espíritu se seca de la misma manera que lo hace un pozo, entonces la consciencia se oxida y se descascara… va perdiendo capas, se desgrana, se desintegra… en ese punto es tal el volumen de cosas que se tienen, que ellas demandan cuidado… cuidado de no perderlas… cuidado de no extraviarlas… cuidado de no prestarlas… cuidado de no cederlas… cuidado de no dejarlas expuestas… esto es, disponer del cuidado suficiente que demanda el aumentarlas, porque conservarlas exige hacer crecer las posesiones, porque nunca alcanza, porque nunca es suficiente, porque siempre hace falta más… se está atrapado en un laberinto que se propulsa mediante cosas, a más cantidad de cosas, mayor propulsión… entonces, no te mueve la vida, te mueven las cosas y estás atrapado por ellas, mal que te pese… la vida se escurre mientras te dedicas a acumular… dicho de otra manera, no estás viviendo, apenas si estás juntando… luego, la mochila es de tal dimensión, que estás quieto, atrapado por las cosas… ya que dichas cosas también tienen vida, ocupan espacio, y además de ello, son más allá de lo que representan para la persona que las tiene… en verdad, son las cosas las que dominan a la persona y siempre le piden más… es una masa que demanda espacio… es una vorágine que se retroalimenta y pide siempre más…
En mi alma llevo todas mis pertenencias… lo que no está en dicho lugar, no me pertenece… alguien lo dijo… alguien lo pensó… alguien se dio cuenta… alguien lo descubrió… alguien pudo sentirlo… no he sido yo, desde luego, pero me identifico con ello plenamente… lo justo y necesario está en mi alma y en ninguna otra parte… ando con lo puesto, todo lo demás pertenece a la Tierra…
En mi alma llevo una pizca de la esencia de las personas que amo… la esencia les pertenece por derecho de karma, pero una pizca de ese polvo mágico, está incorporado a algún rincón del alma… de mi alma… puedo sentirlo… anda por allí y está a resguardo… lo cuido y lo protejo… lo propio le sucede a las personas que amo, llevan una pizca de mi esencia en sus almas… no hacen alarde de ello, simplemente lo portan de cara a la eternidad que nos contiene… no hablan de ello, sólo lo sienten… entretanto, no son necesarias las palabras, ni tampoco los encuentros… ambos sabemos que el otro está allí, aguardando el “momento” justo, preciso, en que la luz nos envuelva, nos reúna, para luego reintegrarnos al “tiempo” que debemos cursar… nadie necesita decir más de lo prudente, de lo adecuado, de lo oportuno… nadie necesita justificar nada… nadie necesita explicar lo inexplicable… el saber que el otro está allí, es suficiente motivo como para sentirse acompañado por y desde la eternidad… desde luego, la eternidad no tiene explicación, ni tampoco merece justificación, así es que cada parte se sabe “parte” de una misma eternidad que nos une por siempre… aún cuando pertenezcamos a distintas estrellas… aún cuando el cielo que nos cobija sea diferente… aún cuando las percepciones no sean las mismas… aún cuando uno demore más que el otro en descifrar las ecuaciones de la vida… la unión está por sobre todo y se ubica más allá de las cosas terrenales… cosas que quedarán aquí para que los necios sigan peleando por ellas, sin darse cuenta que en ello se pierden… pierden su propio reconocimiento, pierden su propio “sí mismo”… no van por ellos mismos, sino que van tras las cosas que juntan a lo largo del camino…
No vives la vida… la vida te atraviesa… tienes la sensación que te mueves, pero en verdad un cúmulo de circunstancias se llegan hasta ti y te proporcionan perspectiva para que asumas la realidad que te toca… parece que te mueves, así como parece que haces, pero la realidad te envuelve y te hace soñar… la realidad te envuelve y te expone para ver cómo reaccionas, qué haces, qué propones, cómo resuelves la coyuntura, cómo das el siguiente paso, cómo buscas la salida, cómo la encuentras y cómo te escurres mediante ella… de cada realidad se aprende, cada circunstancia aporta experiencia, siempre preparándote para la siguiente oportunidad… eso se llama andar, pero en verdad es la vida que te está atravesando… construyes a partir de la idea que tienes de ti mismo, pero en verdad nada de eso existe, es sólo una ilusión… construyes siguiendo los lineamientos de tu motivo, el que responde a tu don y el que encaja con tu talento… pero una vez más, nada de eso existe, sólo estás siendo atravesado por algo que te impulsa a dar el siguiente paso… encontrarte en la estación que viene (si es que piensas que viajas en un vagón de tren), o bien, encontrarte en el puerto que sigue (si es que piensas que navegas en tu propia barca)… la estación es parte de la idea de ti mismo, así como el puerto lo es… el viaje mediante un vagón de tren está lleno de estaciones donde sube gente y donde desciende gente… el viaje mediante la propia barca tiene islas, así como encuentra puertos, en la isla hay personas que permanecen y otras que continúan con sus viajes… del mismo modo, en los puertos hay gentes que ascienden a sus barcas, así como hay otras que descienden de ellas, sea para aprovisionarse, sea para descansar, sea para intercambiar algo, sea para prepararse para continuar… algunos de ellos se encuentran contigo, otros ni siquiera se acercan, algunos te ven pero están lejos, otros no saben nada de ti, ni tampoco quieren saberlo, lo mismo te pasa a ti respecto de los demás… de los que se encuentran, pocos se quedan, y de aquellos que se quedan no más de uno construirá un vínculo con vistas al mañana necesario, al futuro inmediato… todo lo demás se teje y se desteje y sólo queda en la memoria si es que algún hecho ha sido relevante, de lo contrario la memoria lo pierde y ya ni siquiera recuerdas qué ha sucedido, qué tuvo lugar, cuándo sucedió… y así como adquiere velocidad, se detiene para aportar una vivencia y luego continuar… y así como se detiene para aportar una vivencia, de repente se desplaza hacia nueva búsqueda… y en dichos encuentros hay personas que entran y que salen… hay almas que descubres y que te reconfortan, te nutren, te alimentan… mientras que también aparecen otras almas que te exprimen, te quitan, te despojan, y luego huyen por sus respectivos caminos… una vez que han obtenido lo que pretendían, huyen despavoridos hacia sus propios destinos de tinieblas y oscuridad… los que permanecen son realmente pocos, y de tan pocos que son, podría decirse que son escasos, pero en realidad son los suficientes como para sostener tu alma en pie, a efectos de dar la próxima batalla, la siguiente lucha, y tu cumples el mismo rol, también estás presente en la vida de los otros cumpliendo el mismo rol… de alguna forma, encontrar a esos seres de luz, te ayuda a encontrarte contigo mismo… de alguna forma, estar junto a esos seres de luz, sirve para que entiendas que debes seguir tu instinto de camino a encontrarte contigo mismo… la memoria se imprime de huellas indelebles y de otras que están ahí, en la biblioteca, por las dudas que te olvides… entonces, hay signos y señales… entonces, hay mensajes y revelaciones… cada signo es una referencia… cada señal es un llamado de atención… cada mensaje es un alerta… cada revelación es una bendición… es necesario aprender a diferenciar de qué se trata cada cosa… es necesario aprender a diferenciar qué aporta cada cosa… el camino, de hecho, sigue siendo en soledad… acompañada por momentos… pero soledad al fin… el camino, de hecho, demanda silencios… los silencios se quiebran por momentos, ya que es necesario intercambiar palabras, sensaciones, miradas, sentimientos… pero siempre se regresa a la soledad y al silencio, porque el silencio es reflexivo, te hace pensar, te hace recordar, te hace madurar, suma experiencias… cuando le encuentras la vuelta, das fruto… dar fruto es hacer algo por el otro… dar fruto es “dar” al prójimo aquello que vino a buscar… dar fruto es construir para que otro lo disfrute… dar fruto es plantar un árbol para que otro se siente a su sombra… dar fruto es pintar un cuadro para que otro encuentre aquello que andaba necesitando… dar fruto es escribir un libro del que otros tomarán aquello que andaban buscando para completarse a sí mismos… dar fruto es tornear un cuenco para que otro disfrute su comida… dar fruto es tejer una prenda que otro utilizará… lo genuino de ello se produce cuando das sin recibir nada a cambio… lo genuino de ello se alcanza cuando sólo recibes el reconocimiento de un “gracias”, y sabes que quien lo lleva, le concederá valor… ya que si se paga por ello, el hecho se ahogará en sí mismo… el precio aniquila la circunstancia… el precio destruye la capacidad de crear… el precio condiciona el resultado… el precio, en definitiva, consume el valor genuino de las cosas, y las convierte en prenda de cambio… las cosas guardan valor mientras no tienen precio, cuando les pones precio, automáticamente dejan de tener valor… lo que se compra, lo que se vende, no tiene valor alguno… muchas almas pagan fortunas por conseguir mayores o mejores cosas, pero esas mismas almas están vacías de contenidos útiles para el “sí mismo”… esas almas han perdido el sentido del valor auténtico… todo lo que tiene valor, no tiene precio… todo lo que tiene precio, carece de valor… por ello, un cielo profundamente estrellado, no tiene precio… por ello, un paisaje afín a los sentimientos, no tiene precio… por ello, la sombra del árbol que puede cobijarte, no tiene precio… por ello, el amor genuino que sienten las personas, no tiene precio… cuando le pones precio a algo, automáticamente pierde su valor… se esfuma su valor… se licúa su valor… y nada vuelve a ser igual…
En mi alma llevo todas mis pertenencias… lo que no está en dicho lugar, no me pertenece… alguien lo dijo… alguien lo pensó… alguien se dio cuenta… alguien lo descubrió… alguien pudo sentirlo… alguien lo incorporó a su idea, la idea del sí mismo… no he sido yo, desde luego, pero me identifico con ello plenamente… lo justo y necesario está en mi alma y en ninguna otra parte… allí guardo el amor genuino por las almas que también lo son (genuinas)… son pocas, sí, pero son las suficientes… son tan transparentes que emanan luz, una luz que nutre… sus espíritus son como el cristal de roca… puede verse a través de dichos cristales, pero lo que está del otro lado, no puede alcanzarse cuando el espíritu que desea, es denso… la diferencia parece simple, pero no lo es… la diferencia parece pequeña, pero no lo es… todo está condicionado por el karma, y el karma condiciona a la esencia… la enaltece o la minimiza… todo depende de uno mismo… para mí, humilde mortal, los afectos en general, o el amor por el prójimo “elegido”, no tienen precio, pero sí tienen valor, siempre que lo sepas reconocer, siempre que lo sepas dimensionar, siempre que lo sepas cuantificar, siempre que lo sepas evaluar… de hecho, siempre que seas capaz de sentirlo a través de sentimientos puros, no de conveniencias, no de intereses… cuando el sentimiento es puro, el alma se refleja y se proyecta en todas direcciones… a muchos les molesta la luz… a algunos les molesta la esencia… a otros les molesta la transparencia… por eso, con quienes les molesta, no hay nada que hablar ni nada que compartir, en cambio con quienes se sienten atraídos, se expresa una sintonía que está más allá de lo humano… algo que no puede explicarse con palabras, y que, al mismo tiempo, no necesita de palabras, ya que se da por entendido que es una conexión que viene desde la eternidad y va hacia ella… cuando eso sucede, no hay nada que agregar, ni nada que aclarar… todo lo que se diga, estará demás… esa conexión, se produce por fuera de lo humano, por lo tanto es imperecedera…
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La pintura pertenece a María del Carmen Conde Quintela (Sedemiuqse) | ESPAÑA, Galicia
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