CONVERSACIONES ESTÚPIDAS 2© [5]
By Víctor Norberto Cerasale Morteo®
La radiación no se ve… no hay ojos para ver la radiación… las personas piensan en la radiación como consecuencia de un bombardeo, como en los casos de Hiroshima y Nagasaki… piensan en la explosión atómica y cientos de miles de personas calcinadas… piensan en ensayos nucleares en desiertos y atolones… piensan en un poder destructor sin límites… imaginan el hongo consecuente… una luz enceguecedora que se percibe como reflejo a miles de kilómetros del epicentro… la gente imagina… pero no puede dimensionar el dolor de ser fundido en un torbellino de energías y fusiones… sin embargo, las centrales nucleares diseminadas por el mundo humano, también producen radiación, quizás de otra índole, pero lo hacen… y vaya que lo hacen… las fuentes emiten energías que nadie ve y que tarde o temprano se manifiestan en los cuerpos, a veces como muertes tempranas, otras veces de otras maneras, dejando evidencia que la exposición va más allá de la ciencia humana… una ciencia que ha encontrado cómo usar la energía pero que está muy lejos de poder controlarla, una ciencia que no sabe qué hacer con los residuos… allá por 1976 comencé a conocer las “bondades” de las “fuentes”… bien de cerca… bien desde adentro… a escasos quince metros de una luz que asusta, que aunque sumergida y contenida en toneladas de agua, mete miedo… algo de tu consciencia te dice que eso que estás viendo es inmanejable… sabes que está liberando fuerzas inmanejables… que aun cuando digan que son manejables, sabes bien que no lo son… Daniel, ingeniero de planta, me lo repetía una y otra vez… no la ves pero está… y los detectores no siempre reflejan lo que está flotando en el aire… por entonces llegar a Ezeiza era toda una aventura… el personal que trabajaba allí era algo semejante a “gente de otro planeta”… eran humanos extraterrestres…
Te vas acostumbrando a andar a sabiendas que la radiación te alcanza… de alguna manera lo hace… de alguna forma te toca… hay una filosofía nuclear que permanece como el silencio de los inocentes… aguardando… esa primera etapa duró un año y algunos meses… los papeles de pertenencia me fueron robados, pero la historia ya está escrita, no hay nada que explicar…
Chernobyl llegó a mi vida por una casualidad del destino, una casualidad con causa… una invitación… un por qué no… algunas dudas… una decisión… un “ya que estamos, aquí vamos”… un ataque de espanto… un sueño de desolación… y lo que no puede faltar: “qué hago aquí”… para los sensibles, la radiación se respira… para los sensibles, la radiación se siente… sabes que está ahí… dando vueltas… eligiendo… tiene vida propia y sus razones no son humanas… las ciencias de conveniencias dirán que no es cierto… que eso no es real… que no es verdad… que… pero te insisto, ahí sientes que algo está mal… corren los años noventa, amaneciendo, he sido becado otra vez, Alemania financia mi estudio sobre medicina nuclear, efectos de las radiaciones en los tejidos humanos… no hace tantos años de la calamidad, cinco años, seis años… todo está cercado a treinta kilómetros a la redonda, pero los controles se extienden desde los cien kilómetros a la redonda… no hay pájaros… no hay zorros… no hay ratones… no hay vida aparente… sientes que la soledad es producto del desatino, no escuchas el canto de los pájaros… a nadie se le ha ocurrido investigar por qué la radiación ha arrasado con algunas vidas pero no con otras… a nadie se le ha ocurrido investigar por qué la radiación residual ha espantado a la naturaleza que no lo es…
El accidente ocurrió el 26 de abril de 1986… en el norte de Ucrania… a tres kilómetros de la ciudad de Prípiat… a dieciocho kilómetros de la ciudad de Chernobyl… a diecisiete kilómetros de la frontera con Bielorrusia… allí quedó demostrado que el hombre utiliza energías pero que en el descontrol no sabe qué hacer con ellas… allí quedó demostrado que las conveniencias no contribuyen a mejores ciencias… allí quedó demostrado que el error humano conduce a las peores catástrofes, consciente o inconscientemente, voluntaria o involuntariamente… lo que parecía normal dejó de serlo, y en escasos siete segundos, la explosión se extendió por muchas regiones de la ex Unión Soviética, para en los días subsiguientes envolver al planeta, una vez, dos veces, tres veces, seguramente más de siete… 520 radionucleidos no significan nada, aunque signifiquen mucho… la gente no sabe de qué se trata… la atmósfera se encarga de disipar lo que libera la fuente… dicen… nadie sabe cuántos fallecieron en el incidente… 31 personas es una cifra ridícula… una mentira de las tantas… la explosión fue 500 veces la registrada en Hiroshima… el aire se vició de dióxido de uranio, carburo de boro, óxido de europio, erbio, aleaciones de grafito, aleaciones de circonio… todo se contaminó con cesio-137 y con estroncio-90… ¿y eso qué es?... algo que se desintegra y crea cosas desconocidas, que se degrada en 28, 30 años, o nunca… lo que dicen los libros no siempre es lo que ocurre… y hasta llegar a lo que ocurre, suceden tantas cosas que nadie tiene cuenta, que después las consecuencias se tornan incontrolables… aunque a nadie le importe… aunque nadie lo recuerde… aunque nadie…
En un comienzo ciento cincuenta mil kilómetros cuadrados se envenenaron… en un comienzo cincuenta mil kilómetros cuadrados de campos de cultivo se contaminaron… pero a los pocos días, la Tierra humana estaba vestida de radiaciones… alguien hablará de controversias… otro alguien dirá que no… pero las evidencias sobran y no demandan registros, sólo alcanza con mirar y ver… más de 400 mil personas fueron reubicadas mientras la radiación volaba… pero más de ocho millones de personas quedaron expuestas en el área de influencia directa… por eso, no todo lo escrito justifica la razón, mucho menos la perspectiva… una vez que la catástrofe toma espacio y entidad, luego todo lo que se diga no serán más que habladurías que provean de excusas suficientes como dar sustento a la mentira… como es sabido, cuando la guerra terminó somos todos generales, pero el problema es el mientras tanto, y el mientras tanto de Chernobyl continúa, no se ha vuelto anécdota… el monstruo sigue vivo…
Ahora la planta nuclear tiene un sarcófago… algo que no hubiesen imaginado los egipcios… un sarcófago que se ha transformado en dos… el primero se consumió, y hubo que fabricar un segundo… el nuevo tiene 110 metros de alto… 150 metros de ancho… 256 metros de largo… pesa más de 30 mil toneladas… y seguramente sucumbirá en algún tiempo, tal sucedió con el primero… la radiación no se ve pero existe, está ahí y la humanidad se ha dado el falso lujo de crear un “Sol” dentro de su propio planeta… si no fuera por la atmósfera, la Tierra sería un planeta desolado por las radiaciones solares y las otras, las cósmicas… pero ahora el falso Sol está en Ucrania… y nadie sabe qué hacer con él… y encima se ha agregado uno más en Fukushima, producto del tsunami del año 2004… no faltan desatinos, sobra la estupidez humana hay mucho dicho pero nada escrito…
Caminé por esas callejuelas desiertas apreciando la soledad y el abandono de los edificios… produce pavura… da miedo y al mismo tiempo genera un raro sentimiento de frustración… porque, en definitiva, allí vivía gente, mucha… niños, mujeres, hombres, ancianos… y de un segundo para el siguiente todo quedó vacío, igual que los huecos del alma, siempre se producen de repente y te dejan cavilando qué es lo que vas a hacer con tu vida… aquí nadie se queja… aquí nadie reclama… aquí nadie pide… hay lo que se le da y es suficiente, según el estado todopoderoso… la gente es mortal y carece de importancia, lo importante reside en el “partido” y en el “poder”… todo lo demás son simples agregados y Chernobyl no es más que un daño colateral, de los tantos que no se cuentan… y de los que el periodismo no toma nota, porque no recibe dinerillos acallantes… en los edificios no se puede entrar y han sido invadidos por la vegetación que siempre regresa a ocupar sus espacios cedidos al humano loco… se ven cosas que apabullan el espíritu… andando encontré un osito de peluche abandonado, seguramente, por un niño atrapado por la mano de su madre en apuros… me lo quedé mirando… no me animé a tocarlo… ¿sabes?, no tomo fotografías, todo queda en la memoria, donde debe estar, siempre… el papel se desluce y se amarrona, luego pierde entidad… pero el alma registra todo lo que le llega, y de allí no se va jamás…
Andando sentí un murmullo silencioso, un eco del pasado donde las gentes imponían sus bullicios… algo espantoso, todo se está oxidando, pero no con un óxido común, allí está el óxido de la radiación nuclear, un óxido raro entre amarillento, rojizo, verdoso, pero que en las noches emite algo semejante a luz… mientras me iba pensando, cómo me llegará toda esta exposición a la radiación… qué efectos tendrá en el tiempo… qué cáncer me habré ganado… se me están cayendo los dientes, debe ser por eso, me digo… el maxilar inferior ya no los retiene… así les debe haber pasado a los “liquidadores”, los que fueron a limpiar el desastre después del desastre… sí, debe ser por eso, me digo a mí mismo, mientras una lágrima se escurre por la mejilla…
No hay comentarios:
Publicar un comentario