POLÍTICA
Canadá@150: enseñanzas para la juventud nigeriana
El autor reflexiona sobre cómo construir un país en el que todos se sientan como en casa
Imagen del humorista y director de cine nigeriano Mohamed Mustapha. JOEL SAGET AFP
El 1 de julio de este año, Canadá, el segundo país más grande del mundo después de Rusia, cumplirá 150 años. A lo largo de 12 meses se celebrará esta fecha tan señalada para un estado que se enorgullece de ser uno de los mejores, si no el mejor, del mundo. Antes de la colonización europea de principios del siglo XVI, Canadá estaba habitado por poblaciones aborígenes, es decir, por los pueblos indígenas. La historia del colonialismo data del 24 de julio de 1534, cuando el explorador francés Jacques Cartier fundó una colonia en Nueva Francia, la zona de Norteamérica ocupada por su país. Cuando estallaron los conflictos entre las potencias coloniales, Gran Bretaña lo sustituyó y se hizo con el control de gran parte de lo que actualmente es Canadá.
El 1 de julio de 1867 se promulgó el Acta de Norteamérica Británica. Con ella se produjo la fusión de las colonias de Canadá (las antiguas Ontario y Quebec), Nuevo Brunswick y Nueva Escocia, que formaron al dominio federal semiautónomo de Canadá. Con el tiempo, otras colonias y otros territorios británicos se unieron al nuevo país o le fueron cedidos. De las cuatro provincias de 1867, Canadá ha pasado a tener actualmente 10 provincias y tres territorios. Hasta 1982, el país no se convirtió en un Estado plenamente soberano. Entonces eliminó los últimos vestigios del control legal que el Parlamento Británico tenía sobre las reformas de la Constitución canadiense.
El país ha sido calificado con razón de “mejor lugar de la Tierra”. Según un estudio de 2015 del Reputation Institute, “Canadá es el país preferido para estudiar, viajar, trabajar y vivir”. La Clasificación de Mejores Países de U.S. News para 2016 lo situaba en primera posición en cuanto a “mejor calidad de vida”, y el Índice Mundial de Marcas País de 2015 le otorgó el título de “país más acogedor del mundo”. Además de sus característicos paisajes, de la tundra y de las hermosas montañas con sus cumbres nevadas que se extienden desde el Atlántico hasta el Pacífico, y, en dirección norte, hasta el océano Ártico, Canadá ofrece un asombroso caleidoscopio de multiculturalidad, diversidad, inclusión y libertad que puede servir de ejemplo a otros países.
Por supuesto, Canadá no es un país perfecto. Ninguno lo es. La construcción de un país no es un juego de niños, sino una tarea permanente, por antiguo que este sea. Canadá, una de las federaciones más descentralizadas y uno de los estados más diversos étnicamente y más multiculturales del mundo, con 35 millones de habitantes (según el censo de 2016), nunca ha dejado de ampliar los límites de qué significa ser un Estado Nacional moderno.
Fechas atras, dentro de las celebraciones del 150 aniversario, Su Excelencia Christopher Thornley, Alto Comisionado de Canadá en Nigeria, ofreció una recepción en Abuya, la capital nigeriana, para canadienses y amigos de Canadá. El embajador Thornley habló de los “vínculos estrechos y duraderos con Nigeria” y del “compromiso de prolongar muchos años nuestras relaciones amistosas y fructíferas”. Asimismo, se refirió a la “diversidad y el espíritu inclusivo, la reconciliación con los pueblos indígenas, la juventud y el medio ambiente” de Canadá.
Nigeria puede extraer un buen número de enseñanzas. Al igual que él, Nigeria es miembro de la Commonwealth, la organización de países colonizados por Gran Bretaña. Por supuesto, hay diferencias en la manera en que ambos surgieron. Mientras que en Canadá las tres colonias británicas originales acordaron unirse para formar una confederación semiautónoma en 1867, los protectorados del norte y del sur de Nigeria fueron amalgamados por los británicos en 1914 para crear el nuevo Estado. Desde los dos protectorados convertidos en un país en ese año, Nigeria pasó a tener tres regiones en 1946, cuatro en 1963, 12 estados en 1967, y 36 en la actualidad. Mientras que la expansión de Canadá tuvo lugar mediante la agregación y la concesión, la de Nigeria se produjo por la división forzosa. Pese a esta diferencia, ambos tienen en común la diversidad geográfica, lingüística, religiosa y étnica.
Según el embajador Thornley, Canadá es fuerte gracias a sus diferencias, no a pesar de ellas, y sus experiencias compartidas y su diversidad lo robustecen en muchos sentidos. Nigeria puede encontrar fuentes de fortaleza en su propia diversidad, en sus diferencias y en sus experiencias comunes. Por desgracia, debido a la incompetencia de sus líderes, el país ha conseguido agravar sus puntos flacos de tal manera que en la actualidad se encuentra al borde del abismo, presa de la inestabilidad política y de los conflictos étnicos y religiosos fomentados por una élite codiciosa e insolvente que no tiene la menor idea de lo que significa el interés común.
“La inclusión es una decisión”, decía el embajador Thornley. “Una decisión guiada por los múltiples beneficios que puede proporcionar la diversidad: tasas más altas de crecimiento económico, mayor cohesión social y enormes ventajas culturales y ciudadanas. A Canadá le ha costado años de duro esfuerzo llegar hasta donde se encuentra hoy. La inclusión no tiene lugar por casualidad; se produce como consecuencia de las decisiones. Hace décadas, Canadá decidió adoptar una política de multiculturalidad y bilingüismo oficial. El Gobierno del país decidió acoger más refugiados. El primer ministro Trudeau decidió tener paridad de hombres y mujeres en su Gabinete (porque estamos en 2015)”.
Los jóvenes nigerianos tienen ideas y energía. Son creativos. Pero tienen que hacer más. Tienen que implicarse en la reivindicación y la reinvención del país;
Estos son los ideales a los que Nigeria debería aspirar si queremos construir un país moderno. Tenemos que hacer esfuerzos conscientes para construir una nación inclusiva; una sociedad de igualdad de oportunidades y ventajas para la ciudadanía. Las alternativas no son agradables. Tenemos que redefinir los derechos ciudadanos en Nigeria; debemos construir un país en el que, al igual que en Canadá, todos los nigerianos se sientan en todas partes como en casa. Hay que empezar a dialogar ya. Nigeria no puede permitirse el lujo del tiempo.
En 2015, los canadienses eligieron a Justin Trudeau, un joven político dinámico y progresista, como primer ministro. El embajador Thornley se refirió con elocuencia al papel que, tanto en Nigeria como en Canadá, pueden desempeñar los jóvenes en la configuración de sus países. “Al celebrar los 150 años de Canadá tenemos que recordar que los jóvenes de hoy serán quienes determinen cómo serán el Canadá y la Nigeria de los próximos 50 años. Canadá es consciente de la importancia que tiene conseguir que los jóvenes se interesen no solo por los temas que les afectan directamente, sino también por cualquier asunto de importancia nacional o mundial.
De hecho, nuestro primer ministro decidió exprofeso asumir la función de Ministro de la Juventud con el fin de poner de relieve la prioridad que su Gobierno concede a los jóvenes. Los jóvenes son una generación de auténticos ciudadanos globales. A ello ha contribuido un mundo interconectado como nunca antes, en particular a través del uso de las nuevas tecnologías y de las redes sociales. En Nigeria, cuya población joven es tan numerosa, se aprecia en particular la importancia de la juventud. En los primeros meses de mi recorrido por el país, me impresionaron las ideas, la energía y la vitalidad de los jóvenes nigerianos. El deseo de construir un mundo mejor es evidente y estimulante”.
Los jóvenes nigerianos tienen ideas y energía. Son creativos. Pero tienen que hacer más. Tienen que implicarse en la reivindicación y la reinvención del país; tienen que darse cuenta de que el poder de producir un auténtico cambio en Nigeria está en sus manos. Muchos de los que construyeron la Nigeria de la independencia tenían 20 y 30 años, y muy pocos, 40. Fueron los mismos que hundieron el país en una guerra intestina y evitable, malograron la reconciliación tras el conflicto, expoliaron los recursos nacionales, empobrecieron a la mayoría de los nigerianos y nos llevaron a la lamentable situación en que se encuentra el país hoy en día.
Tenemos que romper con el pasado. No podemos seguir gobernando Nigeria de la misma manera que antes y esperar resultados diferentes
Los nigerianos no pueden seguir gobernándose con las mismas personas y las mismas ideas que han fracasado en los últimos 56 años. La juventud nigeriana tiene que estar a la altura del reto de su generación. Nadie les va a dar empleo o educación de calidad a menos que ellos creen un sistema de igualdad de oportunidades y beneficios para la ciudadanía. Es su país, su mundo y su época. Por eso me siento esperanzado por las iniciativas de algunos jóvenes, como el economista y escritor Tope Fasua, que está movilizando a otros jóvenes nigerianos en favor de un auténtico cambio progresista bajo las siglas del Partido de la Renovación por una Nigeria Próspera (ANRP) ahora que el país se encamina a unas nuevas elecciones generales en 2019. Y Bashir Abdullahi II, ingeniero de edificación y activista social, que se puso en contacto conmigo hace unas semanas para compartir ideas creativas para la reconstrucción social y política de Nigeria como una sociedad inclusiva e igualitaria.
Esta es la clase de actitudes y planteamientos que Nigeria necesita para sobrevivir. Tenemos que romper con el pasado. No podemos seguir gobernando Nigeria de la misma manera que antes y esperar resultados diferentes. Querida juventud nigeriana: no permitáis que nadie os diga que no tenéis edad suficiente para estar al mando o que no tenéis experiencia. Cometed errores si tenéis que cometerlos, pero tenéis que liderar. Vuestro glorioso grito de guerra debe ser: ¡Atrevámonos a luchar! ¡Atrevámonos a ganar!
Nigeria tiene que replantearse su federalismo. Al igual que Canadá, debe procurar la reconciliación de los diversos grupos del país. Todo el mundo es importante. Asimismo, tenemos que dar más espacio al debate sobre la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Esto es algo que solo pueden conseguir los jóvenes acabando entre todos con la desconfianza y los prejuicios inveterados. Los sucesivos gobernantes –con su mentalidad provinciana y llena de prejuicios– han fallado al país. No hay ninguna razón para que la actual generación de nigerianos se conforme con lo mismo. Nada justifica por qué los ciudadanos nacidos después del final de la guerra civil en enero de 1970 no deban considerarse a sí mismos, ante todo, nigerianos. Esta tiene que ser la actitud de ahora en adelante. Solo así podremos salir del atolladero actual.
Hace unas semanas estuve en Inside Story, el programa de Al Yazira, para hablar de la corrupción y el hambre en tres países africanos (Nigeria, Somalia y Sudán del Sur) y en Yemen, donde un total 20 millones de personas corre el peligro de morir de inanición. En Somalia “se ha declarado la catástrofe nacional debido a la sequía, y alrededor de la mitad de la población del país se enfrenta a una grave escasez de alimentos”. En Sudán del Sur “el hambre se ha declarado en diversas zonas del país. Muy pronto, un millón de habitantes de estas regiones podrían verse privados de alimento”. Y, en relación con el gigante de África, Naciones Unidas señala: “Cuatrocientos mil niños nigerianos están en riesgo de malnutrición, de los cuales es posible que casi 80.000 no sobrevivan a los próximos meses”.
Fue trágico y doloroso para mí descubrir que Nigeria se encontraba al mismo nivel que otros países con una larga historia de desastres naturales y guerras civiles. Los problemas de Nigeria se los ha causado ella misma y nadie más. No hay motivo para que ningún niño nigeriano tenga que irse a la cama con hambre, y mucho menos malnutrido, ni tampoco para que millones de nigerianos sean refugiados en su país. Nuestros jóvenes tienen que cuestionar el paradigma retrógrado de gobernanza que ha caracterizado a Nigeria desde la independencia.
Así pues, el reto que espera a la juventud nigeriana y la enseñanza que esta puede extraer de un lugar como Canadá es cómo construir un país inclusivo en el que quepan millones de personas de diferentes etnias y procedencias conviviendo en armonía y unidas por la justicia social, la igualdad, el Estado de derecho y unos valores nacionales comunes.
Esta generación de jóvenes nigerianos tiene la obligación ineludible de rescatar a Nigeria de la trampa trágica en que se ha convertido.
Onumah es autor de We Are All Biafrans [Todos somos biafreños]. Contacte con él a través de conumah@hotmail.com. Sígalo en Twitter: @conumah.
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