El tren Transmanchuriano: un viaje en ferrocarril por la historia de Harbin
La construcción del tren Transmanchuriano a principios del siglo XX, condicionaría para siempre el rumbo de la historia de Manchuria, en el nordeste de China. Famoso por ofrecer al viajero un apasionante recorrido con el que poner fin al trayecto del Transiberiano en China, cuenta con tres ramales de tendido ferroviario cuya construcción, finalizada en tan solo cinco años, no solo ejerció un papel muy activo en el nacimiento y el desarrollo de Harbin sino que, además, dejó tras de sí un legado histórico, cultural y turístico de gran valor.
El primer planteamiento de tal proyecto de ingeniería se originó en el año 1896, momento en el que el estadista Li Hongzhang, hombre de confianza de la corte de la dinastía Qing, fue enviado en una comitiva especial a San Petersburgo para asistir a la ceremonia de coronación del zar Nicolás II. Aprovechando su visita, el último zar de Rusia le hizo saber su intención de unir todo su territorio a través de una colosal red ferroviaria. El Ferrocarril Chino del Este, también conocido como Ferrocarril Transmanchuriano, empezó a construirse en el año 1897.
Con su construcción se atrajo una gran cantidad de capital mejorando así el intercambio comercial de la zona. Muchas organizaciones administrativas, como consulados; o instituciones financieras, como bancos, entre muchas otras; emergieron en estos tiempos. El tren aceleró el proceso del crecimiento de las ciudades y provocó un aumento de la población así como un importante intercambio cultural. A día de hoy constituye un preciado legado cultural e histórico. Muchos de los edificios que colindan, en su trayecto ferroviario, aún nos cuentan el relato de la historia de esta línea de tren y sus vicisitudes transcurridas en el siglo pasado.
De poblado a metrópolis
De entre ellas, es Harbin la más destacada, una auténtica ciudad ferroviaria cimentada en un lugar estratégico, en el que confluían los tres principales ramales del Transmanchuriano. Sus estaciones de conmutación, talleres de mantenimiento y reparación de locomotoras, así como puentes ferroviarios, condicionaron el crecimiento de un emplazamiento que pasó a dar cobijo a 10 millones de habitantes. Una cifra que le permitió convertirse en una de las metrópolis internacionales de mayor influencia en el nordeste de China. Muestras de su pasado ferroviario son una serie de enclaves que hacen las delicias de aquellos turistas que se dejan sorprender por la historia de la urbe. Mención especial merece la estación de trenes de Harbin, reconstruida sobre su edificio original, datado en 1904.
En el pasado, constituyó el primer complejo ferroviario de gran tamaño en el nordeste chino y es el responsable de actuar como centro administrativo de todo el trayecto de la línea transmanchuriana. Si bien su apariencia actual procede de diversas remodelaciones llevadas a cabo a lo largo de su historia, desde 2015 se está llevando a cabo un nuevo proyecto cuyo objetivo es devolverle el estilo Art Nouveau del que gozaba en sus orígenes. Fue edificada en un lugar estratégico de la ciudad, una plaza semicircular que sirve como nexo para dos de los distritos administrativos más importantes de la población y en la que desembocan las principales calles de su centro. Al lugar se le considera una especie de paraíso arquitectónico pues, justo enfrente, otra plaza cede su espacio a la solemne iglesia de San Nicolás.
A unos 250 km al sureste de Harbin se halla el almacén de trenes de Hengdao Hezi, que presenta una curiosa forma de abanico para adaptarse al tramo de vía en el que se encuentra, dominado por un paisaje de alta montaña. Se trata de un edificio alargado, de 2.000 m2, rematado en su totalidad con ladrillo visto y con 15 arcos que dan paso a los compartimentos de cada locomotora, donde estas debían detenerse para recibir su mantenimiento. La solidez de sus materiales y diseño funcional le han brindado una larga vida útil, pues no fue hasta la desaparición de la locomotora de vapor, que dejó de funcionar en 2006, que pasó a formar parte del listado de monumentos históricos nacionales protegidos de China.
Magníficos puentes ferroviarios
Si de algo pudieron presumir los constructores de la vía fue de los magníficos puentes con los que lograron cruzar los ríos de la región. El más apreciado por la población de Harbin es el Gran puente del río Songhua, pues fue el primero que se construyó para atravesar el enorme río que cruza la ciudad, toda una reliquia histórica cuya actividad permaneció intacta durante 113 años. Por su exotismo destaca el puente Jihong, construido por Rusia con un marcado estilo europeo, y del que aún sigue en funcionamiento una versión reformada en los últimos tiempos.
Harbin ha sido, por tanto, un testigo de honor de la evolución de una red ferroviaria que, a excepción del túnel excavado en el Gran Khingan, la cadena montañosa Daxing’anling, de origen volcánico que domina las alturas de Heilongjiang, discurre por tierras en su mayoría llanas. Su ramal oriental de 548 km une Harbin con Vladivostok. La mayoría de trenes que transitan por este recorrido transportan madera o carbón que, ubicados en los antiguos vagones de los trenes, crean una atrayente imagen junto con las montañas y la típica niebla con la que se despierta cada nuevo día.
El ramal occidental, inaugurado en 1903, parte de Harbin y finaliza, 935 km después, en Manzhouli, en Mongolia Interior. Dicho trayecto, construido sobre terreno alcalino, comienza bordeando enormes marismas y pantanos, cruza la frondosidad de Daxing’anling del Gran Khingan y, por último, desemboca en una zona dominada por pastizales. El tramo sur cierra el espacio existente entre Harbin y Dalian, famosa por ser considerada la ciudad de la moda en China. Gracias a su vía de 944 km atraviesa la península Liaodong para, finalmente, concluir su trayecto en Lüshun, en el extremo meridional.
El ferrocarril Transmanchuriano se ha convertido en la actualidad en un medio de transporte perfectamente integrado en el modo de vida de la región del nordeste y que, además, constituye por sí mismo un importante reclamo turístico.
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Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 52. Volumen I. Enero de 2019.
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