La luz disipa… la luz dispersa… y al mismo tiempo, la oscuridad contrae… la oscuridad envuelve… el ser humano es inconsciente de la presencia solar, sin embargo, el Sol está presente en cada uno de los días de la gente, para que esta misma gente lleve adelante sus tareas, esas, a las que algunos llaman obligaciones, a las que otros llaman trabajo, esas mismas, que no son otra cosa que la vida misma… el Sol es un testigo prodigioso de los quehaceres humanos… mientras él está presente, el día tiene entidad y la vida se desenvuelve con cierta normalidad, aplicando las circunstancias a cada destino… la luz habilita a un ser humano en “movimiento”… por el contrario, cuando el Sol desaparece detrás del horizonte, las actividades se reducen, y el ser humano se aquieta hasta quedar circunscripto a su ámbito, aquello que algunos le llaman lugar, eso otro que algunos le dicen hogar, sin perder de vista que la mitad de la humanidad no tiene acceso a un lugar, mucho menos a un hogar, limitándose a sobrevivir como se puede… es evidente que el mundo humano está fuera de proporciones, por lo tanto está desproporcionado, desigual, inequitativo, lo cual no impide que cada uno transite su día, y de igual manera, su noche… desde hace tiempo ya, no mucho, la “luminaria” puede ser una vela… así como puede ser una farola… así como puede ser una lámpara… un candil… una linterna… sin perder de vista que una sumatoria de luminarias puede representarse en una simple tecla, algo que se pulsa y todo se enciende, algo que se pulsa y todo se apaga… una tecla que habilita a suculentas facturas de servicios eléctricos… una tecla que le permite al ser humano superar los avatares de las noches, esto es que lo separa de la oscuridad… lo aísla de la oscuridad… quizás lo protege… quizás lo mantiene alejado de los miedos… el miedo a no poder distinguir qué hay más allá de la oscuridad… el miedo a la noche y sus acechanzas… un miedo que antes se reflejaba en la presencia de otros animales depredadores… un miedo que hoy se refleja en la presencia de otros humanos que se han vuelto depredadores… tan peligrosos como aquellos otros… solo que aquellos que eran relativamente pocos… siendo que los actuales son demasiados, tantos que el peligro se multiplica de manera geométrica, obligando a que muchos dispongan de sofisticados mecanismos de seguridad, justamente, para evitar ser tomados por sorpresa, mientras descansan, mientras duermen, mientras pretenden despegarse de las otras dudas, las que impone el día… aquel hombre, uno solo entre tantos otros, parecía ser igual a los demás… tenía forma de ser humano… tenía un rostro… tenía ambos brazos y por lo tanto, exhibía dos manos… tenía ambas piernas y por lo tanto, exhibía dos pies… es decir, era igual a cualquier otro humano, al menos en las apariencias… transitaba su propio destino… vivía sus propias circunstancias… atravesaba sus propios temores… tenía sus propios miedos… sin embargo, algo lo hacía diferente… en la noche, un raro fuego lo rodeaba… esto es que emitía luz… una luz que casi nadie podía percibir, mucho menos describir, ni qué hablar de descubrir… una luz que lo envolvía ante la oscuridad plena… cuando no había nada que interfiriese con los acomodamientos propios de la noche… este hombre se movía en la oscuridad de la misma manera que lo hacía durante el día, pero durante la influencia de la luz solar, nadie podía descubrir su secreto… un secreto que se mantenía a resguardo, incluso, en la oscuridad… porque pocos son los que pueden ver el fuego que emana del cuerpo… así es que nadie le temía, porque parecía ser igual al resto… nadie había reparado en que él atraía a otros humanos… nadie había reparado en que él modificaba el curso de las circunstancias, sólo con su presencia… el mundo a su alrededor, era tan normal como el mundo de las distancias… lo que no evitaba que fuese diferente… ¿él lo sabía?... él era consciente, pero su esencia no lo hacía distinto a los demás… ¿podía ver en la oscuridad?... sí, podía… ¿podía moverse a discreción?... sí, podía… pero solía evitar los extremos tanto como las diferencias… así es que casi nadie sabía acerca de su prodigio… y los pocos que lo habían descubierto, creían que se trataba de una alteración circunstancial que les había afectado la visión, por lo tanto, esquivaban hablar del tema, y nadie le contaba al otro nada acerca de su experiencia… nadie había notado cambios en la dispersión del aire… nadie había notado cambios en la concentración de oxígeno… nadie había caído en la cuenta que ese hombre despedía una cierta luz… nadie había caído en la cuenta que ese mismo hombre modificaba los hechos… por lo tanto él seguía con su vida, mientras que los demás continuaban con las propias… sucede que no había uno, sino que se trataba de algunos… sucede que no eran sólo algunos, sino que había muchos, los suficientes como para modificar el curso de los acontecimientos… había quienes le llamaban el “ángel”… había quienes se referían a él como si se tratase de un “imán”… había quienes decían que emitía luz, sin siquiera verla, sin siquiera detectarla… había quienes lo envidiaban, y desde luego, había quienes lo odiaban… ¿sabes?, la diferencia está en la esencia… y la esencia es algo que no está a la vista… no está al alcance de los ojos de nadie… la esencia es como el alma, invisible… la esencia es como el espíritu, indetectable… la esencia es como la consciencia, inalcanzable… Salta, 01 de octubre de 2021.
Esos seres pasan por la Tierra todo el tiempo…
Esos seres que parecen humanos están presentes en las circunstancias ajenas, una vez, algunas veces, muchas veces, y hasta siempre…
Esos seres dan todo a cambio de nada…
Esos seres producen un salto cuántico en la vida de los otros, sin que los otros reparen en ello…
A esos seres, se los extraña, cuando ya no están… cuando su presencia se ha esfumado…
Esos seres, existen… a pesar de los humanos…
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