Estos países no existen
La isla de Man, la nación de una tribu sioux norteamericana, Christiania en Copenhague, Transnistria, el último bastión de los Templarios y otros estados no reconocidos que están en el limbo
El mapa político del planeta no es algo estático: durante la historia de la humanidad las fronteras se han movido con inusitada frecuencia y los países han burbujeado aquí y allá, apareciendo y desapareciendo. Las fronteras no están grabadas a fuego en la superficie de la Tierra: algunos notorios ejemplos cercanos en el tiempo son la descomposición de países como la Unión Soviética o Yugoslavia en otros estados más pequeños.
En este tormentoso devenir de la historia siempre quedan algunos países que no existen oficialmente. Los motivos para que una comunidad de personas sienta que forma un país sobre un territorio son variadas: étnicas, lingüísticas, históricas, culturales, etc, pero a efectos prácticos un país solo lo es oficialmente cuando recibe el reconocimiento de los otros países, sobre todo de los más poderosos, y de los organismos internacionales.
En el reciente Atlas de los países que no existen (geoPlaneta), Nick Middleton recopila cincuenta estados no reconocidos (entre ellos Palestina, Groenlandia, Tíbet, la isla de Man o Taiwan) y que, muchas veces, no nos suenan de nada (otras veces sí: en España hay fuertes nacionalismos periféricos en Cataluña y el País Vasco). También existen organizaciones que unen a las micronaciones, las naciones mal representadas o las naciones no reconocidas, como la organización de Naciones Unidas No Representadas (UUN por sus siglas en inglés) hace en este ámbito el papel de la ONU (que reconoce un total de 193 naciones). En algunos casos estos territorios que no existen legalmente sí que tienen una autonomía de facto y funcionan de forma independiente. He aquí algunos de los casos más curiosos.
El país de los lakota
Jefe Yellow Shirt en 1898, miembro de los lakota.
Los lakota son un tribu sioux, nativa norteamericana, que en 1868 firmó un tratado con los Estados Unidos en virtud del cual las Colinas Negras, su hogar y territorio sagrado (lo consideraban el centro del Universo), serían siempre suyas. Posteriormente se encontró oro y el acuerdo cayó en saco roto. Los lakota se quedaron en reservas desperdigadas y con un nivel de vida que roza en la miseria. En 2007 se fundó la República de Lakota, que agrupa a unas 100.000 personas: sus representantes viajaron a Washington D.C. para notificar la ruptura de todos sus acuerdos con el gobierno estadounidense. Reclaman parte de los estados de Dakota del Norte, Dakota del Sur, Nebraska, Wyoming y Montana. Sin éxito. El monte Rushmore, en que se tallaron los rostros de algunos de los presidentes de EE UU, queda dentro.
Un país subido a una torre en el mar
Sealand fue fundado en 1967 por Roy Bates, propietario de una cadena de carnicerías, encima de una plataforma de hormigón y metal abandonada por la Armada Británica: había sido construida durante la Segunda Guerra Mundial para emplazar armamento antiaéreo con el que atacar a los aviones alemanes. La idea inicial de Bates fue utilizar ese territorio perdido para instalar una emisora de radio pirata, pero acabó fundando un país y convirtiéndose en príncipe. Sealand tiene 27 habitantes, una familia real de cuatro generaciones (ya ha nacido el príncipe Freddy, nieto de Roy), su propia moneda y un equipo de fútbol. Su bandera ha sido llevada a la cima del Everest y ofrece títulos de caballero por menos de 150 dólares. Está a solo nueve kilómetros de la costa de Reino Unido.
Mural de un edificio de la Ciudad Libre de Christiania, Copenhague.
Un paraíso hippie en el corazón de Copenhague
En 1971 un grupo de hippies ocupó un antiguo cuartel militar abandonado en Copenhague para desarrollar allí un estilo de vida anárquico, comunal y alternativo, donde se practicase la democracia directa. Así nació la Ciudad Libre de Christiania; un año después del ministerio de Defensa danés les cedió el espacio, que a día de hoy tiene unos 850 habitantes que habitan 34 hectáreas en las que con frecuencia el narcotráfico ha sido un problema (la calle principal, Pusher Street, puede traducirse como calle del Camello). En 2012 el gobierno les ofreció a sus habitantes la compra del territorio: hasta el 2018 el colectivo puede decidir si acepta la oferta. El problema, dice Nick Middleton, es que eso de la compraventa capitalista no va mucho con su ideología.
Un estado de un solo hombre dentro de Israel
El marinero Eli Avivi declaró la independencia de Akhzivland, en la costa mediterránea de Israel, en 1971. Ya en 1950 Avivi había construido ilegalmente varias cabañas en las ruinas de un pueblo de pescadores, Aczib, que aparece citado en la Biblia, a las que llegaron inconformistas, artistas, curiosos y hippies de todo el mundo. En 1971 varias de esas cabañas fueron demolidas por el gobierno israelí y Avivi salió a defender el territorio, él solo con una metralleta: montó en su micronación un excéntrico museo y un albergue, y creó una bandera propia en la que aparece una sirena. Fue acusado de fundar un país sin permiso pero el caso fue desestimado. Avivi aseguraba amar a Israel pero odiar a su gobierno. Tal vez sea el pedazo más pacífico de esa convulsa región del mundo.
La hoz y el martillo que siguen en Europa
Transnistria, un estado no reconocido que declaró la independencia de Moldavia en 1990, es con frecuencia considerado sinónimo de crimen organizado y tráfico de armas, según explica Middleton. En su capital, Tiráspol, la estatua de Leninsigue presidiendo el edificio del parlamento, y este también considerado por algunos como el último reducto estalinista del mundo. Allí, en un territorio en el que viven medio millón de personas, domina el panorama la organización conocida como el Sheriff, una empresa privada con gran influencia en la esfera política que lo posee casi todo: estaciones de servicio, cadenas de supermercados, una compañía de telefonía móvil y el equipo de fútbol más importante del país. La hoz y el martillo siguen presentes en la bandera nacional y tiene un Soviet Supremo, aunque los principales partidos están interesados en promover la economía de mercado.
El último bastión de la orden de los Templarios.
El Fuerte de San José, encaramado a la isleta de Pontinha, que se pega a su vez a la costa de Madeira, fue parada obligada durante siglos para aquellos que navegaban el Atlántico. En tiempos lejanos fue un bastión de la Orden de los Caballeros Templarios, descendientes de los soldados que ocuparon Jerusalén durante las Cruzadas. Renato Barros, maestro de escuela y propietario (príncipe también) de este lugar al que le fue concedida la soberanía por el rey de Portugal en 1903, considera al gobierno portugués un ocupante y quiere que al Principado de Potinha se le otorguen los mismos derechos que tiene cualquier otro país, incluso sus 200 millas de aguas territoriales. La micronación tiene una superficie de 178 m2 y solo cuatro habitantes. En la frontera hay una inscripción que reza: “Bienvenidos los visitantes (bajo su propio riesgo)”.
Un paraíso libertariano (y fiscal)
La Fundación Phoenix es una fundación conservadora y libertariana que persigue crear enclaves en los que practicar su ideología (además de paraísos fiscales). En mayo de 1980, la Fundación involucró a Jimmy Stevens (exconductor de excavadoras y líder de una secta mágico religiosa), para crear la República de Vemerana en la isla de Espíritu Santo, al norte de lo que hoy es la República de Vanuatu (esta sí reconocida) en el Pacífico Sur. Con un pequeño ejército armado con arcos y flechas derrotó a las autoridades locales y declaró un estado soberano, donde se asentó con sus 25 esposas. Pocos meses después, los soldados de Papúa Nueva Guinea, a petición de Vanuatu, llegaron, confiscaron los arcos y las flechas y detuvieron a Stevens, que fue condenado a 14 años de cárcel (en 1982 logró escapar de prisión… pero fue apresado dos días después. Finalmente salió del presidio en 1991).
Un país en el limbo
Este país sí que es raro: incorpora las fronteras de las demás naciones del mundo y hasta territorios digitales y metafísicos. Elgaland-Vargaland fue fundado en 1992 por los artistas suecos Carl Michael von Hausswolff y Leiff Elgren, reuniendo todas las tierras de nadie, los intersticios, que existen entre los países reconocidos, así como los “estados de ensoñación” y la duermevela (todos hemos visitado, pues, en su territorio). Cada vez que uno cruza una frontera o se encuentra en territorios sin reclamar se encuentra en este extraño país, que tiene pasaporte, sellos y bandera. Cuando la Iglesia Católica terminó con el concepto de limbo, también fue anexionado por Elgaland-Vargaland.
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