martes, 19 de febrero de 2019

Huella de caracol | Babelia | EL PAÍS

Huella de caracol | Babelia | EL PAÍS

Huella de caracol

Las memorias inconclusas de Pablo Antoñana son un libro escrito con lupa que deja ver hasta el mínimo detalle un país, un paisaje y un paisanaje

Portada del libro de Pablo Antoñana.
Portada del libro de Pablo Antoñana.
Jinete solitario, andasolo (palabro foral), raro, marginado…, así lo consideraba, de escritor a escritor, de navarro a navarro, Miguel Sánchez-Ostiz en su imprescindible Lectura de Pablo Antoñana y consideraba que este escritor (1927-2009) construyó una nutrida obra narrativa “desde una tierra de desmemoria y rencores viejos”, su tierra, el Viejo Reyno de Navarra.
No hay lugar ahora para ocuparme de sus novelas y cuentos, y sí dedicar lo que queda a celebrar la aparición póstuma (las dejó inconclusas) de estas espléndidas memorias de infancia, guerra y posguerra (como las subtituló), donde aparece ese país imaginario, el territorio de Ioar, que está en su literatura y sobre todo esa tierra real, la muy zarandeada por historias de guerras civiles (la última: la tercera guerra carlista), como es la villa de Viana, patria chica del escritor integrista y carlistón Navarro Villoslada, en cuya casa vivió su infancia y juventud.
Con humilde precisión titula estos papeles, de apretada letra, minuciosa memoria, Hilvano recuerdos, como si estos apareciesen al desgaire apenas sostenidos por unos hilos. Y de eso nada. Es un libro escrito con lupa que deja ver hasta el mínimo detalle, un país, un paisaje y un paisanaje, poblado este último de multitud de seres fantasmagóricos, que adquieren esa condición al pasar desde la memoria descascarillada por el paso del tiempo hasta el papel. No son unas memorias literarias, en estas páginas no se nos muestra un escritor en ciernes, sino un hombre con sus dudas y pocas certezas, hecho hombre en un ambiente ideológicamente hostil, que se acerca, haciéndose hombre, a la religión, al tradicionalismo carlista y demás integrismos hasta acabar convirtiéndose en un escritor libre de ataduras.
Esa libertad le permitió seguir adelante, sin pensar en reconocimientos, ni en su país, ni en el resto de España. Un autor que compuso una valiosa obra a contracorriente, a su manera, aceptando sin entenderla su marginalidad, como buen andasolo que fue. Estas magníficas memorias de infancia y juventud, estupendamente escritas, con aparente sencillez, eso sí, ojalá sean un acercamiento a Antoñana, un escritor a descubrir.
Hilvano recuerdos. Pablo Antoñana. Pamiela, 2018. 304 páginas. 20 euros.

No hay comentarios: