José María Guelbenzu: “La novela policiaca tiene muy poco misterio”
El escritor y crítico literario sitúa en una boda el nuevo crimen para resolver de su juez De Marco
Madrid
El escritor José María Guelbenzu, el pasado 21 de febrero, en un hotel de Madrid. JULIÁN ROJAS
La juez Mariana de Marco se acerca a su final. Su creador, el escritor y crítico literario José María Guelbenzu (Madrid, 1944), se marcó como objetivo, cuando le dio la vida, en 2001, con No acosen al asesino, publicar 10 novelas y acaba de lanzar el noveno título, O calle para siempre, publicado por Destino. En esta ocasión, un chantajista de medio pelo es asesinado durante una boda de postín en Madrid, a la que ha acudido la juez De Marco. La protagonista de las novelas policiacas de Guelbenzu ha ido evolucionando: ya tiene 47 años y, “aunque siempre se ha mostrado animosa, empieza a estar un poco castigada por la vida", dice el autor. "Ella tiene una vocación clara por la justicia y se ha ido haciendo más comprensiva. De alguna manera, considera que el reo es también es una víctima".
Desde la primera línea de sus novelas policiacas, J. M. Guelbenzu (como firma cuando escribe en este género) quiso que el perfil psicológico de su juez se opusiera "a los detectives cenizos que inundan esta clase de literatura". De Marco es una juez de instrucción "de fuerte carácter", que resuelve los casos fiándose de su habitual intuición. "Tiene ojo para pescar los detalles, su significado último". Esta vez, en su reto está rodeada de cuatro hombres que también investigan el crimen, entre ellos, su pareja, el periodista Javier Goitia, con el que disfruta de numerosas escenas de sexo en la novela. Crítico habitual de Babelia, Guelbenzu recuerda cómo concibió a su personaje. "Fue en un juzgado de provincias. Yo estaba allí y de repente apareció una mujer dominante, firme en sus convicciones, que se le notaba formada. Ahí me di cuenta de que estaba mi detective".
Tras resolver crímenes en Cantabria y Asturias, ahora le toca husmear en un Madrid que conoce muy bien Guelbenzu, "el central". "Mariana de Marco fue una niña de un buen colegio y se mueve por los barrios tradicionales de la capital, que son también mis barrios sentimentales". Sin embargo, al novelista no le atrae reflejar la sociedad, a la sazón de 2007, previa a la gran crisis de este siglo, en la que ambienta su último título. "Me interesan más las relaciones personales, los círculos familiares y de amistad". Tampoco le gusta "la pijotería de policías científicas en tramas en las que parece que un ataque de tos puede delatar al asesino. Mis alumnos en los cursos sobre novela negra se preocupan tanto por justificarlo todo que acaban aburriendo. Todo eso le quita magia literaria". Y se muestra crítico con "la pretensión de denuncia social, que se salta lo de atar cabos", del noir actual. "La novela policiaca, paradójicamente, no tiene misterio en cuanto a su construcción, porque es convencional: debe haber una intriga que se resuelva al final”.
Admirador de los escritores "de la época dorada inglesa" (Agatha Christie, Chesterton, Anthony Berkeley…) y de "los tres maestros indiscutibles que dan entrada" al auténtico género negro, "Hammet, Chandler y Ross Macdonald", ¿le tienta novelar un crimen perfecto? "Fantaseas con ello, pero para que tu personaje lo descubra. No existe el crimen perfecto, sino el mal investigado o el afortunado".
Con el último cadáver aún caliente, Guelbenzu ya tiene pensado qué pasará en la décima, y probablemente última, entrega de la juez De Marco. "Estoy cerrando el personaje y seguro que caeré más sobre él, sus peculiaridades y manías. No la mataré, pero va a haber un problema que cambiará la estructura tradicional policiaca y sorpresas de importancia" para esta mujer alta, de pies y manos grandes, "que parecen de hombre". Unos rasgos que le llevan a bromear sobre su última aparición: "A lo mejor le creo un complejo de transexual".
DEDICADO A SAVATER
La dedicatoria del nuevo caso de la juez Mariana de Marco es para el escritor y pensador Fernando Savater, amigo con el que Guelbenzu comparte “la pasión por las novelas de crimen y misterio y por las carreras de caballos”. Echando la vista atrás, el novelista recuerda cuando era director editorial de Taurus y “apareció Fernando con su primer libro, Nihilismo y acción”, de 1970. “Desde entonces, siempre ha sido muy generoso conmigo”.
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