FOTOGRAFÍA
Imágenes de un exilio
Una exposición reúne las fotografías tomadas por Germaine Krull a bordo del ‘Capitaine Paul Lemerle’ donde coincidieron intelectuales y artistas en su huida del fascismo
Festival Neptuno en el Capitaine Paul Lemerle, el monitor guía a uno de los niños GERMAINE KRULL
El 24 de marzo de 1941 el carguero Capitaine Paul Lemerle partía del puerto de Marsella rumbo a Fort de France, Martinica. Transportaba cerca de trescientos refugiados. Muchos de ellos eran judíos, otros perseguidos políticos, entre ellos algunos refugiados españoles. Todos huían del fascismo. Tendrían que hacer frente a las hostilidades del gobierno de Vichy, así como a una serie de impedimentos con los que eran recibidos en los países americanos donde pensaban establecerse. Las memorias y obras de algunos de ellos alimentarán un movimiento artístico e intelectual antifascista que hoy resuena en el tiempo.
Entre los artistas e intelectuales se encontraban el ideólogo del surrealismo, André Breton, y su mujer, la pintora Jacqueline Lamba; el filósofo y antropólogo Claude Lévi-Strauss; el pintor cubano Wilfredo Lam y su, mujer Helena Holzer; el escritor revolucionario Victor Serge; el escritor y periodista de origen judío alemán Alfred Kantorowicz, y la escritora judía alemana Anne Seghers. También el cineasta y guionista Rémy Assayas, conocido como Jacques Rémy, y la fotógrafa alemana Germaine Krull. Durante los veintisiete días que duró la travesía, la artista documentó la vida a bordo del barco. Una exposición y un libro reúnen por primera vez estas imágenes bajo el título Germaine Krull & Jacques Rémy, A Voyage, Marseille -Rio 1941. La muestra forma parte de la programación del festival Los Encuentros de Arlés, que celebra su cincuenta edición.
Las fotografías fueron halladas en la casa de campo de Rémy. “Germaine Krull (1897-1985) era una figura familiar para mí”, cuenta el director de cine y crítico Olivier Assayas, hijo de Rémy. “La conocí siendo un adolescente, era muy amiga de mis padres. Por aquel entonces, en los setenta, su obra había caído en el olvido y no tenía ni idea de que hubiese sido una de las grandes fotógrafas modernistas”. La publicación de Métalen 1928, uno de los primeros libros de fotografía concebido como un objeto artístico en sí mismo, y su participación en la exposición Film und Foto, un año más tarde, la situaron como una de las mujeres más destacadas de la fotografía de entreguerras. "Germaine, tú y yo somos los fotógrafos más grandes de nuestro tiempo, yo al modo antiguo y tú al moderno”, diría Man Ray. Sin embargo, a pesar de este temprano reconocimiento, aparte de una exposición organizada por la Cinématèque Française, en París, y de otra que tuvo lugar en el Musée Réattu de Arlés, en 1988, no sería hasta 2001 cuando se hizo justicia a su obra con la celebración de una gran retrospectiva en el centro Pompidou de París. Fue por entonces cuando Assayas halló una serie de fotografías entre los archivos de su padre. “En un principio no supe dar valor al material que tenía en mis manos. Me costó diferenciar qué material pertenecía a Krull. Eran más de cien fotografías, y poco a poco fui viendo que existía una narrativa. No sabía en qué barco se habían realizado. Había también imágenes de tribus indígenas, que no encajaban muy bien en la historia, así como de la prisión de Cayena, donde sabía que mi padre me había estado”.
Assayas recordaba algunos detalles de un periplo en barco que su padre le había narrado. En él había conocido a la fotógrafa. Fue a través de Tristes trópicos, las memorias de Lévi-Strauss, cuando pudo empezar a conocer algunos pormenores del viaje: “Empecé a comprender el día del embarque, cuando a través de los cercos de guardias encasquetados y con ametralladora calada, que encuadraban el muelle y cortaban cualquier contacto de los pasajeros con los parientes y amigos que habían venido a despedirlos, abreviando los adioses con empujones e injurias; era verdaderamente una aventura solitaria, o más bien, una partida de galeotes”, escribía el filósofo. A medida que encontraba más datos de aquel episodio de la vida de su padre, aumentaba su curiosidad.
Tras varios años de investigación, Assayas tuvo un encuentro con el escritor Adrien Bosc, quien estaba inmerso en la escritura de Capitaine(Stock, 2018), una novela de ficción que narra la travesía dando voz a los diferentes pasajeros —y que finalmente incluiría un relato de dicha reunión—. De ahí surgió la idea de esta exposición y del libro, donde el material gráfico de Krull, es acompañado por textos —algunos inéditos— tanto de la fotógrafa como de Rémy, así como por documentos de la época. Assayas mantiene la hipótesis de que su padre y Germaine Krull habían concebido un proyecto editorial conjunto destinado a relatar su periplo.
Desde muy joven la fotógrafa mantuvo un fuerte compromiso con las causas políticas. A los dieciocho años fue expulsada de Múnich, donde cursaba estudios de fotografía. En 1921, durante una visita a Rusia fue arrestada acusada de ser una enemiga del leninismo, y sometida a una ejecución falsa. Aquello dejaría una profunda huella en su vida. “Enemiga acérrima del nazismo, era otra de esas pobres almas luchando por sobrevivir. Tuvo que abandonar París”, apunta Assayas. “Por aquel tiempo estaba separada del cineasta Joris Evens, con quien había contraído matrimonio en 1927. Evens había emigrado a Estados Unidos y a su llegada se había declarado soltero. Norte América quedaba así descartado como un destino para la fotógrafa, ya que en su pasaporte figuraba como esposa de Evens, y su llegada supondría la deportación de su marido”.
La travesía resultó dura. “No había más que cuatro camarotes, ocupados por los oficiales y por Lévi- Strauss, quien ya había hecho uso de la misma línea para otro de sus viajes”, cuenta Assayas. “La comida era escasa y mala. En los aseos se formaban colas interminables. Día a día se acumulaba la suciedad. El barco navegaba por la simple razón de que el gobierno de Vichy quería mantener activa una conexión con la colonia y evitar la ocupación de la isla por parte de los Estados Unidos. Para muchos de los refugiados el hecho de navegar con una bandera del Vichy era una garantía de que el barco no iba a ser atacado por los alemanes”.
Una vez que el barco llegó a puerto en Martinica, considerados desertores por el régimen de Vichy, los pasajeros fueron retenidos en un campamento dentro de la leprosería de Lazaret. Allí permanecerían más de un mes. Desde allí, Krull y Rémy consiguieron alcanzar la costa nororiental de Sur América y llegar a Cayena en la Guayana francesa, desplazándose a Saint-Laurent du Maroni, donde documentaron la vida de los convictos. Sus caminos se separarían en Río de Janeiro, después de pasar por Belém, Recife, Pernambuco y Bahía. La fotógrafa se instalaría en Río. Rémy continuó su viaje a Buenos Aires. No se volverían a encontrarse hasta después de la guerra.
Aquel periodo de retención en Martinica resultaría fructífero para algunos de los pasajeros. Victor Serge establecería contacto con Lévi-Strauss. Breton, a quien le estaba permitido alojarse en Fort de France, descubriría al poeta Aimé Césaire a través de la publicación Tropique. El poeta serviría también de guía para el cubano Wilfredo Lam, quien descubriría en la salvaje y exhuberante belleza de la isla una nueva forma de encarar su pintura.
“La fotografía de Krull representa el eslabón entre la vanguardia rusa y alemana y el fotoperiodismo en París”, destaca Assayas. “En sus comienzos fue una pura artista visual y poco a poco fue interesándose más por mostrar la realidad. Reinventó junto con Eli Lotar el fotoperiodismo en Francia, y fue extremadamente influyente. Lo más interesante de esta serie es que tiene una naturaleza muy concreta. No se trata de una fotografía artística, ni tampoco puede ser considerado fotoperiodismo. Está documentando su propia experiencia sin una intención estética, ni pensando en lo que le gustaría a un editor. Está, en cierta forma, inventando una fotografía neorrealista”. Vivió un año en Río de Janeiro. De ahí continuo a Brazzaviile, en el Congo francés donde se unió a la Francia libre. “Después prácticamente abandonó el fotoperiodismo. Se interesaría por la filosofía asiática y el budismo. Fue propietaria de un hotel en Bangkok, llamado The Oriental. Este será su último trabajo fotográfico serio”, afirma Assayas.
Germaine Krull & Jacques Rémy, A Voyage, Marseille -Rio 1941. Claustro Saint-Trophime, Arlés. Francia. Hasta el 22 de septiembre.
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