Las herramientas que ya han cambiado el mundo
Alessandro Baricco describe minuciosamente la civilización digital y declara irreversible la muerte de las reglas de la Ilustración en este nuevo sistema que define como un “juego”
Un grupo de jóvenes juega con máquinas recreativas a principios de los ochenta. JIM RUSSELL GETTY IMAGES
"Puedes intentar cambiar la cabeza de la gente, pero será una pérdida de tiempo. Cambia las herramientas que utilizan y cambiarás el mundo”. Esta frase de Stewart Brand, gurú de la contracultura hippy californiana, resume el mensaje esencial de Alessandro Baricco en lo que constituye una segunda entrega de su saga sobre el descubrimiento del nuevo mundo: el ultramundo de la civilización digital. En el primer volumen, Los bárbaros, publicado por entregas hace más de 10 años en el diario La Repubblica de Roma, abordaba lo que consideraba una auténtica mutación de nuestras formas de vida, caracterizada por la pérdida de la profundidad, el abandono de la cultura burguesa y el impulso del pensamiento veloz. Ahora declara consumada la nueva civilización digital, fruto de una insurrección ciudadana mundial contra los sacerdotes y las élites, de la que se deriva un nuevo sistema, lleno de contradicciones y paradojas, enormemente inestable y lábil, pero que ha de perdurar en el tiempo toda vez que ya se ha institucionalizado de alguna manera.
El sistema se llama The Game, el juego, y no tiene ideología, ni ética ni estética, pues es solo el resultado de soluciones prácticas a problemas concretos, no de complicados conceptos ni de abstracciones mentales sobre la naturaleza. Los principios clásicos, los valores y las creencias, han sido sustituidos por los instrumentos que nos permiten crear ese ultramundo que convive, compite, se complementa y se relaciona con el mundo de antaño, hasta fusionarse con él, o destruirlo, en la nueva civilización. Consumado el proceso, todos somos mutantes de una forma u otra. Pero permanecen amplios espacios de resistencia que reivindican la cultura del siglo XX, un periodo de la historia demonizado por Baricco hasta el extremo, e irremediable y felizmente sobrepasado.
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