Lu You: el poeta cuya alma descansa en la flor del ciruelo chino
Lu You (1125 – 1210) fue un poeta chino de la dinastía Song famoso por la admiración que rendía a la flor del ciruelo chino, como queda demostrado en la gran cantidad de poemas que le dedicó y que, con un estilo singular, lograron proporcionarle una enorme fama.
Lu You fue un afamado poeta también conocido por su nombre artístico, Fang Weng, y por su nombre de cortesía, Wu Guan. Nació en el antiguo condado de Shanyin, situado en Yuezhou, prefectura que ocupaba la actual provincia de Zhejiang, en el decimoséptimo día del décimo mes del séptimo año de la era Xuanhe de la dinastía Song Septentrional (北宋, 960-1127), es decir, el 13 de noviembre de 1125 y falleció el vigesimonoveno día del decimosegundo mes del segundo año de la era Jiading de la dinastía Song Meridional (南宋, 1127-1279), o el día 26 de enero de 1210. Su vida estuvo marcada tanto por el incidente conocido como “la humillación durante el año de Jingkang”, suceso en el que el estado de Jin aprovechó la ausencia de los ejércitos imperiales de Song para tomar su capital, y que se produjo cuando el poeta tan solo tenía un año, como por la consumación de la dinastía Song Septentrional, que tuvo lugar solo un año después. Vivió, por tanto, durante un periodo de transición entre las dinastías Song Septentrional y Meridional, una etapa en la que reinó el caos que marcaría la inestabilidad sufrida por el poeta a lo largo de toda su vida. Su contexto histórico lo llevó a experimentar la ardua vida de quien deambula sin tener un hogar permanente pero fueron precisamente dichas circunstancias las principales responsables de que su nombre quedara escrito en la historia de la literatura.
Muchos de los antiguos literatos de China utilizaban imágenes retóricas de flores para representarse a sí mismos. De la misma forma que Tao Yuanming amaba el crisantemo o Zhou Dunyi sentía una debilidad especial por la flor del loto, para Lu You era la del ciruelo chino la flor más digna de admiración, como queda demostrado en la gran cantidad de poemas que le dedicó y que, con un estilo singular, lograron proporcionarle una enorme fama. En uno de estos poemas, El cuarteto de la flor del ciruelo (梅花绝句) escribió los siguientes versos: “¿Dónde podría reencarnarme cientos de billones de veces? Por cada ciruelo un Fang Weng”, con los que expresaba su deseo de dejar descansar un pedazo de su alma en cada fruto, para así poder reencarnarse un número casi ilimitado de veces. Al igual que la flor que tanto amaba, el poeta Lu You era sincero y honesto, tenaz y persistente. De la misma forma que las ramas del árbol del ciruelo aguantan impertérritas las acometidas del frío invierno, su carácter fuerte y vigoroso lo ayudó a convertirse en toda una leyenda a pesar del momento tan oscuro que la historia de China atravesaba. Fue un hombre versátil en definitiva que, al mismo tiempo, era un poeta de rebosante talento, hábil funcionario, amante del pueblo y soldado cargado de fervor patriótico. Todas y cada una de sus personalidades reflejaban las cualidades que él consideraba intrínsecas a la flor del ciruelo chino: la infatigable lucha, la tenacidad y la pureza.
Desde pequeño supo continuar con la tradición de una familia plagada de intelectuales, pues su fama se comenzó a propagar cuando era solo un niño, y llegó a ser considerado poeta a los 12 años. En el capítulo que se le dedica en la obra Historia de la dinastía Song (宋史·陆游传), se le describe como “una persona de un talento magistral y una habilidad innata para la poesía”. En realidad, Lu You llegó a dominar diversos géneros, pero fue por sus creaciones en verso por las que pasaría a ser conocido para la posteridad. Compuso más de diez mil poemas, de los que aún podemos disfrutar de más de 9.300, el legado en verso más prolífico que haya dejado jamás un escritor chino. Llegó a ser tan famoso como los reputados You Mao, Yang Wanli y Fan Chengda, considerados, junto a él, los cuatro grandes poetas de la dinastía Song, grupo en el que Lu You ocupaba un lugar privilegiado. Sus poemas representan la preocupación por el pueblo y por la nación de forma extremadamente realista, con un tono firme, liberado y romántico a la vez que fluido. Diestro en los diferentes géneros poéticos, entre su obra se encuentran poemas de versos de siete sílabas y pertenecientes a los estilos lüshi, es decir, de ocho versos, gushi o estilo antiguo, y jueju o cuartetos, muchos de ellos muy propensos a ser utilizados como material educativo en las escuelas, un hecho que ha ayudado enormemente a su propagación. La obsesión que sentía por el ciruelo chino se manifiesta en la abundante colección en la que esta flor es la principal protagonista. Se valía de ella para expresar sus sentimientos, para referirse a sí mismo, para demostrar su patriotismo, manifestar sus aspiraciones y lamentarse por la falta de oportunidades y la desdicha que le acarreaba la vida como fiel servidor de su nación. En una ocasión escribió los versos: “Nunca me gustaron las flores comunes como la del melocotonero, ver la flor del ciruelo me da sueño para toda la primavera” con los que trataba de exponer que sus gustos iban más allá de las flores más universales. Al apreciar tan solo una vez la belleza del ciruelo en invierno era capaz de dormir satisfecho toda una primavera. Una prueba más de la alta estima que sentía por esta flor de pequeños pétalos.
También fue Lu You un apasionado combatiente. Cuando era solo un niño fue testigo de cómo, debido a la falta de vitalidad de la corte imperial, la dinastía Song Meridional perdió numerosos territorios ante los múltiples ataques por parte del estado de Jin, por lo que desde muy temprano se fijó la meta de alistarse en el ejército para defender a su país y recuperar todo el territorio perdido.
El filósofo de la China moderna Liang Qichao, para describir a Lu You, expuso: “Fang Weng fue el hombre de mayor coraje que ha dado la historia de China”. Es un calificativo que no solo le fue otorgado por su renombre como poeta sino por su amor incondicional por la patria. Lu You fue como una flor del ciruelo, que espera en soledad a la crueldad del frío invierno, y a quien ni la más feroz de las tormentas menguó su coraje.
Fang Weng puso sobre el papel a la flor del ciruelo chino para dar rienda suelta a su patriotismo, narrar cómo dejó la corte para vivir en un plano apartado de la política, expresar sus más profundos secretos y manifestar la nostalgia que sentía por sus orígenes y por sus seres queridos.
Su estima por dicha flor fue tal que incluso él mismo deseó reencarnarse en un ciruelo chino para, de esta manera, adquirir el espíritu de nobleza y lealtad que él consideraba únicas en el mundo.
Publicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 45. Volumen VI. Noviembre de 2017.
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