Quzhou, la ciudad que mira al futuro respetando a Confucio
Quzhou (衢州), en la provincia de Zhejiang, alberga el Templo Ancestral del Sur de Confucio. Hoy en día es una urbe moderna de 2,5 millones de habitantes que mira al futuro con optimismo y es reconocida por su apuesta ecológica y su vitalidad económica.
Quzhou (衢州), ciudad china situada en la provincia de Zhejiang, sede del Templo Ancestral del Sur de Confucio, cuenta con una población de 2,5 millones de habitantes y un área de 8.841 kilómetros cuadrados. A pesar de poseer un legado histórico muy importante con respecto al pensador Confucio (551-479 a.C.), es una urbe moderna que mira al futuro con optimismo y ganas de hacer bien las cosas, de ahí que haya recibido numerosos reconocimientos nacionales, sobre todo por su apuesta ecológica y su vitalidad económica.
Con más de 1800 años de historia, por ella pasa el río Qiantang y, gracias a su bien conservada muralla, así como a su disposición tradicional de callejuelas y residencias bajas con tejados puntiagudos, fue calificada por el Gobierno nacional como Ciudad de Interés Histórico y Cultural. La fundación de Quzhou data de la dinastía Han del Este (25 a.C.-220 d.C.), allá por el año 192, aunque por aquél entonces se la conocía bajo el nombre de Xin’an y se trataba de un mero condado. No fue hasta el año 621 cuando cambió su nombre a Quzhou.
Su privilegiada localización –entre las provincias de Fujian, Jiangxi y Anhui, y cercana a Hangzhou y Wenzhou- la han convertido en un centro de actividades logísticas y transporte único en la zona, lo que le ha dado el sobrenombre de “la ciudad donde nacen todos los caminos” o “el centro de las cuatro provincias”.
La economía de la ciudad se basa en la producción agrícola ecológica, en la industria química, en los materiales de construcción, el papel, neumáticos, etc. También es famosa por ser la cuna de los pasteles de sésamo (麻饼), que todavía se fabrican de forma tradicional a mano, tal y como se puede ver en la fábrica Shaoyongfeng (邵永丰), fundada en 1896 y con delegaciones en toda China.
Quzhou es además famosa por encontrarse a pocos kilómetros el Monte Lanke, posible lugar del nacimiento del popular juego de estrategia conocido como go o wéiqí (围棋), en el que piezas blancas y negras compiten en un tablero de 361 cruces por arrebatar el terreno al oponente. Referencias a este juego podemos encontrarlas incluso en Las Analectas de Confucio y, hoy en día, se celebran anualmente torneos internacionales de go de gran prestigio en esta idílica montaña.
Un templo para la memoria
El Templo Ancestral del Sur de Confucio (孔氏家庙) fue construido en esta ciudad en el año 1128 cuando Kong Duanyou, descendiente directo de Confucio en la 48 generación, siguió al emperador Go Jung de la dinastía Song (960-1279) al sur y, como recompensa, se le concedieron tierras y una mansión en este mismo lugar. El templo, similar en estructura al que existe en Qufu (曲阜), provincia de Shandong, es uno de los dos únicos santuarios que existen en China que pertenecían directamente a los descendientes de Confucio y, a este, se le conoce con el nombre de “Templo del Sur” (东南阙里).
Este santuario se diferencia del que existe en Qufu en que mientras que el segundo fue fundado por la Corte para que los discípulos y los civiles pudieran honrar a Confucio, el primero fue levantado por sus propios nietos para venerar a su honroso antepasado.
La estructura principal del templo está dividida en tres ejes, a lo largo del eje central se sitúa el Pabellón Dacheng, donde la gente particular rendía homenaje a Confucio. En el eje occidental se encuentra el Altar de los Duques, el Altar de los Oficiales, el Altar de las Cinco Ramas, utilizados por los descendientes directos del pedagogo, y la Sala Silu, donde hay un repertorio de estatuas de Confucio, su mujer y algunos familiares. A lo largo del eje oriental tenemos el Altar de los Cinco Reyes y el Altar Enguan, que servía este último para honrar a los sucesores del maestro chino.
Al oeste del complejo se encuentra la residencia oficial de la familia Kong, donde todavía viven sus herederos más directos.
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 9. Volumen VI. Noviembre de 2011.Leer este reportaje en la edición impresa
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