El mar de los dioses y los libros
El Mediterráneo ha sido eje de la cultura europea desde los tiempos de los griegos hasta los cruceros de Semana Santa. Nuevos ensayos y novelas navegan en sus aguas
Una mesa y unas sillas de plástico junto al mar, en Trípoli, Líbano. NICK HANNES
Durante siglos, toda la historia de Europa pasó por el Mediterráneo. No es que no existiesen otros mares, otros continentes y otros pueblos, simplemente éramos incapaces de verlos. El Mediterráneo es un espacio de guerras, naufragios, piratas y esclavos, pero también se alza como el mar de nuestra cultura, desde el aceite de oliva hasta el ágora de Atenas. Y encarna las playas de nuestros recuerdos y nuestras canciones: ahí están Joan Manuel Serrat o Georges Brassens con su Plegaria para ser enterrado en la playa de Sète, donde describe un mar “que no se toma demasiado en serio ni siquiera en sus momentos furiosos”. Son las aguas en las que se pierde Ulises volviendo a casa, pero también en las que buscan un destino los cuatro narradores de El cuarteto de Alejandría, de Lawrence Durrell. Basta con recordar los primeros compases de Justine, el tomo con el que arranca esta gran novela coral: “Otra vez hay mar gruesa y el viento sopla en ráfagas excitantes: en pleno invierno se sienten ya los anticipos de la primavera. Un cielo nacarado, caliente y límpido hasta mediodía, grillos en los rincones umbrosos, y ahora el viento penetrando en los grandes plátanos, escudriñándolos…”.
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