viernes, 25 de junio de 2021

CONVERSACIONES ESTÚPIDAS 5© [18] By Víctor Norberto Cerasale Morteo®

CONVERSACIONES ESTÚPIDAS 5© [18] By Víctor Norberto Cerasale Morteo® David era un tipo sencillo, una persona con mirada penetrante, médico, endocrinólogo, de los de antes, cuando había que estudiar en serio… observaba mucho y hablaba poco… ¿sería por eso que teníamos afinidades superlativas?... él era el presidente del directorio del hospital, pero en el directorio había otras personas con luces, y con no tantas, transparentes y no tantas, capaces y no tanto… un hospital de seiscientas camas… diecisiete pisos en el frente que daba a la avenida Rivadavia… trece pisos en el contrafrente que daba a la calle Rosario… en el medio había pasadizos de todo tipo, y hasta se podía cruzar de una lado al otro por debajo… repleto de servicios médicos, y desde luego, de profesionales médicos que vivían en sus mundos… repleto de personal de enfermería… repleto de mucamas… repleto de técnicos… y ni qué hablar del universo de pacientes que se movía al modo de oleadas… por entonces, el hospital era una ciudad dentro de otra ciudad… nadie recordaba cuándo se había encendido, pero desde entonces no se había apagado nunca… algunos hacían referencia a los inicios en el año 1956… pocos médicos lo tenían presente y eran de aquella época, los demás se habían ido agregando así es que desconocían la historia… David andaba buscando un director para asociar al grupo, alguien que tuviese raras habilidades, oscilantes entre el conocimiento médico y la capacidad de proponer cambios, modificaciones, alteraciones, y no sé qué más… yo andaba buscando un espacio para trabajar como funcionario ejecutivo dentro de un hospital… así es que nos conocimos después de no sé cuántas entrevistas con otros agentes de recursos humanos, directores, y etcéteras… la sala era inmensa… yo estaba sentado en uno de los laterales, aguardando… él entró, saludó, miró… e hizo una serie de preguntas… usted viene de la industria farmacéutica, dijo (no preguntó)… muchos años… muchos años en el país… muchos años fuera del país… ¿a qué se debe la idea de cambiar?... respondí: a los tiempos, estar fuera del país desgasta, y busco un lugar donde desarrollar otras iniciativas… luego de ello nos concentramos en una maratón de preguntas y respuestas… ¿qué había hecho en Estados Unidos?... ¿qué había hecho en Alemania?... ¿si conocía Israel?... ¿qué había sido de mí en Brasil?... ¿qué había hecho en la India?... ¿para qué había ido a China?... ¿cuál era mi relación con Japón?... ¿por qué no tenía títulos en Argentina?... ¿por qué había estudiado fuera del país?... ¿por qué esto y por qué lo otro?... la reunión se extendió por tres horas, tal vez más , y a medida de conversábamos se iban sumando otros directores… ¿habla alemán?... ¿habla inglés?... ¿qué otros idiomas habla, además del español?... ¿por qué dijo que visitó Israel?... ¿qué hizo en la Unión Soviética?... ¿cómo era vivir en la Alemania ocupada?... ¿en qué parte de Alemania?... ¿por qué siempre anduvo solo?... para algunas preguntas no había respuestas, sencillamente no las había… luego, vino una andanada de preguntas sobre lo hecho en la industria, cómo había pasado de la odontología a los medicamentos, cómo había pasado de los productos a los estudios, cómo había pasado de la investigación a la dirección médica… cuando nos estrechamos la mano al final de la entrevista múltiple, sentí que él ya había tomado una decisión, no me equivoqué… había tanta gente en la sala que no atiné a recordar los rostros… me limité a saludar a uno por uno, nada más… Siguieron tres años de una comunión de ideas… yo amanecía en el hospital… él llegaba siempre al mediodía… pasaba por mi oficina, saludaba, y se iba a la propia que quedaba en la otra punta del hospital, es decir, a una cuadra y media… alrededor de las dieciocho horas, él se llegaba hasta mi oficina, se sentaba y nos sumíamos en profundas disquisiciones filosóficas sobre el sistema de salud, su administración, las necesidades, y sobre todo, el futuro… sin embargo, muchas veces me pedía que fuese a su oficina, a lo largo de los días, y allí hablábamos sobre temas puntuales… el judaísmo… el cristianismo… más de una vez agregando a algún rabino… más de una vez hablando de los atentados terroristas en la Argentina y el mundo… un día, una tarde casi noche, me pidió que lo acompañara a una reunión por fuera del hospital… fuimos a ver a un paradigma de la salud privada… me presentó… mantuvimos una extensa charla… y luego los dejé conversar en privado… el acontecimiento se repitió varias veces… hasta que un día le pidió a todos los jefes de servicio del hospital que se reuniesen conmigo… así ocurrió, quizás en cincuenta y tres oportunidades, tal vez en más… le cambiamos la cara al hospital… hubo un acercamiento con los pacientes… una humanización… la guardia recogía cada vez más y más personas en su condición de pacientes… y el hospital estaba repleto, siempre… no alcanzaban las camas, así es que se había establecido un acuerdo de cogestión con el Hospital Álvarez (público) de Flores, y otro acuerdo de cogestión con el Hospital Italiano de Buenos Aires (comunidad) de Parque Centenario… así y todo, nada era suficiente… David estaba contento… yo también… pero el desgaste era brutal… desde la seis de la mañana hasta la madrugada del día siguiente… Recorridas a tiempo completo… visitas… llamados… coordinaciones… cápitas del Pami… historias clínicas… mirá que necesitamos esto… mirá que necesitamos lo otro… mirá que falta aquello… mirá que el contrato dice tal cosa… mirá que no dice tal otra… mirá… Un día no me sentí bien, y de urgencia me atendieron en el Hospital Álvarez… había tenido un ataque de hipertensión… significativo… me medicaron… me tomé unos días en el campo… no me sentía con fuerzas para enfrentar lo que seguía… lo resistí un tiempo, un mes, dos meses, cinco meses, seis meses, pero no me respondían las capacidades… hasta qué en marzo de 1998, tomé la dolorosa decisión y elevé mi renuncia… David se molestó muchísimo… ¿para qué?... nos reunimos como la primera vez y sostuvimos una extensa charla de dimes y diretes… nos dimos un fuerte abrazo, y nos despedimos… eso determinó, con el tiempo, mi regreso a la industria farmacéutica, cosa que duraría hasta 2011, por una parte, trabajando para Estados Unidos, y hasta 2017, por la otra, trabajando en Santiago del Estero… ése año (1998) fue el año del quiebre… todo se hizo añicos… y de repente, todo se iluminó… la mochila se había desintegrado… estaba solo, completamente solo… los que decían acompañarme, mentían descaradamente, y fabricaban circunstancias para ahuyentarme… pero ya no era necesario, había tomado la decisión de irme por las mías… cosa que me llevaría su tiempo… Todavía sigo conectado a los unos y a los otros, a Estados Unidos tanto como a Santiago del Estero… a pesar de las distancias, permanezco… comprobé que uno nunca se va de su destino, más aún, nadie se puede escapar de su destino, salvo que sea el mismo destino quien te empuje para salir… Mientras te escribo, estoy jubilado oficialmente, pero sigo colaborando con algunas instituciones, sin compromisos, de palabra… porque uno nunca se va de donde no lo echan… FIN DE LA QUINTA PARTE

No hay comentarios: