https://www.anagrama-ed.es/libro/compactos/rompepistas/9788433960801/CM_615
Cuento esto porque en abril del 2023, cuando llevaba un año con Semen, empezaron a cobrar consistencia dos actividades paralelas. Por un lado estaba la acción del libro, la materia, que iba avanzando como se suponía, y que yo expresaba poniendo una palabra después de la otra, y «una cosa después de cada palabra», como dijo el italiano aquel. Y por el otro estaba la forma y el tono que cobraba el libro, incluso la tradición de la que provenía. «Una sucesión de lamentables infortunios, como una novela inglesa del XVIII», apunté en mi bloc; «pesimismo sexual y cómica morbidez huysmanesca»; «picaresca-en-una-sola-habitación»; y «una adolescencia de soledad y delirio, repleta de contemplación erótico-mística y patetismo mártir».
Semen, empezaba a verlo, tenía que ser desolador, inmoral y gracioso al máximo nivel, tanto para hacer digerible el melodrama subyacente (todas mis novelas tienen una raíz tristísima, que se atenúa con agresión, humor o lo que proceda) como para desactivar cualquier tipo de prosopopeya carnal. También tenía claro que debía estar escrita de un modo novedoso.
En diciembre del 2023 decidí que el título original podía inducir a confusión (¿es un tríptico de planificación familiar?) y lo cambié por Dick o la tristeza del sexo. El consiguiente despliegue mural de post-its me ayudó a reorganizar la secuencia de capítulos, para que la trama se narrara del modo más tenso y adictivo posible. En marzo del 2024, tras tres nuevos meses de escritura y edición, puse el FINIS en la página 242 del Word (cuatro páginas más tarde que en Rompepistas, para que el lector se haga una idea).
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