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Hablando de finales. Leímos esta semana un cómic juvenil muy chulo, a la vez que escuchamos el nuevo disco de los Ganglios. De esa mezcla salió esto que te pegamos aquí por si no eres muy de redes sociales y no lo has visto.
“No se le puede engañar
no basta con sonreír
el alegrímetro es un invento
que ve por dentro
si estás contento.
El alegrímetro
no basta con dar happy en el control
si damos happier o si damos happiest, mucho mejor”.
Sucede que Los Ganglios ha sacado nuevo disco –titulado Peruguay– y aquí ya hay quien lo ha escuchado por lo menos tres veces, por su cuenta, eso sí, de manera no consensuada. ‘El alegrímetro’ es un tema que fantasea con la existencia de un aparato que hace lo que promete y que musicalmente –metamusicalmente se podría decir poniéndonos ya en plan estudios culturales– nos dirige hacia esas canciones compuestas para el disfrute chimpún, creadas por gente de la talla de un Georgie Dann, un Leonardo Dantés o un televisivo Maestro Leiva, el Leiva bueno.
En ese disco hay un tema titulado ‘Estaba guay’ que es otro hacer cumbre en esa cordillera llamada Canción Perfecta que para Los Ganglios es como el patio de su casa. O Canción Perfecta de Los Ganglios, que viene a significar lo mismo. Pero eso ya lo habláis si eso con el que los escucha. Habíamos venido a hablar de un cómic de Lucie Bryon que si a sus personajes les haces pasar el control del alegrímetro, te va a dar happier o incluso happiest.
De la vida se podrán decir muchas cosas, pero dudamos que “acaba bien” sea una de ellas. Apreciamos esa corriente de pensamiento que ha considerado el final feliz y sus devoradas perdices como una especie de estafa que le hacía la ficción a la vida, al Mundo Real, un edulcoramiento postizo. Pero leyendo las tres historias que nos plantea Bryon, decimos: por qué no.
Una dibujante y su modelo una tarde de nochevieja y su irónico flirteo, dos policías del tiempo –como los del Ministerio– que descubren el color de las cosas y la peluquería, un chaval metido a jardinero que no cree en fantasmas. Historias tal vez aisladas llenas de una apertura a lo posible, porque si la alegría no puede existir en la ficción a ver dónde. Un dibujo maravilloso, linea clara de plena expresividad. Happy Endings es un cómic juvenil que se posa leve, bienhumorado y cómplice, juguetón, te alegra el día.
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