sábado, 23 de marzo de 2024

Cada historia merece ser escuchada

Los ciclistas llaman “hacer la goma” a ese proceso por el que, repetidamente, vuelves a entrar en un grupo delantero del que previamente te habías descolgado, ese efecto yoyó bajonero para las piernas pero tan nutritivo para la esperanza. Así nos hemos sentido un poco esta semana, metafóricamente: un ir y venir de libros empeñados en retenernos mientras leíamos otros, lecturas elásticas que no se iban y se intensificaban con la siguiente. Empezamos el lunes escuchando aquí a Mariana Enríquez dar una especie de clase magistral sobre películas de terror y el cuento como unidad de sentido, un recorrido por algunos lugares ajenos desde donde ha destilado su propio estilo: la presencia de lo fantasmagórico y lo alterado dentro de lo cotidiano, la idea de contar cada historia de la mejor forma posible. Esa misma mañana habíamos terminado de leer Historia de una terraza, de Hilary Leichter, y algunas de las cosas que decía la autora argentina resonaban con un eco en los espacios torcidos que crea Stephanie, la protagonista de esa novela. Stephanie altera el espacio, tiene ese don, hace crecer las cosas. Inventa una terraza soleada, idílica, en el pequeño apartamento de una pareja de amigos. Esa terraza solo existe cuando ella viene a casa, el resto del tiempo es un armario empotrado lleno hasta arriba. Ellos la invitan y e inventan algo llamado Terralatos: fantasías para contar en la terraza, mentiras, elucubraciones dedicadas a alargar el tiempo de aire libre, materia oscura generadora de realidad. Ese espacio expandible de Stephanie –un personaje marcado por la desgracia, como todos los superhéroes– podría ser el reflejo a pequeña escala de un universo en expansión que se proyecta hacia el infinito y también de las pérdidas, las separaciones: cómo no alcanzamos a ver que algo que se aleja pero que todavía está a nuestro alcance está ahora en el punto más cercano que va a estar nunca. Y las historias, las reales, las inventadas, las contadas, intentan actuar como el pegamento de esa fractura, hacer, al menos, la goma. Quizá en vano, quizá no. Historia de una terraza orbita alrededor de una fábula medieval con rey, reina y ermitaño, y es un puzzle con piezas de tiempo y de espacio que alguien ha desperdigado por ahí y es posible que haya varias maneras de recomponerlo. Su forma final, la que nos ha llegado como libro, es emocionante, triste y verdadera. El libro de la semana Con todo ese mogollón en la cabeza nos pusimos a leer Acerca del robo de historias y otros relatos, de Gueorgui Gospodínov, porque la semana que viene llega Gueorgui a la librería y ya no es nos guste hacer los deberes, sino que nos encantan sus novelas, desde la sorprendente y loca Novela natural, pasando por la maravillosa Física de la tristeza hasta la premiadísima Las tempestálidas. “Creo que todas las historias, ya sean sobre moscas, enamorados o sobre un alma cochina en Navidad, son importantes. Cada historia merece ser narrada y escuchada”, escribe en el prefacio Si con Mariana y Leichter podíamos intuir las hebras de ese tejido compuesto de narraciones, Gospodínov coge la tela, hace una alfombra y te mantea con ella. Veintiún cuentos en apenas 140 páginas, una metralleta de proponer situaciones. Alguien ha comparado estos cuentos con la primera calada de un cigarro (perdón si lo estás dejando). Hay anécdotas, pequeños chistecillos, fábulas, homenajes borgianos, metaliteratura… pero leído en conjunto tiene toda esa melodía del escritor vagabundo de Novela natural. Hay una niña que con un ojo ve el pasado y otro el futuro, a la niña la llaman ciega, porque es incapaz de ver el presente. ¿Y qué son el pasado y el futuro sino relatos? Un hombre atemoriza a una mujer que saluda a un campesino por la ventana del tren diciéndole que su saludo podría cambiar para siempre la vida de aquel hombre, hasta un punto incontrolable. Un vagabundo cuenta su vida –creyendo que se está dirigiendo a todo el país en Nochevieja– a uno de esos televisores que había en las tiendas que emiten la imagen de quien mira el escaparate. Una pareja inventa una vida en común mientras esperan en un aeropuerto y esa vida parece tomar cuerpo justo cuando se separan. “El título original del libro también puede leerse así: Gueorgui Gospodínov y otras historias, suponiendo que el autor es solo una de esas historias, y ni de lejos la mejor”. Está todo ese sentido vital de su literatura: algo profundo que se sostiene en equilibro perfecto con una idea tragicómica acerca del destino y de la condición humana, lo fragmentario y lo diminuto como unidad fundamental frente a los relatos totalizadores, el lenguaje como algo mucho más valioso que la experiencia. https://letrascorsarias.com/tienda/narrativa/acerca-del-robo-de-historias-y-otros-relatos/ Gospodínov tenía veinte años cuando cayó el Muro de Berlín y la literatura búlgara vivía encerrada en sus propios límites. Poeta, dramaturgo, director de una revista cultural, brillantísimo narrador. Lo tienes aquí el miércoles, día 27, en conversación con Domingo Hernández y su traductora, María Vútova.

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