viernes, 1 de septiembre de 2023

Ja s'ha mort la besàvia (Hoy os escribe Irene Solà | La newsletter de Anagrama)

En julio de 2021 fui a un concierto de Pau Riba. Tocó «Ja s’ha mort la besàvia» (Ya se ha muerto la bisabuela). Aún eran tiempos de covid y teníamos que estar sentados durante el concierto. Me quedé pegada a la silla durante toda la canción porque era como si me hablara de la novela que yo estaba escribiendo en ese momento.En julio de 2021 fui a un concierto de Pau Riba. Tocó «Ja s’ha mort la besàvia» (Ya se ha muerto la bisabuela). Aún eran tiempos de covid y teníamos que estar sentados durante el concierto. Me quedé pegada a la silla durante toda la canción porque era como si me hablara de la novela que yo estaba escribiendo en ese momento. Hoy os escribe Irene Solà | La newsletter de Anagrama Lo primero que supe, o que intuí, al empezar a trabajar en esta novela fue que en el centro de la historia había un pacto con el diablo. A finales del siglo XVI, el personaje de Joana le vendió el alma al diablo a cambio de un hombre entero, que fuera heredero y tuviera un trozo de tierra y un trozo de techo. Y se casó con Bernadí Clavell, que era el heredero del Mas Clavell. Pero a Bernadí le faltaba el meñique del pie izquierdo, y Joana pudo romper el pacto y conservar el alma, el hombre y la casa. Aunque pronto descubrió (o creyó descubrir) las consecuencias de esa ruptura, que se harían extensivas a su familia. A todos sus hijos, a todos los descendientes del Mas Clavell, les faltaría alguna cosa: un cuarto de corazón, la lengua, el nombre, las pestañas, el hígado, la capacidad de sentir dolor, el agujero del culo, una oreja o la memoria. Luego, a lo largo de semanas, meses y años de proceso de trabajo, mientras vivía dentro de la novela, y aprendía a escucharla y a darle forma, entendí (y decidí) que este libro sucede en la contemporaneidad, durante un solo día, y que se sitúa en una masía de las Guilleries, el Mas Clavell. En esa casa, Bernadeta, una mujer muy vieja, imposiblemente vieja, tan vieja que no sabe cuántos años tiene porque ha perdido la cuenta, se está muriendo. El día en el que se sitúa el libro es su último día de vida. Pero velándola están las mujeres que han nacido, vivido y muerto en esa masía desde finales del siglo XVI, sus parientas, que son los fantasmas o espíritus que habitan la casa, y que están preparándole una fiesta.

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