- 'Réquiem por un sueño' (1978), de Hubert Selby Jr.
Por qué resulta atroz. Por el sufrimiento intolerable al que Selby, el último beatnik y el primer punk de la literatura estadounidense, somete a sus personajes: cuatro neoyorquinos consumidos por las adicciones. Las sesiones de electroshock que sufre la madre adicta a los concursos televisivos y las píldoras para adelgazar, el brazo amputado del hijo adicto a la heroína, el descenso a los infiernos de la prostitución de la cándida y compulsiva Marion, los ultrajes racistas que sufre en la cárcel el frágil y depresivo Tyrone... Todo un catálogo del sufrimiento humano en 300 páginas feroces e inmisericordes.
Por qué es un auténtico placer leerlo. Porque Selby es el Henry Miller de la generación narcótica, un maestro del realismo sucio, un sublimador de la mugre y el mal rollo. En palabras de Allen Ginsberg, el de Nueva York escribía como “un ángel caído” y sus novelas eran “bombas infernales” destinadas a explotar “en los cielos de América y ser leídas con avidez dentro de cien años”.
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