CONVERSACIONES DE ÁNGELES©…
Memorias de encuentros en el Tíbet
Autor: Víctor Norberto Cerasale Morteo®
VIDAS EN SIMULTÁNEO
todo final implica un nuevo comienzo, así es que no es necesario temerle a la muerte...VNCM
Crédito: foto del autor
La experiencia en el Tíbet le cambio la vida… siempre había pensado en el qué y el cómo de las cosas… siempre había tenido la sensación de cómo era que funcionaba el concierto del universo… de niño, allá por los cincuenta, había conocido a un experto en alta montaña que había estado en los Himalaya, cuando aún no representaba negocio para nadie. Cuando ni siquiera había sido escalado… y aquel hombre le había dicho que en el Tíbet ocurrían cosas que nadie podía explicar y que algún día, si era pertinente, podría verlo por él mismo… aquellas palabras fueron premonitorias… aquel hombre no hablaba de hazañas sino de búsquedas tal él las entendía… era un hombre que sabía de hielos, de clavos, de cuerdas y de ventisqueros… sabía de nubes como nadie y sobre todo, tenía una singular sensibilidad para encontrar senderos que lo condujeran hacia donde él quería… aún estando acá, siempre estaba allá… y hacia la segunda mitad de los años cincuenta, su rastro se perdió para siempre… quizás nunca volvió… tal vez nunca regresó… posiblemente él se encontraba allá y no aquí… como sea, no dejó rastro y la memoria que había sobre su persona se perdió para siempre, gracias a la rutina que atropella y condena… ¿habrá encontrado su Shangri-La?... ¿habrá encontrado su reino de Shambala?... cuando descubres que hay un paralelo del sí mismo… casi siempre permaneces en él… se siente más confortable, menos humano…
Así es que este hombre personaje de estas líneas, acudió al Tíbet habiendo tenido una revelación previa… y la experiencia consiguiente, de desdoblar alma, espíritu y consciencia, separándolas del cuerpo… le significó el tomar distancia de nudos y ataduras… encontrarse, abrazarse, reconocerse… descubrir que estaba solo y que siempre había estado solo… descubrir que los amigos genuinos eran escasos y de tanto mínimos, mientras que los oportunistas eran muchos y los saqueadores mucho más… descubrir que cuando las personas arreglan todo con dinero, están sacrificando el valor del afecto… descubrir que cuando das dinero, estás humillando al que lo recibe…
descubrir que amor sin consonancia es un infierno… descubrir que cuando el esfuerzo es propio y único, el resto se aprovecha de tu viento de cola para tomar posición, tomar ventaja, y asegurarse que en algún torbellino podrá apoderarse de todo, dejándote sin nada y a la deriva… él lo había vivido… así es que nada lo tomaba por sorpresa, solía sentir detrás de las paredes así como solía ver bajo el agua turbia… sabía cuándo le mentían y sentía en el alma cuando lo traicionaban… haciendo alarde de segundas intenciones propias del humano miserable, o bien, del humano mezquino… las personas sensibles más allá de la piel, van descubriendo cómo está formado el concierto que los rodea… quién es quién… qué papel juega cada uno… qué rol desempeña y cuál otro rol pretende para sí mismo… más tarde, cuando el escenario se pone claro, partir es sólo cuestión de tiempo… tal te lo he dicho en renglones anteriores, cuando caes en la cuenta que siempre estás solo, la soledad se encuentra contigo y se transforma en la amistad con el sí mismo, amistad genuina cuando entiendes que la primera premisa es no engañarse a uno mismo, jamás … ya que todo lo demás, suena a hueco y las palabras que puedas oír, suenan a vacío… cuando las palabras no son armónicas con la nota musical de un cuenco tibetano, suenan a nada, no llevan ningún mensaje verdadero y se pierden en la lontananza de la estupidez humana…
La primera visita al Tíbet y su primera experiencia en el paralelo simultáneo, no le abrió los ojos… le abrió el alma… no hacía falta más… ahora sabía que lo que siempre había sentido era tal cual él lo entendía… tenía motivos para llegar allí en absoluta soledad… sintiéndose bendecido de semejante oportunidad…
La segunda visita al Tíbet fue providencial, él encontró la puerta que simultáneamente lo encontró a él, es decir, ambos se estaban buscando y el encuentro era cuestión de “momentos”… hasta que hubo resonancia y el milagro se produjo… sortear la puerta significaba un montón de cosas… y algo le decía en lo más íntimo de su alma, que cualquier regreso posterior, ya no sería a la misma realidad… y así fue… el monasterio que se abrió por segunda vez en su vida, no sólo fue revelación, sino la isla adecuada para el naufragio que verían aquellos que lo odiaban mientras decían amarlo, aquellos que le recitaban amistad pero se lo sacaban de encima… por otra parte, no se trataba sólo de un monasterio, tampoco era un santuario, mucho menos un templo, era la paz en sí misma, porque quienes ocupaban dicho espacio estaban en paz con ellos mismos y con todo el concierto no humano de un paralelo con geometrías distintas a las conocidas en la Tierra densa… ¿cómo habían llegado allí?... era una pregunta que no merecía respuesta… ¿eran humanos desertores de sus vidas?... indudablemente no… parecían estar allí desde siempre… conformes con lo que se les había concedido y agradecidos con la eternidad que los contenía… reconocer la eternidad no es un tema fácil, demanda desprenderse del ego y de todo lo demás, que pesa…
¿qué hacen ustedes aquí?... surgió la pregunta… hacemos, sólo hacemos, cayó como respuesta… aquí nadie duerme, todos laboran por desconocidos que acuden al encuentro…
¿tienen una vida en la Tierra y otra espiritual aquí?... brotó la pregunta… desde que llegamos no hemos salido, tenemos todo lo necesario para ser nosotros mismos aquí, produciendo circunstancias que otros transitarán, se respondió…
No había nada más para preguntar, sólo había que acostumbrarse a tener un cuerpo con vida propia, que los demás asumirían como un humano más, y luego entender que espíritu, alma y consciencia, constituían un grano de arena en el paralelo simultáneo para el que se le había concedido la oportunidad de seguir siendo sin dejar de ser…
Para sus adentros él pensaba que la duplicación duraría poco y que finalmente recalaría en este regalo que había recibido de un cielo que no era el de los otros… no suponía mal, sólo que en la Tierra hay un tiempo humano que todo lo condena, mientras que allí no había tiempo… no había día ni noche… era algo semejante a un vórtice de energía que se mantenía en equilibrio inestable dentro de una estabilidad organizada por el mismo pensamiento de los monjes que allí habían depositado sus almas… todo parecía indicar que estaban allí desde siempre… ese siempre que no halla comienzo y que no encuentra final…
Al desprenderse del ego, el pensamiento se corporizaba en la comunión de las almas con un fin común… en este paralelo simultáneo las almas no tenían sed, por ende no necesitaban beber, pero el agua de la que se disponía era como un ser vivo más… en este paralelo simultáneo las almas no necesitaban aire para respirar, por consiguiente no lo hacían, pero el aire que se hacía sentir sonaba a caricia… las almas de aquí se alimentaban del sí mismo, por ende no necesitaban de comida… luego, el pensamiento era suelo y cielo, o dicho de otra forma, la conjunción de pensamientos daban forma a una idea con propio suelo y propio cielo… además, el monasterio tenía techo sólo cuando se pensaba en él… tenía muros cuando se pensaba en ellos… y tenía comodidades mínimas cuando se pensaba en ellas… cuando el pensamiento se enfocaba en otra cosa, todo dejaba de existir para transformarse en nada… la nada misma… nada es más importante que la eternidad que contiene el viaje de cada quién… algunos entienden el viaje, otros lo rechazan… algunos perciben el sentido de la doble vía y sus estaciones, otros lo niegan… algunos sienten el valor de la barcaza, otros suponen asirse a maderos para mantenerse a flote… todo depende del karma y su esencia… nada es comparable y mucho menos criticable… cada uno viene a la Tierra por su búsqueda y se consume en ella… o no…
Éste era el final del camino, ¿era el final del camino?... ante el pensamiento, algo le dijo que nunca se llega al final del camino y que el final del camino sólo se traduce en el encuentro con el uno mismo… vivir es apenas un destello en la eternidad… un flash que se apaga antes de emitir luz…
Si no te ves a ti mismo, no logras ver a nadie…
FIN, ¿FIN?...
NOTA: el fin no existe, sólo es un eterno recomenzar…
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