sábado, 27 de julio de 2019

Libros de viajes que hay que meter en la maleta | Babelia | EL PAÍS

Libros de viajes que hay que meter en la maleta | Babelia | EL PAÍS

María Belmonte: Desde el Monte Santo. Viaje a la sombra de Bizancio, de William Dalrymple
Libros de viajes que hay que meter en la maleta
¿Mi libro de viajes favorito? Es difícil elegir. Hay tantos buenos. Pero hay uno extraordinario: Desde el Monte Santo. Viaje a la sombra de Bizancio, de William Dalrymple. En 1994, Dalrymple emprendió un viaje tras las huellas de Juan Mosco, monje bizantino que en el año 578 partió en peregrinaje por el Mediterráneo oriental para recoger la sabiduría de los padres del desierto, de los sabios y los místicos del oriente bizantino. En Constantinopla escribió un libro titulado El prado espiritual, donde relató todas las anécdotas e historias sagradas más memorables de su periplo, para, después, morir de agotamiento. Siguiendo sus huellas, Dalrymple nos lleva de viaje desde el monte Athos a Turquía sudoriental, pasando por Líbano, Siria y Palestina hasta llegar al desierto de Egipto mientras nos narra la dramática situación de los cristianos en Oriente Medio. El libro está salpicado de peripecias personales de todo tipo: peligrosas, absurdas, divertidas, pero este pasaje de su estancia en Alejandría, casi al final de su viaje, resume para mí el tono del libro: “Un volumen encuadernado de las cuatro novelas del Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell me ha acompañado en este viaje, como agradable contrapunto de la espiritualidad a veces sombría de los monasterios que he visitado. Durante las largas tardes monásticas en las que el sol daba de plano en el desolado albergue y la quietud era absoluta, sin que el más leve sonido quebrara el lento bamboleo de las cortinas desvaídas de la celda, podía ser muy tranquilizador dejar a un lado Las máximas de los padres del desierto y sentarme a leer sobre burdeles y bailarinas, sobre comerciantes corruptos y hacendados voluptuosos, ‘libertinos dispuestos a hundirse en los sentidos tan profundamente como cualquier padre del desierto en la mente’, como dice Baltasar en Justine”. Genial.

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