jueves, 8 de agosto de 2019

Zeng Guofan (1811-1872), modelo público dedicado a la familia y a China

Zeng Guofan (1811-1872), modelo público dedicado a la familia y a China



Zeng Guofan. Ilustración de Xavier Sepúlveda.

Zeng Guofan. Ilustración de Xavier Sepúlveda.



Zeng Guofan (1811-1872), modelo público dedicado a la familia y a China

Zeng Guofan (1811-1872) fue uno de los políticos y estrategas más reputados de la historia reciente de China. A lo largo de toda su vida, Zeng Guofan se consideró defensor de la doctrina confuciana y mantuvo su anhelo de mejorar constantemente a través del estudio. Fue el funcionario de etnia han que llegó al más alto rango de toda la dinastía Qing (1644-1912).

Reportaje deGao Hongbo高洪波
Zeng Guofan, también llamado Bohan y con el título póstumo tras su fallecimiento de Wenzheng, fue conocido a lo largo de la historia como Zeng Wenzheng. Desde su infancia se esforzó por mejorar y estudiar con ahínco. En su más temprana juventud era capaz de leer, memorizar y dar uso al contenido de gran cantidad de libros. Pasó los exámenes imperiales y logró un puesto en el funcionariado y, a partir de entonces, la corte fue atribuyéndole títulos con mayor relevancia. Así, llegó a ocupar los puestos de virrey de Liangjiang, de Zhili e, incluso, fue en su momento Gran Secretario del Palacio Wuying. Fue el funcionario de etnia han que llegó al más alto rango de toda la dinastía Qing.
A lo largo de toda su vida, Zeng Guofan se consideró defensor de la doctrina confuciana y mantuvo su anhelo de mejorar constantemente a través del estudio. Independientemente de lo ajetreado de su tarea política, reservaba tiempo cada día para leer, estudiar y escribir un diario con el que reflexionaba sobre todo aquello que hacía y decía. La introspección era precisamente el método preferido para impulsar su desarrollo personal, pues le servía como punto de partida para su aprendizaje y su maduración. Abordó la vida desde el esfuerzo y la sencillez, si bien se exigía, con una enorme rigurosidad, la necesidad de mantenerse alejado de cualquier tipo de excentricidad y jamás sintió orgullo por su puesto en el funcionariado, como tampoco se juzgó superior ante ninguna persona. Durante el periodo de tiempo en el que trabajó en la administración, se obstinó en hacer de la lealtad a la corte y la conducta personal las principales cuestiones a tener en cuenta a la hora de evaluar el trabajo de quienes se dedicaban a la burocracia. Al mismo tiempo, hizo patente la necesidad de valorar el esfuerzo y el sufrimiento del pueblo y se esforzó cuanto pudo en mejorar el nivel de vida de la clase trabajadora en general.
Zeng Guofan fue el principal impulsor en China de las ciencias naturales y las humanidades más avanzadas de Occidente.
Con respecto a las relaciones sociales, poseía sus propios principios, consistentes en “no aprovecharse bajo ninguna circunstancia de nadie, ni tampoco aceptar nada a cambio”.  Ya fuera como ministro, funcionario, maestro o amigo, basaba su conducta en los preceptos de la tolerancia, la honestidad, la propia exigencia y la importancia de predicar con el ejemplo para ser un modelo para los demás. Su integridad moral y el prominente nivel al que había logrado elevar su desarrollo personal le ayudaron de forma muy notable en su carrera. De hecho, fueron dichos atributos los que le brindaron finalmente el reconocimiento universal y el formidable prestigio que tanto merecía.
Zeng Guofan. Ilustración de Xavier Sepúlveda.
Zeng Guofan. Ilustración de Xavier Sepúlveda.

Disciplina familiar

El desarrollo de su propia moral ejerció también una influencia primordial en todos los miembros de la familia Zeng. Dirigió siempre su conducta según las dos principales máximas de su disciplina familiar: cuidar a sus allegados mediante la paz y mantener la gloria del clan a través del esfuerzo. Como cabeza de familia estimaba que, en tiempos turbulentos, era primordial que en su casa se viviera en un contexto lo más pobre, sencillo y discreto posible. Su premisa era la de enseñar y educar con el ejemplo y mantener siempre una actitud entre la compasión y la severidad. Exigía a los miembros de su familia que llevaran vidas sencillas e independientes, que eludieran la ostentación y rechazaran la posibilidad de dejarse llevar por la comodidad y la holgazanería. Su conducta debía guiarse por la cautela e, incluso, tenían que rehusar salir por la noche. Si bien su intensa agenda política lo tenía ocupado durante prácticamente la totalidad de su tiempo, daba gran importancia a dialogar y comunicarse con sus hijos. Para él, las aficiones y formas de pensar de los más pequeños eran muy dignas de respeto y atención. Uno de sus hijos apreciaba las ciencias naturales y otro prefería ocupar su tiempo en el estudio de las humanidades occidentales. A pesar de ser campos que desconocía, hizo todo lo que estuvo en su mano por apoyar a los jóvenes en su aprendizaje. Estaba convencido de que, en el proceso educativo, lo fundamental era que fueran los propios niños quienes se percataran, por sus medios, de la importancia y el valor de la vida.
Como cabeza de familia estimaba que, en tiempos turbulentos, era primordial que en su casa se viviera en un contexto lo más pobre, sencillo y discreto posible. Su premisa era la de enseñar y educar con el ejemplo y mantener siempre una actitud entre la compasión y la severidad.
Su forma de ver la educación ejerció una importante influencia en los demás ancianos del apellido Zeng que, por ello, siempre sirvieron como perfectos modelos de conducta y asumieron la responsabilidad de educar por sí mismos a sus descendientes. Gracias a ello, aprendían desde muy temprano el valor del respeto, la ayuda, la cortesía y la armonía. El buen ambiente en el que se educaron propició que todos ellos recibieran una formación extraordinaria y que, más tarde, contribuyeran enormemente al avance de la sociedad desde sus labores como científicos, educadores y políticos.
Fue precisamente por su anhelo de desarrollo personal y su proceder con respecto a su responsabilidad familiar que Zeng Guofan pudo avanzar sin ningún tipo de problemas a lo largo de su carrera. Su ascenso coincidió con el último tramo de la dinastía Qing, un momento en el que numerosos y urgentes asuntos de estado quedaban por resolver, y el caos y la confusión se apoderaron del gobierno de la corte. A pesar de pertenecer a la etnia han y no contar con la influencia de las ocho banderas manchúes, las divisiones administrativas en las que estaban situadas todas las familias y servían también para definir su lugar en la organización militar de dicha etnia, Zeng Guofan se valió de un concepto absolutamente pragmático de la política para desarrollar un excelso talento en campos como la administración, las relaciones internacionales, la educación, la economía y la defensa militar y preconizar iniciativas que, en la práctica, resultaron tan positivas como eficaces. 

Gobierno honesto

Durante su carrera política fue muy consciente de que la corrupción era un fenómeno muy presente entre los miembros de la corte y, por ello, advirtió de la imperiosa necesidad de reestructurar el estilo de trabajo de los funcionarios. Consideraba que la moral y la ética de estos eran los principales detonantes tanto del declive como de la gloria de un estado. Como método para acabar con la corrupción, abogó por infligir castigos ejemplares y por ser absolutamente intolerante ante cualquier tipo de comportamiento fraudulento. De la misma forma, también liquidó las normas previas de selección de nuevos funcionarios e instauró un sistema basado en la premisa de defender con vigor un estilo de gobierno honesto y que permitiera situar para los puestos de la administración a personas con grandes capacidades y una contrastada integridad moral. El reputado estadista Li Hongzhang fue, de hecho, uno de sus discípulos y recibió una muy notoria influencia suya en este sentido.
En el plano económico, Zeng Guofan incidió de forma muy significativa en la necesidad de potenciar la agricultura y siguió muy de cerca el nivel de vida del pueblo. Asimismo, puso en marcha diversas medidas para controlar los precios de la plata y los negocios relacionados con la sal, lo que tuvo una enorme utilidad práctica para la economía del país. Fue él quien, tras advertir que China debía contar con su propia industria con capacidad suficiente para fabricar barcos, puentes, armas de artillería y otros elementos modernos, impulsó el conocido como “movimiento de autofortalecimiento,” un periodo de reformas institucionales durante la última etapa de la dinastía Qing tras las derrotas militares y las cesiones a potencias extranjeras. También intervino para facilitar la salida del país a una enorme cantidad de jóvenes que encontraron en el extranjero una excelente oportunidad de seguir formándose y contribuyó a la introducción de numerosos libros occidentales, gracias a los cuales el público chino se abrió a nuevas culturas y tecnologías. Dichas decisiones fueron cruciales para que el país trascendiera desde una civilización agrícola hasta una industrial.
Zeng Guofan liquidó las normas previas de selección de nuevos funcionarios e instauró un sistema basado en la premisa de defender con vigor un estilo de gobierno honesto y que permitiera situar para los puestos de la administración a personas con grandes capacidades y una contrastada integridad moral.
Su carrera política se prolongó durante más de 30 años, a lo largo de los cuales pudo presumir de haber culminado logros de gran importancia. Por ejemplo, su “movimiento de autofortalecimiento” fue el principal impulsor en China de las ciencias naturales y las humanidades más avanzadas de Occidente. Si bien no gozaba de un talento innato, fue sumamente disciplinado a la hora de dedicarse al aprendizaje y a la reflexión. A pesar de haber nacido en una familia agrícola, mostró en todo momento una enorme disposición para alcanzar sus ambiciones. Aunque era consciente del declive sufrido por la dinastía Qing en su última etapa, fue fiel y leal a la corte en todo momento. Su vida fue sencilla pero, a la vez, digna de ser considerada como legendaria.
Los extraordinarios preceptos de Zeng Guofan con respecto al desarrollo personal, a la armonía familiar y al servicio público constituyen un legado de una riqueza espiritual y cultural muy valiosas para las generaciones futuras. Su propio diario, publicado bajo el nombre de Confesiones de Oriente, se ha convertido en el manual en el que muchos lectores confían para orientar su comportamiento; las Normas del clan Zeng es ya uno de los clásicos sobre educación familiar más célebres de China; y El libro de la familia de Zeng Guofan ha sido todo un éxito de ventas durante muchos años. No cabe duda, por tanto, que la influencia ejercida por este notorio personaje aún sigue calando de forma muy profunda en todos y cada uno de los aspectos que constituyen la actual sociedad china.

pdfPublicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 55. Volumen IV. Julio de 2019.Leer este reportaje en la edición impresa

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