sábado, 19 de agosto de 2023

AL MARGEN DEL OLVIDO © By Víctor Norberto Cerasale Morteo® [MEMORIAS HUECAS - 10]

AL MARGEN DEL OLVIDO © By Víctor Norberto Cerasale Morteo® [MEMORIAS HUECAS - 10]
Imagen crédito: Carmen Conde Sedemiuqse Esquimedes https://www.facebook.com/sedemiuqse https://www.facebook.com/photo/?fbid=10227122276634510&set=a.3763479457252 Hubo un tiempo sin fronteras… no importa cuando, no importa cómo, lo hubo… tuvo lugar… existió… duró mucho, pero ya nadie lo recuerda… quien busque en su memoria dicho tiempo, no lo encontrará ya que los vestigios están ocultos detrás de las consciencias de los pocos… no había límites porque nadie se reconocía dueño de nada… las distancias dominaban las comarcas y la sabiduría consistía en caminarlas, en atravesarlas, en reconocerlas, en descubrir lo que ellas podían proporcionar a las existencias mientras les dura la vida… todo estaba para ser descubierto, por lo tanto, la gente andaba sin morral y sin arma alguna… por entonces las gentes tenían vestimenta, no como la actual, pero la tenían… también disponían de calzado… tenían ojos para ver, pero era importante saber mirar con los ojos del alma, porque esos alentaban el instinto… tenían oídos para oír, pero era importante estar atentos mediante los oídos del alma, porque esos permitían escuchar el silencio… tenían piel para sentir, pero esa gente reconocía que el alma era poderosa ante los desafíos de la naturaleza… la piel sentía la vida, pero no percibía el más allá… al ser humano le habían concedido un planeta al sólo efecto de que pudiese transitar su tiempo respirable, que resultaba ser corto, aún cuando pareciera extenso… le habían anunciado que se trataba de un préstamo para poder nacer, para sentirse adherido a un suelo, para poder cobijarse bajo un cielo, para poder expresarse mediante fuegos, y además para poder sentir el viento en el cabello, pero eso, todo eso, le duraba lo que un destello, ya que el tiempo se escurría demasiado rápido, y al morir, los vestigios del paso, sólo quedaban en el alma, en el espíritu, en la consciencia, nutriendo la esencia, que regresaba a su estado de existencia eterna… la consigna era no hacer daño a nadie… la consigna era ser gentil con los prójimos, enseñarles educación, amabilidad, paciencia, y para ello, disponía el ser humano de una perspectiva que le proporcionaba referencia, tanto de su presencia, como de su ausencia… Hubo un tiempo sin murallas… no importa cuando, lo hubo… tuvo lugar un lapso importante en el que a nadie se le hubiese ocurrido construir una muralla… duró mucho, pero ya nadie lo recuerda… en dicho tiempo a nadie se le hubiese ocurrido construir cosas que separan, que aíslan, que no contribuyen a la cooperación, que proponen un feroz estado de competencia… quien busque en su memoria dicho tiempo, no lo encontrará… pero en la tierra no había nada que separara a un humano de otro humano, porque todos estaban indefensos ante la hostilidad del mundo que los recibía para su tránsito, que no era el que describen los libros de historia, tampoco el que cuentan los mentirosos, y mucho menos el que relatan los intérpretes del engaño… aquellos humanos necesitaban de las distancias… aquellos humanos necesitaban mirar lejos, para reconocer que había algo que los esperaba del otro lado del horizonte… cualquier cosa que interfiriese con la vista, lastimaba el espíritu, y lo condicionaba a percibirse menos… Hubo un tiempo sin reyes, sin jefes, sin dueños, sin títulos nobiliarios, sin directores, sin gerentes, sin presidentes, sin primeros ministros, sin ministros, sin secretarios, sin consultores, sin asesores … no importa cuando, tampoco importa cómo, pero lo hubo… dicho tiempo se extendió a lo largo de años que nadie ha considerado, porque no están en la memoria de nadie, sin embargo, a pesar de todo, ese lapso se prolongó, y quedan vestigios de ello en algunas memorias… nadie contaba los días, mucho menos registraba las horas, ni siquiera se documentaban los años, porque no había necesidad, porque valían los instantes, valían las memorias, porque los recuerdos establecían el valor del paso y de la huella… tiempos de una lógica cooperativa donde todos ayudaban a todos, porque nadie era propietario de nada… en ese tiempo, los humanos eran conscientes de que están en la Tierra por una brevedad, y que no vale el esfuerzo de ningún poder… porque el poder distorsiona la vida propia y la ajena… porque el poder agranda el ego, y reduce el alma, y al hacerlo, acaba con el ser portador, y con la dignidad de los otros… Hubo un tiempo sin caciques, así como hubo un tiempo sin políticos, sin economistas, sin agoreros, sin periodistas, sin opinólogos… no importa cuando, pero existió y se extendió en el tiempo, en un tiempo que ya no está presente, porque nadie lo recuerda… no había quien mandara, porque nadie obedecía… no había administradores de lo público, porque todo lo era… todo pertenecía a los que se reconocían mortales… todos sabían de la finitud humana, por lo tanto nadie se desesperaba por tener aquello que perdería al morir… por entonces, el humano sabía que nacía de madre, y entendía que eso se trataba de un acto sublime… por entonces, el humano sabía que el viaje por la Tierra era breve, por lo tanto no lo enfrentaba con miedos, mucho menos con desesperación… estar aquí, era un lujo de pocos, sólo de aquellos que habían sido elegidos para nacer… los demás, eran espíritus y aguardaban por su momento, en un espacio contiguo e invisible, pero presente… no había nacido la competencia, porque todos eran iguales ante la eternidad… ser iguales ante la eternidad, aseguraba un singular sentido de la equidad, y del derecho a ser, antes de ser, después de ser… después de seguir siendo… entenderlo era parte de la cultura de aquel entonces… se enseñaba a ser mientras se era… se enseñaba a seguir siendo, después de haber sido… no había culto a la muerte, porque todos se sabían existentes… Hubo un tiempo sin abogados… hubo un tiempo sin escribanos… hubo un tiempo sin arquitectos… hubo un tiempo sin ingenieros… hubo un tiempo sin químicos… hubo un tiempo sin títulos ni honores falsos, porque nadie necesitaba ser más que los demás… se nacía con el genio, y el genio era reconocido por todos… el genio, entonces, aportaba soluciones a las necesidades de los otros y todos conformaban un todo… ese tiempo ocupó un espacio que ya nadie recuerda… pero así como algunos nacían con la consciencia del número, otros lo hacían con la consciencia de la forma… los que no traían genio en sus consciencias, descendían para ser, y también para aprender… algunos se iban sumando… algunos se iban multiplicando… algunos se iban diseñando… otros se iban entendiendo el plano y el relieve… Hubo un tiempo sin médicos… hubo un tiempo sin enfermeros… hubo un tiempo en el que el ser humano se reconocía a sí mismo, mientras estaba vivo… el genio de algunos permitía reconocer las simples dolencias de los otros… nadie enfermaba, porque había armonía en la alimentación, mientras duraba el viaje… todos tenían sus mentes en su lugar y sabían que el cuerpo no contiene el alma, ni el espíritu, ni la consciencia, porque todo ello está más allá del cuerpo, unido a la eternidad de la que se proviene y a la que se va… no había dolores, porque el sufrimiento no era una necesidad… no había segundas intenciones porque la mentira era innecesaria… nadie lo recuerda, pero ese tiempo existió… tuvo vigencia y se extendió por el espacio del conocimiento de los unos sobre los otros, donde todos colaboraban con todos, donde todos contribuían al bienestar general, porque todos se reconocían débiles ante la naturaleza… Hubo un tiempo donde los maestros eran todos, porque cada quien traía consigo cierta dosis de conocimientos, o bien, cierta dosis de sabiduría, o bien, cierta dosis de inteligencia, o bien, cierta dosis de genio, el suficiente como para enfrentar la vida y ayudar a los otros… en dicho lapso, todos enseñaban algo a alguien, y todos estaban dispuestos a aprender lo que los demás podían enseñar… no había profesores, porque todos se reconocían aprendices de algo… el genio se respetaba tanto como el conocimiento… los sabios eran consultados por ser sabios, porque todo el mundo entendía que ciertas personas nacían con dicha condición, y al mismo tiempo, todos asumían que esos sabios podían ver el devenir, lo que aún no sucedía, lo que no tenía lugar, justamente, porque eran parte de una eternidad viva… nadie recuerda cuando fue ello, pero dicho tiempo existió, ocupó espacio y se extendió por generaciones de humanos libres de culpas… no se echaban culpas, porque se reconocían los errores, tanto los propios como los ajenos… Hubo un tiempo sin monedas, sin inversiones, sin chequeras, sin bancos, sin préstamos, sin créditos, sin hipotecas, sin cajas de seguridad, porque los mismos no eran necesarios… el ser humano sabía que las monedas no se comen, entonces sabía que no eran necesarias, porque no había nada para comprar, porque tampoco había nada para vender… porque nadie necesitaba lo del prójimo, y este, el prójimo, tampoco necesitaba lo del otro… todos reconocían que cada ser humano tenía el derecho a existir, partiendo de la premisa que existir era una gracia, que podía ser asumida como una bendición, porque al fin y al cabo, todos venían a morir, unos antes, otros después, pero la muerte era un hecho indefectible del que no se podía huir, al que había que someterse por el solo hecho de nacer… nadie recuerda cuando fue ese tiempo… sin embargo, dicho tiempo tuvo lugar y ocupó un concierto de vidas donde no había ni ilusiones, ni decepciones… en aquel tiempo había calamidades, pero no había tragedias… las muertes se producían naturalmente, y los que permanecían vivos, hacían culto de sus muertos, los propios, también de los ajenos, porque todos eran importantes ante la eternidad… se nacía en la humildad, y se moría en ella… había consciencia plena de que nadie podía llevarse nada, porque nadie heredaba nada… lo que había en la Tierra, pertenecía a todos los que venían a existir… Hubo un tiempo sin barcos, por lo tanto no había navegantes… los mares eran imponentes, pero las tierras eran extensas, y en ellas había suficientes recursos para todos y cada uno de los vivientes… todos veían que el SOL asomaba por la mañana y se ocultaba por la tarde, pero nadie le temía a la noche… de alguna forma sabían que el ciclo se repetía todos los días, y también, todas las noches… por lo tanto, asumieron que el día era un tiempo de labores, mientras que la noche lo era de sueños… las tierras no se distribuían como lo hacen ahora, así es que los horizontes daban sentido a las distancias, y estas eran convocantes a la voluntad y el esfuerzo… no había holgazanes, como tampoco había vagos… no había miserables, porque tampoco había indigentes… la voluntad era algo a cultivar, y el esfuerzo era algo a ejercitar… Hubo un tiempo sin ejércitos, por lo tanto, también lo hubo sin armas… no había nada que defender, entonces no había nada por qué pelear, no era necesario atacar a nadie, porque nadie estaba acechando… nadie pretendía lo ajeno, porque eso mismo era una insolencia, nadie era propietario de nada, ya que todos se reconocían como mortales que debían enfrentar un corto viaje por una tierra que no siempre resultaba amistosa… al no haber necesidad de ejércitos, no había escalafones, y nadie se sometía a los antojos de nadie… asimismo, al no haber armas no eran necesarios quienes las fabricaran, porque las mismas resultaban inútiles, y sólo podían producir daño a los iguales, lo cual no parecía ser prudente… claro está, nadie recuerda dicho tiempo… no hay registros de él, como tampoco lo hay de nada de lo anterior, sin embargo, ese momento existió, y los que vivieron en él, existen en una dimensión desde donde pueden dar prudente testimonio de todo ello, y de mucho más… los documentos donde ello constaba fueron quemados por los primeros atisbos del ego y la soberbia, a partir de ello, nada fue igual, todo fue peor, y desde entonces, la humanidad anda acorralada entre la miseria y la estupidez… Venir a la Tierra a nacer, era una gracia… una bendición de la eternidad… un milagro concedido a efectos de existir durante un destello de eternidad… En dicho tiempo, no había religiones, ni dioses que concedieran nada, ni a quienes pedirles nada, ni a quienes rogarles por nada… nadie perseguía a nadie y nadie necesitaba exilarse de nada… no había cruces como tampoco había vírgenes… no había látigos ni mesías… los que entendían el pasado de los ancestros, habían logrado desentrañar el propio, y sabían leer las circunstancias que se repetían sin solución de continuidad… había sabiduría en ellos y la gente los reconocía porque eran parte de la misma calle… asimismo, los que veían el futuro pendiente, lo que aún no sucede pero aguarda para hacerlo, eran tenidos por sabios cuyos ojos superaban la geometría del espacio tiempo, y al no haber ni fechas, ni almanaques, muchos reconocían en ellos la capacidad de conectarse con lo que no existe todavía, aquellos eran reverenciados y la gente acudía a sus conocimientos para saber que les deparaba el tiempo que debían atravesar, si es que debían hacerlo… por lo tanto, no había altares, como tampoco había talismanes, no había templos, no había iglesias, no había mezquitas… el conocimiento enaltecía a quienes lo poseían, pero todavía nadie era más que su propio prójimo… la gente no necesitaba arrodillarse, mucho menos rogar a nadie por nada, porque los ancestros sabían de las necesidades terrenales y las asistían mediante guías… los ancestros reconocían la luz como la propia fuente, entendiendo que muchos semejantes provenían de ella… los ancestros sabían de la existencia de un lado tenebroso, pero ése aún no estaba presente, no se manifestaba, no tenía lugar, no ocupaba espacio, no se apoderaba de almas, no las vaciaba ni tampoco las sometía… para aquellos humanos, lo importante era la “creación”, el acto de crear, que habilitaba a fluir… entonces, las existencias reverenciaban la creación, porque allí residía la sabiduría de la existencia, la viva, y la eterna… la creación pertenecía al ámbito de la eternidad, y en ella residía la luz… la Tierra, era algo semejante a una estación cósmica que permitía continuar con el viaje… Hubo un tiempo de memorias construidas desde la creación, por ende, un tiempo de memorias construidas desde la luz… la creación representa el primer paso, el descubrimiento de que es posible ser en una dimensión diferente a la de las existencias puras… la creación es el paso siguiente a la eternidad, y esta, la eternidad es donde reposa la existencia en sí misma… todo se reduce a la luz, pero esta, la luz, se expresa de muchas formas que la trascienden… Hubo un tiempo de memorias libres de prejuicios y repletas de perspectivas… por entonces, la visión de los ojos era limitada, por lo tanto, había que cultivar las visiones del alma… la diferencia reside en que el alma percibe en 360 grados, proponiéndole al espíritu una existencia en 360 grados, lo cual habilita a una consciencia expansiva que abarca una circunferencia… la perspectiva se reduce ante la vista proporcionada por los ojos, por consiguiente, el entendimiento es limitado y depende de la perspectiva… Hubo un tiempo de memorias ricas en recuerdos de travesías y aprendizajes… existir era sinónimo de aprender, pero todos entendían que se existía sin necesidad de vivir, porque vivir sólo era sinónimo de respirar… hoy nadie comprende esta diferencia, pero la misma supo tener notoriedad cuando las almas estaban despejadas y libres de tinieblas… Hubo un tiempo donde se construía memoria del karma… el karma como hilo que se teje mediante sucesivas vidas de una misma existencia… Hubo un tiempo donde se construía memoria de la esencia… porque la esencia constituye la llave del portal del sí mismo… la existencia revelada en el uno mismo… construir memoria agrega valor a la luz de la cual se proviene… Hubo un tiempo de revelaciones asistidas por y desde la luz en sí misma… en dicho tiempo, la vida se asumía como un incidente cósmico para encontrarse consigo mismo… las memorias agregaban valor a los contenidos de la eternidad proyectada sobre sí misma… descender a la vida representaba la necesidad del encuentro y el abrazo consigo mismo… descender a la vida significaba un encontrarse y, al mismo tiempo, tener la posibilidad de descubrirse como parte de un hilo de existencias que provienen de la eternidad y se dirigen hacia ella, como parte de aquel sentimiento cósmico de las formas y los números… nacer era depender de la piel para sentir el presente… morir era un regreso a una existencia plena, al reencuentro con los ancestros, la vuelta al propio paraíso… Hubo un tiempo de memorias plenas… De pronto, sorprendiendo a la luz… llegaron las tinieblas y las sombras… llegó la oscuridad y la negritud de los egos exaltados… hubo una distorsión cósmica… se produjo una anomalía matemática… tuvo lugar una deformación de la geometría del espacio, algo que golpeó la perfección de la esfera, precipitando partes por fuera de ella… surgió la línea recta enlazada por sus lados, mostrando extremos opuestos y distantes… emanaron los poliedros y los cubos ocuparon espacios… la anomalía matemática dejó a su paso una paradoja, una ecuación sin resolver, una pregunta para la que no había respuesta posible, y tomó entidad la duda, y esta, la duda, aportó nieblas a la confusión… la confusión impuso los miedos… los miedos trajeron consigo a la decepción, a la desilusión, porque ambas provenían del crecimiento del ego mediante la mentira, el engaño y la traición… entonces, hubo rostros ocultos tras máscaras… entonces, hubo cuerpos ocultos tras disfraces… entonces las almas comenzaron a ahuecarse… entonces los espíritus olvidaron la esfera y avanzaron sobre lo cúbico… entonces las consciencias enseñaron contraluces… entonces, nada volvió a ser igual, porque tomaron entidad las memorias huecas, las memorias que no recuerdan, las memorias que evitan el recuerdo de pasados atribulados, porque no quieren enfrentarse a la verdad del sí mismo… las memorias huecas se construyen a partir de la sobre expresión del ego, que se correlaciona con la ausencia de voluntad para construir, y con la necesidad de depredar el esfuerzo ajeno, a efectos de no hacer ninguno por sí mismo… desde las memorias huecas se exterminan las iniciativas, y se ingresa a un estado de vacío que devora el alma… las memorias huecas son disruptivas, pero se justifican a sí mismas atropellando las razones ajenas, negando los derechos de los otros, manipulando las circunstancias y repartiendo culpas para no tener que asumir las propias… Las sombras construyeron espacios y ocuparon geometrías… el orden del espacio intangible se quebró, pero eso no tuvo lugar en el universo, sino en el alma… se volvió acuciante para el espíritu… destruyó los nodos de la consciencia y más tarde, negó la evidencia… impuso el anti valor y tergiversó la realidad… La oscuridad creó ecuaciones que no contienen factores a despejar, por lo tanto, se trata de utopías matemáticas que derivan en absurdos… los absurdos tienen a la gente entretenida en versiones dislocadas que no conducen a ninguna parte… los absurdos llevan a pensar en más absurdos, y estos se tornan en fuentes de la negación de lo evidente… La oscuridad colonizó el alma y la anuló… al hacerlo, aparecieron el poder y la desidia… con el poder vino la pobreza, la miseria y la indigencia… con la desidia vino el desprecio, el atropello, y la competencia… entonces, la oscuridad colonizó el tiempo, separándolo del espacio… al colonizar el tiempo, favoreció que las almas quedaran atrapadas en infiernos existenciales, un especie de hoguera donde el alma se consume sin evaporarse, una hoguera donde el dolor se repite y el sufrimiento se vuelve necesario para justificarse ante la existencia… la hoguera se sostiene alumbrando la estupidez de las almas perdidas, porque el fuego no puede prescindir de la luz, pero al hacer foco en el poder subyacente, el alma entrega su esencia y enaltece el sufrimiento del instante extraviado… luego, la hoguera domina el karma, y este, el karma, queda sujeto al imperio de la oscuridad… más tarde, todo es un círculo vicioso donde los errores se repiten con mayor o menor intensidad… el poder favorece la presencia de los miserables, y estos necesitan de los estúpidos, entonces los estúpidos recurren a los miserables para recibir migajas y todo se torna un ida y vuelta… ambos son colonizados y sometidos por la dominación del lado oscuro, y este, les vende una paz ficticia que se alimenta de la hoguera que tiene atrapado al alma de todos y cada uno… inmediatamente, se inmoviliza el circuito y la pantalla arroja un error que se transforma en infierno, y al pretender escapar, el error se repite una y otra vez, cancelando las salidas hacia cualquier parte… la memoria permanece hueca y no tiene forma de regresar al pasado, sencillamente porque el error se reitera en el presente continuo, impidiendo la posibilidad de un futuro que ofrezca una salida reparadora… al no haberla, la memoria no registra las variables y se limita a regresar siempre al punto donde la oscuridad somete el alma, el punto de partida del error primordial que se distancia de la luz, por vergüenza, por incapacidad, por complacencia, por una loca necesidad por disponer de una pizca de poder… cualquier poder nubla la circunstancia y la convierte en competencia, recreando el círculo que atrapa a los desprevenidos que se entregan por el sólo hecho de tener algo más, por un instante que ni siquiera permanece en el cosmos… el alma se seca, y el ego se enaltece… a mayor cantidad de ego, menos volumen de espíritu… a medida que se reduce el espíritu, se ahoga la consciencia que apela a cualquier excusa para justificar el error que tiene instalado dentro del propio ser… El imperio impuso las competencias, y estas trajeron el poder desalmado en cualquiera de sus formas… la competencia depende de las economías para tener entidad… el atropello justifica los argumentos para la competencia… el error se traduce en tragedia de muchos, calamidades que el poder niega, o bien, simplemente no registra, a efectos de evitar tener que dar explicaciones de cosas que no quiere saber, ni oír, ni ver, mucho menos asumir… Ahora el desmadre reina en la Tierra… pero esta, la Tierra, no es humana… se trata de un préstamo… donde los humanos son destinos en sus circunstancias, por un lapso que el cosmos no convierte en memoria porque ni siquiera califica para instante… muchos nacen sin saber a qué vienen, ni por qué vienen, ni para qué lo hacen, esto es que nacen sin motivo, por lo tanto, mueren en la indigencia del desconocimiento del sí mismo… mientras viven, mientras respiran, pretenden apoderarse de todo lo que encuentran a su paso, pero todo eso sucumbe ante la muerte prematura, que los regresa al sometimiento del lado oscuro… sin memoria, no hay aprendizaje posible… el lado oscuro se alimenta de almas, pero mantiene las existencias adheridas a su propia razón de ser, justamente, porque ello le permite existir, repitiéndose… el lado oscuro, entonces, impone un caos a escala que sólo reside en el alma humana, y no se replica en ningún otro lugar del universo… esto debe considerarse seriamente, porque cuanto más te adentras en el lado oscuro, de menos consciencia se dispone, y al hacerlo, el espíritu se achica hasta su mínima expresión, evaporando los sentidos genuinos del alma… sin alma, los humanismos son imposibles, porque no hay quien los aborde… El orden sigue rigiendo en el universo factible, en el espacio sideral que está más allá de la Tierra… pero dicho orden no es posible en el lado humano de la Tierra, justamente porque la memoria está hueca, y al estarlo, no hay consciencia… nadie recuerda el error del cual proviene, y éste, el propio error, se alimenta de su alma… como se ve, Prometeo persiste encadenado a su tragedia, pero no logra recordar cuando fue que se quebró su lógica… La memoria hueca se circunscribe a la Tierra, y tiene al ser humano atrapado en su propia estupidez, sometido a su propia miseria… cuando el ser humano recupere su memoria, se dará cuenta que lo que perdió, fue el tiempo que le concedieron para existir… AL MARGEN DEL OLVIDO © By Víctor Norberto Cerasale Morteo® [MEMORIAS HUECAS - 10]

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