sábado, 25 de enero de 2020

Quanzhou alumbra la fusión multicultural en la travesía de Oriente

Quanzhou alumbra la fusión multicultural en la travesía de Oriente



Mezquita Qingjing.

Mezquita Qingjing de Quanzhou, la más antigua de China.

Quanzhou alumbra la fusión multicultural en la travesía de Oriente

Quanzhou fue el puerto de inicio de la Ruta Marítima de la Seda y el lugar donde nació la cultura minnan. Atesora un espíritu de fusión cultural tras varios miles de años en los que ha recibido e integrado a diversos pueblos. Esa experiencia multicultural se ha forjado desde una civilización agrícola, en lo económico; marinera, en su vertiente comercial; y ecléctica, por su convivencia religiosa. Por este valioso enclave que domina el mar de la China Meridional, y que se identificó en Occidente por el nombre árabe de Zaitun, han pasado míticos viajeros como el italiano Marco Polo o el musulmán Ibn Battuta. En ella se encuentra la exquisita mezquita Qingjing, la más antigua de China.

Reportaje deGermà Arroyo
En la provincia de Fujian, en el sureste de China, se halla la ciudad costera de Quanzhou. Salpicada de suaves colinas, valles y cuencas, la cruzan de noroeste a suroeste diversas cordilleras. La urbe, considerada de nivel de prefectura, se encuentra en una franja de tierra entre los estuarios de los ríos Jin y Luo que desembocan en la imponente bahía del mismo nombre desde la que se asoma al mar de la China Meridional. Su área de influencia, que se extiende aproximadamente por 11.015 km2, presenta un relieve marcadamente montañoso. Desde dicho interior orográfico limita con Longyan al suroeste y Sanming al noroeste. Junto con Xiamen y Zhangzhou, al sur, y Putian al norte, conforma la región costera del sur de la provincia de Fujian.
Quanzhou
Vista nocturna de Quanzhou.
El clima en esta zona es tropical marino con influencia monzónica lo que da como resultado calor y humedad casi todo el año y una temperatura promedio anual entre 19.5º y 21ºC.  La lluvia aparece normalmente en los meses de mayo y junio y el verano se alarga más tiempo del habitual, con máximas que superan los 30oC con relativa frecuencia. El invierno, sin embargo, no es demasiado frío y no suele registrar nevadas por su proximidad marítima. La ciudad padece tifones, principalmente de mayo a noviembre. El más dañino de los últimos años ha sido “Meranti”, que asoló la costa de Fujian en septiembre de 2016 con la categoría de “supertifón”. Registró vientos sostenidos superiores a 300 km/h y se convirtió en el segundo tifón más fuerte en tocar tierra en la provincia china de Fujian.
Quanzhou
Parque del lago del Oeste.
En la ciudad viven cerca de un millón y medio de habitantes pero en el conjunto de la prefectura se cuentan 8.700.000 (est. 2018). Quanzhou experimentó un fuerte aumento de la población y un gran desarrollo económico durante las dinastías Song (960-1279) y Yuan (1271-1368). En ese momento se convirtió en el punto de partida de la Ruta Marítima de la Seda, así como en un decisivo puerto en la travesía de Oriente. A lo largo de su dilatada historia, Quanzhou vio nacer una cultura propia del sur y se transformó en uno de los primeros puertos de comercio chinos abiertos al mundo exterior. A medida que más árabes y persas avistaron sus muelles para hacer negocios, la cultura minnan se enriqueció con las tradiciones del Islam. Se estableció en esta ciudad y fue cultivada por las gentes que poblaban el sur de esta provincia. Recibe dicho nombre porque, en chino, min se refiere a Fujian mientras que nan significa sur.
La cultura minnan es parte importante del acervo chino, ya que su esfera de influencia se extiende, además de a su provincia de origen, a otras zonas limítrofes e incluso a Singapur y otros países del suroeste de Asia. Sus expresiones abarcan arquitectura, artes populares, gastronomía y un amplio repertorio folklórico. La provincia de Fujian muestra, así, una considerable diversidad cultural.

Quanzhou

Herencia islámica

Quanzhou no puede negar una profunda herencia islámica que se adivina en algunos edificios y hasta en el trazado de sus calles. Por ejemplo, la mezquita Qingjing o Masjid al-Ashab, es la más antigua de China. Construida durante la dinastía Song del Norte (960-1127), el diseño se inspiró en la de Damasco, en Siria. En 1961, esta mezquita fue incluida en el primer grupo de lugares de patrimonio cultural a nivel nacional de China. La entrada oval de 20 m de altura está hecha de granito verde y su cúpula engalanada con plantas de loto y escrituras árabes. Sus gigantescos pilares evocan un profundo sentido de solemnidad.
La presencia islámica llegó a China por el oeste a través de los caminos de la Ruta de la Seda, y a través de puertos como el de Quanzhou, que funcionaban como las principales vías de intercambios culturales en el continente asiático. Se considera al año 651 la fecha clave de la llegada de esta religión, cuando el califa Utman (la datación de su nacimiento y defunción no está clara) envía una embajada a la corte china con el fin de mostrar sus respetos al emperador Tang Gaozong (628 – 683). Los primeros pobladores musulmanes de China fueron comerciantes árabes y persas que se establecieron en Chang’an, la actual Xi’an, y en otras ciudades, como Guangzhou. Estos mantendrán su estilo de vida conformando nuevos barrios, en los que fueron erigidas mezquitas. Mientras tanto, con el paso del tiempo, muchos de ellos contrajeron matrimonio y formaron familias, creciendo en número y extendiendo su población a lo largo de generaciones, siendo conocidos como los ancestros de la etnia Hui.
Un ilustre explorador musulmán, el tangerino Ibn Battuta (1304-circa 1377), comparó a esta ciudad con la egipcia de Alejandría, por su brillantez y exuberancia. Viajó durante 20 años en un periplo que detalló en una crónica o rihla que hoy conocemos por el libro A través del Islam. La travesía completa de Battuta cubrió una distancia mayor que la del veneciano Marco Polo (1254-1324), y recorrió en total el oeste, centro y norte de África, parte del sur y el este de Europa, Oriente medio, la India, Asia central, el sureste asiático y China. Algunos estudiosos cifran en más de 20.000 los kilómetros que hizo durante la primera mitad del siglo XIV.
Así narra el navegante su llegada a la bahía de Quanzhou: “Después de atravesar el mar, llegamos a la primera ciudad china. Es un gran puerto al que arriban muchos barcos, grandes y pequeños.” En el Museo de Historia y Cultura Islámicas de la ciudad se exhiben objetos de las dinastías Song y Yuan descubiertos allí, como lápidas con inscripciones, piezas halladas en tumbas y templos, muestras arquitectónicas, documentos históricos locales y otros provenientes de países árabes, entre otros. Y, por supuesto, una estatua que recuerda a su más ilustre hijo adoptivo, el viajero Ibn Battuta.
Quanzhou
Puente sobre el río Jin.

Paraíso del comercio

Y lo propio hace el veneciano Marco Polo, quien también recaló durante un tiempo, al destacar de Quanzhou “sus bulliciosos astilleros. Un gran número de comerciantes se reúnen allí para vender todo tipo de artículos.” Le llama poderosamente la atención a la que califica como delicada porcelana de Dehua, la famosa de color blanco que, afirma, “se consigue a un precio razonable. Con una moneda de plata de Venecia es posible comprar ocho tazas de porcelana.” Y no se olvida de remarcar que la urbe, identificada como Zaitun por los árabes, “es uno de los dos paraísos más grandes del mundo para el comercio”. Otro compatriota de Marco Polo por las mismas fechas, el fraile misionero Odorico de Pordenone (1265-1331), estableció dos casas de franciscanos.
Por esta época se decía que su población llegaba a 500.000 habitantes, una alta proporción de ellos árabes ya que tenían su propio barrio de comerciantes en la costa. Bajo la dinastía Yuan fue el puerto más grande de China reconocido en todo el mundo. Más cerca en el tiempo, y desde que se adoptó la Iniciativa OBOR (“Una Franja, una Ruta”, por sus siglas en inglés), Quanzhou está aprovechando su historia, cultura y recursos como una oportunidad para un nuevo desarrollo. Hoy en día, la cifra total de movimientos de mercancías de los puertos de su imponente bahía supera los 100 millones de toneladas. La ciudad está conectada con la vecina Xiamen, a menos de un centenar de kilómetros al sur, por ferrocarril a través de Zhangping y, en automóvil, a través de una autopista que brinda un acceso más rápido a las principales ciudades de la provincia.
Quanzhou
Construcción de estilo “cuo”.
Al detenerse en su arquitectura, el estilo más típico que se halla en esta urbe es el conocido como cuo, que significa “casa” en su dialecto local. Estos grandes edificios ostentosos fueron construidos con ladrillos y tejas rojas sobre cimientos de piedra blanca. Su techo es hueco en el medio y termina en una punta bifurcada que se eleva en cada ángulo. El conjunto está adornado con piedras finas y tallas de madera.
Otro tipismo arquitectónico de Quanzhou son las casas cuyas paredes están cubiertas con conchas de ostras. Con su color blanco grisáceo resaltan entre el granito moteado y los ladrillos rojos y crean una vista increíble. Asimismo, disponen de una única estructura, pinturas coloridas e impresionantes esculturas en su interior.
Quanzhou
Casa con las paredes cubiertas con conchas de ostras.

Sabor intenso en la mesa

Por lo que hace a la gastronomía, se constatan influencias de diversas culturas, tanto regionales como extranjeras, y se utilizan peculiares métodos para la elaboración de sus platos. La de Fujian, que pertenece a una de las ocho tradiciones culinarias de China, se divide a su vez en cuatro subcategorías, una de las cuales corresponde a Quanzhou. Presenta un estilo menos aceitoso pero de sabor más intenso que la cocina de Fujian. Hace gran énfasis en la forma de los ingredientes de cada plato.
Las opciones en la mesa aquí son múltiples y variadas, pero será una buena elección degustar un aperitivo de ostras y cebollas de rabo mezcladas con agua, pan frito, manteca, soja y vinagre (kezai jian); o una sopa elaborada con ostras, gambas, mejillones y fideos (mianxian hu). Destaca también el rousong, que son una especie de albóndigas hechas con carne de cerdo, arroz glutinoso, semillas de loto, jamón y pollo; o las bolitas de pescado elaboradas con carne de anguila, papas dulces y clara de huevo, que se sirven hervidas en una sopa de pollo caliente con pimientos, ajo y hojas de cilantro (shenhu yuwan).
Mención aparte merece la lengua de Xi Shi frita. Se trata de un tipo de almeja, a la que se consideraba según la tradición la encarnación de Xi Shi, un legendario personaje que vivió durante el Periodo de las Primaveras y Otoños (770-476 a.C.). Ya en las dinastías Tang (618-907) y Song (960-1279), este molusco era muy popular y se puede comprobar en muchas poesías y ensayos. En la escuela culinaria de Fujian existen muchas formas diferentes de preparar este plato. Por ejemplo, la almeja sofrita, con puerro tierno, cocida al vapor, con caldo de gallina, con brotes de bambú, con sal de cayutana, fría con salsa y otras especialidades.
Los condimentos únicos de Fujian incluyen la salsa de pescado, la pasta de gamba, el azúcar, la salsa shacha y el albaricoque en conserva. También se usan con frecuencia los posos procedentes de la elaboración del vino de arroz así como el arroz de levadura roja. La provincia también es famosa por sus platos marinados en vino y por la calidad de sus sopas y bases usadas para condimentar sus platos. Por su cercanía al mar, la mesa se inunda con especies que proceden de ese medio acuático como el abulón. Es un molusco univalvo, que se alimenta de algas marinas, y su callo es muy apreciado. Vivos y en su concha se pueden conservar hasta una semana en el refrigerador cubiertos con un trapo húmedo. Tienen la carne más dura de todos los moluscos, por lo que tradicionalmente se golpea contra una superficie firme antes de cocinarlo para ablandarlo. Es común el error de cocerlo por dos o tres horas para suavizarlo, lo que hace que la carne pierda nutrientes.
Té tieguanyin.
En el distrito de Anxi, dependiente de Quanzhou, se produce la variedad de té tieguanyin, uno de los mejores ejemplos de té oolong al que se considera un tesoro nacional en China por su inmenso valor. Apodada como la capital china del té, Anxi es un lugar de cumbres verdes donde fluyen arroyos de aguas claras y que disfruta de un clima suave durante todo el año. La historia del té se remonta aquí a un milenio atrás. Los agricultores locales que lo recolectan desarrollaron un conjunto de técnicas únicas para cultivar, preparar, degustar y apreciar el té, forjando así costumbres populares únicas y alumbrando la espléndida cultura del té tradicional.

pdfPublicado originalmente en: Revista Instituto Confucio.Número 56. Volumen V. Septiembre de 2019.
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