viernes, 9 de mayo de 2025

Agentes del olvido Iain Sinclair

https://letrascorsarias.com/tienda/narrativa/agentes-del-olvido/ Cuando más leemos a Iain Sinclair más convencidos estamos de que existe una especie de sistema nervioso que conecta las cosas del mundo todo, cables que soportan la carga de una inmensa energía alimentada constantemente por las vidas –es decir, las historias– de la especie humana en su conjunto. Unos cables que nadie ha puesto ahí, sino que pertenecen a ese tejido corporal que llamamos sitios, como si la materia estuviera plagada de sensores muy afinados para absorber, metabolizar y crear conexiones, como si algo le impidiera mostrarse indiferente. Algunos de esos cables se esconden en las profundidades y tal vez es eso lo que se conoce como sagrado. Otros están más a la mano, apenas enterrados, quizá por su juventud, aunque es necesario sintonizar en la misma longitud de onda de esa energía para captar sus señales. Son cables que transmiten señales en un flujo incesante porque todo, sin excepción, parece estar vivo, todo parece estar esperando. Es posible que ni siquiera sean cables, o que estén llenos de fugas, pero puede ser una manera válida de visualizar todo eso. Habrá quien los llame fantasmas. Decimos que estamos cada vez más convencidos de que existe, pero es una manera de hablar. Existe. Abres Agentes del olvido, el nuevo libro de Sinclair, y ahí está todo. Y no estamos aquí para llevarle la contraria a nadie y menos a Sinclair, que nos parece un escritor de primera y, además, un señor encantador. Agentes del olvido no parece un libro, parece una prueba, una prueba de que existe un tesoro secreto. Y el libro es a la vez un mapa y el tesoro en sí mismo. El tesoro está en Londres porque es ahí donde Sinclair lo busca. El epicentro de su isla del tesoro. La búsqueda es la manera de vivir de Sinclair y también la de escribir: no busques tú, por tu parte, aquí algo parecido a un sentido del orden, ni narrativo ni de cualquier tipo. Las páginas suenan como esos lametazos que dan las llamas de las hogueras cuando reciben el viento, todo es suculento, esquivo, obsesivo: a veces sacas la cabeza del libro buscando un plano general que te permita respirar, una imagen tranquilizadora, estable. Pero, ¿quién podría aspirar a desvelar con tal potencia lo oculto, esa idea abarcadora de la civilización, la magia, la frontera entre la locura y el mito… con una escritura que no suponga un esfuerzo, una prueba? Imaginamos este libro dentro de cien o doscientos años en una librería de viejo –regentada tal vez por libreros mutantes, vete a saber–, y alguien parecido a Graham Greene bajando las escaleras, soplándole el polvo, leyendo un par de páginas y pensando: ¡Dios mío! Tal vez este libro esté hecho para leerlo dentro de doscientos años y por eso le han puesto en la cubierta ese dorado iridiscente, para que siga llamando la atención como si fuera un residuo nuclear destinado a emitir su energía durante eras. Tal vez, el librero sea el propio Sinclair. Bueno, de momento lo tenemos aquí, a precio de libro normal, y es además nuestro libro de la semana. Da la sensación de que Sinclair, más que para narrar, trabaja para que su escritura exista, sea. Como si fuera un conjuro, una invocación. Agentes del olvido convoca a Algernon Blackwood, J.G. Ballard, Arthur Machen y H.P. Lovecraft, gente cuyas obras también parecieron estar en contacto con lo profético, lo oculto o lo directamente extraño. Cuatro relatos en los que se funde con esos escritores, trata de ver a través de ellos y de explorar los territorios que ellos crearon o impregnaron con sus ficciones, que para Sinclair siempre es lo mismo. Presencias que llenan un vacío. Ni ficción ni ensayo, la narrativa de Sinclair, un estilo en sí mismo. Lo que pasa en Corsarias Llevamos una semana de plenos con Frank Westerman, Edurne Portela y José Ovejero y, anoche, el historiador Julián Casanova. Y lo rematamos esta tarde con Miguel Sánchez-Ostiz, el autor de Las pirañas, uno de esos escritores cuya gigantesca obra es inversamente proporcional a sus apariciones públicas. Así que la reedición de esa novela torrencial y furiosa, nocturna y despiadada, nos parece una gran oportunidad para conversar con él acerca de lo literario, lo editorial y lo que vaya saliendo. Le acompaña Guillermo Granado. El lunes 12 regresa Vicente Luis Mora con el ensayo Construir lectores, que cristaliza algunas ideas importantes acerca de la lectura como un proceso que nos acompaña siempre y la importancia de disfrutarla desde un lugar alejado de la superficialidad. “Son necesarias largas cadenas de obras literarias para terraformar la mente como es debido y sobrellevar la existencia”, escribe. Conversa con Paqui Noguerol y Daniel Escandell. Martes, cita con Víctor Prieto Lorenzo, que estrena su poemario La sequía. Víctor construye un armazón metafórico alrededor de lo líquido como un medio en el que andamos más o menos nadando, buceando a ratos e intentando no ahogarnos casi siempre, una condición fluida en la que todo –afectos, relaciones, compromisos– parece escaparse entre los dedos. Su mirada es abarcadora y manifiesta su capacidad para la sorpresa y la comprensión, buscando algún tipo de esencia que tal vez se vislumbre como esos árboles extraños que aparecen cuando bajan los embalses. Le acompaña su editor, Ben Clark. Más poesía para esta semana. Volvemos a acoger la sesión after del Festival de Poetas Iguanas Vivas, que ya va por su sexta edición y que, si juntas todos sus carteles, ofrece una magnífica guía de la poesía joven española de este momento. Dos sesiones. El jueves intervienen Pablo Baleriola, Antón Blanco y Adrián Fauro, con Helena Pagán como maestra de ceremonias. El viernes, Andrea Abello, Dafne Benjumea y María Limón, con presentación de Alejandro Fernández Bruña. Los dos encuentros, a las 19:30h. El sábado tendremos sesión infantil por la mañana con Amaya Perucha y a la narradora Rocío Collins por la tarde, pero de eso ya te hablaremos el próximo viernes. Novedades y más Tirando del hilo conceptual de nuestro libro de la semana pasada, El exilio interior, de Miguel Salabert, hemos llegado hasta El espíritu de la colmena, la película de Víctor Erice. Ambas obras comparten una idea del repliegue, de estigmatización del otro –el perdedor, el marginado– hasta convertirlo en monstruo y la construcción de un punto de vista infantil como vehículo para el extrañamiento del mundo y la radicalidad de la mirada. Desarrollamos el tema en nuestros recortes del martes, Salabert y Erice pasean juntos por Castilla. Tienes enlazadas ahí también entrevistas con Georgui Gospodínov y Anne Carson, muy buenas. Novedades, a porrillo. Se conoce que en nada empieza una feria del libro en Madrid y su onda expansiva irradia las librerías poniendo a prueba la física más elemental y el teorema de Arquímedes pero con libros.

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