viernes, 13 de diciembre de 2024

El triunfo Francisco Casavella El debut de Casavella: una historia urbana, llena de música y ritmo, sobre venganza y degradación.

https://www.anagrama-ed.es/libro/narrativas-hispanicas/el-triunfo/9788433998354/NH_216 «Muchos lo ignoran, pero en el infierno hay un lugar reservado para quienes empiezan sus artículos con una cita», escribió una vez Francisco Casavella. Nosotros, que no tenemos al infierno, nos permitimos comenzar esta newsletter con las inspiradas palabras que pronunció cuando recibió el Premio Nadal en 2008 por Lo que sé de los vampiros: «Que todo es terrible, pero nada es serio; que no hay demasiada esperanza, pero todo es una especie de broma; que nada es blanco o negro, sino que todo es blanco y negro... como algunos gatos, se me ocurre ahora». Hoy queremos hablaros de este autor excelente, inalcanzable, ‘cazador de paradojas’, como definió a los novelistas en una ocasión; un autor maldito y apasionado, un escritor mítico y un mito escritural. Nacido en Barcelona el 15 de octubre de 1963 bajo el nombre de Francisco José García Hortelano, utilizó como pseudónimo el apellido de su abuelo materno, Casavella, para distinguirse de su admirado Juan García Hortelano, el autor de El gran momento de Mary Tribune. Francisco Casavella se dio a conocer en los años ochenta como articulista de prensa en revistas de cine y de música, aunque no fue hasta 1990 que sorprendió al público con El triunfo, su primera novela, ambientada en el Paralelo barcelonés y con la que ganaría el Premio Tigre Juan. Después llegarían sus novelas Quédate (1993), Un enano español se suicida en Las Vegas (1997), El secreto de las fiestas (1997) y, antes de Lo que sé de los vampiros (2008), su obra más reconocida: la trilogía El día del Watusi (2003), tres novelas colosales y fundacionales que retrataban una Transición repleta de escándalos políticos y financieros, así como una Barcelona «destruida, sonámbula, corrupta», una ciudad de bajos fondos, canalla, protagonizada por personajes picarescos y arribistas, y que sería un escenario recurrente en su escritura verborreica, divertida, tierna, aventurera y subversiva. En palabras de Kiko Amat, Casavella era «un submarinista nato del inframundo».

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