lunes, 11 de diciembre de 2017

NO TOQUES LO SAGRADO || 'Las maldiciones', de Claudia Piñeiro: Hegel en el autobús | Babelia | EL PAÍS

'Las maldiciones', de Claudia Piñeiro: Hegel en el autobús | Babelia | EL PAÍS

Hegel en el autobús

'Las maldiciones', de Claudia Piñeiro, es una novela política y moral sobre lo inmoral de personajes que viajan al abismo jugando perversamente con lo sagrado

Hegel en el autobús


Hay una escena decisiva en Las maldiciones (Alfaguara, 2017), la novela de la ¿pospolítica? de Claudia Piñeiro.Con el estilo que hace verosímil todas sus ficciones, la autora de Las viudas de los jueves introduce en este libro de maldades públicas una insólita conversación privada: una mujer que resulta ser maestra de filosofía se sienta en un autobús junto al protagonista, Román Sabaté, que forma parte del equipo de un político nuevo y en conflicto, Fernando Rovira. Sabaté huye de ese hombre y de una proposición al menos insólita: que le resuelva su problema de paternidad. Él es su amo, ¿qué hace? ¿Le obedece? Sabaté no sabe que el político es su amo, se lo descubre, usando a Hegel, la filósofa del autobús, y a partir de ahí, de la puesta en escena de la disyuntiva amo-esclavo, la novela adquiere un nuevo giro rabiosamente humano.
¿Y cómo llegó Hegel ahí? Se lo pregunté a Claudia Piñeiro cuando estuvo en Madrid, presentando la novela. En realidad, Hegel le llegó de la mano de Lacan, que estudió lo que el filósofo alemán dice de esa relación amo-esclavo. Ella no podía hacer que un chico, Sabaté, que no tenía ni idea de Hegel se pusiera a dilucidar ese dilema que lo atormentaba sin saber decirlo. Piñeiro es consciente de que ese error de atribuir a personajes palabras que no suenan como propias se comete a menudo en literatura. Y “ahí apareció esa profesora de colegio secundario, compañera casual de asiento en un viaje que hace Román Sabaté y que como buena profesora quiere enseñar y enseña aún fuera del aula”. Hegel estaba escondido en esa escena, “pero yo no fui consciente de ello hasta que la novela estaba más avanzada”.
“La escritura demanda una posición política”, dice la escritora, dramaturga y guionista de televisión argentina
Hasta entonces Las maldiciones era una novela política y desde ese momento en el que Hegel aparece en el autobús ya es una novela moral que te lleva al abismo de las oscuridades de las que son capaces los políticos para hundirse en la porquería dando la impresión de seguir impolutos. “Es una novela política donde la política es un protagonista más”, dice Piñeiro.
Otras novelas suyas son políticas, como la citada Las viudas de los jueves y como Betibú. “Miran el mundo con una posición política. En el sentido aristotélico: el hombre es un ser político. Pero en Las maldiciones, además, la política entra en acción expresamente, con sus virtudes y sus miserias”. En este caso, el político, al que se le asocian en Argentina paradigmas advenedizos, aunque tengan poco que ver con él, viene a salvar Buenos Aires y a salvar después su país. Y pronto adquiere la costumbre de poner su moral al servicio de sus ambiciones. En ese plano es en el que utiliza a Sabaté para un favor que implica a su esposa y que es difícil de contar sin hacer spoiler. Desde que Hegel se sienta en el autobús la novela es a la vez humana sin dejar de ser política, porque “da cuenta de personas que son políticos, de un partido político, de leyes, de alianzas, de estafas, de corrupción, de poder, de ambiciones y de sometimiento”. Porque “la escritura demanda una posición política”.
No es negra, es política la novela, pues aunque hay un asesinato decisivo nada más amanecer el libro, lo que la va marcando de veras es la ambición que nubla de vanidad el ejercicio de la política. Para hacer visible lo inmoral está la madre de Rovira, que representa, dice la autora, “el verdadero poder detrás del poder”. Es representante “aterrador” de ese oficio de tinieblas que consiste en manejar los hilos del corrompido. Es una novela moral sobre lo inmoral, de personajes que viajan al abismo jugando perversamente hasta con lo que parecería sagrado. Dice Claudia: “Para construir estos personajes necesitas que la trama los enfrente a abismos donde tengan que tomar decisiones y en esa acción nos cuenten quiénes son”. Fernando Rovira y Román Sabaté son esas figuras que se manejan como dice Hegel, amo y esclavo. “Esas bambalinas porque mi marido se ha movido en ese medio. Entonces sé de la política lo que todos ven en los noticieros, pero también lo que sólo se puede ver en bambalinas: las traiciones, las estafas, la falta de palabra, las alianzas, las lealtades y la deslealtades, las mentiras”.
Esa es la trama y ese abismo es el que da escalofríos. No es una novela negra, es una novela sobre la política de color negro.
Las maldiciones. Claudia Piñeiro. Alfaguara, 2017. 320  páginas.18,90 euros.

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