martes, 13 de noviembre de 2018

Ebra: “¡Venga compañeras, alzad la voz!” | Blog Africa no es un pais | EL PAÍS

Ebra: “¡Venga compañeras, alzad la voz!” | Blog Africa no es un pais | EL PAÍS

Ebra: “¡Venga compañeras, alzad la voz!”

La cantante marroquí lanza su primer disco 'Modern Africa 1: Reveries', donde reivindica sus raíces africanas



Imagen de Ebra.

Imagen de Ebra. 





Las voces femeninas marroquíes llevan unos años haciéndose hueco en el panorama cultural internacional. En el campo de la música, Marruecos está viviendo un momento muy dulce con el éxito arrasador de cantantes de entre 35 y 40 años como Hindi Zahra o Oum. Talentos forjados con lo que recogen aquí o allá, entre idas y vueltas entre París y Marruecos. En el ámbito literario, resalta sin discusión la escritura de Leïla Slimani, Premio Goncourt en 2016, máximo galardón de las letras francesas, autora de Canción dulce y de otras obras centradas en la sexualidad femenina en Marruecos.
El recorrido de Ebra, nombre artístico de Khaoula Bouchkhi, es diferente al de sus compatriotas. Ella nunca vivió en París ni en Francia, sino que desembarcó en Sevilla procedente de Rabat para estudiar la carrera de Publicidad y Relaciones Públicas. Tras cuatro años cursando materias muy alejadas de su profesión actual, Ebra lleva 14 años instalada y asentada en Barcelona. Allí escribe canciones por encargo o para sí misma, colabora con otros artistas al tiempo que presenta espectáculos en solitario. Una artista poliédrica, que desde hace años recibe invitaciones de unos y otros, pues lo mismo canta, baila, actúa o compone versos en árabe, español, francés o inglés.
Ahora presenta Modern Africa 1: Reveries, su primer disco en solitario, donde pone melodía y música a textos que lleva escribiendo prácticamente desde su adolescencia. Ebra se siente tan africana como cualquier ciudadana de Burundi, Angola o Nigeria. Y el título del álbum reivindica un nuevo cruce de miradas hacia África, su continente, donde tienen cabida sonidos bereberes, sahelianos o afroamericanos. Y nos habla de una nueva mujer africana, dueña de sus actos, una mujer contemporánea que comparta con otras sus experiencias para superar entre otros males, “el que dirán”, según la artista, “ese monstruo invisible que generación tras generación nos mantuvo presas bajo un sentimiento de culpa innecesario”. Su próxima presentación será el próximo sábado 17 de noviembre en el Alter Africa Festival, que se celebra en el recinto de la Fábrica de Creación Fabra i Coats de Barcelona.
Su próxima presentación será el próximo sábado 17 en el Alter Africa Festival de Barcelona
Pregunta. Así que publicista de formación…
Respuesta. Así es. Me gradué en Publicidad y Relaciones Públicas en la Universidad de Sevilla, una época muy feliz, donde una familia de amistades espontáneas me acogió y me sigue dando amor y apoyo 18 años después. Creo mucho en la comunicación, tan necesaria en múltiples niveles. La publicidad fue una forma de darle salida a mi creatividad, pero me desencanté muy rápido, probablemente porque lo que llevo dentro hacía demasiado ruido como para quedarse ahí calladito. Por ello cambié oficina por estudio, cuñas y guiones por canciones y espectáculos.
P. Después de tantos años dedicándote al mundo de la música, ¿qué has querido transmitir con este primer proyecto discográfico en solitario?
R. Mis propias historias, unas microhistorias, como bien dice el gran Eduardo Galeano, íntimas, fantasiosas, las de la mujer que soy, árabe, africana, igual o diferente, no lo sé, pero moderna, lúcida, soñadora, con consciencia global y, voluntaria e involuntariamente, rompedora de esquemas. Culpa de mi padre, el primer hombre feminista que he conocido. Me ha dado educación, espacio para ser y estar y respeto en todo momento por mis decisiones. Cuando le dije que me iba a estudiar y vivir fuera de Marruecos, lo único que articuló fue: “cómprate un móvil, he de saber si estás viva o muerta. El resto, lo dejo en tus manos”.
P. Modern Africa 1. ¿Ese 1 quiere decir habrá una segunda parte?
R. Segunda y tercera de hecho. Llevo muchísimos años escribiendo en trocitos de papel, cuadernos, bordillos de libros. Algo tenía que hacer con ello. Leer y escribir son dos actividades que necesito tanto como el oxígeno. Empecé con frases, palabras sueltas inspiradas por algo que se me enganchaba al oído (soy adicta al lenguaje y los idiomas), poesías, textos terapéuticos como me decía la maravillosa Tania Adam en una entrevista. Los empecé a organizar en canciones. Modern Africa I: Reveries es una primera brecha abierta a una conversación, unas primeras reflexiones, a las que seguirán otros temas relevantes para mí.
P. En tu disco escribes y cantas en árabe, francés y sobre todo en inglés. ¿De qué forma decides en qué lengua expresarte?
R. Buena pregunta, porque no lo sé. De nuevo citaré a Eduardo Galeano, un intelectual cuya voz y mente me dan mucha paz. No sé lo que hago, ni tampoco me quiero enterar de ello. Es natural y creo que es mágico si no intento controlarlo. Cuando escribo para otros, productores sobre todo, a veces me marcan el idioma, pero la mayoría de las veces me dicen “vuela, sé tú”, y lo agradezco. Ahora bien, supongo que de la misma forma en que soñamos en un idioma u otro cuando lo dominamos y empieza a volverse propio, debe ser que en ese momento invade otros territorios para expresarse a través de nosotros. Creo que lo siento así.
P. Los sonidos africanos, especialmente de la zona de África Occidental, están muy presentes en varias de tus canciones como Sacred o Warrior. ¿Qué relación tienes con esa zona del continente?
R. Adoro toda África. Es mi casa. Adoro sus ritmos, sonidos, personas, artes, pueblos, paisajes, cuentacuentos, instrumentos, risas, sabores, mitología… Iré explorando todo lo que pueda. Por un lado, al escribir la letra, la melodía y el ritmo de cada tema, nada fue intencionado por mi parte más allá de sentir que una historia me vino con tal o tal ritmo, tal o tal motivo, o tal o tal emoción, estado de ánimo. Luego Jules Bikôkô, mi productor musical, que es de Camerún, lo ordenó todo e hizo los arreglos conmigo, sin querer manipular lo que traía en bruto. Siempre lo dijo, y Reveries es el resultado.
P. Con este trabajo te declaras ante todo africana, una afirmación que no comparte una gran mayoría de la población de Marruecos. Y que levanta las sospechas de muchos occidentales, quienes consideran Marruecos un país menos africano que por ejemplo Uganda. ¿Qué piensas de la separación que se suele hacer entre África del norte y África subsahariana?
El álbum reivindica un nuevo cruce de miradas hacia África, su continente, donde tienen cabida sonidos bereberes, sahelianos o afroamericanos
R. Esa separación existe y se sostiene en la ignorancia. Dos grandes peligros enemigos de la tolerancia. Tampoco ayuda la tasa de analfabetismo de Marruecos, aunque se intenta erradicar. Ahora bien, se podría intentar con más ganas. El común de los mortales marroquí olvida o ni siquiera sabe que los árabes venidos de Arabia son colonos en Marruecos, es decir, que no fueron los primeros, y Marruecos está ubicado en el continente africano. Los primeros habitantes eran amazigh, y luego tuaregs, etcétera. Con orígenes tan ricos y diversos, ¿por qué querer olvidar una parte, la africana? Quizás por cierto racismo que nunca compartí.
P. Con nombres como Hindi Zahra o Oum pisando fuerte en la escena musical marroquí, ¿cómo ves el momento que vive la música de este país?
R. Lo veo dinámico. Yo nací y crecí en Marruecos hasta los 17, y por aquel entonces ni había tantos festivales como ahora, ni programas de talento vocal, ni mujeres fuera de la escena musical tradicional. Bravo por Oum, quien empezó desde Marruecos a hacer ruido como referente local, y a Hindi Zahra desde Francia y ahora Marruecos, pues creo que vive entre ambos países. Gracias a ellas dos tenemos representación nacional e internacional en el terreno no únicamente tradicional. Creo que aún queda mucho por explorar y expresar, y hacen falta más como nosotras. ¡Venga compañeras, alzad la voz!
P. ¿Qué significa Angélique Kidjo para ti?
R. Angélique Kidjo para mí es un referente como mujer africana: independiente, poderosa, energética, positiva, guerrera, y además artista y activista. Luchadora por las causas que no podemos no ver siendo africanas. Ella y Miriam Makeba son mis mamás africanas, dos ejemplos a seguir desde luego y en los cuales inspirarme. Dos mujeres únicas y no conformistas, que comparten elegancia a la hora de ser y de crear. Ambas son para mí unas fieles “Mandelas”, merecen mi máximo respeto y apoyo. Cada mañana voy a correr escuchando AdoumaAgoloy demás temas suyos. Me alimentan el alma y el espíritu.
P. ¿Y Oum Kalthoum?
R. Oum Kalthoum es el máximo referente del diwân árabe clásico, tanto musical como poético y literario, ya que lo engloba todo, bajo mi punto de vista. Una gran diva, amada, escuchada, admirada y adorada. Si entiendes sus cantos y letras, te identificas con lo que dice y cómo lo dice. Es el ruiseñor del mundo árabe, canta las aventuras y desventuras del corazón en un mundo encorsetado, que ella curiosamente logró enfrentar y comandar literal y metafóricamente, sola, de pie frente a un ejército de hombres que conformaban sus orquestas y sus audiencias también. Con el apoyo de su padre, un señor bien atípico.
P. Entre tus predilecciones musicales se encuentra la cantante argelina Warda. Recuerdo que en Túnez muchos hombres la llamaban “qahba” (puta en árabe) cuando sonaban sus canciones. ¿Por qué crees que se le insulta de forma tan contundente?
R. En el mundo árabe los hombres, por miedo a perder el control, ningunean o insultan todo aquello que no aceptan o que les da miedo. Por miedo a ser destronados de una posición superior privilegiada que viene sometiendo a las mujeres siglos tras siglos. Warda, una artista con gran sensibilidad y elocuencia, fue una de muchas víctimas de ese lobby masculino, machista, representante del patriarcado. Un sistema que tiene los días contados a medida que las mujeres van tomando fuerza y rompiendo cadenas, superando los miedos, los tabúes y “el que dirán”, ese monstruo invisible que generación tras generación nos mantuvo presas bajo un sentimiento de culpa innecesario. Basta ya.
P. La escritora Leïla Slimani en su cómic Paroles d’honneur declara: "Nos revestimos en una falsa virtud mientras que nuestro sistema, prohibiendo las relaciones sexuales, favorece la mercantilización del cuerpo de la mujer". ¿Qué opinas de esta afirmación?
R. Leïla es de mi generación, fuimos al mismo instituto e incluso estuvimos juntas en clase algún año (no recuerdo cuál). El otro día justamente lo estaba pensando; debemos ser la primera generación de mujeres que ha vivido una adolescencia pre-redes sociales y que ha tomado coraje con las dos manos y ha decidido eludir “lo impuesto desde siempre” para pensar por sí mismas, usar sus cerebros, voces, talento y plataformas para denunciar aquello con lo que no estamos de acuerdo. Y mostrar a nuestras iguales en otros países y culturas. Nuestras vivencias como mujeres jóvenes, modernas, normales, contemporáneas. Entre otras cosas, la educación sexual, gran ausente de nuestras vidas a nivel social y familiar en la mayoría de los casos. Con lo que estoy plenamente de acuerdo con ella, la mercantilización del cuerpo femenino no es más que una consecuencia de ello.
P. ¿A qué prejuicios se enfrenta una mujer marroquí residente en España?
R. Por mi aspecto sorprendo mucho al decir que soy marroquí, cosa que me divierte mucho y utilizo para chocar aún más. La gente a primera vista me pone la etiqueta de norteamericana, brasileña, venezolana, cubana, mestiza... Cuando superamos la cuestión de mi aspecto viene la pregunta de mi vestimenta: si al llegar a la frontera me pongo la jellaba y el pañuelo para entrar en mi país. Y no. No es así, soy de ciudad, de Rabat, y mis padres no son ni tradicionales ni religiosos. Con lo cual la que ves es la de siempre, allá y acá.
P. ¿Y algún otro?
R. Sí, claro, por el idioma, por qué lo hablo tan bien y sin “ese acento moro”. Recuerdo comentarios prejuiciosos en España y en ocasiones en Alemania, en el resto del mundo menos; aunque creo que no debo ser el caso más extremo.
P. Desde hace unos años diferentes colectivos de artistas afrodescendientes están alzando la voz en España, exigiendo normalidad e igualdad de oportunidades. ¿Qué se está consiguiendo?
R. Más visibilidad significa más conocimiento y comprensión. Y al abrirse más las mentes, quizás se consigue mayor tolerancia, integración social, laboral, representación política... Creo que necesitan visualización y aceptación, porque son españoles, con los mismos derechos que cualquiera, lógicamente. Ojalá que al darles más espacio se logren limar de una vez las líneas separadoras o, como diría Guillermo del Toro, borrar las líneas en la arena. Porque son cosas que no corresponden a nuestros tiempos y solamente alimentan malestares en vez de una convivencia sana, tolerante y multicolor en sociedad.
Alejandro de los Santos es especialista en cultura africana contemporánea, fundador de la revista digital Afribuku. Es asistente de dirección en el Festival de Cine Africano de Tarifa-Tánger y Asesor de Relaciones con África en el Mercado de las Artes Performativas del Atlántico Sur de Tenerife.

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